Apuntes de clases

Clases de filosofía y ciencias bíblicas del Instituto de Humanidades Luis Campino, y la Parroquia de Guadalupe de Quinta Normal.


martes, 26 de enero de 2016

46).-El Códice Sinaítico o Codex Sinaiticus.-a

Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; 

Introducción 

Códice (del latín codex, -icis) es uno de los formatos del libro. Se compone de cuadernos plegados, cosidos y encuadernados. Habitualmente, se puede escribir en ambos lados de cada hoja, denominados páginas, que pueden numerarse. Aunque técnicamente cualquier libro moderno es un códice, el término se utiliza comúnmente para libros escritos a mano (manuscritos) en el periodo previo a la imprenta (es decir, hasta el fin de la Edad Media), y para los documentos producidos por los indígenas mesoamericanos, en la época precolombina y en la Colonia. 
Etimológicamente, la palabra latina codex parece proceder de la contracción del diptongo de la también latina caudex, -icis ('tronco' -de la que se ha propuesto su origen caldeo-). Este nombre, que dieron los romanos a la tablilla de cera para escribir, por desplazamiento semántico terminó designando a los libros con páginas,4 diferenciados de los rollos empleados hasta entonces.

Códices:





1.-El Códice Sinaítico o Codex Sinaiticus

(Londres, Biblioteca Británica, Add. 43725; Gregory-Aland n.º א (Aleph) o 01) es un manuscrito uncial del siglo IV de la versión griega de la Biblia, escrito en scriptio continua entre los años 330 y 350. Originalmente contenía la totalidad de ambos Testamentos, pero solo han llegado hasta nuestros días trozos de la Septuaginta, la totalidad del Nuevo Testamento, la Epístola de Bernabé y fragmentos de El Pastor de Hermas (lo que sugiere que estos últimos dos textos podrían haber sido considerados parte del canon bíblico por los editores del codex). 
Junto con el Codex Alexandrinus y el Codex Vaticanus, el Codex Sinaiticus es uno de los manuscritos de mayor valor para la crítica textual del Nuevo Testamento en su versión griega, al igual que la Septuaginta. En la mayor parte del Nuevo Testamento, el Codex Sinaiticus está de acuerdo con el Codex Vaticanus y con el Codex Ephraemi Rescriptus, confirmando un tipo de texto alejandrino; sin embargo, en Juan 1,1-8,38, muestra mayor coincidencia con el Codex Bezae (que tiene mayores similitudes con un tipo de texto occidental). Un ejemplo destacable de concordancia entre los textos del Sinaiticus y del Vaticanus es que ambos omiten la expresión «sin causa» en Mateo 5:22.

texto

El codex consiste de un total de 346½ folios, escritos en cuatro columnas. De estos, 199 corresponden al Antiguo Testamento; y 147½, al Nuevo Testamento y a los otros dos libros, la Epístola de Bernabé y parte de El pastor de Hermas. Los libros del Nuevo Testamento están ordenados de la siguiente manera: los cuatro Evangelios, las Epístolas de Pablo, los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas y el Apocalipsis.
Poco se sabe de su historia previa. Se especula que pudo haber sido escrito en Egipto y a veces se lo asocia con las 50 copias de las escrituras que fueran encargadas por el emperador romano Constantino luego de su conversión al Cristianismo.
Un estudio paleográfico realizado en el Museo Británico en 1938 descubrió que el texto había sufrido numerosas correcciones. Las primeras correcciones fueron realizadas por varios escribas antes de que el manuscrito saliera del scriptorium. Hacia el siglo VI o VII se realizaron numerosas alteraciones, el colofón al final del libro de Esdrás y Ester indica que la fuente de dichas alteraciones era «un manuscrito muy antiguo que había sido corregido por el santo mártir Pánfilo» (martirizado en 309). De ello se concluye, que ha estado en Cesarea Marítima en los siglos VI o VII. Permanece sin corrección el iotacismo pervasivo, especialmente del diptongo ει. 

Historia

Las copias más antiguas del Nuevo Testamento completo son este Códice Sinaítico y el Códice Alejandrino de los siglos IV y V. El primero se considera anterior al año 397 en que tuvo lugar el Tercer Concilio de Cartago, que definió un canon del Nuevo Testamento. Actualmente se conocen numerosos papiros griegos del Nuevo Testamento que se preservaron en las arenas secas de Egipto. Los más antiguos probablemente hayan sido copiados alrededor del año 200.

Descubrimiento

Durante el primer viaje de Konstantin von Tischendorf en 1844 al Monasterio de Santa Catalina, al pie del Monte Sinaí en Egipto halla 43 hojas de pergamino conteniendo partes de Jeremías, Neemías, Crónicas y Ester, en un canasto con pedazos de manuscritos que, según relató Tischendorf, el bibliotecario le indicó «eran basura que debía ser destruida quemándola en los hornos del monasterio».

Tischendorf realiza su segunda expedición en 1853, la misma es infructuosa excepto por que no logra recuperar más que dos fragmentos del Libro del Génesis.
El Codex Sinaiticus le fue mostrado a Konstantin von Tischendorf en 1859 durante su tercer visita al Monasterio de Santa Catalina, al pie del Monte Sinaí en Egipto. Tischendorf había sido enviado por el zar Alejandro II de Rusia en busca de manuscritos, quién estaba convencido de que aún debía haber documentos esperando ser encontrados en el monasterio del Sinaí.
Por décadas, el codex estuvo guardado en la Biblioteca Nacional Rusa. En 1933, la Unión Soviética le vendió el codex a la Biblioteca Británica en la suma de 100.000 libras.
En mayo de 1975, durante tareas de restauración, los monjes del monasterio de Santa Catalina descubrieron un cuarto debajo de la capilla de San Jorge que contenía muchos trozos de pergamino. Entre estos trozos se encontraban doce páginas faltantes del Antiguo Testamento Sinaiticus.
El 1 de septiembre de 2009, el investigador griego Nikolas Sarris descubrió un fragmento no conocido del Codex en la biblioteca del monasterio de Santa Catalina. Corresponde al inicio del Libro de Josué.

Ubicación actual

El codex se encuentra dividido en cuatro trozos desiguales: 347 hojas en la Biblioteca Británica en Londres, 12 hojas y 14 fragmentos en el Monasterio Santa Catalina del Sinaí, 43 hojas en la Biblioteca de la Universidad de Leipzig, y fragmentos de 3 hojas en la Biblioteca Nacional Rusa de San Petersburgo.

Enciclopedia católica

Su símbolo es la letra hebrea Alef, aunque Swete y otros pocos estudiosos usan la letra S).

Es un manuscrito griego del Antiguo y Nuevo Testamento de muchísima antigüedad y valor; fue encontrado por Constantino Tischendorf en el Monte Sinaí, en el monasterio de Santa Catalina. En 1844 estaba visitando el monasterio, bajo el patronazgo de Federico Augusto, rey de Sajonia, cuando descubrió, en una cesta de basura, cuarenta y tres hojas de Los Setenta, que contenían partes del Primer Libro de las Crónicas, Jeremías, Nehemías y Ester, las cuales se le permitió llevarse. También vio el Libro de Isaías y I y IV Macabeos, pertenecientes al mismo códice que los fragmentos, pero no consiguió su posesión. Tras alertar a los monjes de su valor, salió hacia Europa y dos años después publicó las hojas que había traído consigo bajo el nombre de Códice Friderico-Augistanus, por su patrocinador. Se conservan en Leipzig. En una segunda visita, en 1853, sólo encontró dos cortos fragmentos del Génesis (que imprimió a su regreso) y no supo nada más del resto del códice.

En 1859 realizó una tercera visita, bajo el patronazgo del Zar Alejandro II. Parecía que iba a ser una visita inútil cuando, la víspera de su partida, en una conversación casual con el mayordomo, supo de la existencia de un manuscrito. Cuando se lo mostraron vio que era el mismo que había estado buscando y que contenía, superando todos sus sueños, una gran parte del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento completo, además de la Epístola de Bernabé y parte del “Pastor de Hermas”, de cuyas dos obras no se conocía que existiera ninguna copia en el original griego. Pensando que era “un crimen dormir”, Tischendorf pasó la noche copiando a Bernabé; tenía que irse por la mañana sin haber podido persuadir a los monjes que le dejaran llevarse el manuscrito. En el Cairo se detuvo en un monasterio perteneciente a los mismos monjes (eran de la Iglesia Griega Ortodoxa), y consiguió que le enviaran el manuscrito allí para transcribirlo; y finalmente, logró que los monjes se lo regalaran como un presente para el zar que era el patrono de Tischendorf y el protector de su iglesia. Años después, en 1869, el Zar recompensó a los monasterios 7000 y 2000 rublos a cada uno, además de y decoraciones.

El manuscrito se atesora en la Biblioteca Imperial de San Petersburgo. Tischendorf publicó una relación en 1860 y un facsímil en 1862, bajo los auspicios del zar. En esta edición, emitida en cuatro volúmenes, se incluyeron veintiuna placas litográficas hechas a partir de fotografías. Al año siguiente publicó una edición crítica del Nuevo Testamento. Finalmente, en 1867, publicó los fragmentos adicionales del Génesis y Números, que habían sido utilizados para encuadernar otros volúmenes en Santa Catalina y habían sido descubiertos por el archimandrita Porfirius. Desde entonces, se han descubierto partes del manuscrito original, pero nunca han sido publicadas juntas en una sola edición.

El Códice Sinaítico, que originalmente debió contener el Antiguo Testamento completo, ha sufrido mutilaciones severas, especialmente los libros históricos desde el Génesis a Esdras (inclusive); al resto del Antiguo Testamento le fue mejor. Los fragmentos y libros existentes son: varios versos de Gén. 23 y 24; los capítulos 5, 6 y 7 de Números; 1 Crónicas 9,27-19,17; Esdras 9,9 hasta el final; Nehemías; Ester, Tobías, Judit, Joel, Abdías, Jonás, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías, Isaías, Jeremías, Lamentaciones 1,1-2,20; I Macabeos, IV Macabeos (apócrifo, mientras que el canónico 2 Macabeos y el apócrifo 3 Macabeos nunca estuvieron en este códice). Un suceso curioso es que Esdras 9,9 sigue a 1 Crón. 19,17 sin interrupción; la nota de un corrector muestra que siete hojas de 1 Crón. fueron copiadas dentro del Libro de Esdras, probablemente debido a un error en la encuadernación del manuscrito del cual se copió el Códice Sinaítico. En este códice se llama a nuestro Esdras, como en muchos otros, Esdras B. Esto puede indicar que seguía a Esdras A, como se llamaba en los antiguos códices al libro que San Jerónimo llamaba 3 Esdras (Vea Esdras. Sin embargo, la prueba no es segura puesto que 4 Macabeos es designado aquí Macabeos D, como era usual, aunque los libros 2 y 3 de Macabeos estaban ausentes del manuscrito.

El Nuevo Testamento está completo, así como la epístola de Bernabé; faltan seis hojas a continuación de Bernabé, que probablemente contenían literatura no canónica. El “Pastor de Hermas” está incompleto y no podemos decir si había otras obras a continuación. En total hay 346 1/2 hojas. Se debe notar el orden del Nuevo Testamento: las Epístolas de San Pablo preceden a los Hechos: la Epístola a los Hebreos sigue a 2 Tesalonicenses. El manuscrito está en buen pergamino y las páginas miden alrededor de 15 x 13 ½ pulgadas (38.1 x 34.29 cms); hay cuatro columnas por página, excepto en los libros poéticos, que están escritos esticométricamente en dos columnas de mayor anchura; hay 48 líneas por columna, pero 47 en las Epístolas Católicas. Las cuatro angostas columnas dan a la página la apariencia de un rollo antiguo; y no es imposible, como dice Kenyon, que de hecho se copiara de un rollo de papiro. Está escrito en caracteres unciales, bien formados, sin acentos o pausas y sin puntuación, excepto (a veces) el apóstrofe y el punto final de un período. Tischendorf creía que lo habían escrito cuatro personas distintas y así se ha aceptado en general. Pero ha tenido menos suerte en conseguir la aceptación general en sus conjeturas de que uno de esos escribas también escribió el Nuevo Testamento del Códice Vaticano. Reconoció siete correctores del texto, uno de ellos contemporáneo con la escritura del manuscrito. Las Secciones Amonianas y los Cánones de Eusebio se indican en el márgen, probablemente por una mano contemporánea; sin embargo, parece que eran desconocidas al escriba, que sigue otra división. Los errores de pluma son relativamente pocos, a juicio de Gregorio.

En cuanto a edad, este manuscrito es de la misma época que el Códice Vaticano. Su antigüedad se puede ver en la escritura, en las cuatro columnas por página (indicación probable de la transición del rollo a la forma códice del manuscrito), en la ausencia de grandes mayúsculas iniciales y de ornamentación, en la rareza de la puntuación, en los cortos títulos de los libros, en la presencia de divisiones en el texto que lo sitúan antes de Eusebio de Cesarea, en la adición de Bernabé y Hermas etc. Tales indicaciones han llevado a los expertos a situarlo en el siglo IV, junto con el Códice Vaticano, y algún tiempo antes del Códice Alejandrino y del Códice Efrén Rescripto; esta conclusión no es cuestionada seriamente, aunque se concede la posibilidad de una fecha temprana del siglo V. Se le asigna un origen romano, del sur de Italia, de Egipto y de Cesarea, pero no se puede determinar (Kenyon, Folleto para el Criticismo Textual del Nuevo Testamento, Londres, 1901, p. 56 ss.). Parece que estuvo algún tiempo en Cesarea. Uno de los correctores (probablemente del siglo VII) añadió la siguiente nota al final de Esdras: Este códice fue comparado con un ejemplar muy antiguo que había sido corregido por la mano del santo mártir Pánfilo (murió en 309), cuyo ejemplar contenía, de su propia mano, al final de la suscripción:
 ‘Tomado y corregido de acuerdo a la Hexapla de Orígenes: Antonio lo comparó: Yo, Pánfilo, lo corregí”
.
 Pánfilo era, con Eusebio, el fundador de la Biblioteca de Cesarea. Algunos se inclinan incluso a considerar el Códice Sinaítico como uno de los cincuenta manuscritos que Constantino el Grande donó a Eusebio de Cesarea para que lo preparara en el año 331 para las iglesias de Constantinopla, pero no hay señales de que éste hubiera estado en Constantinopla. Nada se sabe de su historia posterior hasta que fue descubierto por Tischendorf. 
El texto del Códice Sinaítico se parece mucho al del Códice Vaticano, aunque no puede provenir del mismo antecesor inmediato. En general, los estudiosos colocan el Códice Vaticano es colocado por los especialistas contemporáneos en primer lugar en cuanto a pureza y el Códice Sinaítico, a continuación. Esto es especialmente cierto respecto a los Evangelios del Nuevo Testamento. Las diferencias son más frecuentes en el Antiguo Testamento donde los códices Sinaítico y Alejandrino coinciden con frecuencia.

Konstantin von Tischendorf 
(18 de enero de 1815 - 7 de diciembre de 1874), fue un lingüista alemán.

Tischendorf teólogo y filósofo logró descifrar en 1842 el Códice Ephraemi Syri Rescriptus y estudió otros muchos de esos documentos fundamentales en el estudio de la Biblia.

domingo, 17 de enero de 2016

45).-Biblia de San Luis.-a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; 


Pantocrátor


La Biblia de San Luis es una biblia moralizada realizada en París entre 1226 y 1234, para Luis IX de Francia, por orden de su madre Blanca de Castilla. Está compuesta por tres volúmenes. La mayor parte del códice se conserva en la Catedral de Toledo, mientras que ocho folios, separados alrededor del año 1400, están en la Morgan Library & Museum de Nueva York.

Historia









Los datos más antiguos que se tienen de esta obra en Castilla se remontan al testamento y al codicilo de Alfonso X el Sabio. Con relación a la Biblia de San Luis hay una referencia en el testamento del rey castellano, que la describe como una Biblia «de tres libros, historiada, que nos dio el Rey Luis de Francia» y como «una de las cosas más nobles que pertenecen al Rey». Con toda certeza se puede afirmar que la Biblia de San Luis a la que se refiere Alfonso es la que se conserva en la catedral de Toledo. Por los estudios realizados sobre sus distintos aspectos se puede asignar con mucha aproximación la fecha de composición y el tiempo en que fue copiada e iluminada (entre los años 1226 y 1234).

Descripción
Reina y rey (posiblemente Blanca de Castilla y Luis IX de Francia). Debajo, un clérigo y un escriba. Folio 8r
La Biblia de San Luis forma parte de un pequeño conjunto de siete Biblias, que se copiaron en el siglo xiii para miembros de la dinastía, entonces reinante, de los Capetos. Se trata de un tipo peculiar de libro bíblico, que no tenía precedentes en la tradición de los escritorios europeos. Ricamente iluminado, como correspondía a la dignidad de los destinatarios. Generalmente se las conoce con el nombre de Biblias moralizadas. El rasgo más destacado de estos libros es el enorme alarde de riqueza y fastuosidad de que hacen gala. Eran unas Biblias hechas para uso exclusivo de los reyes.

viernes, 15 de enero de 2016

44).-La Biblia de Federico de Montefeltro.-a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; 



La Biblia de Federico da Montefeltro, el máximo exponente del arte de la miniatura, se presenta como la obra bibliográfica en la que la cultura figurativa del siglo XV italiano y europeo alcanza el punto culminante de su trayectoria.

Una obra colosal









Realizada cuando la imprenta con caracteres móviles se encontraba ya en fase de plena consolidación, esta Biblia se diferencia de la habitual tipología del códice miniado tanto por sus imponentes dimensiones como por el número de hojas, treinta y cinco de las cuales están ilustradas con miniaturas que se presentan como auténticas obras pictóricas.


Los genios de la miniatura

detalle
La Biblia, destinada a convertirse en el más hermoso códice de la biblioteca de Federico da Montefeltro, fue escrita por Ugo Comminelli da Mézières y decorada en Florencia en el breve plazo de dos años (1477-1478) por Francesco di Antonio del Chierico, un miniador que se encontraba entonces en el vértice de la fama, magnánimamente “prestado” al Duque de Urbino por el mismísimo Lorenzo de Médici. Junto a Francesco figuran otros ilustres nombres de la historia de la miniatura como Attavante degli Attavanti, Francesco Rosselli y con toda probabilidad también Davide Ghirlandaio, hermano del más conocido Domenico Ghirlandaio.


Ecos del Renacimiento


A través de la mano de estos artistas, se condensa en las miniaturas de la Biblia el riquísimo patrimonio figurativo del siglo XV florentino. Al realizar un recorrido por las ilustraciones no resulta difícil percibir en ellas los ecos de los más destacados protagonistas del Renacimiento toscano.

Federico da Montefeltro

Federico da Montefeltro, también conocido como Federico III da Montefeltro (7 de junio de 1422 – † 10 de septiembre de 1482), fue uno de los más exitosos condottieri del Renacimiento italiano, y Duque de Urbino desde 1444 hasta su muerte. En Urbino encargó la construcción de una gran biblioteca, quizá la mayor de Italia después de la Biblioteca Apostólica Vaticana, con su propio equipo de escribientes, y organizó alrededor de él una corte humanística en una de las grandes joyas arquitectónicas del renacimiento temprano, el Palacio ducal de Urbino, diseñado por el teórico y arquitecto Francesco di Giorgio Martini.

Santa Juana de Arco.-a

Santa Juana de Arcos (Domrémy, Francia, 1412 - Ruán, id., 1431) Santa y heroína francesa. Nacida en el seno de una familia campesina acomoda...