"Y le envían a algunos fariseos y herodianos para intentar cazarlo de palabra. Y tras ir le dicen: 'Maestro, sabemos que eres recto y no te preocupas por nadie; pues no miras el rostro de los hombres, sino que enseñas con rectitud el camino de Dios: ¿Se atiene a la Ley pagar el tributo al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?' Pero él, entendiendo su hipocresía, les dijo: '¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea'. Y se lo trajeron. Y les dice: '¿De quién es la imagen esta y la inscripción?'. Y le dijeron: 'Del César'. Y Jesús les dijo: 'Lo del César, devolvedlo al Cesar, y lo de Dios, a Dios'. Y se admiraban de él." (Marcos 12,13-17. Paralelos en Mateo 22,15-22; Lucas 20.20-26 y Evangelio de Tomás, 100).
'La moneda del tributo' (1612) Obra barroca del pintor flamenco Pieter Paul Rubens (Fine Arts Museum, San Francisco, EEUU) |
En este conocido pasaje, Jesús se muestra más bien opuesto al pago del tributo romano.
Repasemos algunos puntos:
1. La pregunta no es si era obligatorio (la respuesta habría sido sí, porque lo era), sino si era lícito que los judíos lo pagaran. La escena tiene lugar en el templo (Mc 11,27), donde frecuentemente Jesús enseñaba.
2. Nótese que no aparece la palabra 'dar' sino 'devolver', que es distinta, pues implica dar algo que se te ha dado previamente. Esta parece ser la traducción más aceptada para el vocablo griego ‘apódote’.
3. Jesús pide una moneda romana, el denario, porque él no tiene; se sobreentiende porque él no usa moneda romana. Si hubiese tenido alguna... ¿su juicio hubiera sido igual de válido? Tal vez, no.
4. En la moneda estaba la efigie de Tiberio y, posiblemente, la de su madre en el reverso. Las imágenes estaban prohibidas en el judaísmo por el segundo mandamiento de Moisés. Es plausible que aquel que le lanzó la moneda, si era el mismo que había preguntado como parece, quedara bien retratado, y ello pudiera provocar cierta carcajada entre la audiencia.
5. Si Jesús hubiese recomendado el pago del impuesto nos encontraríamos ante dos problemas: uno, que al pueblo - que al parecer gustaba de escucharle -, no le agradaría oír eso; y dos, no se entendería que Lucas hubiese escrito que Jesús fue acusado ante Pilato por negarse a pagar el impuesto al césar (Lc 23,2).
¿Entonces...?
Jesús da una respuesta doble:
- Lo que es del césar, que es su moneda y que es un signo idólatra (porque representa la efigie de un hombre coronado), líder de un pueblo idólatra (el Imperio Romano, politeísta), y que oprime la Tierra de Israel, que se lo quede el césar. No la queremos. Yo (Jesús) no tengo su moneda. Nosotros (los judíos) ya tenemos las nuestras.
- Pero lo que es de Dios, es para Dios. Es decir, los judíos (no los romanos que lo oyesen) debían entender que no era lícito entregar al César lo que era de Dios, es decir: los frutos que da la tierra (Salmo 24,1: “De Yahveh es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que en él habitan”). El pueblo, pues, debía cumplir el pago de los impuestos que mandaba la ley de Dios: el diezmo, el tributo al templo,...
En resumen, Jesús reconoció el poder de Dios por encima de todo, como todo buen judío. Jesús cumplió la ley de una forma consecuente, pero astuta. Y por eso "se admiraban de él".
Nótese la diferencia con San Pablo, quien abogaba abiertamente por el pago de impuestos a Roma (Romanos 13,5-7). Marcos (y el resto de los evangelistas, que son también mayoritariamente de corte paulino), tranquilizan a los cristianos para que paguen los impuestos y no se opongan al castigo del césar. Marcos escribe, según recoge la opinión mayoritaria de especialistas, para la comunidad cristiana de Roma y no podía exigir un acto de rebeldía tan serio, que Roma castigaría con máxima severidad.
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