Apuntes de clases

Clases de filosofía y ciencias bíblicas del Instituto de Humanidades Luis Campino, y la Parroquia de Guadalupe de Quinta Normal.


martes, 27 de noviembre de 2018

141).-El Pentateuco I a

  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda ; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas ; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin;Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán




Clase de religión del Presbítero Marcial Umaña, en el Instituto de Humanidades Luis Campino, Años 1990 y 1991

Anllela camila hormazabal moya

Edición de la biblia.
El Pentapeuco; es el nombre de los cinco primeros libros del Antiguo Testamento.

Introducción.

Aunque no se sabe a ciencia cierta si la palabra originalmente era un adjetivo que cualificaba al nombre omitido de liblos, o un sustantivo, literalmente significa “cinco cajas” y aparentemente se refiere a los estuches o cajones en los que se guardaban los rollos separados o volúmenes.
Tampoco se ha establecido claramente en qué preciso momento se dividió la primera parte de la Biblia en cinco libros. Algunos datan la división en algún momento anterior a la traducción de Los Setenta; otros la atribuyen a los autores de dicha traducción. 
San Jerónimo opinaba (Ep. 52, ad Paulin., 8; P.L., XXII, 545) que San Pablo aludió a esa división en cinco libros en 1 Cor. 14,19; de cualquier modo, Filo Judeo y Flavio Josefo estabam familiarizados con dicha división ("De Abrahamo", I; "Cont. Apion.", I, 8). Pero por más antigua que haya sido la costumbre de dividir la porción inicial del Antiguo Testamento en cinco partes, los primeros judíos no tenían ningún nombre para referirse a esa separación: llamaban a esa parte de la Biblia hattorah (la Ley), o Torah (Ley), o sepher hattorah (libro de la Ley), debido a la naturaleza de su contenido (Josué 8,34; 1,8; Esdras 10,3; Nehemías 8,2.3.14; 10,35.37; 2 Crón.25,4); también la llamaban torath Mosheh (ley de Moisés), sepher Mosheh (libro de Moisés), sepher torath Mosheh (libro de la Ley de Moisés); debido a su autoría (Jos. 8,31-32; 23,6; 1 Reyes 2,3; 2 Rey. 14,16; 23,25; Dan. 9,11; Esdras 3,2; 6,18; Neh. 8,1; 13,1; etc.); por último, el origen divino de la ley mosaica queda implícito en los nombres: ley de Yahveh(Esd. 7,10, etc.), Ley de Dios (Neh. 8,18, etc.), libro de la ley de Yahve (2 Crón. 17,9, etc.), Libro de la ley de Dios (Jos. 24,26).
 La palabra ley en las expresiones anteriores fue traducida en Los Setenta como nomos, con o sin artículo. El Nuevo Testamento se refiere a la ley mosaica de varios modos: la ley (Mt. 5,17; Rom. 2,12; etc.); la ley de Moisés (Lc.2,22; 24,44; Hech. 28,23); el libro de Moisés (Mc. 12,26), o simplemente, Moisés (Lc. 24,2; Hc. 15,21). Incluso el Talmudy otros escritos rabínicos llaman a la primera parte de la Biblia “el Libro de la Ley”, mientras que en arameo se le llama sencillamente “Ley” (cf. Buxtorf, "Lexicon Chaldaicum Talmudicum Rabbinicum", 791, 983; Levy, "Chaldaisches Worterbuch", 268, 16; Aicher, "Das Alte Testament in der Mischna", Friburgo, 1906, p. 16).
El nombre griego pentateuchos, que implica una división de la Ley en cinco partes, aparece por primera vez alrededor de los años 150-175 d.C. en las cartas del Valentiniano Ptolomeo a Flora (cf. San Epifanio, "Haer.", XXXIII, IV; P.G., XLI, 560). Se suponía que existía una mención anterior del nombre en un pasaje de San Hipólito, donde el Salterio es llamado kai auto allon pentateuchon (cf. edición de De Lagarde, Leipzig y Londres, 1858 p. 193), pero se ha descubierto que el pasaje pertenece a San Epifanio (cf. "Hippolytus" in "Die griechischen Schriftsteller der ersten drei Jahrhunderte", Leipzig, 1897, t. I, 143).
 El nombre es utilizado de nuevo por Orígenes (Comment. in Ev. Jo., t. II; P.G., XIV, 192; cf. P.G., XIII, 444), San Atanasio (Ep. ad Marcellin., 5; P.G., XXVII, 12), y varias veces por San Epifanio (De mensur. et ponderib., 4, 6; P.G., XLIII, 244). 
En latín, Tertuliano usa la forma masculina Pentateuchus (Adv. Marción, I, 10; P.L., II, 257), mientras que San Isidoro de Sevilla prefiere el neutro Pentateuchum (Etym. VI, II, 1, 2; P.L., LXXXII, 230). Se han utilizado las formas análogas Octateuco, Heptateuco y Hexateuco, Heptateuco y Octateuco para referirse, respectivamente, a los primeros seis, siete y ocho libros de la Biblia. Los escritores rabínicos adoptaron la expresión “los cinco quintos de la Ley” o, más sencillamente, “los cinco quintos de la ley”, para designar los cinco libros del Pentateuco.
Tanto los judíos palestinos como los alejandrinos tuvieron distintos nombres para cada uno de los cinco libros del Pentateuco. En Palestina, las palabras iniciales de cada uno de los varios libros servían como su título; de ahí tenemos los nombres: bereshith, we’elleh shemoth o simplemente shemoth, wayyiqra, wayedhabber, y elleh haddebarim o simplemente debarim. Aunque esos eran los títulos hebreos ordinarios de los libros sucesivos del Pentateuco, algunos escritores rabínicos denominan a los tres últimos de acuerdo a sus contenidos; llamaban al tercero torath kohanim, o ley de los sacerdotes; al cuarto, homesh happiqqudhim, o libro del censo; al quinto, mishneh torah, o repetición de la Ley. 
Los judíos alejandrinos derivaron los nombres griegos de los cinco libros del contenido o de la totalidad o del inicio de cada división. De ese modo, el primer libro se intitula Genesis kosmou o simplemente Genesis; el segundo, Exodus Aigyptou o Exodus; el tercero, Leueitikon; el cuarto, Arithmoi; y el quinto, Deuteronomion. Esos nombres pasaron de Los Setenta a la Vulgata Latina y de ahí a la mayor parte de las traducciones de ésta. Arithmoi, sin embargo, fue remplazado por su equivalente latino, Numeri, mientras que los demás retuvieron su forma.

Análisis.

El contenido del Pentateuco es de carácter en parte histórico y en parte legal. Nos da la historia del pueblo escogido desde la creación del mundo hasta la muerte de Moisés, y nos familiarizan también con la legislación religiosa y civil de los israelitas durante la vida de su gran legislador. El Génesis puede ser considerado como la introducción a los otros cuatro libros; contiene la historia primitiva hasta el momento de la preparación de la salida de Israel de Egipto.
 El Deuteronomio, que consiste primordialmente de discursos, es prácticamente una repetición resumida de la legislación mosaica y también concluye la historia del pueblo bajo el liderazgo de Moisés. Los tres libros intermedios describen el recorrido de Israel en el desierto y los sucesivos decretos legales. Cada una de esas tres grandes divisiones tiene su propia y peculiar introducción (Gn 1,1 - 2,3; Ex. 1,1.7; Deut. 1,1-5), y dado que sus asuntos los distinguen entre sí, para no mencionar las terminaciones literarias del tercer y cuarto libros (Lev. 27,34; Núm. 26,13), la forma actual del Pentateuco manifiesta tanto una unidad literaria como una división en cinco partes menores.

1).-Génesis.

El libro del Génesis prepara al lector para la legislación pentatéutica; nos narra cómo Dios escogió a una familia particular para guardar su revelación, y cómo entrenó al pueblo escogido para cumplir esa misión. Por la naturaleza de su contenido, el libro consiste de dos partes algo desiguales; los capítulos 1-11 presentan los rasgos de una historia general, mientras que los capítulos 12 - 50 contienen la historia peculiar del pueblo escogido. Por un artificio literario, cada una de esas partes se subdivide en cinco secciones que varían en extensión. Las secciones son introducidas por la frase elleh tholedhoth (estas son las generaciones) o su variante zeh sepher toledhoth (este es el libro de las generaciones).
Sin embargo, “generaciones” es sencillamante el significado etimológico del hebreo toledhoth; en su contexto, la fórmula puede apenas significar una tabla genealógica, pues no está ni antecedida ni seguida de tales listas. Puesto que las historias orientales generalmente inician con registros genealógicos, y en cierta medida consisten en esos registros, uno naturalmente interpreta la fórmula mencionada arriba y su variante, como si significaran “esta es la historia” o “este es el libro de la historia”.
 En dichas frases “historia” no debe ser entendida como una narración apoyada en el folklore, como cree el P. Von Hummelauer ("Exegetisches zur Inspirationsfrage, Biblische Studien", Friburgo, 1904, IX, 4, pp. 26-32), sino como un registro basado en genealogías. Aún más, frecuentemente la fórmula introductoria hace referencia a alguna característica sobresaliente de la sección precedente, formando así una transición y conexión entre las partes sucesivas. Por ejemplo, Gn. 5,1 se refiere a Gn 2,7 ss. ; 6,9 a 5,29 ss. y 6,8; 10,1 a 9,18-19, etc.
Por último, el autor sagrado trata brevemente sobre las familias o tribus no escogidas y siempre las considera antes que a la rama escogida de la familia. Habla de Caín antes de hablar de Set; igualmente Cam y Jafet preceden a Sem; el resto de la posteridad de Sem antecede a Abraham; Ismael va antes de Isaac; Esau precede a Jacob.
Teniendo en mente esos datos generales de los contenidos y la estructura literaria del Génesis, fácilmente podremos entender el siguiente cuadro analítico.

Introducción (Gn. 1,1 - 2,3): Consiste en el Hexameron (relato de los seis días de la creación); enseña el poder y la bondad de Dios según se manifiesta en la creación del mundo y también la dependencia de la creaturas del dominio del Creador.
Historia general (2,4 - 11,26): El hombre no reconoció su dependencia de Dios. Como resultado, Dios deja a los desobedientes al amparo de sus propios recursos y escogió a una familia o a un individuo como depositario de surevelación.
Historia del Cielo y de la Tierra (2,4 - 4,26): Aquí tenemos la historia de la caída de nuestros primeros padres, 2,5 - 3,24; del fratricidio de Caín, 4,1-16; la posteridad de Caín y su eliminación, 4,17-26.
Historia de Adán (5,1 - 6,8) El autor enumera a los setitas, otra línea de descendientes de Adán, 5,1-32, pero muestra que ellos también se corrompieron de tal modo que sólo uno de ellos encontró gracia ante Dios, 6,1-8.
Historia de Noé (6,9 – 9,29)- Ni el diluvio que destruyó a toda la raza humana, excepto la familia de Noe, 6,11 – 8,19, ni la alianza de Dios con Noé y sus hijos, 8,20 - 9,17, logró el arrepentimiento de la familia humana, y sólo uno de los hijos de Noé fue elegido como portador de las bendiciones divinas, 9,18-29.
Historia de los hijos de Noé (10,1 – 11,9) La posteridad de los hijos no elegidos, 10,1-32, trajo un nuevo castigo a la raza humana debido a su orgullo, 11,1-9.
Historia de Sem (11,10- 26): La posteridad de Sem es enumerada hasta Téraj, el padre de Abraham, por cuya descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra.
Historia especial (11,27 - 50,26): El autor inspirado describe aquí la providencia especial que obraba sobre Abraham y sus descendientes, quienes se convirtieron en un gran pueblo en Egipto. Al mismo tiempo, elimina a los hijos de Abraham que no son hijos de la promesa de Dios. Esto enseña a los israelitas que la simple descendencia carnal de Abraham no basta para hacerlos verdaderos hijos de Abraham.
Historia de Téraj (11,27 - 25,11): Esta sección narra la llamada de Abraham, su transmigración a Canaán, su alianza con Dios y sus promesas.
Historia de Ismael (25,12-28): Esta sección elimina las tribus que nacen de Ismael.
Historia de Isaac (25,19 - 35,29): Tenemos aquí la historia de los hijos de Isaac, Esaú y Jacob.
Historia de Esaú (36,1 - 37,1): El autor sagrado proporciona una lista de la posteridad de Esaú; no pertenece al pueblo escogido.
Historia de Jacob (37,2 - 50,26): La parte final del Génesis nos habla del destino de la familia de Jacob hasta la muerte del patriarca y de José.

Lo que se ha dicho muestra un plan uniforme en la estructura del Génesis, al que algunos estudiosos prefieren llamar “esquematismo”.
(a) La totalidad del libro está dividida en diez secciones.
(b) Cada sección es introducida por la misma fórmula.
(c) Las secciones están organizadas según un plan definido, con la historia de las ramas laterales precediendo siempre a las partes correspondientes de la línea principal.
(d) Dentro de las secciones, la fórmula introductoria o el título son generalmente seguidos por una breve repetición de algún detalle significativo de la sección precedente, dato que ya fue notado y explicado por autores tales como Rábano Mauro (Comment. In Gen., II, XII; P.G., CVII, 531-2), pero que ha sido malinterpretado por críticos recientes a un argumento a favor de la diversidad de fuentes.
(e) La historia de cada patriarca habla del desarrollo de su familia durante su vida, mientras que el relato de su vida varía entre una mera nota consistene de unas cuantas líneas, y una descripción más larga.
(f) Cuando se da la vida del patriarca en mayor detalle, la narración termina en forma casi uniforme, indicando la duración de su vida y su sepultura entre sus ancestros (cf. 9,29; 11,32; 25,7; 35,28; 47,28).
Un plan tan definido muestra que el libro fue escrito con un objetivo definido y según una organización preconcebida. Los críticos atribuyen ese orden al “redactor” final del Pentateuco, quien adoptó, según esa opinión, el marco genealógico y el “esquematismo” del código sacerdotal. Posteriormente se analizará el valor de tales opiniones; por el momento, baste saber que hay una unidad notable a través de libro del Génesis (cf. Kurtrz, "Die Einheit der Genesis", Berlín, 1846; Delattre, "Plan de la Genèse" en "Revue des quest. hist.", Julio, 1876; XX, pp. 5-43; Delattre, "Le plan de la Genese et les generations du ciel et de la terre" en "La science cath.", 15 oct., 1891, V, pp. 978-89; de Broglie, "Etude sur les genealogies bibliques" en "Le congres scientif. internat. des catholiques de 1888", París, 1889, I, pp. 94-101; Julian, "Etude critique sur la composition de la Genese", Paríis, 1888, pp. 232-50).

2.-Éxodo.

Después de la muerte de José, Israel llegó a ser un pueblo y su historia ya no trata de meras genealogías, sino del desarrollo nacional y religioso del pueblo. Las diferentes leyes se daban y promulgaban como lo iba exigiendo la ocasión; de ahí que están íntimamente relacionadas con la historia del pueblo, y los libros pentatéuticos en las que quedaron registradas están correctamente categorizados dentro de los libros históricos de la Escritura. Solamente el libro tercero del Pentateuco muestra signos de ser un código de leyes. El libro del Éxodo consiste en una breve introducción y tres partes principales:
Introducción (1,1-7): Un breve resumen de la historia de Jacob que conecta el Génesis con el Exodo y sirve, al mismo tiempo de transición entre ambos.
1. Primera parte 1,8 - 13,16: Trata de los eventos que antecedieron y prepararon la salida de Israel de Egipto.
a. Ex. 1,8 - 2,25: Los israelitas son oprimidos por un nuevo faraón “que no conocía a José”, pero Dios les prepara un libertador en la persona de Moisés.
b. Ex. 3,1 - 4,31: Moisés es llamado a liberar a su pueblo; se le da a su hermano Aarón como compañero; el recibimiento que les dan los israelitas.
c. 5,1 - 10,29: Faraón se niega a escuchar a Moisés y Aarón; Dios renueva su promesa; genealogías de Moisés y Aarón; las primeras nueve plagas no conmueven el corazón de Faraón.
d. 11,1 - 13,16: La décima plaga consiste en la muerte de los primogénitos; Faraón deja salir al pueblo; ley de la celebración anual de la Pascua en memoria de la liberación de Egipto.
2. Segunda parte (13,17 - 18,27): Viaje de Israel al Monte Sinaí y milagros que preparan al pueblo para la ley sinaítica.
a. 13,1 - 15,21: Guiados y protegidos por una columna de nube y fuego, los israelitas cruzan el Mar Rojo, pero los perseguidores egipcios perecen en las aguas.
b. 15,22 - 17,16: La ruta de Israel pasa por Sur, Mara, Elim, Sin, Refidim. En Mara las aguas amargas se vuelven dulces; en el desierto de Sin, Dios les manda codornices y maná a los hijos de Israel; en Refidim, Dios les da agua de la roca y vencen a Amalec por la oración de Moisés.
c. 18,1-27: Jetró visita a su familia, y a sugerencia suya, Moisés instituye jueces para el pueblo.
3. Tercera parte (19,1- 40, 38): Conclusión y renovación de la alianza del Sinaí. A partir de aquí el Éxodo adopta más el carácter de código legal.
a. 19,1 - 20,21: El pueblo viaja al Sinaí, se prepara para la futura legislación, recibe el decálogo y pide que sus leyes futuras se promulguen a través de Moisés.
b. 20,22 - 24,8: Moisés promulga ciertas leyes junto con promesas para su observancia, y confirma la alianza entre Dios y el pueblo con un sacrificio. La porción 20,1 - 23,33 también se llama el Libro de la Alianza.
c. 24,9 - 31,18: Moisés permanece solo con Dios en la montaña durante cuarenta días, y recibe varias instrucciones sobre el tabernáculo y otros puntos respecto al culto divino.
d. 32,1 - 34,35: El pueblo adora el becerro de oro; al ver esto Moisés rompe las tablas de la ley que le había dado Dios, castiga a los idólatras, obtiene el perdón de Dios para los sobrevivientes y renueva la alianza, recibe otras tablas de la ley.
e. 35,1 - 40,38: Se prepara el tabernáculo con sus pertenencias, se unge a los sacerdotes y la nube del Señor cubre el tabernáculo, mostrando ahora este pueblo era su propiedad.

3.-Levítico.

El Levítico, llamado por los autores rabínicos “Ley de los sacerdotes” o “Ley de los sacrificios”, contiene una colección casi completa de las leyes referentes al ministerio levítico. Aunque noo están codificadas en un orden lógico, podemos distinguir ciertos grupos de regulaciones que tratan el mismo asunto. El libro de Éxodo muestra lo que Dios ha hecho y continúa haciendo a favor de su pueblo; el Levítico prescribe lo que el pueblo debe hacer por Dios y cómo deben hacerse dignos de su presencia constante.
1. Primera Parte (1,1 - 10,20): Deberes de Israel hacia Dios, que vive en medio de ellos.
a. 1,1 - 6,7: Se enumeran los diferentes tipos de sacrificios y se describen sus ritos.
b. 6,8 – 7,36: Se establecen los derechos y deberes de los sacerdotes, los oferentes oficiales de los sacrificios.
c. 8,1 – 10,20: Se consagra a los primeros sacerdotes y se les inicia en su función.
2. Segunda Parte (11,1 - 27 34): La Presencia Divina requiere la pureza legal.
a. 11,1 - 20,27: Todo el pueblo debe estar legalmente limpio; las diversas formas por las que se debe mantener la limpieza; a la limpieza externa debe añadirse la interna.
b. 21,1 - 22,33: Los sacerdotes deben sobresalir en cuanto a pureza interior y exterior. Por ello deben observar normas especiales.
c. 23,1 - 27,34: Las demás leyes, promesas y amenazas hechas para motivar a la observancia y disuadir de la violación de las leyes, pertenecen tanto a los sacerdotes como al pueblo.

4.-Números.

Este libro es a veces llamado “En el desierto” por algunos escritores rabínicos porque cubre prácticamente la totalidad de la vida de Israel en el desierto. Su narración comenzó en el Éxodo pero quedó interrumpida por la legislación sinaítica; Números reasume la narrativa a partir del primer mes del segundo año y la continúa hasta el mes undécimo del cuadragésimo año. Pero este perído de 38 años es tocado brevemente; sólo se mencionan el inicio y el fin; pues este espacio de tiempo fue ocupado por la generación de israelitas que habían sido condenados por Dios.
1. Primera Parte (1,1- 14,45): Resumen de los acontecimientos anteriores al rechazo de la generación rebelde, especialmente durante los dos primeros meses del segundo año. El escritor invierte el orden cronológico de esos dos meses para no interrumpir el relato del recorrido por el desierto con la descripción del censo, la organización de las tribus y los deberes de las varias familias de levitas, cuyos sucesos y ordenanzas ocurrieron durante el segundo mes. Así que el autor comienza estableciendo lo que quedó inalterado a través de la vida en el desierto y después vuelve al recorrido desde el primer mes del segundo año.
a. 1,1 – 6,27: Se toma el censo, se organizan las tribus en su propio orden, se definen los deberes de los levitas, se promulgan los reglamentos referentes a la limpieza en el campamento.
b. 7,1 – 9,14: Los acontecimientos del primer mes: ofrecimiento de los jefes durante la dedicación del tabernáculo; consagración de los levitas y duración de su ministerio; celebración de la segunda Pascua.
c. 9,15- 14,45: Señales para desmontar el campamento; el pueblo abandona el Sinaí el vigésimo segundo día del segundo mes y viaja rumbo a Cadés en el desierto de Parán; murmuran contra Moisés debido a la fatiga y el deseo de comer carne; engañados por espías sin fe, se niegan a entrar en la Tierra Prometida y como consecuencia Dios rechaza a toda esa generación.
2. Segunda parte (15,1 - 19,22): Acontecimientos relativos a la generación rechazada.
a. 15,1-41: Algunas leyes relativas a los sacrificios; la no observancia del sábado es castigada con la muerte; la ley de los flecos en los vestidos.
b. 16,1 - 17,27: El cisma de Coré y sus seguidores; su castigo; se confirma el sacerdocio de Aarón a través de la rama florecida que se conserva como recuerdo en el tabernáculo.
c. 18,1 - 19,22: Funciones de los sacerdotes y levitas; su porción; la ley del sacrificio de la vaca roja y las aguas lustrales.
3. Tercera parte (20,1 - 36,13): Historia del viaje desde el primero al undécimo mes del cuadragésimo año.
a. 20,1 - 21,20: Muerte de Miriam, hermana de Moisés; de nuevo Dios da agua de la roca al pueblo que murmura, pero niega la entrada a la Tierra Prometida a Aarón y Moisés a causa de sus dudas; Aarón muere mientras el pueblo rodea las montañas de Idumea; los descontentos son castigados con serpientes venenosas.
b. 21,21 - 25,18: Captura de la tierra de los amorreos; los moabitas en vano intentan destruir a Israel con la maldición de Balaam; los madianitas inducen al pueblo a la idolatría.
c. 26,1 - 27,23: Se toma un nuevo censo orientado a dividir la tierra; la ley de herencia; se designa a Josué como sucesor de Moisés.
d. 28,1 - 30,17: Se repiten y completan algunas leyes relativas a los sacrificios, votos y fiestas.
e. 31,1 - 32,40: Luego de la victoria sobre los madianitas, se entrega el territorio de la otra rivera del Jordán a las tribus de Rubén y Gad, y a la media tribu de Manasés.
f. 33,1-40: Lista de campamentos del pueblo de Israel durante su travesía por el desierto.
g. 33,50 - 36,13: Orden de acabar con los cananeos; límites de la Tierra Prometida y nombres de los varones que habrían de dividirla; ciudades levíticas y de refugio; ley relativa al asesinato y homicidio; ordenamiento relativo al matrimonio de las herederas.

5.-Deuteronomio.

El Deuteronomio es una repetición y explicación parcial de la legislación anterior y una urgente exhortación a ser fieles a ella. El cuerpo principal del libro consiste de tres discursos pronunciados por Moisés al pueblo en el mes undécimo del cuadragésimo año. Dichos discursos están precedidos por una breve introducción y seguidos por varios apéndices.
Introducción (1,1-5): Breve indicación del contenido del tema, tiempo y lugar de los discursos siguientes.
1. Primer discurso (1,6 - 4,40): Se enumeran los beneficios de Dios y se exhorta al pueblo a observar la ley.
a. 1,6 - 3,29: Se recuerdan los principales acontecimientos de la vida en el desierto como señales de la bondad y justicia de Dios.
b. 4,1-40: De lo anterior se deduce que se debe guardar la alianza con Dios. Como un paréntesis, el autor sagrado añade aquí (1) el nombramiento de tres ciudades de refugio al otro lado del Jordán, 4,41-43; (2) un preámbulo histórico que nos prepara para el segundo discurso, 4,44-49.
2. Segundo discurso (5,1 - 26,19): Esto compone prácticamente el grueso del Deuteronomio. Repasa la totalidad de la economía de la alianza en dos partes: una general, otra particular.
a. La repetición general, 5,1 - 11,32: Repetición del decálogo y razones de la promulgación de la Ley a través de Moisés; explicación del primer mandamiento y prohibición de cualquier interacción con los gentiles; recordatorio de los favores y castigos divinos; promesa de victoria sobre los cananeos; bendición de Dios a los observantes de la Ley y maldición sobre los transgresores.
b. Leyes especiales, 12,1 - 26,19: (1) Deberes para con Dios: debe ser adorado y nunca abandonado; distinción entre carnes puras e impuras; diezmos y primeros frutos; las tres principales solemnidades del año. (2) Deberes para con los representantes de Dios: los jueces, los futuros reyes, los sacerdotes y los profetas. (3) Deberes para con el prójimo: en la vida, posesiones externas, matrimonio y varios otros pormenores.
3. Tercer discurso (27,1 - 30,20): Renovada exhortación a guardar la Ley, por varias razones.
a. 27,1-26: Mandato de grabar la Ley en piedras una vez cruzado el Jordán y de promulgar las bendiciones y maldiciones relativas a la observancia e incumplimiento de la Ley.
b. 28,1-68: Una declaración más detallada del bien y el mal que siguen a la observancia o violación de la Ley.
c. 29,1 - 30,20: Se exalta la bondad de Dios; se exhorta a todos a ser fieles a Dios.
4. Apéndice histórico, 31,1 - 34,12:
a. 31,1-27: Moisés designa a Josué como su sucesor; le ordena que lea la Ley ante el pueblo cada siete años y que coloque una copia de la misma en el arca.
b. 31,28 - 32,47: Moisés convoca una asamblea de los ancianos y recita su cántico.
c. 32,48-52: Moisés ve desde lejos la Tierra Prometida.
d. 33,1-29: Bendice a las tribus de Israel.
e. 34,1-12: Su muerte, sepultura y panegírico especial.

                                                       La autenticidad.

Los contenidos del Pentateuco proveen las bases para la historia, la ley, el culto y la vida del pueblo escogido de Dios. Consecuentemente, la autoría del libro, su tiempo y origen, y su historicidad son de la mayor importancia. No se trata de simples problemas literarios; son asuntos que caen dentro de los campos de la historia de la religión y de la teología. La autoría mosaica del Pentateuco está inseparablemente vinculada con el tema:
¿fue Moisés, y cómo, el autor o intermediario de la legislación veterotestamentaria y el portador de la tradición pre-mosáica?.
 Según la tendencia tanto del Antiguo como del Nuevo Testamentos, y según la teología judía y cristiana, la obra del gran legislador Moisés es el origen de la historia de Israel y la base de su desarrollo a través de los tiempos hasta llegar a Jesucristo. Empero, la crítica moderna solamente ve en ello el resultado, o la consecuencia, de un acontecimiento histórico puramente natural.
El asunto de la autoría mosaica del Pentateuco nos lleva, por tanto, a sus alternativas: revelación o evolución histórica; toca los fundamentos históricos y teológicos de las tradiciones judía y cristiana. Consideraremos el problema, primero, a la luz de la Escritura; segundo, a la luz de las tradiciones judías y cristianas; tercero, a la luz de la evidencia interna provista por el mismo Pentateuco; finalmente, a la luz de las decisiones eclesiásticas.

Testimonio de las Sagradas Escrituras.

Es conveniente dividir la evidencia bíblica de la autoría mosaica del Pentateuco en tres partes: (1) testimonio del Pentateuco; (2) testimonio de los otros libros del Antiguo Testamento; (3)testimonio del Nuevo Testamento.

1. Testimonio del Pentateuco.

En su forma actual, el Pentateuco no se presenta a si mismo como una producción literaria elaborada totalmente por Moisés. Contiene una descripción de la muerte de Moisés; narra la historia de su vida en tercera persona y en forma indirecta; los últimos cuatro libros no delatan la forma literaria de las memorias de un gran legislador. Además, la expresión: “Dios dijo a Moisés” únicamente nos deja ver el origen divino de la Ley de Moisés, sin probar que Moisés haya personalmente codificado en el Pentateuco las diversas leyes que él promulgó. Por otra parte, el Pentateuco afirma que Moisés fue el autor literario de por lo menos cuatro secciones, en parte históricas, en parte legales, en parte poéticas.
a. Luego de la victoria isarelita sobre los amalecitas cerca de Refidim, el Señor dijo a Moisés (Ex 17, 14): “Escribe esto en un libro para que sirva de recuerdo y hazle saber a Josué”. Esta orden se refiere exclusivamente, sin duda, a la derrota de Amalec, un favor divino que Dios quería que se conservara vivo en la memoria del pueblo (Deut 25, 17-19). La puntuación del texto hebreo hace que el texto se lea: “en el libro”, pero los LXX omiten el artículo definido. Aunque admitiéramos que la puntuación masorética corresponde al texto original, difícilmente podríamos probar que el libro del que habla es el Pentatecuco, aunque sí es posible que sea así (cf. . von Hummelauer "Exodus et Leviticus", París, 1897, p. 182; Idem, "Deuteronomium", París, 1901, p. 152; Kley, "Die Pentateuchfrage", Munster, 1903, p. 217).
b. También está Ex 24, 4: “Entonces Moisés escribió todas las palabras de Yahve”. El contexto no nos permite entender tales palabras de un modo indefinido, sino como concretamente refiriéndose a las palabras del Señor inmediatamente precedentes, o al así llamado “Libro de la Alianza”, Ex 20-23.
c. Ex 34, 27: “Escribe estas palabras, pues a tenor de ellas hago yo alianza contigo y con Israel”. El siguiente versículo añade: “Y escribio en las tablas las palabras de la alianza, las diez palabras”. Ex 34, 1-4 muestra cómo Moisés había preparado las tablas y Ex 34, 10 –26 nos detalla el contenido de las diez palabras.
d. Num 33, 1- 2: “Estas son las etapas de los Israelitas que salieron de Egipto por cuerpos de ejército, a las órdenes de Moisés y Aarón. Moisés, por orden de Yahvé, escribió los puntos de donde partían, etapa por etapa”. Aquí se nos informa que Moisés escribió la lista de los campamentos del pueblo en el desierto, pero ¿dónde se encuentra esa lista?. Muy probablemente es la que aparece en Num 33, 3-49, o el contexto inmediato en el que se nos habla de la actividad literaria de Moisés. Existen, sin embargo, estudiosos que entienden este último pasaje como refiriéndose a la historia de la partida de Israel de tierras egipcias, escrito según el orden en que el pueblo había acampado, de modo que equivaldría a nuestro actual Exodo. Pero es difícil sostener esa postura porque, para empezar, no se puede defender la hipótesis de que Num 33, 3-49 es un resumen de Exodo, ya que ese capítulo de Números menciona algunas etapas no mencionadas en Exodo.
Además de esos cuatro pasajes, en el Deuteronomio hay ciertas indicaciones que apuntan hacia la actividad literaria de Moisés. Deut 1, 5: “Comenzó Moisés a promulgar esta ley, diciendo:..”. Si bien la “ley” mencionada en ese texto puede referirse a la totalidad de la legislación del Pentateuco, lo cual no es muy probable, lo único que ello prueba es que Moisés promulgó toda la ley, pero no que él la haya necesariamente escrito. Prácticamente todo el libro del Deuteronomio afirma ser una legislación promulgada por Moisés en la tierra de Moab: 4, 1-40; 5, 1 ss.; 12, 1 ss. Pero también contiene indicaciones respecto a su escritura: 17, 18- 19 ordena que los reyes futuros han de recibir una copia de esa ley de manos de los sacerdotes para leerla y cumplirla; 27, 1-8 manda que en la orilla oeste del Jordán “todas las palabras de esta ley” sean escritas en piedras levantadas en el monte Ebal; 28, 58 habla de “todas las palabras de esta ley escritas en este libro”, luego de enumerar las bendiciones y maldiciones a las que se harán merecedores los observantes y violadores de la misma, y de cuya mención se dice que se halla contenida en un libro en 29, 20-27 y 32, 46-47; la ley de la que reiteradamente se dice que está escrita en un libro debe ser por lo menos la legislación deuteronómica. Además 31, 9-13 declara: “Moisés puso esta ley por escrito”, y 31, 26 añade: “Tomad el libro de esta ley. Ponedlo al lado del Arca de la Alianza... Ahí quedará como testimonio contra ti”. Tratar de menospreciar esos textos diciendo que son simple ficción o anacronismo no guarda congruencia con la infalibilidad de la Sagrada Escritura. Finalmente, 31, 19 ordena a Moisés que escriba el cántico contenido en Deut 32, 1-43. Ningún escriturista podrá quejarse de parvedad de señalamientos expresos en el Pentateuco acerca de la actividad literaria de Moisés. Más bien, quedará asombrado ante su número.
En lo que concierne a testimonios explícitos sobre su propia autoría, al menos parcial, el Pentateuco se compara favorablemente con muchos otros libros del Antiguo Testamento.

2. Testigos de otros libros del Antiguo Testamento.

a. Josué. 

La narración del libro de Josué no sólo presupone los hechos y las normas contenidas en el libro del Pentateuco, sino también la ley dada por Moisés y escrita en el libro de la ley de Moisés: Jos 1, 7-8; 8, 31; 22, 5; 23, 6. El mismo Josué “escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios” (24, 26). El Prof. Hobverg mantiene que este “volumen de la ley del Señor” es el Pentateuco ("Über den Ursprung des Pentateuchs" in "Biblische Zeitschrift", 1906, IV, 340). Mangenot cree que se refiere al menos al Deuteronomio (Dict. de la Bible, V, 66). Como quiera que sea, Josué y sus contemporáneos estaban familiarizados con una legislación mosaica escrita, que había sido revelada divinamente.
b. Jueces; I y II de Reyes. 

En el libro de los Jueces y en los dos primeros libros de los Reyes (El autor se refiere aquí a los libros I y II de Samuel. A principios del siglo XX todavía algunos estudiosos, siguiendo a los LXX y a San Jerónimo, consideraban que los libros de Reyes y Samuel formaban una sola serie, de Reyes, que abarcaba 4 libros. Actualmente, los dos primeros de esa serie son conocidos como Samuel I y II. N.T.) no hay mención explícita de Moisés ni del libro de la Ley, pero una serie de eventos y afirmaciones presuponen la existencia de la legislación y de las instituciones pentatéuticas. Jc 15, 8-10 recuerda la liberación de Israel de Egipto y la conquista de la Tierra Prometida. Jc 11, 12- 28 narra acontecimientos registrados en Num 20, 14; 21, 13-24; 22, 2. Jc 13, 4 establece una práctica encontrada en la ley de los nazireos en Num 6, 1-21. Jc 18, 31 habla del tabernáculo que existía en los tiempos en los que no había rey en Israel. Jc 20, 26-28 menciona el arca de la Alianza, las diferentes clases de sacrificios y el sacerdocio aarónico. La historia y leyes pentatéuticas también están presupuestas en I Sa 10, 18; 15, 1- 10; 10, 25; 21, 1- 6; 22, 6 ss.; 23, 6-9; II S 6.

c. Los últimos dos libros de los Reyes (I y II de Reyes. Cfr. la N.T. anterior) repetidamente hablan de la ley de Moisés.

 Restringir el significado de este término al Deuteronomio constituye una arbitrariedad exegética (cf. I R 2, 3; 10, 31); Amacías mostró misericordia a los hijos de los asesinos “en conformidad con lo escrito en el libro de la doctrina de Moisés” (II R, 14, 6). El hagiógrafo ha conservado la promesa divina de proteger a los israelitas “a condición de que se comprometan a actuar conforme a todo lo que les he mandado y la doctrina toda que mi siervo Moisés les mandó” (II R, 21, 8). En el año décimo octavo del reinado de Josías fue encontrado el libro de la Ley (II R 22, 8-11) o libro de la Alianza (II R 23, 2), de acuerdo al cual él llevó a cabo sus reformas religiosas (II R 23, 10- 24) y que también es identificado con la “ley de Moisés” (II R 23, 25). Los comentaristas católicos se encuentran divididos en lo tocante a si este libro de leyes era únicamente el Deuteronomio (von Hummelauer, "Deuteronomium", Paris, 1901, p. 40-60, 83-7) o el Pentateuco entero (Clair, "Les livres des Rois", París, 1884, II, p. 557 ss.; Hoberg, "Moses und der Pentateuch", Frieburg, 1905, p. 17 ss.; "uber den Ursprung des Pentateuchs" en "Biblische Zeitschrift", 1906, IV, pp. 338-40).

d. Paralipómenos (“Crónicas”, en muchas biblias modernas, N.T.). 

El escritor inspirado de Paralipómenos se refiere a la Ley y al libro de Moisés con más frecuencia y claridad. Las objeciones respecto a los nombres y cifras que aparecen en esos libros se explican más que nada por errores de los transcriptores. La omisión de eventos que pudieran disminuir la gloria de los reyes israelitas o que no sirvieran para edificar a los lectores no va en detrimento de la credibilidad o veracidad de la obra. Si así fuera, se debería poner entre las obras de ficción a muchas obras biográficas o publicaciones patrióticas pensadas para los jóvenes o para lectores ordinarios. Los críticos modernos están muy dispuestos a desacreditar la autoridad de los Paralipómenos. “Si se retira la narración de los Paralipómenos”, escribe deWette (Beitrage, I, 135), “la totalidad de la histora judía adopta otra forma y las investigaciones sobre el Pentatéuco toman otro rumbo. Desaparecen varias pruebas fuertes, difíciles de explicar, de la existencia original de los libros mosaicos, y los otros vestigios de su existencia quedan colocados bajo otra luz”. Una mirada al contenido de los Paralipómenos basta para explicar los esfuerzos de Witte y Wellhausen para desacreditar su historicidad. No solamente se les sigue la pista a las genealogías (I Par 1-10) y a las descripciones del culto basados en las leyes y datos del Pentateuco, sino que el hagiógrafo expresamente señala su conformidad con lo que está escrito en la Ley del Señor (I Par 16, 40), en la ley de Moisés (II Par 23, 18; 31, 3), identificando con ello la Ley del Señor con la escrita por Moisés (Cf II Par 25, 4). El lector encontrará indicaciones semejantes de la existencia y origen mosáico del Pentateuco en I Par 22, 12 ss.; II Par 17, 9; 33, 4; 34, 14; 25, 12. Gracias a una interpretación artificiosa, claro, se puede hacer ver los libros de los Paralipómenos como si fueran una obra que contuviese la ley promulgada por Moisés. Pero el sentido natural de los pasajes citados ve al Pentateuco como un libro editado por Moisés.

e. I y II Esdras (En las biblias modernas: Esdras y Nehemías, N.T.). 

Los libros de Esdras y Nehemías - si se les considera en su sentido natural y generalmente aceptado- también consideran al Pentateuco como el libro de Moisés, y no sólo porque contenga la ley de Moisés. Esta afirmación está basada en el estudio de los siguientes textos: Esd 3, 2 ss.; 6, 18; 7, 14; Ne 1, 7 ss.; 8, 1-8; 9, 3; 10, 34-36; 13, 1-3. Graf y sus seguidores opinan que el libro de Moisés al que se hace referencia en esos textos no es el Pentateuco, sino únicamente el código sacerdotal, pero si no olvidamos que el libro en cuestión contiene las leyes de Lv 23 y Deut 8, 2-4 y 15, 2 inmediatamente nos damos cuenta que el libro de Moisés no puede ser limitado al código sacerdotal. Y a los testigos de los libros históricos podemos añadir II Macabeos 2, 4; 7, 6; Judit 8, 23; Ecclo 24, 33; 45, 1-6; 45, 18 y, especialmente, el prefacio de Ecclesiástico.

f. Libros proféticos. 

Únicamente se encuentran referencias explícitas a la ley escrita de Moisés en los profetas posteriores: Baruc 2, 2, 28; Daniel 9, 11- 13; Malaquías 4, 4. Enre ellos, Baruc sabe que a Moisés se le ordenó escribir la Ley, y aunque sus expresiones son paralelas a las de Deut 28, 15, 53, 62-64, sus amenazas hacen alusión a otras, contenidas en otras partes del Pentateuco. Los otros profetas con frecuencia hacen referencia a la Ley del Señor que era guardada por los sacerdotes (Cf. Deut 31, 9) y la ubican en el mismo nivel con la revelación divina y con la alianza eterna del Señor. De tal modo hacen ellos referencia a la alianza de Dios, a las leyes sacrificiales, los calendarios de las fiestas, y otras leyes del Pentateuco, que hacen probable que haya sido una ley escrita lo que les haya servido de base para sus advertencias proféticas (Cf. Os 8, 12) y que ellos estaban familiarizados con las expresiones verbales del libro de la Ley. En el reino del norte Amós (4, 4-5; 5, 22 ss.) e Isaías en el sur (1, 1 ss.) utilizan expresiones que constituyen prácticamente terminología técnica para los sacrificios que se realizaban en Lv 1-3; 7, 12-16; Deut 12, 6.

3. Testigos del Nuevo Testamento.

No hace falta que demostremos que Jesús y los Apóstoles citaron el Pentateuco como algo escrito por Moisés. Si ellos atribuyen a Moisés todos los pasajes que citan y atribuyen el Pentateuco a Moisés cada vez que surge una cuestión sobre su autoría, hasta los críticos más puntillosos deben admitir que existía la convicción generalizada de que la obra había sido realmente escrita por Moisés. Cuando, en contra de Jesús, los saduceos citan la ley del matrimonio de Deut 25, 5, como escrita por Moisés (Mt 22, 24; Mc 12, 19; Lc 20, 28), Jesús no niega su autoría mosaica sino que contrarresta el argumento citando a Ex 3, 6 como también escrito por Moisés (Mc 12, 26; Mt 22, 31; Lc 20, 37). En otra parte, en la parábola del rico y Lázaro (Lc 16, 29), Él habla de “Moisés y los profetas”, mientras que en otras ocasiones hace referencia a “la Ley y los profetas” (Lc 16, 16), mostrando con ello que en su mente la Ley, o el Pentateuco, y Moisés, son idénticos. Las mismas expresiones reaparecen en el último discurso pronunciado por Cristo a sus discípulos (Lc 24, 44-46): “lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mi”. Finalmente, en Juan 5, 45-47, Jesús es mucho más explícito al afirmar el origen mosaico del Pentateuco: “Porque si creyerais a Moisés me creeríais a mi, porque él escribió de mi. Pero si no creéis en sus escritos ¿cómo vais a creer en mis palabras?”. Tampoco se puede sostener que Cristo simplemente se estaba acomodando a las creencias de su tiempo, que consideraban a Moisés el autor del Pentateuco en sentido moral y literal. A Jesús no le hacía falta penetrar en el estudio crítico de la naturaleza de la autoría mosaica, pero definitivamente no hubiera podido apoyar abiertamente una creencia popular si ésta fuese errónea.
Los Apóstoles estaban igualmente convencidos de la autoría mosaica y fdieron testimonio de ello. “Felipe encuentra a Natanael y le dice: Aquel de quien escribió Moisés en la Ley, y también los Profetas, lo hemos encontrado” (Jn 1, 45). San Pedro utiliza una cita de Deut 18, 15, con las palabras: “Moisés efectivamente dijo” (Hech 3, 22). Santiago y san Pablo cuentan que Moisés es leído en las sinagogas el día del sábado (Hech 15, 21; II Cor 3, 15).El gran Apóstol habla de la Ley de Moisés en otro pasaje (Hech 13, 33; I Cor 9, 9); predica a Jesús según la Ley de Moisés y los Profetas (Hech 28, 23) y cita textos del Pentateuco como si fueran palabras escritas por Moisés (Rom 10, 5-8, 19). San Juan menciona el Cántico de Moisés (Apoc 15, 3).

Testigos de la Tradición.

La voz de la tradición, tanto judía como cristiana, es de tal modo unánme y constante al afirmar la autoría mosaica del Pentateuco que hasta el siglo XVII nunca se había suscitado ninguna duda seria al respecto. Los párrafos que siguen son sólo un bosquejo elemental de esa tradición viva.

1. Tradición judía.

Ya se vio antes que los libros del Antiguo Testamento, com enzando por los del Pentateuco, presentan a Moisés como el autor de al menos algunas partes del mismo. El escritor del libro de los Reyes cree que Moisés es el autor de por lo menos el Deuteronomio. Esdras, Nehemías, Malaquías, el autor de los Paralipómenos, y los autores griegos de la versión de los LXX consideran a Moisés como el autor de todo el Pentateuco. En tiempos de Jesucristo y de los Apóstoles, amigos y enemigos dan por un hecho que Moisés es el autor del Pentateuco. Ni Nuestro Señor ni sus enemigos son excepción a esa opinión general. En el primer siglo de la era cristiana, Josefo atribuye a Moisés la autoría de todo el Pentateuco, sin exceptuar siquiera la parte de la muerte del legislador (“Antiq. Jud.” IV, VIII, 3-48; cf. I Procem, 4; “Contra Apion”, I, 8).
El filósofo alejandrino Filón está convencido de que el Pentateuco entero es obra de Moisés, y que este último, bajo inspiración divina, escribió una descripción prófetica de su propia muerte ("De vita Mosis", ll. II, III en "Opera", Génova, 1613, pp. 511, 538). El Talmud babilónico (“Baba-Bathra”, II, col 140; "Makkoth", fol. IIa; "Menachoth", fol. 30a; cf. Vogue, "Hist. de la Bible et de l'exegese biblique jusqua'a nos jours", París, 1881, p. 21), el Talmud de Jerusalén (Sota, v, 5), los rabinos y los doctores de Israel (cf. Furst, "Der Kanon des Alten Testaments nach den Überlieferungen im Talmud und Midrasch", Leipzig, 1868, pp. 7-9) rinden testimonio de la continuidad de tal tradición durante los primeros mil años. Si bien Isaac ben Jasus, en el siglo XI, y Abenesra, en el XII, reconocieron ciertas adiciones postmosaicas al Pentateuco, ellos mismos, al igual que Maimónides, mantuvieron la autoría de Moisés y no difirieron en este punto de la enseñanza de R. Becchai (siglo XIII), Joseph Karo y Abarbanel (siglo XV; cf. Richard Simon, "Critique de la Bibl. des aut. eccles. de E. Dupin", París, 1730, III, pp. 215-20).
No fue sino hasta el siglo XVII que Baruch Spinoza rechazó la autoría mosaica del Pentateuco, subrayando la posibilidad de que la obra hubiese sido escrita por Esdras ("Tract. Theol.-politicus", c. viii, ed. Tauchnitz, III, p. 125). Entre los escritores judíos más recientes algunos han adoptado el resultado de los críticos, abandonando así la tradición de sus ancestros.

2. Tradición Cristiana.

La tradición judía respecto a la autoría mosaica del Pentateuco fue llevada a la iglesia cristiana por el mismo Cristo y por los Apóstoles. Nadie rechaza seriamente la existencia y continuidad de tal tradición a partir del período patrístico; a lo más, uno puede mostrar cierta curiosidad acerca del intervalo entre el tiempo de los Apóstoles y el comienzo del siglo III. En referencia a este período podemos apoyarnos en la “Epístola a Bernabé” (X, 1-12; Funk, “Patres Apostolici”, 2ª. Ed. Tubinga, 1901, I, pp 66- 70; XII, 2- 9k; ibid. p. 74-76), en San Clemente Romano (I Cor., XLI, 1; ibid., p. 152), San Justino ("Apol. I", 59; P. G., VI, 416; I, 32, 54; ibid., 377, 409; "Dial.", 29; ibid., 537), en el autor de "Cohort. Ad Graec." (9, 28, 30, 33, 34; ibid., 257, 293, 296-7, 361), en San Teófilo ("Ad Autol.", III, 23; ibid., 1156; 11, 30; ibid., 1100), San Ireneo (Cont. haer., I, II, 6; P.G., VII, 715-6), San Hipólito de Roma ("Comment. In Deut.", XXXI, 9, 31, 35; cf. Achelis, "Arabische Fragmente etc.", Leipzig, 1897, I, 118; "Philosophumena", VIII, 8; X, 33; P.G., XVI, 3350, 3448), en Tertuliano de Cartago (Adv. Hermog., XIX; P. L., II, 214), Orígenes de Alejandría (Contra. Cels., III, 5-6; P. G., XI, 928; etc.), San Eustacio de Antioquía (De engastrimytha c. Orig., 21; P.G., XVIII, 656). Todos esos escritores, a los que se pueden añadir más, dan testimonio de la continuidad de la tradición cristiana que afirma que Moisés escribió el Pentateuco. Una lista de los Padres que dan testimonio de la misma verdad puede consultarse en el artículo de Mangenoten “Dictionnaire de la Bible” (V, 74 ss.). Hoberg (Moses und der Pentateuch, 72 ss.) ha reunido los testimonios de la existencia de la misma tradición durante la Edad Media y en tiempos más recientes.
Pero la tradición católica no necesariamente afirma que Moisés escribió cada letra del Pentateuco tal como lo conocemos hoy, ni que su obra nos haya llegado absolutamente igual a como fue escrita. La opinión rígida de la autoría mosaica empezó a desarrollarse en el siglo XVIII y prácticamente se constituyó en la más aceptada en el siglo XIX. El tratamento arbitrario de la Escritura por parte de los protestantes, y la sucesión de varios sistemas destructivos aportados por el cristicismo bíblico causó este cambio de opinión en el campo católico.
 En el siglo XVI el Cardenal Belarmino, quien puede considerarse un exponente confiable de la tradición católica, expuso la opinión de que Esdras había reunido, reajustado y corregido las partes esparcidas del Pentateuco e incluso había añadido las partes necesarias para completar la historia del mismo libro (De Verbo Dei, II,I; cf. III, IV). Las perspectivas de Genebrard, Pereira, Bonfrere, a Lapide, Masius, Jansenius y otros biblicistas notables de los siglos XVI y XVII son igualmente elásticos en cuanto a la autoría mosaica del Pentateuco. Lo cual no significa que estén de acuerdo con las teorías del moderno criticismo bíblico.
Pero sí demuestran que los problemas actuales del Pentateuco no son desconocidos para los estudiosos católicos y que la autoría mosaica del Pentateuco, según ha sido determinada por la Comisión Bíblica, no es ninguna concesión aceptada por la Iglesia en contra de su voluntad para dar gusto a los no creyentes.

Voz de la Evidencia Interna.

Nadie disputa ya la posibilidad de que se hayan producido registros escritos en tiempos de Moisés. La escritura era ya conocida mucho antes de la época del gran legislador y ampliamente practicada en Egipto y Babilonia. En lo que respecta a los israelitas, Flinders Petrie infiere de ciertas inscripciones semíticas encontradas en 1905 en la península del Sinaí, que ellos también guardaban registros de su historia nacional desde la época de su cautividad a manos de Ramsés II.
 Las tabletas de Tell-el-Amarna muestran que el lenguaje de Babilonia era en cierto modo el lenguaje oficial en tiempos de Moisés, y conocido en Asia Occidental, Palestina y Egipto. Esto ha sido confirmado por los descubrimientos de Taanek. Pero de ello no se puede deducir que los egipcios e israelitas hayan utilizado esta lengua sagrada u oficial entre ellos o en sus documentos religiosos (cf. Benzinger, "Hebraische Archaologie", 2ª. ed., Tubinga, 1907, p. 172 ss.). Lo que enfrentamos aquí no es la mera posibilidad de la escritura en tiempos de Moisés ni el problema del lenguaje; se trata del tipo de simbología usado en los documentos mosaicos. Los jeroglíficos y letras cuneiformes eran ampliamente usados desde tiempos remotos. Las inscripciones más antiguas escritas en caracteres alfabéticos datan de apenas el siglo IX a. C. Pero dificilmente hay duda acerca de la mayor antigüedad de la escritura alfabética y nada nos impide ubicarla también en tiempos de Moisés.
Finalmente, el Código Hamurabi, descubierto en Susa en 1901 por la expedición francesa que había sido financiada por el matrimonio Dieulafoy, muestra que ya en tiempos pre-mosaicos las decisiones legales se conservaban por escrito. Ese código es anterior a Moisés por quinientos años y contiene cerca de 282 normas referentes a diversas contingencias de la vida cívica.
Hasta aquí hemos demostrado negativamente que no hay documento del que se afirme que haya sido escrito en tiempos de Moisés que constituya un antecedente de improbabailidad para su autenticidad. Pero las características internas del Pentateuco demuestran además, positivamente, que la obra al menos tiene probabilidades de ser de Moisés. Es cierto que en el Pentateuco no existe ninguna declaración expresa de total autoría mosaica. Pero ni el más exigente de los críticos pediría tal testimonio. 
Tal cosa no existe en prácticamente ningún libro, ni sagrado ni profano. Por otra parte, ya se ha demostrado que cuatro diferentes pasajes del Pentateuco están expresamente adjudicados a Moisés. Deut 31, 24- 29 destaca entre ellos pues sabe que Moisés escribió “las palabras de esta ley en un volumen” y dio órdenes de que fuera colocado en el Arca de la Alianza como testimonio en contra de aquellas personas que se habíian rebelado en vida del legislador y que habrían de actuar “perversamente” después de su muerte. Igualmente, varias secciones legales, aunque no están expresamente adjudicadas a Moisés, sí se derivan directamente de Moisés el legislador. Además, muchas leyes del Pentateuco brindan evidencia de que tuvieron su origen en el desierto. Lo que se ha dicho de varias leyes del Pentateuco es válido también de varias secciones históricas. Estas contienen, en el libro de los Números, por ejemplo, tantos nombres y cifras que éstas deben haber sido transmitidas por escrito. A menos que los críticos aporten suficiente evidencia de que esas secciones son sólo ficción, ellos deben admitir que esos datos históricos fueron escritos en documentos contemporáneos y no meramente transmitidos oralmente. 
Además, Hommel ("Die altisraelitische Überlieferung in inschriftlicher Beleuchtung", p. 302) ha dejado en claro que los nombres de las listas del libro de los Números tienen todas las características de los nombres árabes del segundo milenio antes de Cristo y exclusivamente pueden haberse originado en tiempos de Moisés, por más que se debe admitir que los textos de algunos trozos, e.gr. Num 13, han sufrido durante su transmisión. No hace falta recordar al lector que numerosas leyes y datos pentatéuticos implican las condiciones de la vida nómada de Israel.
 Por último, tanto el autor del Pentateuco como sus primeros lectores deben haber estado más familiarizados con la topografía y condiciones culturales de Egipto y con la península del Sinaí que con la tierra de Canaán. Cf. e.gr., Deut 8, 7-10; 11, 10 ss. Esas características internas del Pentateuco han sido desarrolladas a fondo por Smith en "The Book of Moses or the Pentateuch in its Authorship, Credibility, and Civilisation", Londres, 1868; Vigouroux, "La Bible et les decouvertes modernes", 6th ed., Paris, 1896, I, 453-80; II, 1-213, 529-47, 586-91; Idem, "Les Livres Saints et la critique rationaliste", París, 1902, III, 28-46, 79-99, 122-6; Heyes, "Bibel und AEgypten", Munster, 1904, p. 142; Cornely, "Introductio specialis in histor. Vet. Test. libros", I, París, 1887, pp. 57-60; Poole, "Ancient Egypt" en "Contemporary Review", Marzo, 1879, pp. 757-9.

Decisiones Eclesiásticas.

En conformidad con el triple argumento explicado hasta aquí sobre la autoría del Pentateuco, la Comisión Bíblica, el 27 de junio de 1906, respondió a una serie de preguntas relativas a esta materia de la siguiente manera:

1. Los argumentos reunidos por los críticos para impugnar la autenticidad mosaica de los libros sagrados conocidos como Pentateuco no tienen el suficiente peso como para darnos el derecho a sostener- dejando a un lado numerosos pasajes de ambos testamentos tomados en forma colectiva, el consenso continuado del pueblo judío, la constante tradición de la Iglesia y las indicaciones directas derivadas del texto mismo- que tales libros no tienen a Moisés como autor, sino que han sido compilados mayormente en tiempos posteriores a la época mosaica.
2. La autenticidad mosaica del Pentateuco no demanda necesariamente que la totalidad del texto haya sido redactada de tal modo que haga imperativo sostener que Moisés escribió todo y cada cosa de propia mano o que él directamente lo dictó a sus secretarios. Puede admitirse la hipótesis de aquellos que creen que Moisés confió a otros la composición del trabajo propiamente dicho, concebido bajo la influencia de la inspiración divina, pero de forma que ellos deberían expresar fielmente sus pensamientos, evitando escribir cosa alguna sin expresa autorización de él y sin omitir nada. Y que el trabajo resultante de esa operación debería ser finalmente aprobado por Moisés mismo, su autor principal e inspirado, y, claro, publicado bajo su nombre.
3. Puede concederse, sin perjuicio de la autenticidad mosaica del Pentateuco, que Moisés empleó diversas fuentes al realizar su trabajo, o sea, documentos escritos o tradiciones orales de los que él pudo haber concluido algunos puntos en concordancia con el fin que tenía señalado y bajo la influencia de la inspiración divina; que en su trabajo insertó esos elementos, sea textualmente, sea de acuerdo a su significado, en forma abreviada o ampliada.
4. La substancial autenticidad mosaica y la integridad del Pentateuco permanecen intactas aún concediendo que en el curso de los siglos la obra ha sufrido varias modificaciones, tales como adiciones post mosaicas que o fueron añadidas por un autor inspirado o insertadas en el texto a manera de glosas y explicaciones; la traducción de ciertas palabras y formas arcaicas utilizando formas más actualizadas de hablar; finalmente, lecturas equivocadas, debidas a errores de trascripción, sobre las cuales se puede investigar y determinar, apegados a las leyes de la crítica. Hay entre los estudiosos católicos una variedad de interpretaciones acerca de las adiciones y modificaciones postmosaicas que permite la Comisión Bíblica en el Pentateuco para que éste no pierda su integridad substancial y autenticidad mosaica.
1. Debemos entender esas alteraciones en un sentido amplio si queremos ubicar las posturas de Hummelauer o Vetter. Este último admite los documentos legales e históricos que tengan su base en la tradición mosaica, siempre y cuando hayan sido escritos en tiepo de los Jueces. Éste escritor data la primera redacción del Pentateuco en la época de la edificación del templo de Salomón, y la última en el tiempo de Esdras. Vetter murió en 1906, año en que la Comisión Bíblica promulgó el decreto en cuestión. Sería interesante ver si hubiera él modificado su teoría, y en qué forma, de haber conocido el decreto.
2. Una interpretación menos liberal del decreto está implicada en la hipótesis que sobre el Pentateuco expusieron Hobert ("Moses und der Pentateuch; Die Pentateuch Frage" en "Biblische Studien", X, 4, Friburgo, 1907; "Erklarung des Genesis", 1908, Friburgo, I-L), Schopfer (Geschichte des Alten Testamentes, 4ª. ed., 226 sqq.), Hopfl ("Die hohere Bibelkritik", 2ª. ed., Paderborn, 1906), Brucker ("L'eglise et la critique", París, 1907, 103 ss.), y Selbst (Schuster and Holzammer's "Handbuch zur Biblischen Geschichte", 7ª. ed., Friburgo, 1910, II, 94, 96). El último de los escritores mencionados cree que Moisés dejó escrito un libro de leyes al que Josué y Samuel añadieron partes suplementarias y normas, mientras que David y Salomón lo elevaron a un rango superior, relativo al sacerdocio y al culto, mientras otros reyes introdujeron algunas reformas religiosas, hasta que Esdras promulgó la totalidad de la Ley y la constituyó en la base para la restauración de Israel después del exilio. Consecuentemente, el Pentateuco que conocemos sería fruto del trabajo redaccional de Esdras sobre el texto original. El Doctor Selbst está convencido de que su reconocimiento de cambios textuales y adiciones materiales en el Pentateuco es congruente con la ley del desarrollo histórico y con los resultados del criticismo literario. El desarrollo histórico adapta leyes y normas a las condiciones religiosas, sociales y civiles de las diferentes épocas, mientras que, a su vez, el criticismo literario descubre en nuestro actual Pentateuco las peculiaridades de palabras y frases que dificilmente pueden ser consideradas originales, de adiciones históricas o informaciones, de modificaciones legales y señales de una administración de justicia más tardía así como fomas de culto posteriores. Pero el Dr. Selbst opina también que esas peculiaridades no ofrecen base suficiente para distinguir las diversas fuentes del Pentateuco.
3. Las opiniones de Kaulen (Einleitung, n. 193 sqq.), Key ("Die Pentateuchfrage, ihre Geschichte un ihre System", Munster, 1903), Flunk (Kirchenlexicon, IX, 1782 ss.), y Mangenot ("L'authenticite mosaique du Pentateuque", Paris, 1907; Idem, "Dict. de la Bible", V, 50-119) contienen una interpretación más estricta de las palabras del decreto. Excepción hecha de las partes que pertenecen al tiempo posterior a la muerte de Moisés, y de ciertas alteraciones accidentales del texto causadas por errores de los transcriptores, la totalidad del Pentateuco es obra de Moisés, quien la compuso en alguna de las formas sugeridas por la Comisión Bíblica.
Finalmente, queda la cuestión de la certeza teológica acerca de las tesis que sostienen la autenticidad mosaica del Pentateuco.
1.Ciertos investigadores católicos que escribieron entre 1887 y 1906 expresaron la opinión que la tesis en cuestión no está revelada en las Escrituras ni ha sido enseñada por la Iglesia. Afirman que no contiene ninguna verdad revelada, sino únicamente un postura que puede ser libremente disputada y discutida. En ese tiempo, la autoridad eclesiástica no había hecho ningún pronunciamiento sobre el asunto.
2. Otros autores conceden que la autenticidad mosaica ha sido revelada formalmente de un modo implícito; que se deriva de una fórmula revelada no por un silogismo estrictamente dicho sino por una simple declaración de términos. La negación de la autenticidad mosaica del Pentateuco es un error y su contradicción debe ser considerada errónea in fide (cf. Mechineau, "L'origine mosaique du Pentateuque", p. 34).
3. Una tercera clase de investigadores considera que la autenticidad mosaica del Pentateuco ni es una propuesta que pueda ser debatda libremente, ni una verdad formal e implícitamente revelada, ni tampoco que se puede inferir de la verdad revelada por simple deducción silogística. En otras palabras, constituría una verdad con certeza teológica cuya contradicción equivaldría a una proposición errónea o temeraria (cf. Brucker, "Authenticite des livres de Moise" en "Etudes", Marzo, 1888, p. 327; ibid., Enero, 1897, p. 122-3; Mangenot, "L'authenticité mosaïque du Pentateuque", pp. 267-310).
Cualquiera que haya sido el efecto causado- o por causar- por la decisión eclesiástica respecto a la autenticidad mosaica del Pentateuco en la opinión de los estudiosos de la problemática de ese libro, no se puede decir que ella haya sido la causa de la actitud conservadora de los académicos que escribieron antes de la promulgación del decreto. La siguiente lista contiene los nombres de los principales defensores recientes de la autenticidad mosacia:

Hengstenberg, "Die Bucher Moses und Aegypten", Berlín, 1841; Smith, "The Book of Moses or the Pentateuch in its Authorship, Credibility, and Civilisation", Londres, 1868; C. Schobel, "Demonstration de l'authenticite du Deuteronome", París, 1868; Idem, "Demonstration de l'authenticite mosaique de l'Exode", París, 1871; Idem, "Demonstration de l'authenticite mosaique du Levitique et des Nombres", París, 1869; Idem, "Demonstration de l'authenticite de la Genese", París, 1872; Idem, "Le Moise historique et la redaction mosaique du Pentateuque", París, 1875; Knabenbauer, "Der Pentateuch und die unglaubige Bibelkritik" in "Stimmen aus Maria-Laach", 1873, IV; Bredenkamp, "Gesetz und Propheten", Erlangen, 1881; Green, "Moses and the Prophets", Nueva York, 1883; Idem, "The Hebrew Feasts", Nueva York, 1885; Idem, "The Pentateuchal Question" in "Hebraica", 1889-92; Idem, "The Higher Criticism of the Pentateuch", Nueva York, 1895; Idem, "The Unity of the Book of Genesis", Nueva York, 1895; C. Elliot, "Vindication of the Mosaic Authorship of the Pentateuch", Cincinnati, 1884; Bissel, "The Pentateuch, its Origin and Structure", Nueva York, 1885; Ubaldi, "Introductio in Sacram Scripturam", 2a. ed., Roma, 1882, I, 452- 509; Cornely, "Introductio specialis in historicos V. T. libros", París, 1887, pp. 19-160; Vos, "Mosaic Origin of the Pentateuchal Codes", Londres, 1886; Bohl, "Zum Gesetz und zum Zeugniss", Viena, 1883; Zah, "Erneste Blicke in den Wahn der modernen Kritik des A. T.", Gutersloh, 1893; Idem, "Das Deuteronomium", 1890; Idem, "Israelitische und judische Geschichte", 1895; Rupprecht, "Die Anschauung der kritischen Schule Wellhausens vom Pentateuch", Leipzig, 1893; Idem, "Das Rathsel des Funfbuches Mose und seine falsche Losung", Gutersloh, 1894; Idem, "Des Rathsels Losung order Beitrage zur richtigen Losung des Pentateuchrathsels", 1897; Idem, "Die Kritik nach ihrem Recht uknd Unrecht", 1897; "Lex Mosaica, or the Law of Moses and the Higher Criticism" (by Sayce, Rawlinson, Trench, Lias, Wace, etc.), Londres, 1894; Card. Meignan, "De L'Eden a Moise", París, 1895, 1-88; Baxter, "Sanctuary and Sacrifice", London, 1896; Abbe de Broglie, "Questions bibliques", París, 1897, pp. 89-169; Pelt, "Histoire de l'A.T.", 3a ed., Paris, 1901, I, pp. 291-326; Vigouroux, "Les Livres Saints et la critique ratioinaliste", París, 1902, III, 1-226; IV, 239-53, 405-15; Idem, "Manuel biblique", 12a. ed., Paris, 1906, I, 397-478; Kley, "Die Pentateuchfrage, ihre Geschichte und ihre Systeme", Munster, 1903; Hopfl, "Die hohere Bibelkritik", Paderborn, 1902; Thomas, "The Organic Unity of the Pentateuch", Londres, 1904; Wiener, "Studies in Biblical Law", Londres, 1904; Rouse, "The Old Testament in New Testament Light", Londres, 1905; Redpath, "Modern Criticism and the Book of Genesis", Londres, 1905; Hoberg, "Moses und der Pentateuch", Freiburg, 1905; Orr, "The Problem of the Old Testament considered with reference to Recent Criticism", Londres, 1906.

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