Apuntes de clases

Clases de filosofía y ciencias bíblicas del Instituto de Humanidades Luis Campino, y la Parroquia de Guadalupe de Quinta Normal.


miércoles, 28 de octubre de 2015

37).-Academia Platónica de Atenas.-a

 Clases de Filosofía, en el Instituto de Humanidades Luis Campino, del profesor de filosofía don Oscar Santos Peralta, generación 1992.
Oscar Santos Peralta


Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán; 

Conviene hacer alguna precisión acerca de los “jardines de Academos”, que dieron nombre a la famosa escuela creada por Platón. En primer lugar la Academia no es un edificio, como alguien puede pensar, sino una zona o barrio de Atenas, fuera de las murallas, a 1,5 kilómetros aproximadamente, que recibe el nombre de Academia, Ἀκαδημία, o Hekademeia (Ἑκαδήμεια), del nombre del héroe local Academos o Hekademos, como dice Diógenes Laercio, (Vida de los filósofos ilustres, 3,7 ss.).

La Academia  se encontraba en las afueras de Atenas, a 1,5 kms. al norte; se accedía por la puerta de Dypilom por un camino en el que había numerosas tumbas de hombres ilustres, como nos dice  Pausanias en su famosa guía del mundo griego "Descripción de Grecia", en 1, 29:
 
Fuera de la ciudad en los demos o barrios, y en los caminos, hay  templos dedicados a dioses y numerosos monumentos erigidos en honor de los héroes y grandes hombres de Atenas. Fuera ya de la ciudad y cerca de la las murallas se encuentra la primera Academia, que antes fue un terreno particular, y hoy es un gimnasio. Al entrar se ve un  espacio dedicado a Artemisa, con  xoanas (esculturas votivas de madera) de Ariste y Caliste adornadas que llevan esta inscripción: A la muy buena y hermosa diosa. Creo que estos son los atributos de Artemisa, según podemos juzgar por los poemas de Safo, aunque  varios autores que han tratado este tema dan otra explicación, pero yo no trataré  más de ello. Dioniso Eleuterio (Dioniso Liber) también tiene un templo no muy grande, a donde cada año llevan la estatua del dios  en unas fechas determinadas. Esto por lo que se refiere a los dioses.
 En cuanto a las tumbas, la primera es la de Trasíbulo hijo de Lico, que con toda justicia ocupa el primer lugar, porque de todos los atenienses nadie hizo tanto por  la república, prestó sin duda el mejor servicio y por ello es el más digno de memoria; el buen ciudadano Trasibulo vino con ocasión de la tiranía de los treinta tiranos , desde Tebas con sesenta hombres, a los que se fueron uniendo los atenienses, hasta llegar a un acuerdo y conseguir la paz para la ciudad de Atenas, terminando con las guerras internas: esta es la primera tumba, luego vienen la de Pericles, la de Cabrias y la de Formión.
El sitio fue un lugar de culto muy antiguo, quizás desde la Edad del Bronce, como lo atestigua su relación con los semidioses los Dioscuros, el bosque de olivos existente dedicado a Atenea, y a otros dioses.
Fue un espacio consagrado, como decía, a varios dioses:  a Atenea, que tenía allí un altar al lado de los de Hefesto y Prometeo, Hermes, Hércules, las Musas y Eros.
Pausanias I, 30,2

[2] En la Academia hay un altar de Prometeo desde el  que un día determinado al año todavía es costumbre ir corriendo hasta la ciudad con antorchas encendidas. El ganador  debe mantener su antorcha encendida; si al que va el primero se le apaga  la llama, pasa al segundo lugar, el segundo al tercero, y así sucesivamente.  ¿Qué ocurre  si se apagan todas las antorchas?;  nadie gana y el premio se guarda para otra ocasión. Luego se ve el altar de las Musas, el de Hermes, otro dentro dedicado a Atenea, y otro a Hércules. También te mostraran un olivo que se dice que es el segundo que apareció en el Ática.
El terreno perteneció en su momento a Hiparco, hijo de Pisístato, que lo rodeó de un muro y creo un gimnasio; fue embellecido y mejorado por Cimón que llevó el agua  desviando el cercano río Cefiso y plantó árboles y creó un estadio para carreras, como nos cuenta Plutarco, Cimon 13,8
Él fue el primero en embellecer la ciudad con los elegantes lugares   llamados 'liberales' (para  entretenimiento), que luego fueron tan  excesivamente,  mediante la plantación en  la plaza del mercado de plátanos, y convirtiendo la Academia de un lugar sin agua y árido en un bosque bien regado,  dotado de soleadas pistas para carreras y de  paseos sombreados.

Los espartanos, dueños de Atenas después de la guerra del Peloponeso, respetaron la Academia en recuerdo de la ayuda ofrecida por Academos a sus héroes Castor y Polux, según Plutarco, Teseo, 32,3
Entonces Academo, que no se sabe cómo sabía que estaba oculta en Afidnas, se lo reveló a ellos. Por esta razón lo tuvieron los Tindáridas durante toda su vida en alta y después en las muchas ocasiones que los Lacedemonios invadieron el Ática  y devastaron todo el país, siempre respetaron a la Academia por consideración a Academo;
Platón, buscando sin duda los paseos con sombra de la Academia, compro unos terrenos  para “filosofar”  allí con sus discípulos y sus amigos. Plutarco. De exsilio 10:

La Academia, cerca de Atenas, que fue comprado por tres mil dracmas, fue el lugar donde Platón, Jenócrates, y Polemón habitaron; allí tuvieron  sus escuelas, y allí vivieron durante toda la vida, excepto un día al año, en que Jenócrates marchaba a la ciudad con motivo de las  bacanales y de la representación de las nuevas tragedias, “gracia a la fiesta”, como dicen. Teócrito de Chios reprochó a Aristóteles, que se acostumbró a la  vida en la corte con Filipo y Alejandro, que eligiera vivir en la desembocadura del Borborus en lugar de en la Academia. Hay un río junto a  Pella, que los macedonios llaman con  ese nombre (Borborus).
Platón hizo levantar en el recinto de la Academia un pequeño templo a las Musas, llamado Mouseion,en el que Espeusipo colocó las estatuas de las Gracias. (Diogenes Laercio, IV  1,3,8/ y  III, 5 y 20).

Un persa de nombre Mitrídates encargó hacer  una estatua de Platón al escultor Silanion, la llevó  al tempo y la dedicó a las Musas. (Diogenes Laercio III, 20)
Después de la muerte de Platón, esta estatua quedó colocada en el centro de su escuela y el gran filósofo fue enterrado en las proximidades de la Academia, según nos cuenta Pausanias, I, XXX,3:
  No lejos de la Academia está la tumba de Platón…
También se nos da una curiosa noticia en una carta de Servio a Cicerón  de la prohibición de hacer los funerales dentro de la ciudad con motivo de la muerte de su colega Marco Marcelo que había recibido dos heridas, durante su estancia en Atenas y cómo lo incineraron en la Academia, lo que de paso prueba que no es un edificio sino un espacio, terreno o barrio de Atenas:

Cicerón, Epistulae ad Familiares, IV,12,3:
Nunca pude conseguir de los Atenienses que le diesen un lugar para sepultura dentro de la ciudad, porque decía que se lo impedía su religión y que nunca antes se lo habían concedido a nadie. Pero que lo más que podían concederme era permitirme que lo enterrara en el gimnasio en el que yo quisiera.  Yo elegí un lugar en el más noble gimnasio del orbe de la tierra y allí lo hice quemar. Luego me ocupé de que los mismos Atenienses  mandasen hacerle allí una sepultura de mármol. De esta manera en vida y en muerte hice por él lo que era mi obligación como compañero de consulado , y por su parentesco. Que sigas bien. En Atenas. Víspera de las Calendas de Junio. (31 de Mayo)
ab Atheniensibus, locum sepulturae intra urbem ut darent, impetrare non potui, quod religione se impediri dicerent, neque tamen id antea cuiquam concesserant. quod proximum fuit, uti in quo vellemus gymnasio eum sepeliremus, nobis permiserunt. nos in nobilissimo orbi terrarum gymnasio Academiae locum delegimus ibique eum combussimus posteaque curavimus, ut eidem Athenienses in eodem loco monumentum ei marmoreum faciendum locarent. ita, quae nostra officia fuerunt pro collegio et pro propinquitate, et vivo et mortuo omnia ei praestitimus. vale. D. pr. K. Iun. Athenis.


La Academia recibió un golpe mortal cuando en el año 86 a.C.  el general romano Sila conquistó y destruyó Atenas. El director de la Academia, Filón de Larissa, se marchó de Atenas al año siguiente y murió sin dejar sucesor, lo que supuso la muerte de la institución. Pero Sila no respetó ni la Academia ni el Liceo.  Nos lo cuenta Plutarco, Sila, 12,1-3
Sila recobró muy pronto las demás ciudades, enviando a ellas heraldos y atrayéndolas; pero a Atenas, obligada a estar de parte del rey por el tirano Aristión, tuvo que marchar con grandes fuerzas, y, rodeando el Pireo, le puso cerco, asestando contra ella toda especie de máquinas y empleando diferentes medios de combatir. Y si hubiera aguantado un poco de tiempo, se le habría venido a la mano tomar sin riesgo la ciudad de arriba, apurada ya del hambre hasta el último punto, por falta de los más precisos alimentos; pero, teniendo puesta la vista en Roma, y temiendo las novedades allí intentadas, apresuró la guerra, a costa de grandes peligros, de muchos combates y de inapreciables gastos, pues, sobre todos los demás preparativos, el aparato sólo de las máquinas constaba de diez mil pares de mulas, prontas todos los días para este servicio. Faltóle la madera, quebrantándose muchas de las piezas por su propio peso, y siendo frecuentemente incendiadas otras por los enemigos, y acudió por fin a los bosques sagrados, despojando la Academia, que todos los alrededores de Atenas era el más poblado de árboles, y el Liceo. (Traducción de Sanz Romanillos)
También Apiano en su Historia de Roma XII,5,30 (Guerra de Mitridates):

Sila taló el bosque de la Academia [para construir allí sus máquinas enormes. Derribó las largas murallas y  utilizó las piedras, madera y tierra para la construcción de terraplenes.
Cuando Antioco retornó a Atenas en el año 88 a.C. restauró la enseñanza, pero ya no en la Academia. Cicerón nos presenta a Antioco enseñando en un gimnasio que se llamaba el Ptolomeo.
El mismo Cicerón nos describe una emocionada visita a la Academia una tarde en que “está desierta a esas horas del día”.
Cicero, De Finibus, 5, 1

Después de haber escuchado, Bruto, a Antioco como acostumbraba en compañía de Marco Pisón, en el gimnasio que llaman “el Ptolomeo”, y junto con nosotros mi hermano Quinto y Tito Pomponio y Lucio Cicerón, primo hermano mío por parentesco, pero hermano en el afecto, decidimos entre nosotros dar un paseo después de mediodía en la Academia, sobre todo porque a esa hora este lugar está vacío de toda gente. Así pues fuimos todos a casa de Pisón puntualmente y desde allí hicimos los seis estadios desde el Dípilo (una de las puertas de la ciudad) hablando de varias cosas. Cuando llegamos a los terrenos de la Academia, tan famosos no sin motivo, la soledad era precisamente la que deseábamos.

LIBER QUINTUS
1. Cum audissem1 Antiochum, Brute, ut solebam,2 cum M. Pisone in eo gymnasio, quod Ptolomaeum vocatur, [p. 156] unaque nobiscum Q. frater et T. Pomponius Luciusque Cicero, frater noster cognatione patruelis, amore germanus, constituimus inter nos ut ambulationem postmeridianam conficeremus in Academia, maxime quod is locus ab omni turba id temporis vacuus esset. itaque ad tempus ad Pisonem omnes. inde sermone vario sex illa a Dipylo stadia confecimus. cum autem venissemus in Academiae non sine causa nobilitata spatia, solitudo erat ea, quam volueramus.
La propiedad de Platón con su escuela  estaría fuera del recinto amurallado de la Academia, en algún lugar entre el gimnasio actualmente visible y la  colina al noreste llamada  Hippios Kolonos. Desgraciadamente no queda nada de la Academia de Platón y ni siquiera hay acuerdo entre los arqueólogos sobre su concreto emplazamiento, a pesar de los esfuerzos realizados y a pesar de lo que digan las actuales guías turísticas de Atenas.
El nombre de Academia fue luego lado, en memoria de Platón y sus discípulos a otros lugares consagrados al estudio de las letras y de la filosofía. Así Ciceró llamaba a un campo que poseía cerca de Puteoli (Puzzole); :Plinio, XXXI,6 (3)
…es digno de recordarse que, según se va desde el lago Averno hacia Puteoli, la villa está situada en la orilla del mar, famosa por por su pórtico y su bosque , a la que Marco Cicerón llamaba la Academia, a semejanza de la de Atenas, allí compuso los libros de este mismo nombre, y en ella edificó algunos edificios para sí mismo como si no se hubieran hecho en todo el orbe de la tierra. 
dignum memoratu, villa est ab Averno lacu Puteolos tendentibus inposita litori, celebrata porticu ac nemore, quam vocabat M. Cicero Academian ab exemplo Athenarum, ibi compositis voluminibus eiusdem nominis, in qua et monumenta sibi instauraverat, ceu vero non et in toto terrarum orbe fecisset.
También Cicerón en  Cartas a Ático, Ad Atticum I,4,3,11


Mucho me agrada lo que me escribes de Hermathena: es el adorno más a propósito para mi “Academia”, porque Hermes (en el original en griego)  es el adorno obligado de todos los gimnasios, y Minerva es especialmente insigne  de este gimnasio mío. Querría por este motivo, como me escribes, que me adornes este lugar con cuantas más cosas mejor.Todavía no he visto las estatuas que ya me has enviado. Están en Formiano, adonde pensaba marchar ahora. Las llevaré todas ellas a Túsculo.  Embelleceré Cayeta si alguna vez comienzo a nadar en la abundancia. Conserva tus libros, y  no desesperes de que pueda hacer que sean míos. Si lo consigo esto, supero a Craso en riquezas y desprecio las tierras y praderas de todo el mundo.
1.4.3 quod ad me de Hermathena scribis, per mihi gratum est. est ornamentum Academiae proprium meae, quod et Hermes commune omnium et Minerva singulare est insigne eius gymnasi. qua re velim, ut scribis, ceteris quoque rebus quam plurimis eum locum ornes. quae mihi antea signa misisti, ea nondum vidi; in Formiano sunt, quo ego nunc proficisci cogitabam. illa omnia in Tusculanum deportabo. Caietam, si quando abundare coepero, ornabo. libros tuos conserva et noli desperare eos meos facere posse. quod si adsequor, supero Crassum divitiis atque omnium vicos et prata contemno.


Cuando Cicerón perdió la oportunidad de continuar su vida política con más de sesenta años ya y coincidiendo además con la muerte de su querida hija al dar a luz, se dedicó a la filosofía y a la reflexión. Escribió entonces su obra De finibus, de la que anteriormente he dado un pequeño fragmento y también las que llamó “Cuestiones Tusculanas”.  Cicerón tenía una villa o finca en Tusculum, en los Montes Albanos, a unos 25 kilómetros de Roma. Allí se retiraba de vez en cuando Cicerón con algunos amigos dedicando el tiempo a la reflexión y diversión intelectual. En una ocasión de estas, en la que se retiró con cinco amigos,  es en la que sitúa su obra “Cuestiones Tusculanae”, llamadas así precisamente por el lugar en que se generaron. Según nos dice, las mañanas las pasaban en declamaciones y ejercicios de retórica y por las tardes se retiraban a una galería que llamaba la Academia, en recuerdo de la de Atenas. La reflexión en esta ocasión versó sobre la muerte y su temor, el dolor, las adversidades de la vida, la moderación de las pasiones y el valor de la virtud para ser felices.
Ciceron, Tusculanae Quaestiones, 2,III (9)

Y así siempre me agradó la costumbre de los peripatéticos y de la Academia de disertar acerca de todas las cosas en sus sentidos contrarios,  no sólo porque de otro modo no pueda encontrarse lo que en cualquier cosa es verosímil, sino también porque es éste el mejor ejercicio para hablar. De este sistema se sirvió el primero Aristóteles y después todos los que lo siguieron. Por otra parte, según mi memoria, Filón, a quien con frecuencia he escuchado, determinó presentar los preceptos de los retóricos en un tiempo, y los de los filósofos en otro.
Empujados por nuestros amigos a seguir esta costumbre, consumimos en ello el tiempo de que disponíamos en Túsculo. Y así, habiéndonos dedicado antes del mediodía a la dicción, como habíamos hecho el día de antes, después del mediodía bajamos a la Academia; la disputa que tuvimos en ella, la exponemos no como narradores, sino casi con las mismas palabras como se hizo y se disputó.
Itaque mihi semper Peripateticorum Academiaeque consuetudo de omnibus rebus in contrarias partis disserendi non ob eam causam solum placuit, quod aliter non posset, quid in quaque re veri simile esset, inveniri, sed etiam quod esset ea maxuma dicendi exercitatio. qua princeps usus est Aristoteles, deinde eum qui secuti sunt. nostra autem memoria Philo, quem nos frequenter audivimus, instituit alio tempore rhetorum praecepta tradere, alio philosophorum: ad quam nos consuetudinem a familiaribus nostris adducti in Tusculano, quod datum est temporis nobis, in eo consumpsimus. itaque cum ante meridiem dictioni operam dedissemus, sicut pridie feceramus, post meridiem in Academiam descendimus. in qua disputationem habitam non quasi narrantes exponimus, sed eisdem fere verbis, ut actum disputatumque est.


Elemperador Adriano que había hecho reproducir en su suntuosa villa de Tibur algunos de los más bellos edificios de Grecia, hizo levantar también unos edificios y plantó unos jardines a imitación de la Academia de Atenas.Spartiano, Adriano, 26,5:
Edificó de forma maravillosa su villa de Tibur, de tal forma que en ella puso los nombres más célebres de las provincias y de los lugares, llamándoles por ejemplo Liceo, Academia, Pritaneo, Canopo, Poecile, Tempe y para que no faltara nada, hasta hizo un “infierno”.
Tiburtinam Villam mire exaedificavit, ita ut in ea et provinciarum et locorum celeberrima nomina inscriberet, velut Lyceum, Academian, Prytaneum, Canopum, Poicilen, Tempe vocaret. et, ut nihil praetermitteret, etiam inferos finxit.

Es más,  el término adquirió pronto el significado genérico de “establecimiento docente” y el de “prestigiosa sociedad científica, literaria o artística” . En relación con el primer significado, hablamos de “disciplinas académicas” para referirnos a las diversas materias que se estudian o  cursan en esos centros, en especial en la Universidad; “expediente académico” es el documento que recoge los estudios realizados y las competencias adquiridas por los estudiantes. En relación con el segundo significado,  las  artes y las ciencias son las simbólicamente amparadas por las Musas: literatura, pintura, escultura, dibujo, música, etc..
Sinónimos de “academia” , aunque con alguna pequeña matización, son “ateneo” e “instituto”,   La palabra “ateneo” deriva, evidentemente de Atenea, diosa griega de las artes,  de la inteligencia  o sabiduría, aunque también de la “guerra”.


El liceo.



El parque arqueológico de la escuela de Platón

El Liceo es (del gr.) el centro o institución de enseñanza creado por Aristóteleses. Recibe su nombre del templo de Apolo Licio (el Λύκειον, likeion), en cuyas cercanías estaba construido. A la escuela filosófica y al método de educación de Aristóteles también se le llama “peripatético” (del griego peri alrededor y patos pórtico o patio) porque acostumbraba a impartir sus lecciones paseando por el pórtico. Con el tiempo también Liceo adquirió el significado genérico de institución o centro de enseñanza de las ciencias o de las artes.


Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano

  
Montaner y Simón Editores, Barcelona 1887 tomo 1
página 194
Academia

Filosofía. El origen histórico de la palabra academia, en su aplicación a las múltiples derivaciones de la filosofía platónica, se debe al nombre dado por los atenienses a un paseo plantado de plátanos y olivos, en un principio gimnasio, que fue legado a la república por un contemporáneo de Teseo, llamado Academo. Al mencionado sitio (cuyas descripciones difieren poco en los escritores que de él tratan) concurría Platón para enseñar filosofía, y a él, pagando especie de tributo a la tradición, siguieron asistiendo con frecuencia los tenidos por discípulos más o menos fieles del gran sistematizador de la Dialéctica. De esta coincidencia procede el nombre genérico que un principio se diera a la doctrina de Platón de filosofía académica, así como de ellas deriva el nombre de académicos atribuido a los discípulos de Platón. Cohonestadas y admitidas en la historia de la filosofía estas denominaciones, se comprende dentro de ellas un largo periodo de cuatro siglos, que abraza desde Platón hasta Antioco. En él examinan los historiadores de la filosofía los más opuestos sistemas, aunque todos ellos manifiestan el tronco común de que dimanan, a saber, el idealismo platónico. Son muy escasas las noticias y muy numerosas las conjeturas que hay necesidad de hacer para historiar, y aun esto sólo externamente, las consecuencias que se desprenden de la enseñanza platónica, cuyo completo desarrollo y aun aplicación debe referirse a la filosofía alejandrina y al neoplatonismo, que filtra su sustancia doctrinal en la información del dogma cristiano. Aristóteles, Diógenes, Laertio y Cicerón ofrecen datos, siempre incompletos, acerca de las vicisitudes que sigue la doctrina platónica entre los llamados académicos. Con inferencias más o menos cercanas a la exactitud señalan los historiadores de la filosofía (V. Ritter), fundados en tales datos, hasta cinco academias.
La primera academia, llamada antigua, es la de Platón y sus discípulos inmediatos aunque no muy fieles, Espeusipo y Xenócrates; la segunda o media es la erigida por Arcesilao, fundador del probabilismo (V. Fouillée, Histoire de la Philosophie); la tercera o moderna es la establecida por Carneades, que recuerda los antiguos sofistas; la cuarta es la que tenía por jefe a Philón, y la quinta es la establecida por Antioco (V. Sextus Emp). Fragmentarias son las indicaciones que Cicerón (V. Diálogo del orador, lib. III) hace de los filósofos llamados académicos. De ellos dice: «Habiendo sido tantos los discípulos de Sócrates, y conservando todos alguna parte de su enseñanza esparcida en tantas y tan variadas discusiones, nacieron de aquí muchas sectas entre sí discordes, aunque todos sus adeptos se llamasen socráticos y se tuviesen por fieles discípulos de Sócrates. Y primero fueron discípulos de Platón, Aristóteles y Xenócrates... padre éste de la academia. Los académicos forman dos escuelas con un mismo nombre, porque Espeusipo, hijo de una hermana de Platón, Xenócrates, discípulo del mismo Platón y Polemón y Crautor, que lo fueron de Xenócrates, se diferencian poco de Aristóteles, que fue, juntamente con ellos, discípulo de Platón; sólo difieren mucho en la abundancia y variedad del estilo. Arcesilao, discípulo de Polemón, fue el primero que de varios diálogos platónicos y razonamientos de Sócrates dedujo la consecuencia de que no hay certidumbre alguna en el conocimiento adquirido por los sentidos o por el entendimiento, y cuentan que con suma gracia en el decir despreció todo criterio, lo mismo el de la razón que el de los sentidos, y fue el primero en renovar el método ya usado por Sócrates: no demostrar lo que él mismo pensaba, sino disputar contra la opinión de cualquier otro. De aquí nació la nueva academia, en la cual se distinguió por su divina prontitud de ingenio y abundancia de decir, Carneades». No hay para qué historiar ni hacer juicio crítico aquí del platonismo (V. Platón), pero aun limitando nuestro empeño a la historia extensa de los discípulos del divino idealista, no se puede prescindir de consignar una apreciación general, aplicable por igual a la doctrina de todos los filósofos académicos. Se bifurca la filosofía griega, después de Platón, en dos direcciones: la filosofía aristotélica y la escuela académica. Los filósofos académicos no pueden ni deben figurar en el número de los filósofos que han dado nuevos impulsos a la ciencia, mientras que Aristóteles, considerado por una crítica superficial como discípulo y aún émulo de Platón, vive vida inmortal en la historia del pensamiento. Los académicos suplen la virtualidad genial del pensamiento (de que carecen casi por completo) por una especie de afán excesivo de erudición, que parece justificar la tradicional significación de su apelativo, puesto que en efecto hoy mismo se estima que filosofía académica (o de las academias) equivale a pensamiento formado por la erudición, que no elaborado en virtud de una reflexión propia, intensa y personal.
En la academia antigua, Espeusipo se consagra más a la erudición y al pensamiento propio, señalando conexiones a veces artificiales entre las ciencias más distintas entre sí y proponiéndose, quizá con más audacia que aptitud, constituir una historia natural sistemática, merced a su hipótesis de las semejanzas y diferencias. Desvíos parciales, aunque significativos, de la enseñanza platónica se notan en Espeusipo, tenido erróneamente por el más fiel de los discípulos de Platón, en sus reminiscencias pitagóricas en algunas argucias, a que era inclinado, sobre la sensación y la unidad del ser. Más se acentúan aún las fórmulas pitagóricas en Xenócrates, que pretendía reducir las ideas filosóficas a razonamientos matemáticos. Los pensadores de la antigua academia, hambrientos sentados a la mesa del sabio, sin satisfacer su apetito con estos malogrados ensayos, revelan un sistema, el de la debilidad de la fuerza productora de su inteligencia y a la vez el comienzo de la erudición en filosofía (sin exceptuar a Polemón y Crautor).
En la segunda, o sea la academia media, cuyo jefe es Arcesilao, hallamos ya una mayor divergencia de la enseñanza platónica. Condensa toda su doctrina Arcesilao, repitiendo el aforismo de Sócrates: «solo sé que no sé nada» y añadiendo «y aun esto no lo sé de una manera cierta». La teoría de lo verosímil y de lo probable es ya completamente contradictoria del dogmatismo platónico. Arcesilao, con amor a la filosofía y con marcada preferencia a Platón, es el fundador del probabilismo con tendencias escépticas. No citan las más antiguas autoridades obra alguna de Arcesilao y apenas si existen datos más concretos acerca del núcleo de su doctrina que los que dejamos transcritos de Cicerón.
ruinas

Se personifica la tercera academia, la moderna, en Carneades, que reproduce y exagera el sentido escéptico de Arcesilao. y recuerda los antiguos sofistas hasta el punto que se refiere que durante su estancia en Roma, pronunció dos discursos, uno en pro y otro en contra de la justicia. En progresivo desacuerdo de la doctrina platónica y en combate continuo contra los estoicos, llegó Carneades a extremar el probabilismo de Arcesilao, sin que por otra parte pudiera él mismo librarse de la eterna contradicción que le prestaba contrastes inagotables para su buen decir.
Philón, al jefe de la cuarta academia, discípulo de Clitomaco, como éste lo fue a su vez de Carneades, pareció inclinarse a un sentido práctico de la especulación, aunque repetía el dicho de Carneades, esto es, que apenas si podemos salir de lo verosímil, porque no poseemos medios para distinguir la percepción verdadera de la falsa.


Finalmente Antíoco, fundador de la quinta academia, termina con la aspiración estéril de conciliar los peripatéticos y los estoicos con la antigua Academia. Después de la erudición que enerva la virtualidad de la reflexión propia, la filosofía académica concluye con una tendencia ecléctica, que es en la historia del pensamiento síntoma indudable de una decadencia sensible. El escepticismo erudito y la incertidumbre escéptica, tales parecen ser los resultados de esta larga trayectoria de la filosofía académica. Ella, sin embargo, prepara ulteriores evoluciones del pensamiento, merced a las cuales se ha de determinar un cierto movimiento concurrente para que coincidan el platonismo y el aristotelismo, de cuya recíproca fecundación brotará en siglos posteriores la robusta planta de la filosofía cristiana. Pero sin recurrir a tan lejanos tiempos, repitamos para concluir, que el platonismo no encarna en la filosofía académica, ni por, los frutos de ésta, que valen poco, debe ser aquél estimado; sino que la dialéctica del divino idealista es verbo que se hace carne y sal regeneradora en la filosofía alejandrina y en el neoplatonismo.

Diccionarios filosofía soviéticos:

 
ruinas de academia 
no figura
Diccionario filosófico marxista · 1946

no figura
Diccionario filosófico abreviado · 1959

Academia platónica
Escuela filosófica idealista de la antigua Grecia. Fue fundada por Platón (387 a.n.e.) en el parque próximo a Atenas, llamado “Academia” en honor del héroe mítico Academo. En la denominada Academia Antigua (Espeusipo y otros, siglos IV y III a. n. e.), se acentuó el influjo del pitagorismo. Las ideas de Platón se sistematizaron partiendo de la teoría mísfica de los números. La Academia contribuyó en gran medida al progreso de la matemática y de la astronomía. La Academia Media (Arcesilao y otros, siglo III a. n. e.) experimentó la influencia del escepticismo. La Academia Nueva (Carnéades y otros, siglos II y I a. n. e.) ahondó el escepticismo de la Academia Media, se manifestó contra la doctrina de los estoicos sobre el criterio de la verdad. En los períodos subsiguientes, la Academia une eclécticamente el platonismo, el estoicismo, el aristotelismo y otras escuelas. En los siglos IV y V pasa definitivamente al neoplatonismo (Plutarco de Atenas). En el año 529 fue cerrada por el emperador Justiniano. Durante el Renacimiento, se fundó en Florencia una escuela denominada Academia platónica (1459-1521), que luchaba desde las posiciones del platonismo contra el Aristóteles escolastizado, traducía y comentaba las obras de Platón (Marsilio Ficino).
Diccionario filosófico · 1965

no figura
Diccionario marxista de filosofía · 1971

Academia platónica
Escuela filosófica idealista en la Grecia Antigua, fundada por Platón (387 a.n.e.) cerca de Atenas y llamada según el nombre del héroe mítico Academo. La Academia platónica se opuso al materialismo antiguo. En distintas etapas de su historia se sometió a la influencia de otras escuelas idealistas. En la denominada Academia Antigua (Speusippus y otros, siglos 43 a.n.e.), que desempeñó un gran papel en el desarrollo de las matemáticas y la astronomía, aumentó la influencia de la escuela pitagórica. En dicha Academia, las opiniones de Platón se sistematizaban sobre la base de la teoría mística de los números. La Academia Media (Arcesilao y otros, siglo 3 a.n.e.) experimentó la influencia del escepticismo. La Academia Nueva (Carnéades y otros, siglos 2-1 a.n.e.), al profundizar en el escepticismo de la Academia Media, se pronunció contra la doctrina de los estoicos sobre la verdad. En los períodos posteriores, la Academia unifica de modo ecléctico el platonismo, el estoicismo, el aristotelismo y otras escuelas. En los siglos 4-5, la Academia pasa definitivamente a las posiciones del neoplatonismo (Plutarco de Atenas). Fue clausurada en 529 por el emperador Justiniano. En la época del Renacimiento, fue instituida en Florencia la denominada Academia platónica (1459-1521), que luchaba, desde las posiciones del platonismo, contra el Aristóteles escolastizado, traducía y comentaba las obras de Platón (M. Ficino).
Diccionario de filosofía · 1984:6-7


puerta del infierno

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