Apuntes de clases

Clases de filosofía y ciencias bíblicas del Instituto de Humanidades Luis Campino, y la Parroquia de Guadalupe de Quinta Normal.


martes, 30 de abril de 2013

Ave Crux Alba.-a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán; Franco Natalino; 




Ave Crux Alba (Salve, Cruz Blanca en latín), es el himno oficial de la Orden de Malta, entidad soberana que mantiene relaciones diplomáticas con más de 100 países del mundo. El autor de la letra es desconocido, y el compositor también. Ni siquiera se sabe cuándo fue adoptado este himno.


Letra en Latín

« Ave Crux alba, summae pietatis signum,
Ave Crux alba, salutis nostra sola spes,
Corda fidelium inflamma, adauge gratiam, adauge gratiam.
Ut omnia vincat tuorum ardens caritas,
Ut omnia vincat tuorum ardens caritas. »

Traducción al castellano

Salve, Cruz Blanca, signo de nuestra piedad,
Salve, Cruz Blanca, nuestra única esperanza de salvación.
Inflama los corazones de los fieles,
y los llena de gracia, los llena de gracia.
Que la ardiente caridad de los tuyos todo lo venza.
Que la ardiente caridad de los tuyos todo lo venza.

sábado, 6 de abril de 2013

Los 20 misterios del Rosario.-a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; 

Las Sonatas del Rosario (Rosenkranzsonaten/Mystery Sonatas), de Heinrich Biber

Hoy en día pasa a menudo que el rosario pierde importancia quedando relegado a mero adorno estético. Sin embargo, para un cristiano un rosario es un instrumento de rezo. Con este artículo podrás volver a descubrir con nosotros como meditar los misterios del santo rosario.
Dedicar algunos minutos a la meditación diariamente ayuda a alcanzar una comprensión cada vez más profunda de nuestra propia fe. Previamente, ya hemos hablado del rosario y de cómo rezarlo. Ahora queremos profundizar en la práctica, descubriendo la intención espiritual que está a la base de cada meditación.

¿Cuántos son los misterios del santo rosario?

Contamos en total 20 misterios, agrupados en 4 series de la siguiente forma:

- Misterios gozosos;

- Misterios dolorosos;

- Misterios gloriosos;

- Misterios luminosos.


Originariamente solo existían los tres primeros grupos: gozosos, dolorosos y gloriosos. Pero con la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, publicada en el Año del Rosario 2002, el papa Juan Pablo II introdujo una cuarta serie de misterios, los luminosos, que ponen de relieve los episodios más significativos de la vida pública de Jesús.
Cada misterio se compone a su vez de cinco enunciados representando a momentos cruciales en la vida de Jesús y de María, que buscan impartir una lección importante. Los misterios promueven por lo tanto la contemplación mística, guiándonos hacia los propósitos mejores.

MISTERIOS GOZOSOS

Los misterios gozosos nos invitan a meditar sobre los eventos más positivos de la vida de María y Jesús, celebrando en especial modo los que están relacionados con su infancia.

1). La Anunciación del Ángel Gabriel a la Virgen y la Encarnación de Jesús (enseñanza: humildad)

2). La Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel (enseñanza: amor al prójimo)

3). El nacimiento del Hijo de Dios en Belén (enseñanza: la pobreza como valor)

4). Presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén (enseñanza: pureza del alma y cuerpo)

5). El hallazgo del Niño Jesús en el templo (enseñanza: obediencia)

MISTERIOS LUMINOSOS


1) El Bautismo en el Jordán (enseñanza: gratitud por los premios de la fe)

2) Las bodas de Caná (enseñanza: fidelidad)

3) El anuncio del Reino de Dios (enseñanza: deseo de santidad)

4) La Transfiguración (enseñanza: coraje espiritual)

5) La institución de la Eucaristía (enseñanza: adoración de la Eucaristía y participación litúrgica)

MISTERIOS DOLOROSOS

Los misterios de dolor nos invitan a contemplar la Pasión de Cristo en sus momentos más difíciles. Cristo ofrece su sufrimiento a Dios, dejando a la humanidad su don más grande: la Salvación.

1) La oración en Getsemaní (enseñanza: rendirse a la voluntad de Dios)
2) La flagelación de Jesús (enseñanza: mortificación de los sentidos)
3) La coronación de espinas (enseñanza: coraje moral)
4) Jesús con la cruz camino del Calvario (enseñanza: paciencia)
5) La crucifixión y muerte de Jesús (enseñanza: abnegación y salvación)


MISTERIOS GLORIOSOS

Con los misterios gloriosos volvemos a descubrir la fe: después de los acontecimientos dramáticos de la pasión de Cristo, Jesús vuelve en Gloria a través de su Resurrección y Ascensión al cielo. 


1) Resurrección de Cristo (enseñanza: fe)
2) Ascensión del Señor al Cielo (enseñanza: esperanza y deseo del Paraíso)
3) La venida del Espíritu Santo en Pentecostés (enseñanza: los regalos del Espíritu Santo)
4) La Asunción de María al Cielo (enseñanza: devoción a María)
5) La Coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado (enseñanza: gracia eterna).

viernes, 5 de abril de 2013

El Rosario.-a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán; Franco Natalino; 

El rosario

El rosario (del latín rosarĭum, rosaleda o rosedal) es un rezo tradicional católico que conmemora veinte «misterios» (quince en la forma tradicional) de la vida de Jesucristo y de la Virgen María, recitando después de anunciar cada uno de ellos un padre nuestro, diez avemarías y un gloria al Padre. Es frecuentemente designado como Santo Rosario por los católicos. 
«La Iglesia ha reconocido siempre una eficacia particular al Rosario, confiándole, mediante su recitación comunitaria y su práctica constante, las causas más difíciles»; Juan Pablo II dijo: «Por medio del rosario los fieles reciben abundantes gracias, como desde las mismas manos de la Madre del Redentor». 
También se llama «rosario» a la sarta de cuentas que se utiliza para rezar el rosario. Las cuentas están separadas cada diez por otras de distinto tamaño y la sarta está unida por sus dos extremos a una cruz.

Inicios del rosario


En los orígenes del rosario católico se entrelazan tradiciones antiguas de la oración del Oriente y del Occidente cristianos.​ El rosario tiene sus raíces en el siglo IX, cuando el modo de honrar a María (madre de Jesús) en Oriente comienza a ser conocido en Occidente. Se trata de la repetición de aclamaciones y alabanzas que aparecen en el Evangelio de Lucas (el saludo del ángel Gabriel a María en Lc 1, 26-28; y el saludo de Isabel a María en Lucas 1, 42) hasta conformar el avemaría junto con un rico conjunto de himnos y oraciones propias de las liturgias orientales. Entre las influencias más destacadas se encuentra la traducción al latín del Akáthistos a la madre de Dios, un himno de la liturgia oriental griega de finales del siglo VI que medita sobre el misterio de la maternidad divina de María.

André Duval citó a Thomas Esser,​ quien refirió la existencia de un manuscrito de 1501 conservado en la biblioteca de Múnich, en el que se indica que el rosario tuvo su origen primero en la Orden de San Benito, y que posteriormente se consolidó por obra de la Orden de los Cartujos, y se expandió por acción de los dominicos.​ En los monasterios se solían recitar los 150 salmos (el salterio de David, ya recitado por los judíos)​ en el Breviario monástico, pero a los fieles o hermanos que no eran sacerdotes ni monjes, al no poder seguir esta devoción (porque en su mayoría no sabía leer) se les enseñó una práctica más sencilla: la de recitar 150 avemarías.​ Esta devoción tomó el nombre de «Salterio de la Virgen».
La popularidad y desarrollo del rosario se produjo en el siglo XIII, durante la oposición al movimiento albigense o catarismo. Los cátaros o albigenses no reconocían ningún dogma relacionado con la Virgen María y se negaban a venerarla. Ante los enfrentamientos entre católicos y albigenses, Domingo de Guzmán, fundador de la orden de los Predicadores (más conocidos como dominicos), parece haber promovido en sus misiones el rezo de una forma primitiva del rosario. Al ser los dominicos una orden de predicadores y estar siempre en medio del pueblo, su devoción se hizo popular, generando la aparición de cofradías y grupos de devotos por doquier, junto con relatos de milagros que acrecentaron su fama. Aunque la devoción decayó durante el siglo XIV, la orden de los Predicadores siguió fomentándola.
El beato Alano de la Roca fue el encargado de hacerla resurgir, tarea seguida por Jacobo Sprenger, prior del convento de los dominicos en Colonia (Alemania). Para el siglo XVI ya estaba con su forma manejada hoy: Contemplación de los «misterios», credo, padrenuestro y avemaría como oraciones principales y las cuentas o granos como medio de llevar la oración.
Sobre el avemaría es preciso señalar que la segunda mitad de la oración fue añadida a la primera en el siglo XIV, pero su uso se hizo universal cuando el papa Pío V promulgó el Breviario Romano y mandó que se rezase al principio de cada hora del Oficio Divino, después del padrenuestro.
Fue la batalla de Lepanto la que causó que la Iglesia católica celebrara una fiesta anual al rezo del rosario, ya que el papa Pío V atribuyó la victoria de los cristianos sobre los turcos a la intercesión de la Virgen María mediante el rezo del rosario. La fiesta fue instituida el 7 de octubre. Primero se la llamó «Nuestra Señora de las Victorias», pero el papa Gregorio XIII modificó el nombre de la solemnidad por el de «Nuestra Señora del Rosario».

Un fenómeno muy importante en torno a esta devoción fue el de los rosarios públicos o callejeros, que surgieron en Sevilla en 1690 y se extendieron muy pronto por España y sus colonias americanas. Eran cortejos precedidos por una cruz, que contaban con faroles de mano y faroles de asta para alumbrar los coros, y que estaban presididos por la insignia mariana denominada Simpecado. Fue la principal referencia de la devoción y en Sevilla llegó a haber en el siglo XVIII más de ciento cincuenta cortejos que diariamente hacían su estación por las calles rezando y cantando las avemarías y los misterios. Los domingos y festivos salían de madrugada o a la aurora. Al principio eran masculinos, pero ya en el primer tercio del XVIII aparecieron los primeros Rosarios de mujeres que salían los festivos por la tarde.
Según la tradición católica, en Fátima (Portugal), en 1917, a tres pequeños pastores se les apareció la Virgen María, quien les reveló que cada vez que se reza un avemaría es como si se le ofreciera una rosa, de tal suerte que cada rosario completo sería una corona de rosas (concepto que había sido mencionado tiempo atrás por Luis María Grignion de Montfort en su obra Secreto admirable del Santo Rosario).
El 16 de octubre de 2002, el papa Juan Pablo II promulgó la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, en la que consideró oportuna la adición de cinco nuevos misterios al rosario, los misterios luminosos.

jueves, 4 de abril de 2013

Gloria.-a


  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda ; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas ; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; 



Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Nota

El gloria Patri es una oración cristiana de carácter trinitario rezada desde los inicios del cristianismo,​ que se añade al final de la recitación de algunos salmos, en el término de cada misterio del rosario o para completar el tríptico piadoso padrenuestro-avemaría-gloria.


Es una doxología a la que también se conoce con el nombre de doxología menor, para distinguirla de la doxología mayor o Gloria in excelsis Deo.

miércoles, 3 de abril de 2013

Ave María a.-

  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda ; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas ; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; 

Bartolomé Esteban Murillo, Anunciación, Museo del Hermitage, San Petersburgo



El avemaría es una tradicional oración católica dedicada a María, la madre de Jesús. La oración tiene fundamento bíblico en el Evangelio según san Lucas y es la oración principal del Angelus y del rosario.



Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén

En latín 


Ave Maria, gratia plena, Dominus Tecum. Benedicta Tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris Tui, Iesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in ora mortis nostræ. Amen.

Nota Enciclopedia Catolica

Avemaría. [En inglés Hail Mary]

El Avemaría (también llamado “salutación angélica”, el nombre Avemaría se deriva de las primeras dos palabras de esta oración en latín “Ave María”) es la oración más conocida de todas las que se emplean en la Iglesia Universal en honor a Nuestra Señora. Se describe comúnmente que la forman tres partes: “Ave (María) llena de gracia, el señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres” incorpora las palabras que el Ángel Gabriel empleó para saludar a Nuestra Señora (Lucas 1:28). La segunda parte “y bendito es el fruto de tu vientre (Jesús)”, se ha tomado del saludo de Isabel (Lucas 1:42), la cual se une con más naturalidad a la primera parte, porque las palabras “benedicta tu in mulieribus” (Lucas 1:28) o “inter mulieres” (Lucas 1:42) aparecen en ambos saludos. Por último, la petición “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén” se estableció oficialmente en el “Catecismo del Concilio de Trento” que la propia Iglesia estructuró esta segunda parte. Dice el Catecismo “Y con mucha razón la santa Iglesia de Dios añadió a esta acción de gracias [para que] nos acogiésemos a Ella piadosa y rendidamente, para que por su intercesión reconciliase con Dios a nosotros pecadores, y nos alcanzase los bienes necesarios, así para esta vida como para la eterna.”

Origen.

Probablemente las palabras maravillosas de la Salutación Angélica se hayan adoptado por parte de los fieles tan pronto la devoción personal a la Madre de Dios se manifestó en la Iglesia. La traducción de la Vulgata “Ave gratia plena” (o sea “Ave, llena de gracia” o “Salve, llena de gracia”) se ha criticado por ser demasiado explícita al compararla con el original griego “Χαίρε, Κεχαριτωμένη” [Chaíre , Kecharito̱méni̱] en ambos casos las palabras no dejan de ser impresionantes, y la versión revisada de la biblia anglicana suplementa actualmente [considerando que la enciclopedia se redactó en la primera década del siglo XX] el “Salve tú que eres muy favorecida” de la versión original autorizada con la expresión alterna escrita al margen “Salve  tú dotada de gracia”. Que no nos sorprenda, entonces, encontrar estas palabras u otras semejantes en un ritual siríaco atribuido a Severo, Patriarca de Antioquía (circa 513), o por Andrés de Creta y San Juan Damasceno, o de nuevo en el “Liber Antiphonarius” de San Gregorio Magno como oración de ofertorio en la misa del cuarto domingo de adviento. Pero estos ejemplos no sustentan concluyentemente que el Avemaría se haya usado en los primeros tiempos de la Iglesia como una fórmula de devoción católica por sí misma. Igualmente, la leyenda que atribuye la introducción o presentación del Avemaría a San Ildefonso de Toledo probablemente ha de tenerse por apócrifa o dudosa. Dicha leyenda narra cómo San Ildefonso yendo de noche hacia la iglesia encontró a Nuestra Señora sentada en el ábside de la silla episcopal de él, rodeada de un coro de vírgenes que cantaban alabanzas a Ella. Luego San Ildefonso se acercó “haciendo una serie de genuflexiones y repitiendo por cada una de ellas aquellas palabras de la Salutación Angélica: “Ave María, llena de gracia, el señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”. Nuestra Señora se mostró complacida por este homenaje y premió al santo regalándole una bella casulla (Mabillon, Acta SS. O.S.B., sæc. V, pref., § 119). Sin embargo, la versión definitiva del relato, de Hermann de Laon, comienza a localizarse a partir de inicios del siglo XII.

De hecho, casi no hay rastros antes de 1050 que demuestren el uso del Avemaría como una fórmula de devoción reconocida. Todas las evidencias sugieren que tomó su lugar por ciertos versículos y responsorios que se presentan en el Pequeño Oficio de Nuestra Señora que para esa época se promovía su uso entre las órdenes monacales. Dos manuscritos anglosajones que se encuentran en el Museo Británico, uno de ellos tal vez sea del año 1030, muestran que las frases “Ave María…” y “benedicta tu in mulieribus et benedictus fructus ventris tui” aparecen en casi todas las partes del Pequeño Oficio, y aunque no nos asegura que en un principio dichas cláusulas se uniesen para formar una oración, hay evidencia concluyente de que esto sucedió poco después. (Véase “The Month” Nov., 1901, pp. 486-8) La gran colección de leyendas acerca de Nuestra Señora que comenzaron a elaborarse desde inicios del siglo XII (véase Mussafia “Marienlegenden”) nos demuestra que la Salutación Angélica o Salutación a Nuestra Señora comenzó a prevalecer rápidamente como una devoción privada, aunque no hay mucha certeza en que si se acostumbraba incluir la cláusula “y bendito es el fruto de tu vientre”. No obstante, el Abad Balwin, un cisterciense que luego fue Arzobispo de Canterbury en 1184, había escrito antes una especie de paráfrasis del Avemaría, el cual dice: “A esta salutación del ángel, con la cual nosotros saludamos diariamente a Nuestra Señora, con la mayor devoción que podamos, hemos acostumbrado a añadir las palabras “y bendito es el fruto de tu vientre”, con las cuales la cláusula de Isabel complementa la salutación más adelante [tal vez refiriéndose a la aparición de ambas partes en el libro de Lucas], para que se oiga la Salutación como si el mismo ángel la pronunciara completa: “bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”. Poco después (circa 1196) encontramos el decreto sinodal de Eudes de Sully, Obispo de París, en el cual exigía al clero que viese que “La Salutación a Nuestra Señora” se diera a conocer entre sus feligreses, del mismo modo que el Credo y el Padrenuestro; y más adelante aparecerían más promulgaciones de este tipo con más frecuencia en cada parte del mundo [refiriéndose a lo que abarca la religión católica], empezando en Inglaterra con el Sínodo de Durham en 1217.

El Avemaría como salutación.

Para entender el desarrollo temprano de esta devoción hay que caer en la cuenta de que los primeros en usar esta fórmula de devoción han reconocido que el Avemaría era una forma de saludo. Por lo tanto, se volvió costumbre acompañar la recitación de las palabras con gestos de reverencia, una genuflexión, o por lo menos la inclinación de la cabeza. Hay registros del siglo XII en los cuales se describe que San Alberto recitaba 150 Avesmarías diariamente, 100 con genuflexiones [es decir, se arrodillaba una vez por cada Avemaría] y 50 con postraciones [se arrodillaba y además llevaba la frente al suelo]. Así Thierry nos dice de San Luis de Francia que “sin contar sus otras oraciones el santo Rey se arrodillaba cada noche 50 veces y cada vez que se ponía de pie volvía a arrodillarse mientras repetía lentamente un “Avemaría”. En muchas órdenes monacales se exigía que uno se arrodillase al recitar el Avemaría.  Así, en La Guía para las Anacoretas [nombre original Ancren Riwle], un tratado que luego de un examen del Corpus Christi MS. 402 muestra ser de una fecha anterior al año 1200, se instruye a las religiosas que, cada vez que se reciten el Gloria y el Avemaría durante el Oficio, ellas han de inclinarse o postrarse de acuerdo con el período litúrgico. Debido a la fatiga producto de estas inclinaciones y postraciones, la recitación de cierto número de Avesmarías usualmente se consideraba como un ejercicio penitencial, y hay registros de algunos santos, por ejemplo la monja dominica Santa Margarita (fallecida en 1292), hija del Rey de Hungría, que en ciertos días recitaba el Avemaría 1,000 veces y se postraba 1,000 veces. Este concepto del Avemaría como una salutación explica en parte la práctica, la cual ciertamente es anterior a la época de Santo Domingo, de repetir la salutación 150 veces sucesivamente. Esta práctica se asemeja a la de “Santo, Santo, Santo”, la cual se nos enseña que asciende ante el trono del Altísimo.

Desarrollo del Avemaría.

En el tiempo del Rey San Luis el Avemaría terminaba con las palabras de Isabel: “benedictus fructus ventris tui”; luego se extendió con la inclusión del Santo Nombre y una cláusula de petición. Con respecto a la adición de la palabra “Jesús” o, como se decía en el siglo XV, “Jesus Christus, Amen” [Jesucristo, Amén], se dice comúnmente que surgió como iniciativa del Papa Urbano IV (1261) y la confirmación e indulgencia de Juan XXII. Parece que la evidencia no es lo suficientemente clara como para garantizar una afirmación en este aspecto. Pero, no hay duda que esta creencia se difundió ampliamente a finales de la Edad Media. Un manual religioso alemán muy popular del siglo XV (“Der Selen Troïst, 1474) incluso divide el Avemaría en cuatro partes, y declara que la primera parte la compuso el ángel Gabriel; la segunda, Isabel; la tercera, que consiste sólo del Sagrado Nombre, Jesus Christus, la compusieron los papas; y la cuarta, o sea la palabra “Amén”, la compuso la Iglesia.

El Avemaría como oración.

Los reformadores reprochaban frecuentemente a los católicos que el Avemaría que se recitaba constantemente, no era en sí una oración. Era un saludo sin petición (véase, por ejemplo Latimer, Obras, II, 229-30). Parece que esta objeción ya se había planteado antes, por lo tanto se volvió costumbre entre aquellos que reciban sus Avesmarías en privado le agregasen algunas cláusulas al final de la oración, luego de las palabras “ventris tui Jesus” Encontramos indicios de esta práctica en las paráfrasis del Avemaría que datan de ese período. El más famoso de ellos  incorrectamente se le atribuye a Dante, y que en cualquier caso pertenece a la primera mitad del siglo XIV. En esta paráfrasis el Avemaría termina así:

O Vergin benedetta, sempre tu

Ora per noi a Dio, che ci perdoni,

E diaci grazia a viver si quaggiu

Che’l paradiso al nostro fin ci doni;

Oh Nuestra Señora, ora a Dios por nosotros siempre,

Para que nos perdone y nos dé gracia,

para que vivamos de tal forma

que nos recompense con el paraíso a la hora de nuestra muerte.

Al comparar las versiones del Avemaría que existían en varias lenguas, por ejemplo en italiano, español, alemán, provenzal, encontramos que hay una tendencia a concluir la oración con una súplica por los pecadores y especialmente por el socorro a la hora de la muerte. No obstante, hubo variedad en el modo de formular dicha petición [información que quien traduce no ha tenido a la vista]. Al final del siglo XV no se ha definido oficialmente una forma de concluir la oración, aunque hay una fórmula muy semejante a la que se emplea actualmente denominada “la oración del Papa Alejandro IV” (véase “Der Katholik”, abril, 1903, página 334), y que se grababa separada en campanas (Beissel, “Verehrung Marias”, p. 460). Pero para propósitos litúrgicos hasta el año 1568 el Avemaría terminaba con las palabras “Jesús, Amén”, y una observación en el “Myroure” de Nuestra Señora, escrito por las monjas brigidinas de Sion, indica claramente el gusto especial en general. “Algunos dicen al inicio de esta salutación Ave benigno Jesús y otros dicen después “María madre de Dios” y también con otros añadidos. Tales frases han de recitarse cuando el pueblo dice sus Avesmarías de su propia devoción. Pero en el servicio de la Iglesia, yo exhorto y considero más meritorio obedecer la forma habitual de recitación, tal como la Iglesia ha establecido, sin todos estos añadidos.”

Hallamos el Avemaría tal como lo conocemos, impreso en el breviario de los monjes camaldulenses y en el de la orden de los mercedarios alrededor de 1514. Es probable que la forma actual del Avemaría provenga de Italia y Esser declara que ha de encontrarse, escrito tal como lo recitamos actualmente anotado de puño y letra de San Antonino de Florencia quien murió en 1459. Sin embargo, esto es dudoso. Pero ciertamente se ha encontrado un Avemaría igual que el actual, salvo por la omisión de una sola palabra nostræ, y está impresa en el encabezado de una pequeña obra de Savonarola emitida en 1495, de la cual hay una copia en el Museo Británico. Incluso, previo a este hallazgo, se ve que se ha agregado una tercera parte al Avemaria en una edición francesa del “Calendario de los Pastores”, el cual apareció en 1493, y que además se repite en la traducción de Pynson al inglés hecha unos años más tarde, y dice “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, Amén”. Existe una ilustración en ese mismo libro, en el que aparecen el Papa y toda la Iglesia de rodillas ante Nuestra Señora y la saludan con esta tercera parte del Avemaría. Finalmente el reconocimiento oficial del Avemaría en su forma completa se dio en el breviario romano de 1568, aunque ya se había anunciado previamente en el catecismo del Concilio de Trento, citado al principio de este artículo.

Nos referiremos a otros aspectos del Avemaría muy brevemente. Pareciera que durante la Edad Media el Avemaría se vinculaba tanto al Padrenuestro que era tratado como un agregado o inserción de éste, antes de las palabras et ne nos inducas in tentationem [y no nos dejes caer en tentación] cuando el Padrenuestro se decía secreto (véanse varios ejemplos citados en “The Mouth”, noviembre 1901, p. 490). Parece que la práctica que los predicadores tenían, de interrumpir sus sermones cerca del principio para decir el Avemaría, comenzó a emplearse en la Edad Media, por parte de los franciscanos. (Beissel, p. 254). Un ejemplo muy curioso de la retención de esta práctica entre los ingleses católicos  durante el reinado de Jaime II se ve en el “Diario” del Sr. John Thoresby (1, 182). Hay que notar que aunque actualmente entre los católicos se emplee la fórmula “El Señor es contigo”, parece que esto se modificó muy recientemente. Hace apenas un siglo [a principios del siglo XIX] se acostumbraba decir “Nuestro Señor es contigo”, y el Cardenal Wiseman en unos de sus ensayos reprueba enérgicamente este cambio (Ensayos de varios asuntos, 1, 76) y lo describía como “afectado, vano y destructor de la unción la cual emana de la oración”. Finalmente, hay que notar que en algunas partes, sobretodo en Irlanda, aún persiste la impresión de que el Avemaría está completo con la palabra Jesús. De hecho, el escritor de este artículo [principios del siglo XX] se ha informado que entre lo que recuerdan algunos campesinos irlandeses era común que cuando se les pedía rezar las Avesmarías como penitencia, ellos preguntaban si debían rezar también las “Santas Marías” [o sea, la segunda parte del Avemaría “Santa María, Madre de Dios…] Respecto al Avemaría en el sentido del Ángelus véase ÁNGELUS. A cuenta de su relación con el Ángelus, se acostumbraba tallar en las campanas el Avemaría. Hay una campana que lleva el Avemaría grabado con letras rúnicas, se encuentra en Eskild, Dinamarca y data del año 1200 aproximadamente. (Véase Uldall “Danmarks Middelalderlige Kirkeklokker” Copenhague 1,906, página 22).

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PROBST en Kirchenlex., s.v. Ave Maria; MABILLON, Acta SS. O.S.B., sæe V, pref. 169 dqq.; DE BUCK, Acta SS., Oct., VII 1008 sqq.; ESSER en Historisches Jahrbuch, 1884, SS sq. y 1902, 247 sq.; THURSTON en The Month, Nov., 1901, pp. 483-99; Recherches historiques sur l’Ave Maria en Mois Bibliographique, junio, 1895, pp. 243-51; Zur Geschichte der Ave Maria en Der Katholik (Mainz), mayo, 1903, pp. 333-7; KEHREIN, Pater Noster und Ave Maria (Frankfurt, 1685); BRIDGETT, Our Lady’s Doury, tercera edición pt. ii. c. 4 y apéndice p. 482; WATERTON, Pietas Mariana Británica (Londres, 1879), pt. I, pp. 143-69; GERMAIN en Renue d’l Art Crétien (1886), pp. 88-90; BEISSEL, Geschichte der Verchrung Marias in Deutschland (Friburgo, 1909), ch. xiii. KRONENBURG, Maria’s Heerlijkheid in Nederland.

martes, 2 de abril de 2013

Padre Muestro.-a


  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda ; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas ; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; 

Representación del episodio del Sermón del Monte en el que, según el Evangelio de Mateo, Jesús de Nazaret dio a conocer el texto en el que se basa la oración del padre nuestro. Obra de Carl Heinrich Bloch, conservada en el Nationalhistoriske Museum på Frederiksborg Slot, Castillo de Frederiksborg, Dinamarca. Al igual que el resto del evangelio y de los escritos del Nuevo Testamento, el padre nuestro en su versión original conservada fue escrito en una forma dialectal del griego, la koiné, llamada también griego alejandrino, helenístico, común, o «griego del Nuevo Testamento». La koiné fue la lingua franca o lengua internacional del Mediterráneo oriental desde el período helenístico, y también la lengua de difusión del cristianismo.

Padre Nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.

lunes, 1 de abril de 2013

Virgen del Carmen.-a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; 


Santa María del Monte Carmelo, referida comúnmente como Virgen del Carmen o Nuestra Señora del Carmen, es una de las diversas advocaciones de la Virgen María. Su denominación procede del llamado Monte Carmelo, en Israel, en la ciudad de Haifa, un nombre que deriva de la palabra Karmel o Al-Karem y que se podría traducir como 'jardín'. Existen hoy en activo órdenes carmelitas repartidas por todo el mundo, masculinas y femeninas, las cuales giran en torno a esta figura mariana.
En España, Puerto Rico y Costa Rica es patrona del mar, también es patrona de la Armada Española. Es considerada Reina y Patrona de Chile, de sus Fuerzas Armadas y de los Carabineros; es patrona de la Policía Nacional, y del Ejército Nacional de los colombianos, de los marineros y de los conductores en Colombia; en Bolivia es la Patrona de la Nación y de sus Fuerzas Armadas; en el Perú es “Patrona del criollismo" y "Alcaldesa Perpetua de la Ciudad de Lima", y en Venezuela es la patrona del Ejército y los conductores. Además, fue la patrona del Ejército de los Andes que liderado por el general José de San Martín, gestó la independencia de Argentina y Chile.
Esta advocación da nombre a todas aquellas personas que se llaman Carmen, Carmela o Carmelo, y que celebran su onomástica en la festividad de Nuestra Señora del Carmen, el 16 de julio, que la Iglesia católica conmemora con calidad de memoria facultativa.

La Virgen del Carmen en la Historia de Chile
La Santísima Virgen del Carmen es invocada en nuestra Patria como Reina y Madre de Chile, Patrona y Generala Jurada de las Fuerzas Armadas y de Orden. Títulos que son fruto del reconocimiento especial de la protección de la Madre de Dios a lo largo de nuestra historia.


Diego de Almagro y su expedición asisten a la primera misa celebrada en Chile, en el valle de Copiapó, 1535. 
Óleo sobre tela.
Fray Pedro Subercaseax, 1904.
Museo Histórico Nacional

"Varios años antes que Pedro de Valdivia iniciara la conquista de Chile, según el actual emplazamiento del territorio nacional, ya se encontraba activo el primer templo mariano del país. Se trataba de una pequeña ermita erigida en el poblado de La Tirana en honor a Nuestra Señora del Carmen. La fecha de su establecimiento es incierta, pero se sabe que fue fundada por el sacerdote mercedario Fray Antonio de Rondón". 

Más tarde, en 1595 los padres Agustinos llegaron a Chile a la ciudad de Concepción e introdujeron la devoción a la Virgen del Carmen, fundándose ahí la primera Cofradía del Carmen, en 1648. Este fervor religioso se extendió rápidamente en el pueblo, siendo la Carmelita acogida con especial amor. Esto se manifestaba cada 16 de julio, día en que la Iglesia celebraba la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, y cuya imagen los padres agustinos sacaban en procesión por las principales calles de la ciudad de Concepción.





Dada esta confianza y amor especial del pueblo chileno por la Virgen del Carmen, es que comenzó a ser invocada en los escenarios más importantes de nuestra historia, y de manera muy especial en la lucha por la Independencia Nacional donde se pidió su maternal intercesión.  Años de historia nacional transcurrieron, en los que la Virgen estuvo presente siempre en el alma de todos y también en importantes acontecimientos.


ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN

Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario, por lo que su Divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo, el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que te pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria y bien de mi alma; que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa.

Quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente y uniendo mi voz con sus afectos, te saludo una y mil veces diciendo: (Tres Avemarías).

Virgen Santísima del Carmen, yo deseo que todos sin excepción, se cobijen bajo tu sombra protectora de tu Santo Escapulario y que todos estén unidos a Ti Madre Mía, por los estrechos y amorosos lazos de ésta tu querida insignia.

¡Oh Hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante su sagrada imagen y concédenos benigna tu amorosa protección. Te encomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre el Papa y la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos.

Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos, cómo ofenden a tu Divino Hijo y a tantos infieles cómo gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre Mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Amén.

SÚPLICA PARA TIEMPOS DIFÍCILES

"Tengo mil dificultades: ayúdame.
De los enemigos del alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas: confórtame.
En mis enfermedades: fortaléceme.
Cuando me desprecien: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En horas difíciles: consuélame.
Con tu corazón maternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos al expirar: recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros.
Amén."


ACCIÓN DE GRACIAS Y OFRECIMIENTO

¡Oh Virgen Santa del Carmen! Jamás podremos corresponder dignamente a los favores y gracias que nos has hecho al darnos tu santo Escapulario. Acepta nuestro sencillo, pero hondamente sentido, agradecimiento y, ya que nada te podemos dar que sea digno de Ti y de tus mercedes, ofrecemos nuestro corazón, con todo su amor, y toda nuestra vida, que queremos emplear en el amor y servicio de tu Hijo Señor nuestro, y en propagar tu dulce devoción, procurando que todos nuestros hermanos en la fe, con los cuales la divina Providencia nos hace convivir y relacionar, estimen y agradezcan tu gran don, vistiendo el santo Escapulario, y que todos podamos vivir y morir en tu amor y devoción. Amen.


GOZOS A LA VIRGEN DEL CARMEN

Prodigioso y admirable
Imán de nuestro desvelo;
Nubecilla del Carmelo,
Sednos protectora y Madre.Salve, Reina de los, cielos,
De misericordia Madre,
Vida y dulzura divina;
Esperanza nuestra, Salve;
Nubecilla etc.Dios te Salve, Templo hermoso
Del divino Verbo en carne,
Sálvete Dios, Madre Virgen,
Pues eres Virgen y Madre;
Nubecilla etc.Volvednos, Madre piadosa,
Vuestros ojos admirables,
Y mirad por vuestros hijos,
Pues que sois piadosa Madre;
Nubecilla etc.Socorrednos, pues escucha
Que en las penas y combates
A ti suspiramos todos
En este lloroso valle;
Nubecilla etc.Mostradnos a vuestro Hijo
De Josafat en el Valle,
Piadoso, pues que nació
De ese cristal admirable;
Nubecilla etc.Rogad por vuestros devotos
A la bondad inefable;
Pues murió para salvarnos,
Por su clemencia nos salve;
Nubecilla del Carmelo,
Sednos protectora y Madre.

V. Ruega por nos, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.


ORACIÓN

Oh Dios, que adornaste a la Orden de la Beatísima siempre Virgen y Madre tuya María con el singular título del Carmelo: concede propicio que escudados con los auxilios de aquella cuya conmemoración celebramos, seamos dignos de llegar a los gozos eternos. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Así sea.


Concluir cada día con tres avemarías.

Santa Juana de Arco.-a

Santa Juana de Arcos (Domrémy, Francia, 1412 - Ruán, id., 1431) Santa y heroína francesa. Nacida en el seno de una familia campesina acomoda...