La Biblia, como Libro Sagrado entorno al cual se orquesta la espiritualidad del pueblo judío, constituyó durante la Edad Media uno de los mejores soportes en los que materializar su ideal artístico de belleza aplicado a los objetos utilizados en el cumplimiento de los preceptos, o Hidur Mitzvà, si bien completamente influenciado por la cultura imperante cristiana y/o islámica.
El Libro era un objeto muy preciado y cuidado, pero debido a las persecuciones y destrucciones sistemáticas, nos han llegado muy pocos ejemplares conservados en buen estado, por lo que los pocos que han sobrevivido, tienen un singular valor.
La Biblia de Cervera es una de las más antiguas y expléndidas biblias medievales sefarditas que se conservan. Fue localizada a principios del siglo XIX en los Paises Bajos, adonde llegó con una familia de judíos expulsados de Portugal. Actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional de Portugal, siendo considerada una de sus piezas de más valor.
Se trata de un códice manuscrito sobre pergamino, en lengua hebrea, que fue realizada entorno a 1299-1230 en la localidad leridana de Cervera.
El códice está formado por 226 folios, escritos a dos columnas y profusamente iluminado con motivos mozárabes y judíos. Tiene unas dimensiones de 282 x 220 mm y comprende los libros del Antiguo Testamento, una massorah (colección de explicaciones sobre textos bíblicos) y un tratado gramatical del Rabí David Qimhi. La grafía está dispuesta de derecha a izquierda, que es lo natural en lengua hebrea.
Colofón del iluminador
La calidad de las ilustraciones es magnífica, así como su estado de conservación. Además, y esto lo hace más valioso si cabe, es uno de los pocos libros de los que se conoce la identidad del copista, Samuel Ben Abraham ibn Nathan, y del iluminador, Joseph Asarfati, cada uno de los cuales tiene su página de colofón, estándo la de este último escrita en unos curiosos caracteres zoomórficos.
No me quiero imaginar cuantas obras maravillosas como esta habrán sido pasto de las llamas durante los siglos, aunque siendo optimista cabe pensar ¿cuantas habrá aún ocultas en algún recóndito agujero?