Apuntes de clases

Clases de filosofía y ciencias bíblicas del Instituto de Humanidades Luis Campino, y la Parroquia de Guadalupe de Quinta Normal.


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viernes, 3 de julio de 2020

221).-Síndrome de Jerusalén.-a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; 



Síndrome de Jerusalén, el curioso trastorno mental que hace que las personas se crean profetas o mesías.

18 enero 2018


"Quizás vienen a Jerusalén atraídos por la sensación de que tienen una especie de misión que cumplir", comenta el psiquiatra Lichtenberg.
La misteriosa desaparición en noviembre del turista británico Oliver McAfee en el desierto de Negev, en Israel, ha sacado a relucir la existencia de un insólito trastorno psiquiátrico que los médicos temen que el joven pueda estar sufriendo: el Síndrome de Jerusalén.
MacAfee, un jardinero de 29 años, es un devoto cristiano que había llegado de viaje a Israel en 2017.
Dejó su trabajo en Essex, Inglaterra, el pasado mes de abril para recorrer Europa en bicicleta, en un viaje que sus amigos describieron como de descubrimiento personal.
Fue visto por última vez el 21 de noviembre cerca de la ciudad desértica de Mitzpe Ramon.
Sus familiares se pusieron en contacto con la policía israelí a finales de diciembre sobre su desaparición, y desde entonces las búsquedas con helicópteros, perros y equipos de rescate no han dado fruto.
Pero las autoridades israelíes creen que McAfee sigue vivo, según le dijo a la BBC el portavoz de la policía israelí, superintendente Micky Rosenfeld.
Unos viajeros encontraron el monedero, las llaves y una tableta del británico, que fue entregada a la policía.
"Todavía estamos examinando su bicicleta, y otros objetos personales", dijo Rosenfeld.
Asimismo, el portavoz dijo que habían encontrado hojas con anotaciones bíblicas hechas a mano y una zona de arena aplanada rodeada por un número significativo de piedras.
Mientras continúa su búsqueda, varios psicólogos en Israel han dado detalles del Síndrome de Jerusalén, la extraña condición psiquiátrica que podría estar afectando a MacAfee.
Se estima que afecta aproximadamente a un centenar de personas al año, que desarrollan una especie de angustia mental al visitar los lugares sagrados de esta región.
Hay algo común en la manera en la que este síndrome se manifiesta para los pacientes.
"El denominador común es que piensan que va a haber una redención inminente y que va a pasar en Jerusalén, o quizás en el caso de este turista en el desierto de Negev, o cualquier lugar cercano a esta zona por la que Jesús deambuló", le dijo a la BBC el profesor de psiquiatría de la Universidad Hebrea Pesach Lichtenberg.
"La persona cree que va a jugar un rol importante en esta segunda venida de Jesús, o bien para notificárselo al mundo o siendo la mano derecha de Jesús, o algo por el estilo", añadió Lichtenberg, que es también el fundador y director de Soteria House, un centro de tratamiento holístico de la psicosis donde actualmente hay varios residentes que se creen mesías.
El académico desconoce el caso particular de McAfee y cree que hay mucha especulación al respecto.
Si bien el Síndrome de Jerusalén se puede manifestar de muchas maneras diferentes, Lichtenberg comenta que "normalmente las personas tienen algún tipo de condición mental pre existente", antes de llegar a la llamada Ciudad Santa, donde se revela el trastorno.
El síndrome se sobreimpone a una ansiedad mental o enfermedad que el paciente tenía de fondo.
"Quizás vienen a Jerusalén atraídos por la sensación de que tienen una especie de misión que cumplir, quizás abren la Biblia y leen un verso y sienten que alguien los está llamando", explica Lichtenberg.
El psiquiatra comenta también que normalmente estas personas vienen de un contexto de interés por los religioso y pueden pertenecer a cualquier denominación, judía, musulmana o cristiana.

Unos 100 turistas al año

"Pero incluso la gente que no tiene un pasado religioso puede a veces verse sobrecogida por una sensación de espiritualidad o de trascendencia, que se puede cristalizar en una creencia que puede parecer muy religiosa", explica el psiquiatra.
Según un artículo de 2000 publicado en la revista científica British Journal of Psychiatry, un promedio de 100 turistas eran referidos cada año a la clínica de salud mental Kfar Shaul, cerca de Jerusalén, por el síndrome de Jerusalén.
"Cualquier turista que venga a Jerusalén, y yo no trabajo para el departamento de turismo, sentirá que hay algo inusual, hay una intensidad en el ambiente, sobre todo en la ciudad vieja, que a algunas personas las puede empujar hacia el otro lado", dijo.
Según un artículo de 2000 publicado en la revista científica British Journal of Psychiatry, un promedio de 100 turistas eran referidos cada año a la clínica de salud mental Kfar Shaul, cerca de Jerusalén, por el síndrome de Jerusalén.
Lichtenberg comenta que normalmente los psiquiatras israelíes tienen los números de las embajadas a mano porque saben que este es un fenómeno que puede ocurrir.
Los casos que Lichtenberg trata son locales, pero cuando los pacientes son extranjeros normalmente se van a tratar a sus países, lejos de Jerusalén.

Ejemplo
El psiquiatra Eliezer Witztum, autor del libro Jerusalén de Santidad y Locura, en su casa en la capital de Israel

La madrileña afectada por el síndrome de Jerusalén: "Llevo al Mesías en mi vientre"
30 MAR. 2018 

La 'locura' de la noble madrileña veinteañera que se creía embarazada y con una misión sagrada: dar a luz al Mesías. En realidad seguía siendo virgen. Es el llamado síndrome de Jerusalén.


Cerca de los Lugares Santos, una veinteañera española preocupa a sus compañeros de fe y turismo en Jerusalén. Ya no es la misma mujer que salió de Madrid con destino al centro del mundo. Su comportamiento se hace cada vez más extraño a medida que avanza por unas callejuelas que rezuman tanta santidad que a veces desvarían en alucinaciones. Profundamente religiosa y perteneciente a la nobleza en Madrid, la peregrina guarda con celo un secreto muy relacionado con las milenarias piedras a su alrededor. Como su vientre en las últimas semanas, crece su convicción de que está embarazada. En pocos meses espera alumbrar al Mesías.
«La joven no estaba tranquila. Lo primero que le dije en inglés fue que le iría bien tomar algo para que se calmara. Tenía síntomas de alteración bipolar de sobreactividad, así que le di una pastilla para hipomanía», recuerda el prestigioso psiquiatra Eliezer Witztum ante uno de los casos más increíbles que ha tratado del denominado síndrome de Jerusalén. 
Un fenómeno nacido de la agitación espiritual en Tierra Santa: la pérdida temporal del sano juicio conduce a encarnarse en figuras místicas o experimentar una iluminación divina.Veinte años después el episodio de la joven madrileña, el profesor israelí ya retirado recibe a Crónica en el sótano de su casa en Jerusalén para contar por primera vez la historia de la española. A falta del nombre real (él insiste en seguir manteniendo el anonimato a rajatabla), la llamaremos Isabel. «No se lo dije a nadie antes», enfatiza antes de reconstruir de forma cautelosa lo sucedido.El pequeño grupo de peregrinos españoles no sabía cómo reaccionar a las risas y comentarios sin sentido de Isabel; tampoco a sus desconectadas citas de Jesús y María. Y a esa férrea convicción que mostraba: «Llevo al Mesías en mi vientre».
El guía local fue quién detectó el problema. Y llamó a la solución. Witztum. El especialista para estos casos. Como quien va a la oficina, el psiquiatra acudió al hotel con la experiencia de haber ayudado a muchas personas que escuchan voces del más allá, proclaman ser profetas o buscan fieles para su reinado en la Tierra. El hotel donde la española tuvo su revelación no está muy lejos de las murallas que encierran el kilómetro cuadrado más sagrado del mundo. Witztum no tardó mucho en apreciar síntomas del síndrome. Al día siguiente de su primera charla, dieron un paseo. Fue cuando Isabel le dijo que estaba embarazada de cuatro meses, fruto del encuentro fortuito con un joven antes del peregrinaje a Jerusalén. Y que había perdido la virginidad.
 El retraso menstrual y un vientre más pronunciado de lo habitual contribuyeron a su relato.«Fue en Jerusalén donde se le metió en la cabeza que estaba embarazada. Aquí tuvo un encontrado sentimiento de santidad y pecado. Excitación y culpabilidad al ser como María en Tierra Santa. Creía que era su misión vital», cuenta. Witztum marcó una cita con el ginecólogo cerca del hotel. La prueba sentenció que no estaba embarazada y que seguía virgen. El llamado embarazo psicológico se explica por la presión y ansiedad.No todos los días una persona recibe la noticia de que no es la madre del Mesías, así que el especialista intervino para evitar una peligrosa depresión. «Son buenas noticias, son buenas noticias», le repetía intentando bajarla a la tierra sin demasiados traumas.«Por supuesto, no le dije que una mujer no puede quedarse embarazada sólo por el Espíritu Santo. 
Hay que ser muy sensible y delicado. Esta mujer nunca había tenido una relación con un hombre. En el encuentro seguramente la tocó y ella se emocionó sexualmente. No estaba preparada o no había recibido una educación sexual mínima», estima.La sensación entremezclada de pecado y éxtasis, la profunda creencia religiosa y el contacto físico con la historia conformaron el marco psicológico del síndrome de Jerusalén de Isabel. Aconsejada por el psiquiatra, la madrileña adelantó su regreso a España acompañada de una amiga. En la maleta, la carta del israelí al médico de familia detallando el caso para que valorase el tratamiento que la joven debía seguir a su regreso a Madrid.

Lo asombroso es que su caso no es único. Alrededor de un centenar de turistas son hospitalizados anualmente en Israel por trastornos de la personalidad relacionados con este síndrome. La mitad de ellos, en Jerusalén. Muchos se recuperan al cabo de varios días sin lograr explicar el delirio manifestado
.«No se trata de una enfermedad sino de un fenómeno que radica en el contexto cultural. Expresa problemas o alteraciones mentales bajo la vestimenta de la cultura. Tiene lugar en varias ciudades. El de Jerusalén proviene de la tradición judeocristiana a través de la Biblia y el Nuevo Testamento», explica el psiquiatra.
Presente desde el siglo XV, el fenómeno ha conquistado incluso a Los Simpson con un episodio en el que Homer, disfrazado de Mesías, pide a cristianos, judíos y musulmanes que difundan «las palabras paz y pollo».En los años 1986 y 1987, Witztum y el doctor Moshe Kalian examinaron a 89 turistas internados en el centro psiquiátrico de Kfar Shaul de Jerusalén y trazaron este perfil: soltero, religioso, de unos 30 años, que llega solo y procedente de Europa o Estados Unidos. Cuarenta y nueve de ellos padecían esquizofrenia, 14 tenían un cuadro patológico severo, 11 desorden psicótico, siete alteraciones personales, dos demencia y los seis restantes ninguna categoría clara. El 13% fue hospitalizado tras intentar suicidarse.
 El 21% se creía el Mesías.El contacto físico con los Lugares Santos tan anhelados es el detonante de la pérdida de la razón, pero el 82% había recibido ya algún tipo de tratamiento psicológico previo en sus países. «Sabemos si un turista inicia el proceso del síndrome e intentamos evitar que haya un deterioro», nos comenta Gadi, guía en Jerusalén, cerca del Santo Sepulcro. Los afectados prefieren hablar que escuchar. Cuando les replican que no son lo que proclaman, suelen reaccionar con rabia y agresividad.No todo peregrino que se aleja discretamente del grupo, muestra ansiedad y se recluye en su mundo de salmos y profecías tiene el síndrome. Aunque si sale a la calle vestido con las sábanas del hotel y una corona de espinas en la cabeza es muy posible que su próximo destino sea el centro psiquiátrico. 
Como el turista que entró en el Hotel Plaza y quitó las gafas de la gente en la recepción «para que vieran la luz de la verdad». Es decir, a él. Otro hombre esperó durante semanas la llegada de Jesús sentado en la puerta del hostal. Hasta que se cansó y desapareció. Witztum trató a un chef alemán que irrumpió en la cocina de su hotel y pidió de forma vehemente que le dejaran preparar «la Última Cena».
Este desorden mental puede causar daño al entorno de los afectados pero también a sí mismos. Podría ser el caso de Oliver McAfee, de 29 años, cuya estela se perdió en noviembre en el desierto del Négev, al sur de Israel. Según fuentes de la investigación consultadas por Crónica, este turista británico podría haber desarrollado el síndrome de Jerusalén. Le encontraron una libreta en la que aparecen fragmentos bíblicos y garabatos que evocan esquizofrenia.
En su libro Jerusalem of Holiness and Madness (Jerusalén de Santidad y Locura), publicado en 2013, Witztum y Kalian hacen un recorrido geográfico, antropológico y espiritual de siglos de indescifrables caminos en torno a la villa. Como el turista estadounidense que entró en una tienda y ofreció su ropa a cambio de la gran espada del escaparate. «Por favor, usted mismo», bromeó el vendedor. Ante su asombro, se desnudó, le dio la ropa, cogió la espada y salió corriendo. «¡Abran paso al Rey David!, ¡el Rey Mesías!», gritaba mientras avanzaba entre la estupefacción de los transeúntes de una céntrica calle. El enloquecido paseo real duró lo que los policías tardaron en detenerle y taparle con una sábana.Pero no todos los casos acabaron de forma pacífica. 
El australiano Denis Michael Rohan casi provoca una guerra mundial de religiones después de prender fuego a la mezquita de Al Aqsa. Para el islam es el tercer lugar más sagrado y situado en el Noble Santuario. Para el judaísmo se encuentra en el Monte del Templo, su lugar más santo.Ocurrió a primera hora de la mañana del 21 de agosto de 1969. Consciente de sus actos pero rendido a un impulso incontrolable emanado de una misión divina, Denis Michael Rohan se dirigió al santuario. 
En ese momento estaba cerrado pero accedió tras sobornar a un guardia que pensaba que sólo quería hacer fotos. Tras incendiar parte de la mezquita, se marchó y cogió un autobús. Dejaba tras de sí una hilera de humo y efectos imprevisibles. Al día siguiente fue detenido.«Quería demostrar al mundo que Dios desea que construya el templo y que sea el Rey de Jerusalén y Judea», alegó después de que lo detuvieran. Ante el diagnóstico profesional de esquizofrenia, los jueces le eximieron de la responsabilidad penal. Se limitaron a exigirle que continuara su tratamiento psiquiátrico.



Ante las acusaciones en el mundo árabe y musulmán sobre un «plan sionista para destruir Al Aqsa», las autoridades israelíes se apresuraron a revelar el nombre, apellido, origen y circunstancias del pirómano. Permitieron que fuera filmado. Asimismo, le asignaron una fuerte protección ante el temor de que se suicidara o fuera atacado.Su delirante incendio generó protestas iracundas de ciudadanos musulmanes y líderes árabes incluso llamaron a la yihad «para liberar Jerusalén» dos años después de que Israel ocupase la parte oriental en la Guerra de los Seis Días. La victoria militar fue vista por el australiano como la señal de la reconstrucción del templo.
Su infancia no fue fácil. Sus exigentes padres no tenían reparo en pegarle. A los 24 años vivió su primera «aparición divina», que precedió a una crisis emocional y un intento de suicidio. «Dios me castigó con el infierno», contó Rohan. Según su relato, escuchó voces e identificó señales que le condujeron a Jerusalén con la misión que él mismo confesó: «Quemar la mezquita Al Aqsa y construir el santuario a Jesús. Sabía que lo que iba a hacer no estaba bien pero Dios me lo ordenó porque era lo correcto».En 1974 fue expulsado a Australia.
 «En la terapia de rehabilitación, realizaba siempre la escultura de una mano que envió el fuego», apunta Witztum.La mayoría de los afectados no son peligrosos. A veces, porque son frenados a tiempo. No lo confirma, pero este psiquiatra evitó una acción que habría provocado una crisis internacional. «Prefiero apagar el incendio cuando es pequeño», señala en un despacho abarrotado de libros y cartas enviadas por personas de todo el mundo que le escriben creyendo ser personajes bíblicos. El alcalde Nir Barkat también recibe misivas como las de un ciudadano de Indonesia pidiéndole que reúna a la gente ante su llegada o la firmada por el «Rey David» en la que detalla sus profecías.Witztum recuerda el caso de una filipina, similar al de Isabel, aunque con una notable diferencia: iba a dar a luz a Satán. 
Insistía en que era el castigo de Dios por una relación con un hombre que se aprovechó de ella. Vino a Jerusalén para purificarse. Se sentía culpable.-¿Sigue en contacto con la española?-No. Me envió una carta para decir que estaba bien y agradecer mi ayuda. Lo valoro mucho. Escribió que estaba contenta de que Dios me hubiera enviado para ayudarla.

martes, 7 de abril de 2020

212).-El Gran Rabinato de Israel.-a



Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; 



(en hebreo: הרבנות הראשית לישראל‎) (transliterado: Ha-Rabanut Ha-Rashit Li-Yisra'el) es reconocido por la ley​ como la autoridad suprema rabínica y espiritual para el judaísmo en Israel. El consejo principal del Rabinato asiste a los dos rabinos principales, que alternan en su presidencia. El Rabinato tiene autoridad legal y administrativa para tratar temas religiosos para los judíos de Israel. También responde a las preguntas halájicas presentadas por los organismos públicos judíos en la Diáspora. El Consejo fija, guía y supervisa los organismos dentro de su autoridad.

Funciones

El Rabinato Principal de Israel tiene dos Rabinos Principales: un rabino Ashkenazi y un rabino Sefardí, también conocido como Rishon LeZion. Los Rabinos Jefes son elegidos por 10 años. El actual Rabino Sefardí es Yitzhak Yosef y el Rabino Ashkenazi es David Lau, ambos de los cuales iniciaron sus mandatos en 2013.
El Rabinato tiene jurisdicción sobre muchos aspectos de la vida judía en Israel. Su jurisdicción incluye asuntos de estado personal, como matrimonios judíos y divorcios judíos, así como enterramientos judíos, conversión al judaísmo, leyes kosher y certificación kosher, inmigrantes judíos a Israel (olim), supervisión de sitios sagrados judíos, trabajo con varios baños rituales (mikvaot) y yeshivás, y supervisar los tribunales rabínicos en Israel.

Tribunales  rabínicos 

Los tribunales rabínicos forman parte del sistema judicial de Israel y son administrados por el Ministerio de Servicios Religiosos. Los tribunales tienen jurisdicción exclusiva sobre el matrimonio y el divorcio de los judíos y tienen competencia paralela con los tribunales de distrito en materia de estatus personal, pensión alimenticia, manutención de los hijos, custodia y herencia. Los veredictos judiciales religiosos son implementados y ejecutados -como el sistema de tribunales civiles- por la policía, la oficina del alguacil y otras agencias.
Es el Rabinato el que define el estatus judío de una persona, y por lo tanto la pertenencia a la comunidad confesional judía y el alcance de su jurisdicción. Aplica una estricta interpretación halájica en cuanto a la pertenencia a la comunidad judía.

Historia

El Rabinato fue establecido por el Gobierno del Mandato Británico en Palestina en 1921, al igual que admitió el liderazgo árabe del Gran Muftí de Jerusalén.
Estas instituciones continuaron existiendo después de la creación del Estado de Israel en 1948. Los judíos ultraortodoxos (Jaredí) no aceptan la autoridad del Rabinato y son dirigidos por sus propios rabinos, a pesar de enviar a sus representantes como competidores y tratar de influir políticamente dentro de la institución del Gran Rabinato.
De acuerdo con la ley israelí, los dos cargos de Grandes Rabinos o Rabinos Jefes existen en el Estado y en cuatro rabinatos municipales; en la ciudad de Jerusalén, en Tel Aviv, en Haifa y en Beer Sheva. En todas las otras ciudades, pueden elegir un solo rabino para conducir el rabinato local, y no es llamado Rabino Jefe o Gran Rabino. Muchos de los Rabinos Jefes fueron rabinos de ciudades israelíes anteriormente.
La jefatura principal del Rabinato se encuentra en el edificio Beit Yahav, en la calle Yirmiyahu, en Jerusalén. La antigua sede de la institución, el edificio Heichal Shlomo, sirve desde 1992 principalmente como museo.

Heichal Shlomo

Heichal Shlomo es la antigua sede de la Gran Rabinato de Israel. Está al lado de la Gran Sinagoga en calle King George, Jerusalén. El edificio tiene actualmente el Museo de la Herencia Judía, RENANIM Sinagoga, el espacio de oficinas y un auditorio. Está al otro lado de la Leonardo Plaza Hotel Jerusalem. El edificio fue terminado en 1958. En 1992 se convierta en un museo de "arte judío".

sábado, 15 de febrero de 2020

206).-El Templo de Jerusalén.-a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; 

Maqueta del Segundo Templo de Jerusalén en el siglo I E.C.

 (hebreo: בית המקדש, Beit Hamikdash) o el Templo de Salomón fue el santuario principal del pueblo de Israel y contenía en su interior el Arca de la Alianza, el candelabro de los siete brazos y demás utensilios empleados para llevar a cabo el culto hebraico en tiempos de la Edad Antigua.
Se localizaba en la explanada del monte Moriá, en la ciudad de Jerusalén, donde se ubican en la actualidad la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa.


Reconstrucción computerizada del Templo de Salomón (2010).

El Primer Templo fue construido por el rey Salomón para sustituir al Tabernáculo como único centro de culto para el pueblo judío. Fue saqueado por el faraón Sisac (Sheshonq I) en 925 a. C. y destruido por los babilonios durante el tercer asedio de Nabucodonosor II a Jerusalén en 587 a. C.
El Segundo Templo, mucho más modesto, fue completado por Zorobabel en 515 a. C. (durante el reinado del persa Darío I) y seguidamente consagrado. Tras las incursiones paganas de los seleúcidas, fue vuelto a consagrar por Judas Macabeo en 165 a. C.​ Reconstruido y ampliado por Herodes, el Templo fue a su vez destruido por las tropas romanas al mando de Tito en el año 70, en el Sitio de Jerusalén, durante la primera guerra judía. Su principal vestigio es el Muro de las Lamentaciones, también conocido como Kotel o Muro Occidental.
La escatología hebrea establece que el Tercer Templo de Jerusalén será reconstruido con el advenimiento del mesías del judaísmo.


Introducción

La palabra “templo” deriva del latín templum, que significa un lugar descubierto que permite una visión de la región circundante. En un sentido más estricto significa un lugar sagrado para la Divinidad, un santuario. En la Biblia el santuario de Jerusalén lleva el nombre hebreo de Bet Yehovah (casa de Yahveh). El edificio sagrado consistía en dos salas principales, una llamada hekal (casa o templo), o godes (el Santo), y la otra debir (que es el oráculo), o godesh haggodashim (el Santo de los Santos). El Nuevo Testamento la llama oikos, “la casa”, ouaos, en latín, cella, “el lugar más sagrado del templo” y hieron, “el conjunto del recinto sagrado”. El templo que Salomón erigió al Señor hacia el 966 antes de Cristo fue destruido por Nabucodonosor el 596 antes de Cristo. Tras la vuelta de la cautividad Zorobabel lo levantó de nuevo de sus ruinas (537 antes de Cristo), pero en tan modestas condiciones que los ancianos que habían visto el antiguo Templo lloraban. 
En el décimo octavo año de su reinado, que corresponde al 19 antes de Cristo, el rey Herodes destruyó el Templo de Zorobabel para reemplazarlo por otro que igualaría, si no sobrepasaba en esplendor, al de Salomón.
Muchos escritores admiten tres templos materialmente diferentes: Ahora bien, como el profeta Ageo (Vulgata 2,10) dice del de Zorobabel: “Grande será la gloria de esta casa, la de la segunda mayor que la de la primera”, a causa de la venida del Mesías (versículos 8-9), pretenden que esta profecía no se cumplió porque Cristo nunca entró en el segundo Templo. Otros afirman que la obra de Zorobabel no fue destruida completamente sino reemplazada gradualmente por un templo mucho más grande y rico (Josefo, “Ant Jud.” ed. Dindorf, XV, XI, 2) y consiguientemente admiten sólo dos templos materialmente diferentes. 
Toda la dificultad desaparece si elegimos a los Setenta en vez de a la Vulgata. El profeta ya ha preguntado: “¿Quién queda entre vosotros que haya visto esta casa en su primer esplendor?” (2, 4). Según los Setenta luego dice: “La gloria final de esta casa será mayor que la primera”. Para el profeta, por tanto, había sólo una y la misma casa de Yahveh desde Salomón al tiempo del Mesías, construida siempre en el mismo lugar y según el mismo plano, el del Tabernáculo.
 Podemos por tanto admitir tres templos diferentes y este artículo describirá: I. El de Salomón; II. El de Zorobabel; III El de Herodes.


Templo de Salomón



Por orgullo David había ordenado el recuento de su pueblo, en castigo de lo cual Dios diezmó a los israelitas con una epidemia. Un día el rey vio cerca de la era de Ornán (Areuna) el jebuseo un ángel que estaba a punto de herir a la gente de la ciudad, después de lo cual David se humilló ante el Señor, quien le perdonó y detuvo la plaga. El rey se apresuró a comprar la propiedad del jebuseo por cincuenta siclos de plata y construyó un altar en la era, sobre el cual ofreció holocaustos y ofrendas de paz (2 Samuel, 24). Esta colina, que es el Monte Moria (2 Crónicas 3,1) del Génesis (22,2) estuvo desde entonces destinada a ser el emplazamiento del Templo de Yahveh, para el que David había amasado ya grandes tesoros, pero cuya construcción se reservaba a Salomón. Como hasta entonces los hebreos no habían cultivado las artes, Salomón se dirigió a Hiram, rey de Tiro en Fenicia, para conseguir constructores y obreros hábiles en la piedra, metal y la madera de cedro y ciprés del Líbano. Tras siete años y medio de trabajo, el rey pudo dedicar solemnemente el templo del Dios verdadero. 


Junto al recinto sagrado construyó después grandes edificios, entre los cuales la Biblia hace mención especial del palacio del rey, el de la reina, hija del Faraón, la casa del bosque, el pórtico del trono y el de las columnas.

Emplazamiento

El Monte Moria, que se extiende de norte a sur, es un largo espolón o promontorio, lindando al norte con el Monte Bezetha y limitado al este y al oeste por dos estrechos valles que se juntan en su extremidad sur (ver Jerusalén). Entre sus dos empinados declives la cima de la colina sólo permite un estrecho espacio para edificaciones, y para asegurar un adecuado emplazamiento para el Templo, los patios, y los palacios reales se construyó una plataforma levantando muros de sostén de bellas piedras cuidadosamente labradas que medían ocho o diez codos (1 Reyes 5,17; 7,9-10). Según la tradición judía el Templo estaba en el punto más alto del Monte Moria, mientras que las habitaciones reales se construyeron al sur de su recinto y en un nivel más bajo.
Se admite generalmente que la “roca sagrada” en el centro de la Mezquita de Omar (ver Jerusalén) constituía la base del altar de los holocaustos en el Templo de Jerusalén. En esta colina, según una antigua tradición, Abraham se dispuso a sacrificar a su hijo Isaac; aquí, junto a la era de Ornán, el ángel exterminador volvió a guardar su espada en su vaina; y en esta era, que según la costumbre estaba situada en el punto más alto, erigió David un altar al Señor. Si esta roca prominente fue constantemente preservada en las diversas reconstrucciones de la plataforma debe haber sido por sus asociaciones. Además, se corresponde con todos los requisitos de Éxodo (20,24 y s.) para el altar de los holocaustos. Es una roca de piedra caliza, sin labrar e irregular, de cincuenta y ocho pies de largo por cuarenta y cinco de ancho, y que sobresale tres o cuatro pies por encima del suelo. Además, casi en el nivel superior de su superficie hay un agujero por donde se cree que la sangre y el agua de las abluciones fluía en la cavidad inferior para ser llevada por un conducto subterráneo al valle del Cedrón. La Mishna (Yoma, II,I) afirma que bajo el altar de los holocaustos había un canal de esta clase. Admitido este punto, la “roca sagrada” servirá como señal para descubrir el sitio exacto de la casa de Yahveh, porque esta última se abría hacia el este, enfrente del altar de los holocaustos y consiguientemente al oeste del patio de los sacerdotes que contenía el altar.
Las principales fuentes de información relativas al plano, construcción y adorno del Templo son, en primer lugar 1 Rey. 6,7; luego el relato paralelo de 2 Crón. 3 y 4, que tiende a magnificar inconmensurablemente las dimensiones. El profeta Ezequiel describió el Templo a la luz de una visión celestial, y aunque su descripción es simbólica concuerda en sus rasgos esenciales con la del Libro de los Reyes; según todas las apariencias describen la casa del Señor tal como la vio mientras realizaba sus tareas sacerdotales. La información suministrada por Josefo y el tratado Middoth de la Mishná inspira menos confianza; parece basada más bien en el Templo de Herodes que en el de Salomón. En realidad sólo poseemos una breve descripción del primer Templo y los términos técnicos utilizados por la Biblia no son siempre fácilmente inteligibles en los tiempos actuales; de ahí que haya una gran diversidad de opiniones entre los autores que han intentado reconstruir el Templo de Salomón en sus detalles arquitectónicos.

Arquitectura y medidas

Salomón reprodujo en materiales sólidos y proporciones dobles el Tabernáculo que Moisés había construido en el desierto (Sabiduría 9,8), cuyo entero plano estaba por tanto esbozado (Éxodo, 26, 36). Con respecto al estilo adoptado por los arquitectos fenicios simplemente sabemos que en ese periodo la arquitectura de todos los pueblos semíticos era muy similar a la de los egipcios. Un codo tenía la anchura de seis manos o veinticuatro dedos y era igual a un pie y cinco pulgadas y tres cuartos; la anchura de un codo real era una mano (tres pulgadas) más. El codo menor de seis manos, o veinticuatro dedos, existía en el imperio oriental, pero era algo más largo, al ser igual a un pie y siete pulgadas y un tercio. 

El arca de la Alianza


La anchura del codo real era igualmente mayor, siendo igual a un pie y nueve pulgadas y un sexto. Ahora bien a juzgar por las excavaciones hechas en Taanath y Megiddo en Palestina, el codo real de Babilonia, introducido por la larga dominación caldea, era el único en uso en es época (Benzinger, "Hebr. Archaologie", 190). Es probable que en la época de la Cautividad de Babilonia sólo estuviera en uso el codo pequeño, de ahí que el autor sagrado (2 Crón. 3,3) dé las dimensiones del Templo por la “primera medida”, o codo antiguo, y Ezequiel (40,5 y 43,13) añade a cada codo una mano (el antiguo palmo menor, un sexto del codo pequeño) para obtener la longitud dada en el Libro de los Reyes. El codo real babilonio fue por tanto la mesura verissima (Ezequiel, 43, 13) usada en la construcción del Templo de Salomón.


La casa de Dios era de forma rectangular, de sesenta codos de largo de este a oeste por veinte codos de ancho y treinta de alto (1 Reyes, 6, 2; 2 Crónicas, 3, 3). Éstas eran las dimensiones interiores que no incluían el espesor de los muros, como lo demuestran numerosos textos. Este espacio estaba dividido en dos habitaciones de desigual tamaño. La primera, el hekal, o Santo (ver plano, fig. 1) era de cuarenta codos de largo por veinte de ancho. Se entraba por el extremo este por una puerta cuadrada (1 Reyes, 6, 33), de diez codos de anchura (Ezequiel, 41, 2). El marco era de madera de acebuche, con dos puertas de madera de ciprés. 

Cada puerta se subdividía verticalmente en dos hojas que se plegaban por medio de bisagras (1 Reyes, 6, 33,34). Al otro lado del departamento había una puerta de forma pentagonal (1 Reyes, 6, 31) con una abertura de seis codos a través de un tabique de dos codos de espesor (Ezequiel, 41, 3-4). Se abría al debir, o Santo de los Santos (2), una habitación que medía veinte codos por lado. 

Las dos puertas de madera de acebuche en la puerta se abrían hacia el este y se mantenían siempre abiertas para permitir el paso del aire puro y que el humo del incienso entrara en el interior, pero un velo de lino en violeta, púrpura y escarlata, bordado con querubines, ocultaba siempre * el Santo de los Santos (2 Crónicas, 3, 14), al que entraba sólo el sumo sacerdote una vez al año. En las puertas de las dos entradas Salomón hizo que se labraran figuras de querubines, palmeras y *capullos abiertos revestidos de oro (1 Reyes 6, 32,35). Las paredes del debir y del hekal estaban forradas con planchas de cedro adornadas con calabazas y flores labradas en relieve y profusamente recubiertas de oro. Dentro del debir incluso el suelo de madera de abeto estaba cubierto *con planchas de oro fino y el frente estaba cerrado con* cadenas del mismo metal (1 Reyes, 6, 15).
Cámaras secundarias

Todo el edificio, incluyendo el Santo de los Santos que constituía la parte principal, era de treinta codos de alto. Ahora bien, como el interior del debir era de sólo veinte codos de alto debe haber habido encima de él un espacio de diez codos. La altura del Santo no se indica en la Biblia, pero hay mención de “cenáculos” o cámaras superiores (2 Crónicas, 3, 9); de ahí se infiere que el Santo debe haber sido de la misma altura que el debir *y como él haber tenido encima una cámara de diez codos de alto. El mismo texto nos informa que estas cámaras superiores estaban ricamente adornadas como las de abajo y hay poca duda de que el Tabernáculo se conservaba en la amplia cámara superior (3 Reyes, 8, 4; Crónicas 5, 5) y en la inferior reliquias y recuerdos de la vida en el desierto. Enfrente del *hekal estaba el vestíbulo o pórtico (3) ulam, en griego pronaos, de la misma longitud que el templo pero de diez codos de profundidad sólo (1 Reyes, 6, 3); era un especie de torre majestuosa, que recordaba los pilones de los templos egipcios y que tenía como ellos un amplio corredor sin puertas. El 2º Libro de las Crónicas (3, 4) afirma que su altura era de ciento veinte codos. Pero un pórtico seis veces más alto que largo estaría tan fuera de proporción que muchos exegetas se inclinan a reducir esta cifra a sesenta codos, la altura del pórtico del Templo de Zorobabel. Según Ezequiel los muros eran de seis codos de espesor.

A lo largo de los otros tres lados del santuario se alzaba un edificio dividido en tres pisos (1 Reyes, 6, 5-6), teniendo cada piso treinta habitaciones [Ez., 12, 6; Ant. Jud., VIII, III, 2] (4) La casa de Jehová era tan sagrada que no se permitía que las vigas de cedro que soportaban los techos de las habitaciones laterales se fijaran a las paredes del Templo; de ahí que en los muros del Santo y del Santo de los Santos hubiera tres huecos en los que descansaban los extremos de las vigas. Así, las cámaras inferiores eran de cinco codos de anchura, las del primer piso de seis codos y las del segundo de siete. Cada piso tenía cinco codos de alto. La entrada era por una puerta (5) que abría al sur (1 Reyes 6, 6-8); Ez. (12, 2) menciona otra (6) al norte, lo que sería muy natural. La subida de un piso a otro se hacía por medio de una escalera de caracol (7), y es muy probable que se accediera a las cámaras superiores, o cenáculos, por uno de los pisos del pórtico. En estas estrechas celdas de bajo techo se conservaban los archivos, el tesoro público, los accesorios de culto y las vestimentas sagradas (1 Reyes, 8, 4; 2 Crónicas, 5, 5). De esta manera el Santo y el Santo de los Santos estaban completamente rodeados por imponentes estructuras.

Techos y ventanas

El Templo estaba cubierto con una techumbre formada por vigas y tableros de cedro (1 Reyes, 6, 9). Cualquier superficie amplia que descansa sobre una armazón en vez de sobre arcos de albañilería es inestable y no puede evitar las filtraciones por la lluvia; de ahí que sea nuestra opinión que los techos del templo de Salomón serían inclinados, y los tableros cubiertos con amplias losas. Por lo demás, algunos autores consideran que eran planos. El piso superior del Santo de los Santos, las numerosas habitaciones pequeñas del edificio adyacente, como también el pórtico, estaban provistos de ventanas que tenían fijadas rejas de madera, de las que se hace mención en el texto (1 Reyes, 6, 4). Las paredes del hekal tenían aberturas similares al norte y al sur, al menos en la parte inferior, pero la situación de estas ventanas apenas permitía la entrada de luz en la amplia cámara, que, además, estaba iluminada día y noche por numerosas lámparas. Las ventanas estaban pensadas más bien para permitir la circulación de aire puro y la salida del humo de incienso a las habitaciones laterales. El Santo de los Santos parece no haber tenido ventanas y estaba siempre rodeado de oscuridad (1 Reyes, 8. 12).

Pilares de bronce

Debe tenerse en cuenta que todo el edificio se construyó con hermosa piedra caliza roja y blanca del país, que podía pulirse como el mármol. No podemos creer que un monumento tan suntuoso se construyera sobre la tierra sin cimientos. Además Ezequiel nos dice (12, 8) que descansaba sobre un cimiento de seis codos de alto, que formaba alrededor de él un margen de cinco codos de ancho (8). Se accedía al pórtico por una escalera de diez peldaños [Ezequiel, 40, 49 (9)], lo que en la época antigua era siempre más bien alto. En la parte alta de la escalera sobre los cimientos había dos pilares de metal fundido cada uno de dieciocho codos de alto y doce de circunferencia (1 Reyes, 7, 15). Los pilares eran huecos, pero el metal era de cuatro dedos de espesor (Jeremías, 52, 21). Los capiteles que los coronaban eran de cinco codos de alto, y sus partes superiores estaban modeladas en forma de lirios. Estaban ricamente adornadas con redes, guirnaldas, granadas, follaje, etc., pero pese a los detalles proporcionados por la Biblia (1 Reyes, 7, 16-19; 2 Crónicas, 3, 13-17), es muy difícil reconstruirlos en su verdadera forma. El pilar que estaba a la derecha de la puerta del pórtico (10) se llamaba Jachin, “Él fundará”, y el de la izquierda Booz, “en fortaleza”. No hay mención en el texto de basa o pedestal, pero alguna clase de basamento no habría estado fuera de lugar. Pese a su forma rechoncha estos magníficos pilares recuerdan a los obeliscos ante los pilones de los templos egipcios

Mobiliario


En el hekal, ante la puerta del debir estaba el altar del incienso, un mueble rectangular de madera de cedro, cada lado del cual medía un codo de ancho y dos codos de alto. La madera estaba completamente cubierta de láminas de oro (1 Reyes, 6, 20,22; 7, 48; 1 Crónicas, 28, 18; 2 Crónicas, 4, 19). En el lado norte estaba la mesa en la que se ponían los panes de la proposición cada Sábado. 1 Reyes, 7, 48, habla de sólo una mesa de oro para estos panes sagrados, mientras que 1 Crónicas, 28, 16 y 2 Crónicas 4, 19 mencionan varias, pero el texto ha sido mutilado por el copista, pues en otras partes (2 Crónicas, 13, 11 y 29, 18) hay similar mención de sólo una. Las diez mesas de 2 Crónicas 4, 8 eran las que tenían los candelabros. A cada lado de los patios norte y sur había cinco candelabros de oro puro adornados con flores que sostenían lámparas de aceite doradas, probablemente en número de siete. Las despabiladeras, cuencos, cuchillos, morteros, copas, incensarios y otros recipientes eran igualmente todos de oro puro (1 Reyes, 7, 48-50; 2 Crónicas 4, 8-9; 21-22). El arca de la alianza hecha por Moisés en el desierto, con sus varales, estaba en el debir (1 Reyes, 8, 6). Contenía un recipiente de oro que tenía maná, la vara de Aarón y las dos tablas de la Ley (Hebreos, 9, 4). En los extremos del Arca había dos querubines con las alas extendidas de diez codos de alto, labrados en madera de acebuche y recubiertos de oro. Las alas interiores se juntaban por encima del asiento de la misericordia o cobertura del Arca y las alas exteriores tocaban las paredes (ver Arca de la Alianza)

Patio de los sacerdotes

A los lados norte, sur y oeste del edificio había un patio de unos veinte codos de ancho que se extendía frente a la casa una distancia de cien codos por cada lado (Ezequiel, 40, 47). Este era el “patio interior” (1 Reyes, 6, 36), también llamado “patio de los sacerdotes” (2 Crónicas 4, 9), porque sólo ellos entraban en él, y sólo se admitía a los laicos en circunstancias excepcionales (cf. 2 Reyes, 12, 12; Jeremías, 35 1 y s. y 36) (10). Estaba rodeado por un muro de tres filas de piedras pulimentadas y una fila de vigas de cedro (1 Reyes, 6, 36), probablemente colocadas de canto en forma de barandilla. El patio estaba pavimentado con losas de piedra (2 Crónicas, 7, 3) y se entraba en él por tres puertas en los lados norte, sur y este (Jeremías, 38, 14; 52, 24; Ezequiel, 40, 28,32,35), la última era llamada la “puerta del rey” (1 Crónicas, 9, 18). En este patio frente a la entrada del pórtico y a una distancia de veintidós codos estaba el altar de bronce de los holocaustos (1 Reyes 8, 64), que era de veinte codos de largo y ancho y diez codos de alto (2 Crónicas, 4, 1). La subida al mismo se hacía por una rampa que daba al este. Según Ez., 43, 13 y s., el altar consistía en una base cuadrada que medía veinte codos por lado y un codo de alto, con una zanja alrededor del borde; sobre la base había una ancha sección de dieciocho codos por lado y dos de alto, encima de la cual había una segunda sección de dieciséis codos por lado y cuatro de alto. Finalmente venía el harel, “montaña de Dios”, que medía catorce codos por lado y dos de alto. La parte superior del altar consistía en el ariel, “corazón de Dios”, que tenía en cada esquina un cuerno de un codo de alto, y en una sección de un codo de alto rematada por una corona.

Entre el Templo y el altar, pero algo más hacia el sur, estaba el famoso “mar de bronce fundido”, un recipiente “todo redondo”, de altura de cinco codos y diámetro de diez codos. El borde exterior, que era del espesor de una mano (cuatro dedos) estaba adornado con calabazas. Tenía una capacidad de 2.000 bates (1 Reyes 7, 23-26). (La capacidad debe haber sido duplicada por el copista, pues un bate equivale a 36,4 litros; pero el diámetro interior del recipiente en vez de permitir una capacidad de 72.800 litros apenas permite 36.000). El mar de bronce descansaba sobre doce bueyes, igualmente de bronce, que estaban en cuatro grupos, enfrentando los cuatro puntos cardinales. Este magnífico recipiente se utilizaba por los sacerdotes para lavar sus manos y pies a las horas del sacrificio. Junto a cada una de las alas derecha e izquierda del Templo había dispuestos cinco recipientes de bronce móviles. Sobre cuatro ruedas de un codo y medio de diámetro había una basa de cuatro codos de ancho y largo y tres de alto; los bordes estaban decorados con figuras de bueyes, leones y querubines. Sobre este vehículo se fijaba un cilindro de un codo y medio de diámetro y un codo de alto, sobre el que se colocaba un recipiente amplio de cuatro codos de diámetro con forma de plato alargado. Cuatro asas sujetas a las cuatro esquinas de la basa sostenían el recipiente (1 Reyes, 7, 27-39). Estos recipientes móviles, cada uno de los cuales tenía una capacidad de cuarenta bates, se utilizaban principalmente para lavar la carne de las víctimas. Recientemente se ha descubierto en Larnaca, Chipre un recipiente fenicio de bronce que se corresponde en los más mínimos detalles con el descrito en la Biblia (Benzinger, op. cit., 218, 221).

Patio exterior

El patio interior (1 Reyes, 6, 36), también llamado “patio superior” (Jeremías, 36, 10), implica la existencia de un patio exterior e inferior, y el patio de los sacerdotes (2 Crónicas 4, 9) supone otro para laicos. Hay aún mención de otro en la época de Josafat (2 Crónicas, 20, 5), pero tenemos muy poca información interesante relativa a estos patios que deben haber sido completados y adornados por los sucesores de Salomón. Se afirma, por ejemplo, que Joatham “construyó la puerta más alta de la casa del Señor” (2 Reyes, 15, 35), que se refiere a una nueva puerta, probablemente al norte de un patio. Por otro lado Acaz reemplazó el altar del holocausto por otro, cuyo modelo había visto en Damasco. También quitó los doce bueyes de bronce y las basas grabadas de los diez recipientes móviles y cambió la puerta del Sábado y la entrada exterior para el rey (2 Reyes, 16, 10-18). Ezequías vació el tesoro del Templo y se llevó las planchas de oro y plata con que él mismo había cubierto las puertas y dinteles, y las dio para comprar la paz con Senaquerib (2 Reyes, 18, 15-16). Manasés profanó el Templo de Jehová por el culto a los ídolos (2 Reyes, 21, 4). Al final el monumento de Salomón, más célebre en la antigüedad por su esplendor que por su tamaño, fue reducido a cenizas por Nabucodonosor en 586.

Templo de Zorobabel


En 537 Sasabasar, nombrado gobernador de Jerusalén por Ciro, rey de Persia, y Zorobabel, un descendiente del Rey Joaquín, volvieron de la cautividad con un vasto número de judíos, provistos de autoridad para reconstruir el Templo de Jerusalén. En el séptimo mes después de su vuelta, el altar de los holocaustos de piedra sin labrar se había colocado sobre los fundamentos del anterior. En el segundo mes del segundo año pusieron la primera piedra del nuevo Templo. Pero la obra se vio dificultada e incluso suspendida por la hostilidad y conspiraciones de los Samaritanos, y el Templo no se acabó hasta 516 (Esdras, 3, 6). El Templo de Zorobabel era de sesenta codos de ancho y lo mismo de alto (Esdras, 6, 3), siendo éstas las dimensiones interiores. Josefo nos dice (Ant. Jud., XV, xi, 1) que ésta era realmente su altura, pues Herodes recordó al pueblo que la altura del segundo Templo era de sesenta codos menos que la del primero, al ser el Templo de Salomón de ciento veinte codos de alto, según 2 Crónicas, 3, 1. Es difícil decir si la anchura de sesenta codos atribuida al Templo por el decreto de Ciro era en números redondos, o si las cifras se refieren al codo más pequeño entonces en uso, pero importa poco, pues si la anchura fuera realmente sesenta codos reales sólo significaría que las cámaras laterales se habrían ampliado cinco codos por cada lado. El Santo y el Santo de los Santos mantuvieron en el Templo de Zorobabel las dimensiones que tenían en el de Salomón, y permanecieron iguales en el tercer Templo.
Sabemos por Esdras (3, 12) y por Ageo (2, 3) que el Templo de Zorobabel era muy inferior al de Salomón. La pobreza del nuevo Templo consistía principalmente en la escasez de su mobiliario. El Arca de la Alianza no había sido recuperada y el debir estaba vacío, pero como era la morada de Dios en la tierra la entrada se ocultó una vez más con un costoso velo. En el Santo había un nuevo altar del incienso y una mesa para los panes de la proposición, pero sólo había un candelabro de siete brazos. Una vez más se acumularon los tesoros, y todo el mobiliario era de nuevo de oro o recubierto con planchas de oro, incluidas las paredes. En 168 antes de Cristo los metales preciosos que adornaban el Templo suscitaron la codicia de Antíoco Epífanes, quien “se llevó el altar de oro, el candelabro de la luz, y todos los recipientes, la mesa de la proposición, y los vasos de las libaciones, y los frascos, y los pequeños morteros de oro, y el velo, y las coronas, y el adorno dorado que estaba delante del templo, y los rompió todos en pedazos” (1 Macabeos, 1, 23). Judas Macabeo se apresuró a dotar la casa de Dios con nuevo mobiliario. La mesa de la proposición escapó a la destrucción del Templo por Tito y con otros utensilios sagrados figuró en la procesión triunfal del conquistador en Roma (Bell. Jud., VII, v, 4-6) El patio interior tenía la misma circunferencia que la del primer Templo (Esdras, 6, 4), y según Hecateo, citado por Josefo, el altar de los holocaustos tenía las mismas dimensiones que el de Salomón. La Mishná (Middoth, III,VI) menciona un recipiente móvil sobre ruedas. Josefo (Ant. Jud., XI, IV, 7) relata que Zorobabel había erigido varios pórticos con vestíbulos dentro de los recintos interiores del templo y en 1 Mac., 4, 38,57, hay mención de las cámaras construidas en el patio interior.

Durante las heroicas guerras de los Macabeos con los sirios el Templo tuvo que sufrir muchas vicisitudes. Los muros con sus grandes torres construidas por Judas Macabeo para la protección del Templo (1 Macabeos, 4, 60) fueron destruidos por Antíoco Eupator (1 Macabeos, 6, 62), pero Jonatán y Simón los reconstruyeron enseguida (Ant. Jud., XIII, 5, 11). En el 63 antes de Cristo Pompeyo, tras tomar la ciudad, puso sitio al Templo, para quebrar la última resistencia de los judíos (Ant. Jud., XIV, IV, 4), y nueve años después el procurador Craso lo despojó de sus riquezas (Ant. Jud., XIV, VII,1). Finalmente Herodes, hecho rey de los judíos por el Senado, se vio obligado a tomar la ciudad por asalto y a asediar la fortaleza del Templo (Ant. Jud., XVI, XVI, 2 y s.)

Templo de Herodes

Herodes emprendió la restauración del Templo en su esplendor original y con sus disposiciones tradicionales. Los edificios se demolieron uno tras otro conforme estaban disponibles los materiales para las nuevas estructuras. Una multitud de sacerdotes se convirtió en albañiles y carpinteros y tomó a su cargo el derribo y reconstrucción del santuario, tarea que fue llevada a cabo en dieciocho meses. Casi 10.000 trabajadores fueron empleados en los otros edificios. Tras ocho años de trabajo (10 antes de Cristo) el nuevo edificio se abrió al culto. 
Pero este monumento, que rivalizaba en sus vastas proporciones y magnificencia con las más bellos construcciones de la antigüedad y que sobrepasaba mucho incluso al de Salomón, sólo se acabó en el 62 o 64 después de Cristo (Cf. Juan, 2, 20), estando en esa época aún empleados 18.000 trabajadores (Ant. Jud., XX, IX, 7). Pues Herodes duplicó la plataforma artificial que tenía el Templo de Zorobabel, ampliando los recintos sagrados hacia el sur y especialmente hacia el norte donde las galerías llegaban hasta la roca de Baris y la Antonia (Ant. Jud., XV, xi, 3; Bell. Jud., I, XXI, 1; V, v, 2).
 El Templo con sus patios, galerías y pórticos ocupaba todo el emplazamiento actual del haram esh sherif, que mide 1.070 pies por el norte, 1.540 por el este, 920 por el sur y 1.630 por el oeste. El Templo de Herodes constaba de dos patios, uno interior y otro exterior. El primero incluía todos los edificios del Templo propiamente dicho y se dividía en: (1) El Patio de los Sacerdotes, que contenía la casa de Dios y el altar de los holocaustos; (2) el Patio de Israel; y (3) el Patio de las Mujeres.
 Todo el espacio entre el patio interior y el muro exterior de la plataforma se llamaba Patio de los Gentiles, porque se permitía entrar en él a los no-judíos. Las que siguen son las disposiciones del Templo según Josefo (Ant. Jud., XV, XI; Bell. Jud., V, V), indicándose las de otras fuentes en el curso de las descripciones.

Patio de los Sacerdotes y Casa de Dios

El Patio de los Sacerdotes formaba un rectángulo de ciento ochenta y siete codos de este a oeste y ciento treinta y siete codos de norte a sur [Middoth, II, 6 (fig. 3)]. Al oeste estaba la casa de Jehová y al este el altar de los holocaustos. Se subía al santuario por una escalera de doce peldaños (2), que terminaba en un majestuoso pórtico de cien codos de alto y de igual anchura (3). Una puerta sin hojas de veinte codos de ancho y cuarenta de alto conducía a un vestíbulo de once codos de ancho. Según la Mishná esta entrada estaba flanqueada por dos pilares de forma cuadrada formado cada uno por diez cubos que medían cuatro codos de lado. Sobre estos dos pilares descansaba una especie de cornisa formada por cinco vigas de roble, separadas una de otra por piedras cuadradas colocadas en línea con los pilares. 
Era una reproducción de los arcos triunfales entonces tan comunes en Oriente. Sobre el inmenso enrejado o verja se extendía una viña de oro, cuyos racimos, según Josefo, eran de la altura de un hombre. Añade que se extendía veinticinco codos de norte a sur y que su altura era de setenta codos sobre el suelo. Tácito (Ann., V, v) también habla de esta viña. Por encima de ella Herodes colocó una colosal águila dorada, el águila romana, lo que disgustó mucho a los judíos (Ant. Jud., XVII, VI, 2-4). El hekal (4) y el debir mantenían sus antiguas dimensiones en longitud y anchura, pero su altura fue aumentada a sesenta codos. Una puerta de diez codos de ancho y veinte de alto daba acceso al Santo. Las hojas de la puerta eran de madera labrada cubierta con láminas de oro, y la puerta fue además embellecida con una magnífica cortina de lino de tinte babilonio. La cámara ricamente decorada contenía el altar de los perfumes ante la entrada al debir, al norte de la mesa de la proposición y al sur del candelabro de los siete brazos. No estaba tan bien iluminada o aireada como la de Salomón. Solos los sacerdotes entraban en este patio para ofrecer incienso cada noche y cada mañana, para arreglar las lámparas, y para cambiar el sábado los panes de la proposición. Fue junto al altar del incienso donde se apareció el ángel a Zacarías (Lucas, 1, 11).

La entrada al debir no tenía puertas sino que, como antiguamente, estaba resguardada por una costosa cortina. Según la Mishná (Yoma, V, 1), ningún tabique separaba el hekal del debir, estando éste separado por dos velos colgados a la distancia de un codo uno de otro; pero Josefo distingue entre las dos cámaras dando las dimensiones de cada una. Además, habla sólo de un velo a la entrada del debir, lo que debe significar una puerta. Aún más, la ausencia de separación habría hecho necesaria una cortina de sesenta codos de larga por veinte de ancha, que nunca habría sellado herméticamente el Santo de los Santos. La afirmación de los rabinos sobre este punto está sujeta a sospecha. No podían ignorar que según los Evangelios (Mateo, 27, 51; Marcos, 15, 38; Lucas, 23, 45), cuando Cristo murió en la cruz el velo del templo se rasgó de arriba abajo. El debir estaba vacío. Sólo el sumo sacerdote entraba en él una vez al año. Encima del debir y del hekal había un piso de cuarenta codos de alto, de forma que todo el edificio era de la misma altura que el pórtico. A los lados norte, sur y oeste había un edifico dividido en tres pisos, cada uno de veinte codos de alto. El piso bajo y el primer piso tenían trece habitaciones de seis codos de ancho cada una (6) y el piso superior doce. Una puerta (7) se abría al norte desde el vestíbulo a una escalera de caracol de tres codos de diámetro situada en la esquina que formaba el muro de la casa y el saliente del pórtico. Los dos muros que formaban la caja de la escalera eran de cinco codos de espesor. En la esquina frente al sur había una caja similar que estaba pensada para facilitar la salida del agua. La anchura total de la casa, incluyendo las habitaciones laterales, era de cincuenta y cuatro codos y junto al pórtico de setenta codos, y su longitud total, incluyendo el pórtico, era de ciento seis codos, concediendo seis codos de espesor para los muros. La base era diez codos más ancha que las dimensiones dadas arriba.

Veintidós codos al este de la casa estaba el altar de los holocaustos, construido de piedra sin labrar (8). Los rabinos hablan de un altar de tres pisos, de diez codos de alto y treinta y dos codos a lo largo de los lados de la base y veinticuatro en el centro (Maimónides, "Beth Haberasch", II, 16). Las cifras de Josefo, cincuenta codos a los lados por quince de alto, son obviamente incorrectas. Al norte del altar (9) cuatro filas de argollas estaban fijas al suelo y se usaban cuando se sacrificaba a los animales. A continuación venían ocho mesas de mármol para cortar y lavar la carne de las víctimas, y por encima había ocho columnas con garfios para colgar y desollar a los animales (Middoth III, 5-V, II; Talmud, Shek, VI, 4). Se admitía a los laicos en este patios sólo cuando ofrecían un sacrificio, pues tenían que colocar sus manos en la cabeza de las víctimas. Los cuatro lados del patio estaban rodeados por un parapeto de piedras de un pie y medio de alto.

Patio de Israel

Bajando cinco escalones se pasaba del patio de los sacerdotes al patio de Israel, que rodeaba al primero por tres lados (10). Al norte y al sur era de cuarenta codos de ancho y al este sólo de once codos. Una galería de diez codos de ancho (11), sustentada por espléndidas columnas de mármol, corría alrededor de este patio, probablemente también por el lado oeste, y proporcionaba refugio del sol y la lluvia. Sólo se admitía aquí a los hombres y sólo al rey se le permitía sentarse. Al este de este patio frente a la casa de Dios (12) se alzaba una soberbia puerta, la más hermosa de todas, que según Josefo y la Mishná (Middoth, I, 4) era un regalo de Nicanor, un rico judío de Alejandría. Esta era la Thoura oraia, la porta speciosa (Hechos, 3, 2) donde San Pedro curó al hombre lisiado de nacimiento. Era de cincuenta codos de alto y cuarenta de ancho, y sus puertas de bronce corintio, labradas y cubiertas con planchas de oro y plata, eran tan pesadas que se precisaban veinte hombres para moverla. Josefo añade entre los signos premonitorios de la destrucción del Templo que esta puerta se abrió por sí sola a medianoche hacia el año 30 después de Cristo (Bell. Jud., VI, V, 3).

Patio de las Mujeres

Desde la Puerta de Nicanor una escalera semicircular (13) de quince escalones descendía al patio de las mujeres (14), rodeada por una galería al norte, este y sur. Aquí se admitía a las mujeres y se les reservaba sitios al norte y al sur, pero los hombres también frecuentaban este patio y habitualmente lo cruzaban cuando iban al Templo. Aquí había bancos, pues estaba permitido sentarse (cf. Marcos, 12, 41). A los lados probablemente de la Puerta de Nicanor había trece cajas, con una inscripción que indicaba la finalidad especial de cada una: aceite, madera, vestidos sacerdotales, palomas, etc. Aquí vio Cristo a los ricos y a la pobre viuda depositar sus ofrendas (Lucas, 21, 1). En las cuatro esquinas había cuatro cámaras sin techo, de cuarenta codos en cuadro (15). Según el Talmud la cámara del noroeste era donde los impuros y leprosos, que se habían curado, se bañaban y eran declarados limpios por los sacerdotes. En la cámara del noreste los sacerdotes clasificaban la madera; en la del sudoeste se conservaba en bodegas el aceite y el vino; en la del sudeste los que habían cumplido el voto de los Nazaritas afeitaban sus cabezas (Cf. Números, 6, 13 y ss; Hechos, 18, 18). En estas cámaras también estaba permitido lavar, cocinar, etc. Según Middoth, II, 5, había también en este patio cuatro habitaciones donde se alojaban ciertas mujeres.

Puertas y cámaras

Tres lados del patio interior estaban rodeados por edificios de cuarenta codos de ancho, separados por nueve puertas en forma de torres (16), cuatro al norte y cuatro al sur, de las cuales sólo dos se abrían al patio de las mujeres, con la puerta oriental. Estas puertas o más bien suntuosos pórticos, eran de 40 codos de alto, ancho y largo. Una amplia barra dividía la entrada en dos huecos de diez codos de ancho y veinte de alto cada una con hojas de madera recubiertas de planchas de oro y plata. El vestíbulo era de treinta codos por lado y sus seis arcos estaban soportados por dos pilares de doce codos de circunferencia. A los lados del patio de Israel cinco peldaños conducían al pórtico cuyo vestíbulo estaba provisto de manera similar de diez peldaños o una rampa. Aún había tres puertas dentro del haram esh sherif, la Puerta Dorada, la doble puerta y la triple puerta, construidas según el mismo plan. Entre estas puertas había una serie de cámaras dedicadas a diversos usos (17). Al oeste de la segunda puerta del sur estaba el lishkat gazit, sala del Sanedrín (Middoth, II, 5), con una cámara para la instrucción del pueblo, y en el patio de las mujeres estaba el gazophylakion, sala del tesoro (Ant. Jud., XIX, VI, 1). Este vasto edificio descansaba en unos cimientos con un saliente de diez codos formando un deambulatorio (18), al que se accedía por una escalera de doce o catorce peldaños. Ésta era el het, estaba rodeada por un parapeto de piedra llamado soreg y enfrente de las nueve puertas había pilares con inscripciones en griego y latín notificando a los visitantes que estaba prohibido bajo pena de muerte a los no-judíos acercarse más al Templo. Hace algunos años se encontró en las cercanías del haram esh sherif uno de los pilares con una inscripción griega.

Patio exterior

El resto de la vasta plataforma formaba el patio exterior de los gentiles. Estaba pavimentado con amplias losas y rodeado por todos lados por una doble galería formada por dos filas de columnas de veinticinco codos de alto. La que miraba al valle del Cedrón era llamada “Puerta de Salomón” (cf. 1 Crónicas, 9, 18). Seguramente era anterior a Herodes, y Josefo data su origen del mismo Salomón. Relata que en el año 62 o 64 después de Cristo los 18.000 trabajadores empleados todavía en el adorno del Templo empezaron a no tener trabajo y pidieron demoler la Puerta de Salomón; pero ésta, aunque antigua, era tan hermosa y el coste de reemplazarla habría sido tan grande que el rey Agripa II decidió conservarla y emplear a los trabajadores en pavimentar las calles de la ciudad (Ant. Jud., XX, IX, 7). Tanto si data de los reyes de Judá o sólo de Zorobabel es suficiente para dar una idea de la magnificencia de los dos primeros templos de Jerusalén. En las esquinas de estas galerías había cámaras (pastophoria) para los guardias. Por el lado de la ciudad la entrada se hacía a través de varias puertas de incomparable belleza, cuatro al oeste de la explanada, dos al sur, una al este y una al norte. En un terraplén inferior en el centro, Herodes erigió la basílica real, un edificio suntuoso dividido en tres naves por cuatro hileras de cuarenta y una columnas corintias. Cada columna era de más de cinco pies de diámetro. Al norte de la explanada construyó dos vastos patios rodeados de puertas que se extendían hasta la escarpadura de la roca de Baris. Estos patios se comunicaban con la Antonia sólo mediante dos escaleras (cf. Hechos, 21, 35).

martes, 19 de febrero de 2019

150).-La Custodia de Tierra Santa.-a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; 

Antiguo escudo de la Custodia de Tierra Santa

 (en latín, Custodia Terræ Sanctæ), también conocida como Custodia franciscana de Tierra Santa, es una Provincia de la orden franciscana, administrada por la orden de Frailes Menores.

De entre todos los territorios en los cuales los franciscanos tienen actividad, la Custodia de Tierra Santa es, sin dudas, uno de los más significativos desde el punto de vista histórico y simbólico. Sus funciones son la animación de la liturgia en los Santos Lugares a través de la coordinación de las iglesias locales, la recepción de los peregrinos provenientes de todas partes del mundo para orar en ellos, la asistencia en el sostenimiento de las estructuras que allí se encuentran, como así también actividades ecuménicas, docentes y de investigación bíblica-arqueológica, cuyas instituciones académicas de referencia son el Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén​ y el Instituto Arqueológico Franciscano (Monte Nebo, Jordania).


La «Custodia de Tierra Santa» en sus inicios

En 1219-1220, Francisco de Asís viajó a Oriente tras las huellas de Jesús de Nazaret. Sin embargo, no pudo satisfacer su esperanza de poder visitar los Santos Lugares, en particular aquellos sitios geográficos asociados con la vida y el mensaje de Jesús. Sus seguidores consideraron Tierra Santa como un territorio emblemático donde se podrían conjugar la devoción que sentían por esas tierras, el espíritu de diálogo y comprensión que Francisco inculcó en su Regla y el carisma pacificador que lo caracterizó.
Ya en vida del santo de Asís, el Capítulo general de 1217 que estableció las distintas «Provincias» de la orden, instituyó como expresión de la voluntad de Francisco la «Provincia de Tierra Santa», que fue de cierta forma confirmada por el Capítulo general de Pisa en 1263. Sin embargo, en este capítulo se redujo la provincia a entidades más pequeñas, llamadas «Custodias», a fin de mejorar las actividades de los franciscanos. Así se originaron las Custodias de Chipre, Siria y Tierra Santa.
Con la ayuda de los reyes Roberto I de Nápoles y Sancha de Mallorca, los frailes menores adquirieron de los musulmanes el lugar del Cenáculo en el Monte Sion, a la vez que pagaron por el derecho a oficiar en la basílica del Santo Sepulcro. La presencia franciscana en Tierra Santa, que con diversas vicisitudes se mantuvo desde aquellos tiempos, adquirió estabilidad y carácter oficial de parte de la Iglesia católica en 1342, año en que el papa Clemente VI promulgó dos bulas papales: la Gratias agimus y la Nuper carissimae, en las que encomendó a la Orden Franciscana la «custodia de los Santos Lugares».

Presencia franciscana en los «Santos Lugares»


Con el tiempo, la presencia franciscana se extendió a pesar de los obstáculos y los peligros que caracterizaron los parajes de Tierra Santa. En 1333, los reyes de Nápoles Roberto I y Sancha de Mallorca compraron el Cenáculo al sultán de Egipto y lo regalaron a los franciscanos, quienes construyeron allí su primer convento en Tierra Santa. En 1347, los frailes se establecieron junto a la basílica de la Natividad, en Belén. En 1485 adquirieron el lugar que, según la tradición cristiana, habría constituido el sitio del nacimiento de Juan el Bautista, en Ain Karem. Pero en 1523, tras la conquista de Palestina por los turcos, el Cenáculo fue transformado en mezquita, y en 1552 Solimán el Magnífico obligó a los frailes a abandonar definitivamente el convento en la que se consideró la situación más humillante y gravosa que atravesó la Custodia.
A pesar del grave revés, los franciscanos consiguieron el lugar de la Anunciación de Nazaret (1620) y del Monte Tabor (1631). Comenzaron a tratar la adquisición de la zona del santuario de Caná de Galilea en 1641, la que concluiría siglos más tarde, en 1879.
A continuación, administrando las colectas de cristianos de todo el mundo, los franciscanos adquirieron la zona de Getsemaní (1661); la iglesia de la Visitación, en Ain Karem (1679); la iglesia de la Flagelación (1838); Emaús (1867) donde se reedificó la iglesia en 1901; Betfagé (1880), donde se construyó el actual santuario en 1883; el «Dominus Flevit» y la iglesia del Primado de Pedro junto al lago de Tiberíades (ambos en 1889); las ruinas de Cafarnaúm (1894); el «Campo y gruta de los pastores» junto a Belén (1909); el monte Nebo (1932). Inútilmente reclamaron los franciscanos el «Cenáculo» desde la expulsión de 1523, pero en 1936 consiguieron un lugar cercano al Cenáculo. En 1938, edificaron una capilla franciscana en el llamado «Monte de las bienaventuranzas». En 1950, completaron la adquisición del predio de «Betania», entre los muchos hitos que jalonaron la conservación de lugares considerados sagrados por la fe cristiana.

La «Custodia de Tierra Santa» en la actualidad


Actualmente la Custodia tiene su sede oficial en el convento de San Salvador en la misma Jerusalén, pero el Custodio sigue designándose con el título de «Guardián de Monte Sión». Desde el 15 de mayo de 2004 y durante 12 años, el custodio de Tierra Santa fue Pierbattista Pizzaballa, de nacionalidad italiana.6​ Fray Francesco Patton, quien fue ministro provincial de los franciscanos en la provincia italiana de Trento, fue nombrado nuevo custodio de Tierra Santa en mayo de 2016.7​ El custodio de Tierra Santa es nominado por el Definitorio General franciscano, con la aprobación definitiva de la Santa Sede.

Hoy, la «Custodia de Tierra Santa» es encargada:

de la guarda de 49 lugares considerados bíblicos: 19 en Galilea, 27 en Judea, 2 en Siria (Damasco) y en Jordania (Monte Nebo);
del ejercicio pastoral en 29 parroquias y 79 iglesias y capillas;
de la dirección de 16 escuelas con unos 10 000 alumnos —entre cristianos (60 %) y no cristianos—, y 400 profesores, 4 casas de hospedaje para peregrinos, 3 residencias de tercera edad y 2 orfanatos;
de la acción ecuménica, cultural y científica en Tierra Santa, promovida desde el Instituto Bíblico Franciscano, el Estudio Teológico Jerosolimitano, la casa editorial Franciscan Printing Press, el Centro de Estudios Orientales Cristianos, etc.

Desde el nombramiento del padre Pierbattista Pizzaballa como custodio en 2004, la Custodia comenzó a subsanar la lejanía que aún subsistía respecto de la sociedad israelí, ya que hasta entonces la mayoría de los frailes no hablaban el idioma hebreo.
 Pizzaballa domina el hebreo de forma fluida, después de haber asistido a cursos de hebreo en Jerusalén y a un programa de estudios en el departamento de Biblia en la Universidad Hebrea. Así, Pizzaballa prestó especial atención a la apertura de su comunidad a la sociedad en general, consciente del abismo cultural que separa ambas religiones.9​ Una de sus primeras iniciativas fue dar a los jóvenes religiosos la oportunidad de estudiar el idioma hebreo. Él animó los contactos con las instituciones israelíes con el fin de fomentar la cooperación en las áreas de turismo y peregrinación. Como ningún custodio antes que él, Pizzaballa ha tenido acceso a los ministros y altos funcionarios israelíes, desde el primer ministro al jefe de los Servicios de Seguridad General.
 Ha impartido una motivadora conferencia pública en idioma hebreo en la Universidad de Tel Aviv, reflexionando sobre la Iglesia católica y la Shoah.​ Plenamente consciente de la necesidad de vincularse con la opinión pública israelí, acogió a grupos judíos en la escuela monasterio de San Salvador, la sede de la Orden Franciscana en Jerusalén. También comenzó a integrar a los empleados árabes de la Custodia de Tierra Santa en el marco del Estado israelí. La Custodia, como empleador y sus trabajadores que son en su mayoría árabes, pagan regularmente sus respectivas cuotas de seguros nacionales y también abonan según el plan de jubilación sancionado por el Estado de Israel. Las escuelas administradas por la Custodia también han entrado en el sistema educativo financiado por el Estado.

Fray Pizzaballa se refirió a la Iglesia en Jerusalén en los siguientes términos:

No por casualidad la llamamos «Iglesia Madre», no sólo porque de ella nacieron las Iglesias esparcidas por el mundo, sino porque aún hoy custodia de forma única y especial el lugar que hace memoria de la muerte y resurrección de Cristo. En Jerusalén aún hoy se encuentran, juntas, si bien heridas en sus relaciones, todas las denominaciones cristianas. Todos, en definitiva, se encuentran aún hoy en la Ciudad Santa, que es un microcosmos de la vida de la Iglesia en el mundo. En este sentido la podemos definir «corazón palpitante», porque dona la vida a tantísimos creyentes en el mundo. En ella todavía hoy se concreta la profecía de Isaías, que habla de Jerusalén como la casa de oración para todas las gentes.
Pierbattista Pizzaballa

La presencia de la orden franciscana en Tierra Santa es hoy considerada clave en el diálogo interreligioso.

Santa Juana de Arco.-a

Santa Juana de Arcos (Domrémy, Francia, 1412 - Ruán, id., 1431) Santa y heroína francesa. Nacida en el seno de una familia campesina acomoda...