Vista lateral |
Español: Santa María del Mar es una iglesia de estilo gótico situada en Barcelona , Cataluña , España .
Français: Eglise gothique de Santa Maria del Mar, qui se trouve à Barcelone , en Catalogne. |
Historia
Algunos estudios actuales afirman que se levanta sobre un antiguo anfiteatro o arenas romanas.
Siglos XIV y XV: la construcción
La construcción comenzó en 1329, tal como lo atestiguan las lápidas del portal de las Moreras (que da al Fossar de les Moreres) y el contrato establecido entre los obreros y los maestros Ramón Despuig y Berenguer de Montagut. Un hecho destacable, que aún perdura: se acuerda que la obra había de pertenecer, exclusivamente, a los feligreses de la zona del puerto y de la Ribera, únicos responsables materiales del templo, ya que ellos fueron quienes la sufragaron, bien con su dinero o bien con su trabajo. Este hecho está en clara contraposición a la catedral que por aquellas mismas fechas también se estaba construyendo y que estaba asociada a la monarquía, a la nobleza y al alto clero. Parece ser que en la construcción participó activamente toda la población de la Ribera, en especial los descargadores del muelle, llamados galafates de la Ribera o bastaixos, los cuales llevaban las enormes piedras destinadas a la construcción de la iglesia desde la cantera real de Montjuïc y desde las playas, donde estaban los barcos que las habían traído a Barcelona, hasta la mismísima plaza del Borne, cargándolas en sus espaldas, una a una. La puerta principal de la iglesia homenajea a los bastaixos que ayudaron a su construcción.
Los muros, las capillas laterales y la fachada se terminaron alrededor de 1350. En 1379, a punto de acabarse el cuarto tramo de bóvedas, se incendiaron los andamios y las piedras sufrieron importantes daños. Finalmente, el 3 de noviembre de 1383 se colocó la última parte de la bóveda y el 15 de agosto del año siguiente se celebró la primera misa. El terremoto de 1428 causó el derrumbamiento del rosetón provocando algunas muertes, por la caída de las piedras del mismo. Aunque pronto se firmó un contrato para construir uno nuevo de estilo flamígero, que quedó acabado en 1459 y al año siguiente, fueron colocadas las vidrieras del mismo.
Siglos posteriores
El interior de la iglesia fue adaptándose a lo largo de los siglos a los cambios de gustos arquitectónicos y se fue dotando de nuevos elementos.
A finales del siglo XVII, el virrey Jorge de Hesse-Darmstadt ordenó construir un pasadizo elevado que conectaba el palacio virreinal con el iglesia: discurría a lo largo de la calle Malcuinat y cruzaba el actual Fossar de les Moreres. La construcción del pasadizo se completó con la llamada Tribuna Real, situada en el lado de la epístola (derecho) del altar mayor.
El 1 de agosto de 1708, Santa María del Mar fue escenario de la boda entre el archiduque Carlos de Austria e Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel.
En 1783, se inauguró un nuevo altar mayor tardo-barroco formado por doce columnas monolíticas centradas alrededor de una imagen de la Virgen. Fue obra del arquitecto Deodat Casanovas y del escultor Salvador Gurrí.
La mayoría de las imágenes y el altar barroco añadidos durante los siguientes siglos resultaron quemados durante el incendio del templo el 3 y 4 de agosto de 1936. Este incendio fue provocado por los anarquistas y comunistas que asaltaron el templo (así como muchas otras iglesias barcelonesas).
En 1923 recibió el título de basílica menor, otorgado por el papa Pío XI.
El edificio
Generalidades
Visto desde el exterior el edificio presenta un aspecto macizo y robusto, que no transmite lo que encontraremos en el interior. El predominio de las líneas horizontales y de las secciones de pared sin grandes aberturas ni decoraciones es absoluto. Continuamente se subraya la horizontalidad, marcándola con molduras, cornisas y superficies planas, como si se quisiera evitar una excesiva sensación de altura (a pesar de ser, en realidad, un edificio bastante alto). Globalmente el edificio forma un bloque compacto, sin secciones de pared en diferentes profundidades (solo las correspondientes a las naves) típicos del gótico europeo. Esto permite que la iluminación sea siempre muy plana, alejada de los juegos de luces y sombras que se pueden producir en otras iglesias.
La fachada principal queda enmarcada por las dos torres octogonales (forma que se repetirá en las columnas del interior) y los dos poderosos contrafuertes que enmarcan el rosetón y transmiten la amplitud de la bóveda interior. Horizontalmente podemos ver dos tramos, claramente diferenciados por las molduras y las galerías, mientras que en las torres la horizontalidad queda subrayada, una vez más, por las galerías en lugar de pináculos o agujas. El tramo inferior queda centrado por el pórtico y el superior por el rosetón, con los dos ventanales que lo acompañan entre los contrafuertes y las torres.
La austeridad general es aún más manifiesta en los laterales, formados por una pared plana sin decoración que cierra el espacio entre los contrafuertes y permite la presencia de capillas interiores. La concepción es muy diferente a la de la gracilidad de los arbotantes del gótico francés, que nunca fueron un elemento destacado en el gótico catalán y que aquí han desaparecido por completo.
Horizontalmente se marcan con claridad tres pisos. En el inferior, correspondiente a las capillas laterales, se abren estrechos ventanales, relativamente pequeños, que ritman la pared y corresponden cada uno a una capilla interior y cada tres al espacio entre los contrafuertes. En los laterales se abren también dos puertas: la puerta de Sombrereros y la de las Moreras. Posteriormente se abrió una nueva puerta en el ábside: la puerta del Borne.
El interior
Interiormente es un edificio de tres naves, con deambulatorio y sin crucero. Las naves están formadas por cuatro tramos y el presbiterio consta de medio tramo y un polígono de siete lados, todo cubierto con una bóveda de crucería y coronado con magníficas llaves de bóveda. Formalmente, pues, tenemos un edificio de tres naves, pero parece como si el arquitecto hubiera querido dar la misma sensación de espacio que se consigue con una sola nave. Por eso separa bastante los pilares (15 metros) e iguala mucho las alzadas de las tres naves (1/8 menos las laterales que la central). El resultado es un espacio diáfano, que descarta la división del gótico francés y se inclina por una idea de espacio único.
La nave central se ilumina mediante óculos abiertos entre las galerías de la nave central y los laterales. Estos óculos se convierten en ventanales entre las columnas del presbiterio, los cuales ocupan casi todo el espacio disponible y contribuyen a reforzar el efecto de las columnas con un semicírculo de luz. Las naves laterales se iluminan con ventanales (uno por tramo y no muy grandes) que también contribuyen a iluminar la nave central.
Merece la pena destacar la austeridad conseguida, una vez más, por las paredes lisas; por las columnas octogonales limpias, ya que los nervios terminan a nivel de los capiteles en lugar de llegar a tierra; por el hecho de que los arcos de las naves laterales y los de la central arrancan de la misma alzada (la línea de impostas, en los capiteles) que dan una mayor impresión de igualdad de las naves, etc.
Se trata del ejemplo más emblemático y depurado del gótico catalán. La importancia que adquirió el barrio de la Rivera partir del siglo XIII como centro neurálgico de mercaderes y armadores hizo que se planteara la construcción de una gran iglesia en sustitución de la vieja Parroquia de las Arenas.
Las fachadas
Sus tres fachadas, la principal situada en la plaza de Santa María, otra en la calle de Santa María y la del paseo del Born, muestran la esencia del gótico catalán: torres octogonales, abundancia de superficies desnudas y contrafuertes macizos.
La fachada principal está decorada con las imágenes de San Pedro y San Pablo, con un insuperable rosetón de estilo gótico flamígero del siglo XV. En la fachada de la calle Santa María destacan las gárgolas de los contrafuertes, el reverso de las vidrieras y, sobre todo, sus monumentales dimensiones.Su interior es igualmente paradigma del gótico catalán con su amplitud de formas y la austeridad decorativa. Tiene tres naves de gran altura separadas por altas columnas y su armonía consiste en que las naves laterales miden la mitad exacta que la central y la anchura total del conjunto es igual a la altura de las naves laterales. Su riqueza decorativa fue destruida tras los disturbios de 1936, aunque subsisten lápidas relacionadas con el mundo marinero.
Santa María del Mar en obras de ficción
La basílica de Santa María del Mar protagoniza la novela de Ildefonso Falcones, La catedral del mar, que ha vendido más de seis millones de ejemplares y ha sido traducida a numerosas lenguas. Igualmente, en la segunda parte de la novela, "Los herederos de la tierra". También se hace referencia a ella en la obra de Carlos Ruiz Zafón, la novela El juego del ángel, y en la novela juvenil Thesaurus, Ombres a Barcelona de Àfrica Ragel.
El Fossar de les Moreres
El Fossar de les Moreres («Fosal de las Moreras») es una plaza de la ciudad de Barcelona, España, construida sobre el antiguo cementerio perteneciente a la adyacente basílica de Santa María del Mar. Integra los elementos conmemorativos a los caídos durante el asedio de Barcelona de 1714, en el marco de la Guerra de Sucesión Española. El motivo de que en este lugar se recuerde a los defensores caídos de la ciudad de Barcelona es que, durante la batalla del 11 de septiembre de 1714, muchos de los defensores muertos en combate fueron enterrados aquí.
Orígenes
Los orígenes del Fossar de les Moreres datan del siglo xii, cuando el párroco de la iglesia de Santa María del Mar, necesitado de un lugar cercano a su parroquia para enterrar a sus fieles, solicitó al potentado Bernat Marcús la donación de un terreno adyacente a la iglesia, que era de su propiedad. Marcús, después de meditarlo largamente, le cedió el solar, pero con la condición de que en el plazo máximo de quince días se debía haber enterrado en su solar algún feligrés, ya que consideraba que si transcurrido dicho plazo el terreno no se había utilizado, no era tan necesario como el párroco pretendía. Transcurrido el plazo otorgado por Marcús sin que se produjera ningún fallecimiento, este se dirigió a la iglesia para anular la donación realizada. Cuando llegó bajo las moreras que adornaban la plaza, un fulminante ataque al corazón acabó con su vida, siendo el propio donante quien inauguró el cementerio.
La Guerra de Sucesión Española
En 1705, mediante el Pacto de Génova, los caudillos austracistas catalanes firmaron una alianza militar entre el Principado de Cataluña y el Reino de Inglaterra, en virtud de la cual Cataluña se comprometía a luchar por la causa del pretendiente al trono español, Carlos de Austria, con la ayuda militar de Inglaterra, y esta se comprometía a defender las Constituciones de Cataluña fuera cual fuere el resultado de la guerra. Sin embargo, en 1713, tras la renuncia de Felipe V al trono de Francia, la entrega de Gibraltar y Menorca, y las concesiones comerciales en América, los ingleses cedieron ante Felipe. Este se comprometió en el artículo 13 del Tratado de Utrecht a aministiar a los catalanes y a concederles sólo los mismos derechos y privilegios que los habitantes de las dos Castillas, «que de todos los pueblos de España son los más amados por el Rey Católico». Ante el abandono inglés, se convocó en Barcelona el 30 de junio de 1713 una Junta de Brazos que finalizaría el 9 de julio con la publicación del edicto por el cual Cataluña declaraba la guerra en solitario a Felipe V y contra Francia, para mantenerse bajo la obediencia de Carlos de Austria y «por conservar las leyes, constituciones, privilegios, honores, costumbres y prerrogativas que el serenísimo duque de Anjou ha derogado queriendo que el presente Principado de Cataluña se entregue a discreción y que los naturales y habitantes no gocen en adelante más ley ni privilegio que la que a su arbitrio quiere imponerles». A los pocos días, las tropas de Felipe V rodearon la ciudad e iniciaron un bloqueo de once meses. Ante el fracaso del bloqueo, Felipe V solicitó a su abuelo, Luis XIV de Francia que le enviara militares franceses y, en julio de 1714, y con la llegada del duque de Berwick, se inició el asedio que finalizaría con la toma de la ciudad. Días después fueron abolidas las constituciones catalanas, siendo reemplazadas mediante el Decreto de Nueva Planta por el régimen absolutista borbónico que prolongaría su existencia hasta el siglo xix.
Simbolismo
En el siglo xix, las nuevas disposiciones sanitarias promulgadas en esta época supusieron la desaparición de numerosos cementerios parroquiales, cuyos solares se urbanizaron como nuevas plazas públicas: surgieron así plazas como la de Santa María, del Pino, de San José Oriol, de San Felipe Neri, de San Justo, de San Pedro y de San Jaime.
En la actualidad, cada 11 de septiembre se conmemora la Fiesta Nacional de Cataluña y se rinde homenaje en la plaza a los defensores de la ciudad, muertos y enterrados en este lugar. Por ello, se encuentra inscrito el siguiente texto de Serafí Pitarra:
Al fossar de les Moreres no s'hi enterra cap traïdor,
fins perdent nostres banderes serà l'urna de l'honor.
En el Fossar de les Moreres no se entierra ningún traidor,
hasta perdiendo nuestras banderas será la urna del honor.
Sin embargo, según el historiador Jordi Canal, «no hay evidencias históricas ni arqueológicas, por el momento, que permitan corroborar» los hechos narrados en el poema de Pitarra. «Lo único que parece seguro, como afirma el arqueólogo Roger Molinas, es que allí se enterraron cuerpos desde la época medieval. No parece que fuera ni el principal lugar de sepultura de los defensores de Barcelona en 1714, ni tampoco que únicamente los "patriotas" muertos fueran allí destinados... Menos de una década después de los hechos, según las investigaciones de Albert García Espuche, ya se habían construido casas en el cementerio
El edificio
La luz es la gran protagonista del interior de Santa María del Mar. |
Generalidades
Visto desde el exterior el edificio presenta un aspecto macizo y robusto, que no transmite lo que encontraremos en el interior. El predominio de las líneas horizontales y de las secciones de pared sin grandes aberturas ni decoraciones es absoluto. Continuamente se subraya la horizontalidad, marcándola con molduras, cornisas y superficies planas, como si se quisiera evitar una excesiva sensación de altura (a pesar de ser, en realidad, un edificio bastante alto). Globalmente el edificio forma un bloque compacto, sin secciones de pared en diferentes profundidades (solo las correspondientes a las naves) típicos del gótico europeo. Esto permite que la iluminación sea siempre muy plana, alejada de los juegos de luces y sombras que se pueden producir en otras iglesias.
Vista de las naves hacia el presbiterio. |
La fachada principal queda enmarcada por las dos torres octogonales (forma que se repetirá en las columnas del interior) y los dos poderosos contrafuertes que enmarcan el rosetón y transmiten la amplitud de la bóveda interior. Horizontalmente podemos ver dos tramos, claramente diferenciados por las molduras y las galerías, mientras que en las torres la horizontalidad queda subrayada, una vez más, por las galerías en lugar de pináculos o agujas. El tramo inferior queda centrado por el pórtico y el superior por el rosetón, con los dos ventanales que lo acompañan entre los contrafuertes y las torres.
La austeridad general es aún más manifiesta en los laterales, formados por una pared plana sin decoración que cierra el espacio entre los contrafuertes y permite la presencia de capillas interiores. La concepción es muy diferente a la de la gracilidad de los arbotantes del gótico francés, que nunca fueron un elemento destacado en el gótico catalán y que aquí han desaparecido por completo.
Horizontalmente se marcan con claridad tres pisos. En el inferior, correspondiente a las capillas laterales, se abren estrechos ventanales, relativamente pequeños, que ritman la pared y corresponden cada uno a una capilla interior y cada tres al espacio entre los contrafuertes. En los laterales se abren también dos puertas: la puerta de Sombrereros y la de las Moreras. Posteriormente se abrió una nueva puerta en el ábside: la puerta del Borne.
Torre de la iglesia gótica de Santa María del Mar, en el Casc Antic ("barrio antiguo") de Barcelona, Cataluña, España. Sta. Maria del Mar (Barcelona). |
El interior
Interiormente es un edificio de tres naves, con deambulatorio y sin crucero. Las naves están formadas por cuatro tramos y el presbiterio consta de medio tramo y un polígono de siete lados, todo cubierto con una bóveda de crucería y coronado con magníficas llaves de bóveda. Formalmente, pues, tenemos un edificio de tres naves, pero parece como si el arquitecto hubiera querido dar la misma sensación de espacio que se consigue con una sola nave. Por eso separa bastante los pilares (15 metros) e iguala mucho las alzadas de las tres naves (1/8 menos las laterales que la central). El resultado es un espacio diáfano, que descarta la división del gótico francés y se inclina por una idea de espacio único.
Vista hacia el presbiterio. |
La nave central se ilumina mediante óculos abiertos entre las galerías de la nave central y los laterales. Estos óculos se convierten en ventanales entre las columnas del presbiterio, los cuales ocupan casi todo el espacio disponible y contribuyen a reforzar el efecto de las columnas con un semicírculo de luz. Las naves laterales se iluminan con ventanales (uno por tramo y no muy grandes) que también contribuyen a iluminar la nave central.
Bóveda de la girola; se pueden ver los pilares prismáticos y las claves policromadas de la nave central. |
Vista de las naves hacia los pies del templo. |
Merece la pena destacar la austeridad conseguida, una vez más, por las paredes lisas; por las columnas octogonales limpias, ya que los nervios terminan a nivel de los capiteles en lugar de llegar a tierra; por el hecho de que los arcos de las naves laterales y los de la central arrancan de la misma alzada (la línea de impostas, en los capiteles) que dan una mayor impresión de igualdad de las naves, etc.
Se trata del ejemplo más emblemático y depurado del gótico catalán. La importancia que adquirió el barrio de la Rivera partir del siglo XIII como centro neurálgico de mercaderes y armadores hizo que se planteara la construcción de una gran iglesia en sustitución de la vieja Parroquia de las Arenas.
Las fachadas
NO ES UNA CATEDRAL, SINO UNA BASÍLICA
La Catedral del Mar, la novela de Ildefonso Falcones, contribuyó en
gran medida a convertir a Santa María del Mar en un destino turístico muy
visitado de Barcelona; pero también acrecentó la confusión por el título que
recibe: ¿Es catedral o no es catedral? Pues no, Santa María del Mar es una
basílica menor, la tercera de la ciudad, precedida por la Catedral de
Barcelona y la Basílica de la Mercè.
En la actualidad, en Barcelona existen
nueve basílicas menores (llamadas así para diferenciarlas de las primeras
iglesias fundadas en Roma). Se consideran basílicas menores las iglesias que
sobresalen por motivos artísticos y espiritual, y que gozan de ciertos
privilegios. Aunque a diferencia de las catedrales, las basílicas no son la
sede del obispo.
SE ENCUENTRA EN EL BARRIO DE LA RIBERA Y JUNTO A LA CATEDRAL
La Basílica de Santa María del Mar está en el barrio de la Ribera, en
el centro de Barcelona y junto al barrio del Born. Tal como indican las
lápidas del portal de las Moreres, junto al Fossar de les Moreres, su
construcción comenzó el 25 de mayo de 1329. Desde el principio, apareció en
contraposición a la Catedral de Barcelona, que se levantaba muy próxima y en
las mismas fechas. Si la catedral se asoció a la monarquía, a la nobleza y al
alto clero, desde el principio se estableció que la basílica, debía
pertenecer exclusivamente a los feligreses de la zona del puerto y de la
Ribera. Era una basílica para un barrio. De hecho, pasó pronto a ser conocida
popularmente como "la catedral del Mar".
ESCUDO DEL F.C BARCELONA EN LAS VIDRIERAS DE LA CATEDRAL DEL MAR
Son muchos los visitantes que afirman haber visto el escudo del
Fútbol Club Barcelona en la Catedral del Mar. Y no son alucinaciones. Los
visitantes que dirijan su mirada hacia los ventanales del segundo piso, a la
izquierda, según se mira el altar, verán el escudo colocado allí a finales de
los años 60, cuando se decidió reemplazar las vidrieras por unas nuevas. Para
ello se impulsó una campaña de patrocinio a la que varias entidades se
sumaron, entre ellas el equipo de fútbol. Así pues, el escudo no tiene ningún
sentido religioso, sino que es la prueba de que el equipo de fútbol
contribuyó en la financiación.
SE CONSTRUYÓ CON EL ESFUERZO POPULAR DE LOS HABITANTES DEL BARRIO
Fueron los vecinos de la Ribera los únicos responsables materiales
del templo. Hubo dos formas de colaborar en la construcción de la basílica:
los más ricos, mercaderes y armadores, pusieron dinero, y los más pobres, los
estibadores del puerto conocidos como los "bastaixos", pusieron la
mano de obra, moviendo los pesados bloques de piedra desde la cantera de la
montaña de Montjuïc hasta el barrio. En homenaje al esfuerzo de estos
hombres, se colocaron en la puerta principal de la basílica de Santa María
del Mar unos repujados de bronce que les representan.
EL MAR ESTABA MUCHO MÁS CERCA EN SU ÉPOCA QUE EN LA ACTUALIDAD
En el siglo XI, el Condado de Barcelona se erige como centro
político, económico y comercial de la zona y la ciudad crece en importancia,
produciéndose los primeros asentamientos extramuros, junto al litoral. Es el
caso, a finales de la Edad Media, del barrio de la Ribera. Según parece ser,
Santa María de Mar estaba muy cerca de las arenas de la playa y del trasiego
portuario que hizo crecer al barrio.
Por todo ello, se la conocía como la iglesia de los pescadores. En el siglo XV se construyó un dique para que la ciudad tuviera un puerto más accesible. Su construcción provocó que los sedimentos del río Besós se acumularan alrededor del islote de Maians, que se encontraba a un centenar de metros de la costa. Siglos después, esa tierra gana al mar se convirtió en La Barceloneta.
ES UNA JOYA DEL GÓTICO CATALÁN
Su fachada principal, enmarcada por dos torres octogonales, preside
un edificio austero, imponente y sin grandes cargas de ornamentación. Para
nada nos hace imaginar lo que encontraremos en su interior: una joya de la
arquitectura gótica catalana. El trabajo en los pilares y la misma altura de
las naves laterales simulan la sensación de un único espacio que se eleva
diáfano. Sin duda, se trata del ejemplo más emblemático y depurado del gótico
catalán, obra de los maestros Berenguer Montagut y Ramón Despuig.
El gótico catalán se circunscribe básicamente en la ciudad de Barcelona y áreas de influencia de la comarca y se caracterizó por elementos singulares como ausencia de decoración y pilares esbeltos.
ESTÁ JUNTO A UN ENCLAVE SIMBÓLICO
El memorial del Fossar de les Moreres dedicado a las víctimas del
asedio de Barcelona de 1714 está construido en la plaza sobre el antiguo
cementerio perteneciente a la adyacente basílica de Santa María del Mar. Los
orígenes del Fossar de les Moreres son del siglo XII, cuando el párroco de la
iglesia de Santa María del Mar, solicitó la donación de un terreno adyacente
a la iglesia para enterrar a sus fieles.
En la actualidad, cada 11 de septiembre, se conmemora aquí la fiesta nacional de Cataluña y se rinde homenaje en la plaza a los defensores de la ciudad, muertos y enterrados en este lugar. La actual plaza fue inaugurada el 11 de septiembre de 1989 por Pasqual Maragall, el alcalde de Barcelona en aquel entonces. Años después, se instaló un pebetero sobre una estructura metálica curvada de 15 metros de altura y color rojo de la que surge una llama en recuerdo a los caídos.
SE CONSTRUYÓ SOBRE UN ANFITEATRO
Una investigación de la historiadora Jordina Sales Carbonell, de la
Universidad de Barcelona, demostró que donde ahora se encuentra la Basílica
de Santa Maria del Mar había un anfiteatro romano. Resumiendo, parece ser
que, según un documento antiguo de 1104, el nombre que tenía originalmente la
construcción preexistente a la actual basílica era el de Santa María de les
Arenes. Contrariamente a lo que pudiera parecer, el nombre no se refería a la
cercana playa de la época, sino al antiguo anfiteatro. Igualmente, las
excavaciones realizadas en el interior de Santa María del Mar alumbraron el
hallazgo de arenas niveladas uniformemente y en las que después se excavaron
las tumbas de una antigua necrópolis de los siglos IV a VI.
ES UNO DE LOS ESPACIOS LITERARIOS DE LA CIUDAD Y AHORA SE HA
CONVERTIDO EN UNA SERIE DE TV
La publicación de la novela La Catedral del Mar, de Ildefonso
Falcones situó a la Basílica de Santa María del Mar entre los enclaves más
literarios de Barcelona. De la novela se vendieron millones de ejemplares con
traducciones a varias lenguas. Pero la relación de esta iglesia con la
literatura no se acaba aquí.
También aparece en la no menos famosa novela de Carlos Ruíz Zafón, La sombra del viento o también del mismo autor El juego del ángel. Y en otras novelas que tienen a Barcelona como escenario. Ahora también protagoniza una serie de televisión basada en la novela homónima de Ildefonso Falcones.
TIENE UNA ACCIDENTADA HISTORIA
La basílica de Santa María ha resistido terremotos, atentados,
guerras e incendios. A punto de finalizarse la construcción del cuarto tramo
de las bóvedas en 1379, el andamiaje se incendió y las piedras se dañaron de
forma severa. A pesar del imprevisto, en 1383 se colocó la última clave de
bóveda. Sólo medio siglo después, el terremoto de Cataluña de 1428 provocó el
derrumbe del rosetón lo que provocó la muerte de una treintena de fieles.
Debido al trágico suceso, se construyó otro rosetón de estilo flamígero. Pero,
seguramente el mayor daño en el monumento sucedió en 1936 con un ataque
anarquista por el cual la iglesia estuvo ardiendo de forma continuada durante
una semana. Al incendio poco más sobrevivió que la estructura del edificio.
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Sus tres fachadas, la principal situada en la plaza de Santa María, otra en la calle de Santa María y la del paseo del Born, muestran la esencia del gótico catalán: torres octogonales, abundancia de superficies desnudas y contrafuertes macizos.
La fachada principal está decorada con las imágenes de San Pedro y San Pablo, con un insuperable rosetón de estilo gótico flamígero del siglo XV. En la fachada de la calle Santa María destacan las gárgolas de los contrafuertes, el reverso de las vidrieras y, sobre todo, sus monumentales dimensiones.Su interior es igualmente paradigma del gótico catalán con su amplitud de formas y la austeridad decorativa. Tiene tres naves de gran altura separadas por altas columnas y su armonía consiste en que las naves laterales miden la mitad exacta que la central y la anchura total del conjunto es igual a la altura de las naves laterales. Su riqueza decorativa fue destruida tras los disturbios de 1936, aunque subsisten lápidas relacionadas con el mundo marinero.
Santa María del Mar en obras de ficción
La basílica de Santa María del Mar protagoniza la novela de Ildefonso Falcones, La catedral del mar, que ha vendido más de seis millones de ejemplares y ha sido traducida a numerosas lenguas. Igualmente, en la segunda parte de la novela, "Los herederos de la tierra". También se hace referencia a ella en la obra de Carlos Ruiz Zafón, la novela El juego del ángel, y en la novela juvenil Thesaurus, Ombres a Barcelona de Àfrica Ragel.
El Fossar de les Moreres
El Fossar de les Moreres («Fosal de las Moreras») es una plaza de la ciudad de Barcelona, España, construida sobre el antiguo cementerio perteneciente a la adyacente basílica de Santa María del Mar. Integra los elementos conmemorativos a los caídos durante el asedio de Barcelona de 1714, en el marco de la Guerra de Sucesión Española. El motivo de que en este lugar se recuerde a los defensores caídos de la ciudad de Barcelona es que, durante la batalla del 11 de septiembre de 1714, muchos de los defensores muertos en combate fueron enterrados aquí.
Orígenes
Los orígenes del Fossar de les Moreres datan del siglo xii, cuando el párroco de la iglesia de Santa María del Mar, necesitado de un lugar cercano a su parroquia para enterrar a sus fieles, solicitó al potentado Bernat Marcús la donación de un terreno adyacente a la iglesia, que era de su propiedad. Marcús, después de meditarlo largamente, le cedió el solar, pero con la condición de que en el plazo máximo de quince días se debía haber enterrado en su solar algún feligrés, ya que consideraba que si transcurrido dicho plazo el terreno no se había utilizado, no era tan necesario como el párroco pretendía. Transcurrido el plazo otorgado por Marcús sin que se produjera ningún fallecimiento, este se dirigió a la iglesia para anular la donación realizada. Cuando llegó bajo las moreras que adornaban la plaza, un fulminante ataque al corazón acabó con su vida, siendo el propio donante quien inauguró el cementerio.
La Guerra de Sucesión Española
En 1705, mediante el Pacto de Génova, los caudillos austracistas catalanes firmaron una alianza militar entre el Principado de Cataluña y el Reino de Inglaterra, en virtud de la cual Cataluña se comprometía a luchar por la causa del pretendiente al trono español, Carlos de Austria, con la ayuda militar de Inglaterra, y esta se comprometía a defender las Constituciones de Cataluña fuera cual fuere el resultado de la guerra. Sin embargo, en 1713, tras la renuncia de Felipe V al trono de Francia, la entrega de Gibraltar y Menorca, y las concesiones comerciales en América, los ingleses cedieron ante Felipe. Este se comprometió en el artículo 13 del Tratado de Utrecht a aministiar a los catalanes y a concederles sólo los mismos derechos y privilegios que los habitantes de las dos Castillas, «que de todos los pueblos de España son los más amados por el Rey Católico». Ante el abandono inglés, se convocó en Barcelona el 30 de junio de 1713 una Junta de Brazos que finalizaría el 9 de julio con la publicación del edicto por el cual Cataluña declaraba la guerra en solitario a Felipe V y contra Francia, para mantenerse bajo la obediencia de Carlos de Austria y «por conservar las leyes, constituciones, privilegios, honores, costumbres y prerrogativas que el serenísimo duque de Anjou ha derogado queriendo que el presente Principado de Cataluña se entregue a discreción y que los naturales y habitantes no gocen en adelante más ley ni privilegio que la que a su arbitrio quiere imponerles». A los pocos días, las tropas de Felipe V rodearon la ciudad e iniciaron un bloqueo de once meses. Ante el fracaso del bloqueo, Felipe V solicitó a su abuelo, Luis XIV de Francia que le enviara militares franceses y, en julio de 1714, y con la llegada del duque de Berwick, se inició el asedio que finalizaría con la toma de la ciudad. Días después fueron abolidas las constituciones catalanas, siendo reemplazadas mediante el Decreto de Nueva Planta por el régimen absolutista borbónico que prolongaría su existencia hasta el siglo xix.
Simbolismo
En el siglo xix, las nuevas disposiciones sanitarias promulgadas en esta época supusieron la desaparición de numerosos cementerios parroquiales, cuyos solares se urbanizaron como nuevas plazas públicas: surgieron así plazas como la de Santa María, del Pino, de San José Oriol, de San Felipe Neri, de San Justo, de San Pedro y de San Jaime.
En la actualidad, cada 11 de septiembre se conmemora la Fiesta Nacional de Cataluña y se rinde homenaje en la plaza a los defensores de la ciudad, muertos y enterrados en este lugar. Por ello, se encuentra inscrito el siguiente texto de Serafí Pitarra:
Al fossar de les Moreres no s'hi enterra cap traïdor,
fins perdent nostres banderes serà l'urna de l'honor.
En el Fossar de les Moreres no se entierra ningún traidor,
hasta perdiendo nuestras banderas será la urna del honor.
Sin embargo, según el historiador Jordi Canal, «no hay evidencias históricas ni arqueológicas, por el momento, que permitan corroborar» los hechos narrados en el poema de Pitarra. «Lo único que parece seguro, como afirma el arqueólogo Roger Molinas, es que allí se enterraron cuerpos desde la época medieval. No parece que fuera ni el principal lugar de sepultura de los defensores de Barcelona en 1714, ni tampoco que únicamente los "patriotas" muertos fueran allí destinados... Menos de una década después de los hechos, según las investigaciones de Albert García Espuche, ya se habían construido casas en el cementerio
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