MURO DE LOS LAMENTOS.
Mujeres del Muro. Mujeres del Muro (en hebreo: נשות הכותל, Neshot HaKotel) es una asociación feminista judía con sede en Israel que lucha para conseguir que las mujeres tengan derecho a llevar encima los rollos de la Torá, a leer la Torá y a llevar las vestimentas religiosas al Muro de las Lamentaciones, también llamado "Kotel".
En este grupo de oración femenino, diversas mujeres rabinas se reúnen un día de cada mes, durante el Rosh Jodesh (el primer día del mes, según el calendario hebreo), en el Muro. El grupo ora tradicionalmente y está formado por mujeres que quieren leer la Torá y que visten el talit (manto de oración judío), las tefilín (filacterias) y la kipá, (gorra de oración judía). A pesar de que los usos y costumbres de las mujeres están establecidos, desde 1967, por el rabinato ortodoxo, muchas mujeres miembros del grupo han sufrido agresiones por parte de los ultraortodoxos e, inclusive, han sido detenidas por la Policía del Muro. Historia El muro de las Lamentaciones es uno de los lugares sagrados judíos. Había formado parte del muro de contención del Monte del Templo, sobre el cual había estado el segundo Templo de Jerusalén (antes de su destrucción por parte de los romanos el año 70 dC). Actualmente, está bajo el control del Gran Rabinato de Israel y la seguridad del Muro está a cargo de la Policía del Muro (Kotel). La asociación Women of the Wall fue fundada en diciembre del año 1988, después de la primera conferencia feminista judía internacional (que tuvo lugar en Jerusalén). Un grupo de 100 participantes se reunieron en el Muro (Kotel) para orar dentro de la sección del Muro reservada para las mujeres. Aquel día, como llevaban el manto de oración (Talit), las filacterias (tefilín) y la kipá, y cantaban y leían la Torá en voz alta, el grupo fue asaltado verbal y físicamente por los hombres ultraortodoxos. Desde entonces, un grupo de mujeres de Jerusalén siguió yendo a orar al Muro (Kotel) (a pesar de que, a menudo, fueron atacadas por los ultraortodoxos (jaredíes)). Después de un incidente bastante violento, en el que los Jaredíes lanzaron unas sillas sobre la sección de las mujeres, la Asociación mujeres del muro hizo una petición al Gobierno israelí, que rehusó la demanda del grupo y aprobó una lista de prohibiciones machistas (como prohibir a las mujeres poder orar en grupo, tocar un rollo de la Torá o llevar el manto de oración (Talit)). Las Mujeres del Muro creen que un rollo de la Torá no puede volverse impuro si una mujer lo toca. A continuación, después de los violentos ataques por parte de los Jaredíes, la asociación plantó cara nuevamente para obtener el derecho de organizar las oraciones en el Muro (Kotel) y para contestar a la posición del gobierno de Israel. Las diferencias religiosas llegaron a la Corte Suprema de Israel y hubo una serie de debates en la Knéset.
El 22 de mayo de 2002, la Corte Suprema de Israel decidió que era totalmente legal que las Mujeres del Muro organizaran grupos de oración y de lectura de la Torá en la sección del Muro reservada para las mujeres. Cuatro días más tarde, los partidos ultraortodoxos, uno de ellos el partido Shas, promovieron diversos proyectos de ley para anular la decisión de la Corte Suprema de Israel y un proyecto de ley para calificar de delito criminal a la mujer por el hecho de rezar en el Muro Occidental de una manera no tradicional, delito punible con una pena de hasta siete años de prisión. Pese a que la ley no llegó a ser aprobada por la Knéset, la Corte Suprema reconsideró su primera decisión. Así entonces, el 6 de abril de 2003, la Corte Suprema revocó su decisión y, por 5 votos contra 4, confirmó la decisión del Gobierno israelí de prohibir a las Mujeres del Muro poder leer la Torá o poder llevar encima el manto de oración (Talit), y las filacterias (Tefilín) al Muro de las Lamentaciones, con base en el argumento de que eso representaba una amenaza al orden y a la seguridad, pero, a la vez, la Corte Suprema pidió al gobierno de Israel la disposición de un lugar diferente (conocido como el Arco de Robinson) donde las Mujeres del Muro pudieran rezar. Arrestos Diversas miembros del grupo feminista han sido arrestadas por los actos que las Mujeres del Muro llevaron a cabo después de la decisión de la Corte Suprema. Nofrat Frenkel fue arrestada por llevar un manto de oración (Talit) y por haber llevado una Torá en los brazos en noviembre de 2009. No fue acusada, pero se le prohibió cualquier visita al Muro durante dos semanas. La persona responsable de la asociación, Anat Hoffman, fue interrogada por la policía en enero de 2010. Le tomaron muestras de las huellas dactilares y la amenazaron que la acusarían de haber cometido un crimen por su implicación en los actos de la asociación de Mujeres del Muro que se produjeron en diciembre de 2009. El 12 de julio de 2010, Hoffman fue arrestada por llevar en los brazos un rollo de la Torá. Además recibió una multa de 5000 ILS y la prohibición de acercarse al Muro durante un mes. Punto de vista de la Asociación de Mujeres del Muro La Asociación Mujeres del Muro desea poder rezar en el Muro de manera no tradicional y fundamenta su posición en el derecho a la igualdad para las mujeres y el derecho a la libertad religiosa. Su misión es presentada en su página web en la red. "Nos comprometemos a educar a las mujeres judías y al público sobre las ramificaciones sociales, políticas y personales de la limitación y de la supresión del derecho de las mujeres a rezar en tanto que somos un grupo en un lugar santo. Consideramos que la imposición de la ley y de la sociedad, con el objetivo de silenciar a las mujeres que quieren orar es una violación de nuestros derechos cívicos, de nuestros derechos humanos y de nuestra libertad religiosa. La educación es la clave para cambiar las leyes y nuestras vidas. Cada vez que nos reunimos para orar, permitimos y alentamos a las mujeres judías a unirse libremente. Nos colocamos al frente del movimiento por el pluralismo religioso en Israel, con la esperanza de inspirar y de permitir a las mujeres de todo del mundo encontrar su propia voz." Punto de vista de los jaredíes ultraortodoxos Uno de los motivos de los jaredíes contra el grupo Mujeres del Muro es la creencia de que estas mujeres actúan movidas por razones políticas y no religiosas, es decir, las acusan de no tener el verdadero deseo de orar. El Rabino Moshé Feinstein, un erudito del Talmud y experto en la ley judía, decidió que los grupos de oración de las mujeres deberían estar permitidos solamente cuando su motivación sea considerada honesta por los rabinos y no cuando esta motivación se encuentre influenciada por el feminismo. Los rabinos Dov Frimer y Arye, los opositores jaredíes, decidieron que las oraciones en grupo de las mujeres no eran compatibles con la ley judía. Según el rabino Avi Shafran, la Asociación de Mujeres del Muro ha desobedecido las instrucciones del rabino del muro y de los rabinos de Israel. Además de su oposición a la asociación de las Mujeres del Muro, la comunidad ultraortodoxa está en contra de las mujeres que cantan en presencia de los hombres y que leen la Torá y del hecho que las mujeres puedan llevar el talit y las filacterias, ya que estas son las prendas tradicionalmente usadas por los hombres en el judaísmo ortodoxo. Todas estas prácticas han sido prohibidas por las autoridades religiosas ultraortodoxas de los jaredíes. |
El Pequeño Muro de los Lamentos enfada más a los palestinos.
Las recientes medidas para favorecer el culto judío en un trozo casi ignorado de la pared que rodeaba al antiguo Templo de Jerusalén, conocida como "Pequeño Muro de los Lamentos", despiertan una enorme susceptibilidad entre los palestinos. Daniela Brik, Jerusalén | Efe 04.02.2011 Se trata de un muro de irregulares bloques de piedra enclaustrado en pleno barrio musulmán de la ciudadela de Jerusalén, desconocido para el gran público, inclusive para buena parte de sus habitantes. Conocido en hebreo como "Kotel Hakatán", la pared es la hermana pequeña del Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado para el judaísmo e imponente vestigio de la fortificación que circundaba el templo levantado por el Rey Herodes hace más de dos milenios. Ubicado a unos 200 metros al norte del epicentro de ese símbolo para el pueblo judío, el "Pequeño Muro" es de apariencia menos majestuosa y sólo las enormes secciones de piedra de las hileras inferiores se cree que datan de tiempos del Segundo Templo de Jerusalén (516 a.C-70 d.C). La muralla es la continuación del conocido muro, pero para los creyentes incluso es más venerado que aquel, pues se encuentra junto a la posible localización del Sancta Sanctorum, el lugar más sagrado del bíblico santuario israelí. La sección apenas alcanza los diez metros de altura, pero las piedras no han sido tocadas por millones de fieles y muchos dicen que su estado se asemeja al del propio Muro de los Lamentaciones antes de que Israel capturara Jerusalén Este, incluida la ciudad vieja, en la Guerra de los Seis Días (1967). "Ese lugar es igual de importante que el Muro de las Lamentaciones para el judaísmo ya que forma parte de la pared que rodeaba el Templo", explica el rabino del Muro de los Lamentos, Shamuel Rabinovich. Precisó que el sitio ha estado siempre abierto al culto, incluso antes de 1948, año de la creación del Estado de Israel. Una de sus peculiaridades es que, a diferencia del popularmente conocido, en éste hombres y mujeres pueden rezar juntos, y al estar rodeado por un patio vecinal el ambiente es más íntimo. Yusuf Natsheh, director del Departamento de Turismo y Arqueología de la Administración del Waqf (autoridad de bienes inalienables islámicos) de la Mezquita de Al Aksa, no ve ninguna base para relacionar la pared con el Muro de las Lamentaciones. "Estamos hablando de un lugar mayormente desarrollado por los mamelucos en el siglo XIV y dinastías musulmanas, es adyacente al Haram (es-Sharif o Noble Santuario, tercer lugar más importante del Islam), lo que significa que es una propiedad del Waqf", sentencia. El lugar ha saltado a la actualidad en las últimas semanas después de que las autoridades israelíes hayan tomado una serie acciones encaminadas a favorecer el acceso de devotos judíos. Se han retirado unos andamios que se hallaban bajo un arco sobre el que se alza un edificio adyacente al mismo muro, lo que hace sospechar a los vecinos palestinos de que se trata de una ampliación del lugar destinado al rezo. Nayib Hatib, palestino que vive en una casa contigua se queja de que las sesiones de rezos que se organizan frente a su casa incomodan a los vecinos. "Cada día tengo que gritar para que se callen. Esto no es una propiedad judía sino musulmana", refiere este periodista del diario Al Quds y padre de cuatro hijos. La Municipalidad de Jerusalén ha puesto una placa en inglés, hebreo y árabe indicando la entrada al lugar al que se llega atravesando un pasadizo que termina en un patio conocido por los residentes musulmanes como "Rabat el-Kurd". Los andamios fueron colocados en 1972 para sujetar el edificio que colinda con la pared tras unas perforaciones que dañaron la propia estructura del muro y que en su día desató las iras de las autoridades religiosas judías y musulmanas. Desde entonces, la Municipalidad de Jerusalén decidió no adoptar ningún cambio en la zona, pese a que el andamiaje ya no cumplía con la función de sujetar el edificio, según medios locales. El lugar es considerado igualmente sagrado para el Islam al formar parte de la muralla del complejo de la Explanada de las Mezquitas y encontrarse junto a un mausoleo de prominentes familias palestinas e islámicas, por lo que Natsheh considera que fomentar el culto judío es como "echar un fósforo a un barril de gasolina". |
El Barrio marroquí.
El Barrio marroquí (árabe حارَة المَغارِبة Hārat al-Maghāriba) fue un barrio de 800 años de antigüedad que formaba parte de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Llegaba hasta el muro occidental del Monte del Templo al este (incluyendo el Muro de las Lamentaciones), y hasta los muros de la Ciudad Vieja al sur, y lindaba con el Barrio judío al oeste y con el Barrio musulmán al norte. Tenía varias escuelas e instituciones religiosas. Era el quinto y más pequeño barrio de la antigua Jerusalén, y fue demolido por completo en 1967 por el gobierno israelí a fin de facilitar el acceso público al Muro de las Lamentaciones. En el siglo XXI, la mayor parte de su superficie ha sido absorbida por el Barrio judío y no queda prácticamente ninguna huella de su existencia. Orígenes Según relata el historiador del siglo XV, Mujir al-Din al-'Ulaymi, el Barrio Marroquí fue creado en 1193 por el hijo de Saladino, al-Malik al-Afdal, como un waqf dedicado a los marroquíes; allí fundó una escuela, la Afdaliyyah. Más adelante, varios donantes marroquíes lo extendieron gracias a varios waqfs: en 1303, Umar ibn Abdullah ibn Abdun-Nabi al-Masmudi al-Mujarrad aportó una donación para crear una zaouia (escuela religiosa) en beneficio de los marroquíes que residían en el barrio, y en 1320 Shuayb ibn Muhammad ibn Shuayb, nieto del sufí andalusí Abu Madyan, donó fondos procedentes de sus tierras de Ein Karem, en las afueras de Jerusalén. En 1352, el mismo rey marínida Uthman I estableció un waqf más pequeño, un Corán donado a la mezquita de Al-Aqsa, con un representante suyo que debía asegurarse de que fuese leído con cierta frecuencia. Historia
. El barrio fue dotado y habitado mayoritariamente por personas de ascendencia mugrabí que perpetuaban su cultura a través de su gastronomía, su vestimenta y sus tradiciones. Con el paso de los siglos, perdieron sus particularidades para integrarse en la sociedad palestina, sin que se pudiera diferenciarles en el siglo XX. Solo les unía sus remotos orígenes magrebíes. Con el tiempo, un pequeño número de escuelas, instituciones científicas y mezquitas fueron establecidas, y allí se alojaban sacerdotes musulmanes que servían en la Mezquita de Al-Aqsa. Las oficinas del Gran muftí de Jerusalén se encontraban en el Barrio Marroquí. Yasser Arafat vivió en el barrio de 1933 a 1936.
Pero lo que iba a determinar el futuro del Barrio Marroquí era su emplazamiento. Sus casas llegaban a solo cuatro metros del Muro de las Lamentaciones, un resto del Segundo Templo e importante destino de peregrinaciones de los judíos. El acceso al Muro se hacía por un callejón desde la calle King David, lo que creaba a veces tensiones entre los residentes y los visitantes judíos, que reclamaban un acceso más espacioso y que se quejaban de los cantos de los almuecines y del ruido de los ritos musulmanes que se organizaban en un patio cercano. Con el auge del sionismo moderno, esas tensiones se agudizaron. En 1887, el barón Edmond James de Rothschild planeó comprar el Barrio Marroquí para demolerlo "en honor y mérito del pueblo judío". La compra-venta fue valorada y aprobada por el gobernador otomano de Jerusalén, Rauf Pasha, y el gran muftí de Jerusalén, Mohammed Tahir Husseini. Aunque la operación gozara ya de la autorización de las más altas autoridades civiles y religiosas, el proyecto fue apartado porque no se autorizó la construcción de edificios en el área despejada por las demoliciones, solo plantar árboles. Además, los judíos no habrían tenido pleno control, por lo que no habrían podido prohibir las actividades de los habitantes de la zona que habrían molestado a los fieles, como transitar con mulas. Otros autores atribuyen el fracaso del proyecto a disensiones internas entre los judíos sobre las posibles reacciones adversas que la operación habría suscitado entre los árabes. En los dos primeros meses que siguieron la entrada del imperio otomano en la Primera Guerra Mundial, el gobernador turco de Jerusalén, Zakey Bey, propuso vender el Barrio Marroquí, que constaba de 25 casas, a los judíos para ampliar el área donde rezaban. Pidió una suma de 20.000 £ que se utilizaría para realojar a las familias musulmanas y crear un jardín público delante del muro. Pero los judíos no tenían fondos suficientes. En 1918, el líder judío Chaim Weizmann envió una carta al ministerio de Exteriores británico, pidiendo que se eliminara el barrio y que el muro se convirtiera en una propiedad judía. Pero los británicos mantuvieron el statu quo ante, y el muro y el Barrio Marroquí siguieron siendo una propiedad waqf, a la vez que los judíos mantenían su derecho a visitarlo. Después de las disturbios palestinos de 1929, el Reino Unido nombró una comisión, con el consentimiento de las Naciones Unidas, para solucionar el problema. La comisión reafirmó el statu quo, si bien puso algunas restricciones a las actividades que podían desarrollarse en el área: prohibir a los judíos los rezos del Yom Kippur, que implicaban tocar el shofar, y a los musulmanes realizar la ceremonia del Dhikr cerca del Muro o causar molestias a los judíos. Durante la guerra árabe-israelí de 1948, las fuerzas árabes e israelíes lucharon en la zona hasta que estos últimos fueron vencidos y expulsados junto con 1.500 civiles judíos que residían en el vecino Barrio Judío.8 Después de haber sufrido severos destrozos por los combates, el barrio, al igual que toda la Ciudad Vieja, pasó a depender de Jordania que la anexionó junto con Cisjordania en 1950. Demolición
Tres días después de que Israel capturase la Ciudad Vieja durante la Guerra de los Seis Días, en la tarde del 10 de junio de 1967, los 650 habitantes del Barrio Marroquí fueron obligados a abandonar sus casas con solo tres horas de antelación. Los obreros empezaron aquella misma noche a derrumbar el barrio que consistía en 135 casas, la mezquita al-Buraq, la zaouia Bou Medyan y otros edificios, con excepción de una mezquita y una zaouia que fueron destruidas dos años más tarde. La mezquita Sheikh Eid, una de las pocas mezquitas existentes de la época de Saladino, fue también destruida. Algunos habitantes se negaron a marcharse hasta que sus casas empezaron a ser derrumbadas, y una anciana murió sepultada bajo los escombros de su casa. Las demoliciones fueron ordenadas por el alcalde de Jerusalén, Teddy Kollek, que relató los acontecimientos en su autobiografía en 1978. En una carta dirigida a las Naciones Unidas, el gobierno israelí afirmó que los motivos por los que se había destruido el barrio era que el gobierno jordano había convertido la zona en un barrio de chabolas ("slum area"). La premura con la que se había procedido a arrasar el barrio se explicó por el alto número de peregrinos judíos que se esperaban, los cuales iban a poder rezar en el Muro por primera vez en 19 años. Casi un año más tarde, el 18 de abril de 1968, el ministerio israelí del Tesoro expropió oficialmente el área junto con el Barrio Judío, para destinarla a uso público, y ofreció 200 dinares a cada familia desplazada. Tras la demolición del Barrio Marroquí, la parte del Muro de las Lamentaciones dedicada a rezos fue extendida hacia el sur, doblándose su longitud de 28 a 60 metros, mientras que el espacio original frente al muro se ampliaba de 4 a 40 metros: el área pequeña de 120 m² delante del Muro se convirtió en una explanada (la Western Wall Plaza) que cubre los 20.000 m² del desaparecido Barrio Marroquí, cuyo emplazamiento es utilizado como sinagoga al aire libre. |
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