Síndrome de Jerusalén, el curioso trastorno mental que hace que las personas se crean profetas o mesías.
18 enero 2018
"Quizás vienen a Jerusalén atraídos por la sensación de que tienen una especie de misión que cumplir", comenta el psiquiatra Lichtenberg.
La misteriosa desaparición en noviembre del turista británico Oliver McAfee en el desierto de Negev, en Israel, ha sacado a relucir la existencia de un insólito trastorno psiquiátrico que los médicos temen que el joven pueda estar sufriendo: el Síndrome de Jerusalén.
MacAfee, un jardinero de 29 años, es un devoto cristiano que había llegado de viaje a Israel en 2017.
Dejó su trabajo en Essex, Inglaterra, el pasado mes de abril para recorrer Europa en bicicleta, en un viaje que sus amigos describieron como de descubrimiento personal.
Fue visto por última vez el 21 de noviembre cerca de la ciudad desértica de Mitzpe Ramon.
Sus familiares se pusieron en contacto con la policía israelí a finales de diciembre sobre su desaparición, y desde entonces las búsquedas con helicópteros, perros y equipos de rescate no han dado fruto.
Pero las autoridades israelíes creen que McAfee sigue vivo, según le dijo a la BBC el portavoz de la policía israelí, superintendente Micky Rosenfeld.
Unos viajeros encontraron el monedero, las llaves y una tableta del británico, que fue entregada a la policía.
"Todavía estamos examinando su bicicleta, y otros objetos personales", dijo Rosenfeld.
Asimismo, el portavoz dijo que habían encontrado hojas con anotaciones bíblicas hechas a mano y una zona de arena aplanada rodeada por un número significativo de piedras.
Mientras continúa su búsqueda, varios psicólogos en Israel han dado detalles del Síndrome de Jerusalén, la extraña condición psiquiátrica que podría estar afectando a MacAfee.
Se estima que afecta aproximadamente a un centenar de personas al año, que desarrollan una especie de angustia mental al visitar los lugares sagrados de esta región.
Hay algo común en la manera en la que este síndrome se manifiesta para los pacientes.
"El denominador común es que piensan que va a haber una redención inminente y que va a pasar en Jerusalén, o quizás en el caso de este turista en el desierto de Negev, o cualquier lugar cercano a esta zona por la que Jesús deambuló", le dijo a la BBC el profesor de psiquiatría de la Universidad Hebrea Pesach Lichtenberg.
"La persona cree que va a jugar un rol importante en esta segunda venida de Jesús, o bien para notificárselo al mundo o siendo la mano derecha de Jesús, o algo por el estilo", añadió Lichtenberg, que es también el fundador y director de Soteria House, un centro de tratamiento holístico de la psicosis donde actualmente hay varios residentes que se creen mesías.
El académico desconoce el caso particular de McAfee y cree que hay mucha especulación al respecto.
Si bien el Síndrome de Jerusalén se puede manifestar de muchas maneras diferentes, Lichtenberg comenta que "normalmente las personas tienen algún tipo de condición mental pre existente", antes de llegar a la llamada Ciudad Santa, donde se revela el trastorno.
El síndrome se sobreimpone a una ansiedad mental o enfermedad que el paciente tenía de fondo.
"Quizás vienen a Jerusalén atraídos por la sensación de que tienen una especie de misión que cumplir, quizás abren la Biblia y leen un verso y sienten que alguien los está llamando", explica Lichtenberg.
El psiquiatra comenta también que normalmente estas personas vienen de un contexto de interés por los religioso y pueden pertenecer a cualquier denominación, judía, musulmana o cristiana.
Unos 100 turistas al año
"Pero incluso la gente que no tiene un pasado religioso puede a veces verse sobrecogida por una sensación de espiritualidad o de trascendencia, que se puede cristalizar en una creencia que puede parecer muy religiosa", explica el psiquiatra.
Según un artículo de 2000 publicado en la revista científica British Journal of Psychiatry, un promedio de 100 turistas eran referidos cada año a la clínica de salud mental Kfar Shaul, cerca de Jerusalén, por el síndrome de Jerusalén.
"Cualquier turista que venga a Jerusalén, y yo no trabajo para el departamento de turismo, sentirá que hay algo inusual, hay una intensidad en el ambiente, sobre todo en la ciudad vieja, que a algunas personas las puede empujar hacia el otro lado", dijo.
Según un artículo de 2000 publicado en la revista científica British Journal of Psychiatry, un promedio de 100 turistas eran referidos cada año a la clínica de salud mental Kfar Shaul, cerca de Jerusalén, por el síndrome de Jerusalén.
Lichtenberg comenta que normalmente los psiquiatras israelíes tienen los números de las embajadas a mano porque saben que este es un fenómeno que puede ocurrir.
Los casos que Lichtenberg trata son locales, pero cuando los pacientes son extranjeros normalmente se van a tratar a sus países, lejos de Jerusalén.
Ejemplo
La madrileña afectada por el síndrome de Jerusalén: "Llevo al Mesías en mi vientre"
30 MAR. 2018
La 'locura' de la noble madrileña veinteañera que se creía embarazada y con una misión sagrada: dar a luz al Mesías. En realidad seguía siendo virgen. Es el llamado síndrome de Jerusalén.
Cerca de los Lugares Santos, una veinteañera española preocupa a sus compañeros de fe y turismo en Jerusalén. Ya no es la misma mujer que salió de Madrid con destino al centro del mundo. Su comportamiento se hace cada vez más extraño a medida que avanza por unas callejuelas que rezuman tanta santidad que a veces desvarían en alucinaciones. Profundamente religiosa y perteneciente a la nobleza en Madrid, la peregrina guarda con celo un secreto muy relacionado con las milenarias piedras a su alrededor. Como su vientre en las últimas semanas, crece su convicción de que está embarazada. En pocos meses espera alumbrar al Mesías.
«La joven no estaba tranquila. Lo primero que le dije en inglés fue que le iría bien tomar algo para que se calmara. Tenía síntomas de alteración bipolar de sobreactividad, así que le di una pastilla para hipomanía», recuerda el prestigioso psiquiatra Eliezer Witztum ante uno de los casos más increíbles que ha tratado del denominado síndrome de Jerusalén.
Un fenómeno nacido de la agitación espiritual en Tierra Santa: la pérdida temporal del sano juicio conduce a encarnarse en figuras místicas o experimentar una iluminación divina.Veinte años después el episodio de la joven madrileña, el profesor israelí ya retirado recibe a Crónica en el sótano de su casa en Jerusalén para contar por primera vez la historia de la española. A falta del nombre real (él insiste en seguir manteniendo el anonimato a rajatabla), la llamaremos Isabel. «No se lo dije a nadie antes», enfatiza antes de reconstruir de forma cautelosa lo sucedido.El pequeño grupo de peregrinos españoles no sabía cómo reaccionar a las risas y comentarios sin sentido de Isabel; tampoco a sus desconectadas citas de Jesús y María. Y a esa férrea convicción que mostraba: «Llevo al Mesías en mi vientre».
El guía local fue quién detectó el problema. Y llamó a la solución. Witztum. El especialista para estos casos. Como quien va a la oficina, el psiquiatra acudió al hotel con la experiencia de haber ayudado a muchas personas que escuchan voces del más allá, proclaman ser profetas o buscan fieles para su reinado en la Tierra. El hotel donde la española tuvo su revelación no está muy lejos de las murallas que encierran el kilómetro cuadrado más sagrado del mundo. Witztum no tardó mucho en apreciar síntomas del síndrome. Al día siguiente de su primera charla, dieron un paseo. Fue cuando Isabel le dijo que estaba embarazada de cuatro meses, fruto del encuentro fortuito con un joven antes del peregrinaje a Jerusalén. Y que había perdido la virginidad.
El retraso menstrual y un vientre más pronunciado de lo habitual contribuyeron a su relato.«Fue en Jerusalén donde se le metió en la cabeza que estaba embarazada. Aquí tuvo un encontrado sentimiento de santidad y pecado. Excitación y culpabilidad al ser como María en Tierra Santa. Creía que era su misión vital», cuenta. Witztum marcó una cita con el ginecólogo cerca del hotel. La prueba sentenció que no estaba embarazada y que seguía virgen. El llamado embarazo psicológico se explica por la presión y ansiedad.No todos los días una persona recibe la noticia de que no es la madre del Mesías, así que el especialista intervino para evitar una peligrosa depresión. «Son buenas noticias, son buenas noticias», le repetía intentando bajarla a la tierra sin demasiados traumas.«Por supuesto, no le dije que una mujer no puede quedarse embarazada sólo por el Espíritu Santo.
Hay que ser muy sensible y delicado. Esta mujer nunca había tenido una relación con un hombre. En el encuentro seguramente la tocó y ella se emocionó sexualmente. No estaba preparada o no había recibido una educación sexual mínima», estima.La sensación entremezclada de pecado y éxtasis, la profunda creencia religiosa y el contacto físico con la historia conformaron el marco psicológico del síndrome de Jerusalén de Isabel. Aconsejada por el psiquiatra, la madrileña adelantó su regreso a España acompañada de una amiga. En la maleta, la carta del israelí al médico de familia detallando el caso para que valorase el tratamiento que la joven debía seguir a su regreso a Madrid.
Lo asombroso es que su caso no es único. Alrededor de un centenar de turistas son hospitalizados anualmente en Israel por trastornos de la personalidad relacionados con este síndrome. La mitad de ellos, en Jerusalén. Muchos se recuperan al cabo de varios días sin lograr explicar el delirio manifestado.«No se trata de una enfermedad sino de un fenómeno que radica en el contexto cultural. Expresa problemas o alteraciones mentales bajo la vestimenta de la cultura. Tiene lugar en varias ciudades. El de Jerusalén proviene de la tradición judeocristiana a través de la Biblia y el Nuevo Testamento», explica el psiquiatra.
Ejemplo
El psiquiatra Eliezer Witztum, autor del libro Jerusalén de Santidad y Locura, en su casa en la capital de Israel |
La madrileña afectada por el síndrome de Jerusalén: "Llevo al Mesías en mi vientre"
30 MAR. 2018
La 'locura' de la noble madrileña veinteañera que se creía embarazada y con una misión sagrada: dar a luz al Mesías. En realidad seguía siendo virgen. Es el llamado síndrome de Jerusalén.
Cerca de los Lugares Santos, una veinteañera española preocupa a sus compañeros de fe y turismo en Jerusalén. Ya no es la misma mujer que salió de Madrid con destino al centro del mundo. Su comportamiento se hace cada vez más extraño a medida que avanza por unas callejuelas que rezuman tanta santidad que a veces desvarían en alucinaciones. Profundamente religiosa y perteneciente a la nobleza en Madrid, la peregrina guarda con celo un secreto muy relacionado con las milenarias piedras a su alrededor. Como su vientre en las últimas semanas, crece su convicción de que está embarazada. En pocos meses espera alumbrar al Mesías.
«La joven no estaba tranquila. Lo primero que le dije en inglés fue que le iría bien tomar algo para que se calmara. Tenía síntomas de alteración bipolar de sobreactividad, así que le di una pastilla para hipomanía», recuerda el prestigioso psiquiatra Eliezer Witztum ante uno de los casos más increíbles que ha tratado del denominado síndrome de Jerusalén.
Un fenómeno nacido de la agitación espiritual en Tierra Santa: la pérdida temporal del sano juicio conduce a encarnarse en figuras místicas o experimentar una iluminación divina.Veinte años después el episodio de la joven madrileña, el profesor israelí ya retirado recibe a Crónica en el sótano de su casa en Jerusalén para contar por primera vez la historia de la española. A falta del nombre real (él insiste en seguir manteniendo el anonimato a rajatabla), la llamaremos Isabel. «No se lo dije a nadie antes», enfatiza antes de reconstruir de forma cautelosa lo sucedido.El pequeño grupo de peregrinos españoles no sabía cómo reaccionar a las risas y comentarios sin sentido de Isabel; tampoco a sus desconectadas citas de Jesús y María. Y a esa férrea convicción que mostraba: «Llevo al Mesías en mi vientre».
El guía local fue quién detectó el problema. Y llamó a la solución. Witztum. El especialista para estos casos. Como quien va a la oficina, el psiquiatra acudió al hotel con la experiencia de haber ayudado a muchas personas que escuchan voces del más allá, proclaman ser profetas o buscan fieles para su reinado en la Tierra. El hotel donde la española tuvo su revelación no está muy lejos de las murallas que encierran el kilómetro cuadrado más sagrado del mundo. Witztum no tardó mucho en apreciar síntomas del síndrome. Al día siguiente de su primera charla, dieron un paseo. Fue cuando Isabel le dijo que estaba embarazada de cuatro meses, fruto del encuentro fortuito con un joven antes del peregrinaje a Jerusalén. Y que había perdido la virginidad.
El retraso menstrual y un vientre más pronunciado de lo habitual contribuyeron a su relato.«Fue en Jerusalén donde se le metió en la cabeza que estaba embarazada. Aquí tuvo un encontrado sentimiento de santidad y pecado. Excitación y culpabilidad al ser como María en Tierra Santa. Creía que era su misión vital», cuenta. Witztum marcó una cita con el ginecólogo cerca del hotel. La prueba sentenció que no estaba embarazada y que seguía virgen. El llamado embarazo psicológico se explica por la presión y ansiedad.No todos los días una persona recibe la noticia de que no es la madre del Mesías, así que el especialista intervino para evitar una peligrosa depresión. «Son buenas noticias, son buenas noticias», le repetía intentando bajarla a la tierra sin demasiados traumas.«Por supuesto, no le dije que una mujer no puede quedarse embarazada sólo por el Espíritu Santo.
Hay que ser muy sensible y delicado. Esta mujer nunca había tenido una relación con un hombre. En el encuentro seguramente la tocó y ella se emocionó sexualmente. No estaba preparada o no había recibido una educación sexual mínima», estima.La sensación entremezclada de pecado y éxtasis, la profunda creencia religiosa y el contacto físico con la historia conformaron el marco psicológico del síndrome de Jerusalén de Isabel. Aconsejada por el psiquiatra, la madrileña adelantó su regreso a España acompañada de una amiga. En la maleta, la carta del israelí al médico de familia detallando el caso para que valorase el tratamiento que la joven debía seguir a su regreso a Madrid.
Lo asombroso es que su caso no es único. Alrededor de un centenar de turistas son hospitalizados anualmente en Israel por trastornos de la personalidad relacionados con este síndrome. La mitad de ellos, en Jerusalén. Muchos se recuperan al cabo de varios días sin lograr explicar el delirio manifestado.«No se trata de una enfermedad sino de un fenómeno que radica en el contexto cultural. Expresa problemas o alteraciones mentales bajo la vestimenta de la cultura. Tiene lugar en varias ciudades. El de Jerusalén proviene de la tradición judeocristiana a través de la Biblia y el Nuevo Testamento», explica el psiquiatra.
Presente desde el siglo XV, el fenómeno ha conquistado incluso a Los Simpson con un episodio en el que Homer, disfrazado de Mesías, pide a cristianos, judíos y musulmanes que difundan «las palabras paz y pollo».En los años 1986 y 1987, Witztum y el doctor Moshe Kalian examinaron a 89 turistas internados en el centro psiquiátrico de Kfar Shaul de Jerusalén y trazaron este perfil: soltero, religioso, de unos 30 años, que llega solo y procedente de Europa o Estados Unidos. Cuarenta y nueve de ellos padecían esquizofrenia, 14 tenían un cuadro patológico severo, 11 desorden psicótico, siete alteraciones personales, dos demencia y los seis restantes ninguna categoría clara. El 13% fue hospitalizado tras intentar suicidarse.
El 21% se creía el Mesías.El contacto físico con los Lugares Santos tan anhelados es el detonante de la pérdida de la razón, pero el 82% había recibido ya algún tipo de tratamiento psicológico previo en sus países. «Sabemos si un turista inicia el proceso del síndrome e intentamos evitar que haya un deterioro», nos comenta Gadi, guía en Jerusalén, cerca del Santo Sepulcro. Los afectados prefieren hablar que escuchar. Cuando les replican que no son lo que proclaman, suelen reaccionar con rabia y agresividad.No todo peregrino que se aleja discretamente del grupo, muestra ansiedad y se recluye en su mundo de salmos y profecías tiene el síndrome. Aunque si sale a la calle vestido con las sábanas del hotel y una corona de espinas en la cabeza es muy posible que su próximo destino sea el centro psiquiátrico.
Como el turista que entró en el Hotel Plaza y quitó las gafas de la gente en la recepción «para que vieran la luz de la verdad». Es decir, a él. Otro hombre esperó durante semanas la llegada de Jesús sentado en la puerta del hostal. Hasta que se cansó y desapareció. Witztum trató a un chef alemán que irrumpió en la cocina de su hotel y pidió de forma vehemente que le dejaran preparar «la Última Cena».
Este desorden mental puede causar daño al entorno de los afectados pero también a sí mismos. Podría ser el caso de Oliver McAfee, de 29 años, cuya estela se perdió en noviembre en el desierto del Négev, al sur de Israel. Según fuentes de la investigación consultadas por Crónica, este turista británico podría haber desarrollado el síndrome de Jerusalén. Le encontraron una libreta en la que aparecen fragmentos bíblicos y garabatos que evocan esquizofrenia.
En su libro Jerusalem of Holiness and Madness (Jerusalén de Santidad y Locura), publicado en 2013, Witztum y Kalian hacen un recorrido geográfico, antropológico y espiritual de siglos de indescifrables caminos en torno a la villa. Como el turista estadounidense que entró en una tienda y ofreció su ropa a cambio de la gran espada del escaparate. «Por favor, usted mismo», bromeó el vendedor. Ante su asombro, se desnudó, le dio la ropa, cogió la espada y salió corriendo. «¡Abran paso al Rey David!, ¡el Rey Mesías!», gritaba mientras avanzaba entre la estupefacción de los transeúntes de una céntrica calle. El enloquecido paseo real duró lo que los policías tardaron en detenerle y taparle con una sábana.Pero no todos los casos acabaron de forma pacífica.
El australiano Denis Michael Rohan casi provoca una guerra mundial de religiones después de prender fuego a la mezquita de Al Aqsa. Para el islam es el tercer lugar más sagrado y situado en el Noble Santuario. Para el judaísmo se encuentra en el Monte del Templo, su lugar más santo.Ocurrió a primera hora de la mañana del 21 de agosto de 1969. Consciente de sus actos pero rendido a un impulso incontrolable emanado de una misión divina, Denis Michael Rohan se dirigió al santuario.
En ese momento estaba cerrado pero accedió tras sobornar a un guardia que pensaba que sólo quería hacer fotos. Tras incendiar parte de la mezquita, se marchó y cogió un autobús. Dejaba tras de sí una hilera de humo y efectos imprevisibles. Al día siguiente fue detenido.«Quería demostrar al mundo que Dios desea que construya el templo y que sea el Rey de Jerusalén y Judea», alegó después de que lo detuvieran. Ante el diagnóstico profesional de esquizofrenia, los jueces le eximieron de la responsabilidad penal. Se limitaron a exigirle que continuara su tratamiento psiquiátrico.
Ante las acusaciones en el mundo árabe y musulmán sobre un «plan sionista para destruir Al Aqsa», las autoridades israelíes se apresuraron a revelar el nombre, apellido, origen y circunstancias del pirómano. Permitieron que fuera filmado. Asimismo, le asignaron una fuerte protección ante el temor de que se suicidara o fuera atacado.Su delirante incendio generó protestas iracundas de ciudadanos musulmanes y líderes árabes incluso llamaron a la yihad «para liberar Jerusalén» dos años después de que Israel ocupase la parte oriental en la Guerra de los Seis Días. La victoria militar fue vista por el australiano como la señal de la reconstrucción del templo.
Su infancia no fue fácil. Sus exigentes padres no tenían reparo en pegarle. A los 24 años vivió su primera «aparición divina», que precedió a una crisis emocional y un intento de suicidio. «Dios me castigó con el infierno», contó Rohan. Según su relato, escuchó voces e identificó señales que le condujeron a Jerusalén con la misión que él mismo confesó: «Quemar la mezquita Al Aqsa y construir el santuario a Jesús. Sabía que lo que iba a hacer no estaba bien pero Dios me lo ordenó porque era lo correcto».En 1974 fue expulsado a Australia.
«En la terapia de rehabilitación, realizaba siempre la escultura de una mano que envió el fuego», apunta Witztum.La mayoría de los afectados no son peligrosos. A veces, porque son frenados a tiempo. No lo confirma, pero este psiquiatra evitó una acción que habría provocado una crisis internacional. «Prefiero apagar el incendio cuando es pequeño», señala en un despacho abarrotado de libros y cartas enviadas por personas de todo el mundo que le escriben creyendo ser personajes bíblicos. El alcalde Nir Barkat también recibe misivas como las de un ciudadano de Indonesia pidiéndole que reúna a la gente ante su llegada o la firmada por el «Rey David» en la que detalla sus profecías.Witztum recuerda el caso de una filipina, similar al de Isabel, aunque con una notable diferencia: iba a dar a luz a Satán.
Insistía en que era el castigo de Dios por una relación con un hombre que se aprovechó de ella. Vino a Jerusalén para purificarse. Se sentía culpable.-¿Sigue en contacto con la española?-No. Me envió una carta para decir que estaba bien y agradecer mi ayuda. Lo valoro mucho. Escribió que estaba contenta de que Dios me hubiera enviado para ayudarla.
El 21% se creía el Mesías.El contacto físico con los Lugares Santos tan anhelados es el detonante de la pérdida de la razón, pero el 82% había recibido ya algún tipo de tratamiento psicológico previo en sus países. «Sabemos si un turista inicia el proceso del síndrome e intentamos evitar que haya un deterioro», nos comenta Gadi, guía en Jerusalén, cerca del Santo Sepulcro. Los afectados prefieren hablar que escuchar. Cuando les replican que no son lo que proclaman, suelen reaccionar con rabia y agresividad.No todo peregrino que se aleja discretamente del grupo, muestra ansiedad y se recluye en su mundo de salmos y profecías tiene el síndrome. Aunque si sale a la calle vestido con las sábanas del hotel y una corona de espinas en la cabeza es muy posible que su próximo destino sea el centro psiquiátrico.
Como el turista que entró en el Hotel Plaza y quitó las gafas de la gente en la recepción «para que vieran la luz de la verdad». Es decir, a él. Otro hombre esperó durante semanas la llegada de Jesús sentado en la puerta del hostal. Hasta que se cansó y desapareció. Witztum trató a un chef alemán que irrumpió en la cocina de su hotel y pidió de forma vehemente que le dejaran preparar «la Última Cena».
Este desorden mental puede causar daño al entorno de los afectados pero también a sí mismos. Podría ser el caso de Oliver McAfee, de 29 años, cuya estela se perdió en noviembre en el desierto del Négev, al sur de Israel. Según fuentes de la investigación consultadas por Crónica, este turista británico podría haber desarrollado el síndrome de Jerusalén. Le encontraron una libreta en la que aparecen fragmentos bíblicos y garabatos que evocan esquizofrenia.
En su libro Jerusalem of Holiness and Madness (Jerusalén de Santidad y Locura), publicado en 2013, Witztum y Kalian hacen un recorrido geográfico, antropológico y espiritual de siglos de indescifrables caminos en torno a la villa. Como el turista estadounidense que entró en una tienda y ofreció su ropa a cambio de la gran espada del escaparate. «Por favor, usted mismo», bromeó el vendedor. Ante su asombro, se desnudó, le dio la ropa, cogió la espada y salió corriendo. «¡Abran paso al Rey David!, ¡el Rey Mesías!», gritaba mientras avanzaba entre la estupefacción de los transeúntes de una céntrica calle. El enloquecido paseo real duró lo que los policías tardaron en detenerle y taparle con una sábana.Pero no todos los casos acabaron de forma pacífica.
El australiano Denis Michael Rohan casi provoca una guerra mundial de religiones después de prender fuego a la mezquita de Al Aqsa. Para el islam es el tercer lugar más sagrado y situado en el Noble Santuario. Para el judaísmo se encuentra en el Monte del Templo, su lugar más santo.Ocurrió a primera hora de la mañana del 21 de agosto de 1969. Consciente de sus actos pero rendido a un impulso incontrolable emanado de una misión divina, Denis Michael Rohan se dirigió al santuario.
En ese momento estaba cerrado pero accedió tras sobornar a un guardia que pensaba que sólo quería hacer fotos. Tras incendiar parte de la mezquita, se marchó y cogió un autobús. Dejaba tras de sí una hilera de humo y efectos imprevisibles. Al día siguiente fue detenido.«Quería demostrar al mundo que Dios desea que construya el templo y que sea el Rey de Jerusalén y Judea», alegó después de que lo detuvieran. Ante el diagnóstico profesional de esquizofrenia, los jueces le eximieron de la responsabilidad penal. Se limitaron a exigirle que continuara su tratamiento psiquiátrico.
Ante las acusaciones en el mundo árabe y musulmán sobre un «plan sionista para destruir Al Aqsa», las autoridades israelíes se apresuraron a revelar el nombre, apellido, origen y circunstancias del pirómano. Permitieron que fuera filmado. Asimismo, le asignaron una fuerte protección ante el temor de que se suicidara o fuera atacado.Su delirante incendio generó protestas iracundas de ciudadanos musulmanes y líderes árabes incluso llamaron a la yihad «para liberar Jerusalén» dos años después de que Israel ocupase la parte oriental en la Guerra de los Seis Días. La victoria militar fue vista por el australiano como la señal de la reconstrucción del templo.
Su infancia no fue fácil. Sus exigentes padres no tenían reparo en pegarle. A los 24 años vivió su primera «aparición divina», que precedió a una crisis emocional y un intento de suicidio. «Dios me castigó con el infierno», contó Rohan. Según su relato, escuchó voces e identificó señales que le condujeron a Jerusalén con la misión que él mismo confesó: «Quemar la mezquita Al Aqsa y construir el santuario a Jesús. Sabía que lo que iba a hacer no estaba bien pero Dios me lo ordenó porque era lo correcto».En 1974 fue expulsado a Australia.
«En la terapia de rehabilitación, realizaba siempre la escultura de una mano que envió el fuego», apunta Witztum.La mayoría de los afectados no son peligrosos. A veces, porque son frenados a tiempo. No lo confirma, pero este psiquiatra evitó una acción que habría provocado una crisis internacional. «Prefiero apagar el incendio cuando es pequeño», señala en un despacho abarrotado de libros y cartas enviadas por personas de todo el mundo que le escriben creyendo ser personajes bíblicos. El alcalde Nir Barkat también recibe misivas como las de un ciudadano de Indonesia pidiéndole que reúna a la gente ante su llegada o la firmada por el «Rey David» en la que detalla sus profecías.Witztum recuerda el caso de una filipina, similar al de Isabel, aunque con una notable diferencia: iba a dar a luz a Satán.
Insistía en que era el castigo de Dios por una relación con un hombre que se aprovechó de ella. Vino a Jerusalén para purificarse. Se sentía culpable.-¿Sigue en contacto con la española?-No. Me envió una carta para decir que estaba bien y agradecer mi ayuda. Lo valoro mucho. Escribió que estaba contenta de que Dios me hubiera enviado para ayudarla.
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