Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas;
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Algunas de las fases de lo que se conoce como “El problema sinóptico” fueron examinadas por Griesbach ya en 1776 y de nuevo en 1781 en un ensayo póstumo de Lessing que trataba de los evangelistas “considerados simplemente como historiadores humanos”. Lachmann formuló el problema por primera vez de forma clara en 1835. Y las peligrosas tendencias del os escritores racionalistas fueron hábilmente combatidas por J. L. Hug, exégeta católico, cuya “Introducción al Nuevo Testamento” fue terminada en 1808.
Schleiermacher (1768-1834) fue el primero de los teólogos alemanes que reconocieron la fuerza religiosa de los escritos sagrados, pero puso en peligro su autoridad por el tratamiento libre e independiente de su origen y contenidos históricos. Su visión de N.T. estaba influenciada por la crítica de Samler. Parecida a la actitud de Schleiermacher fue la de De Wette, pero sus conclusiones son con frecuencia negativas y dudosas. La escuela evangelista de comentadores protestantes alemanes anteriormente representada por Guericke, Olshausen, Neander y Bleek, fueron los principales defensores de que los evangelios eran genuinos y veraces, aunque estaban influidos por las tendencias conciliadoras o mítico-racionalistas de Schleiermacher. Son los especialistas de N.T de 1823 a 1859.
La “Vida de Jesús” de David Friedrich Strauss, que apareció en 1835, marca un Nuevo punto de vista respecto al Nuevo Testamento. Causó una gran sensación Strauss era hegeliano y uno de aquellos para los que las “ideas” obscurecen los hechos objetivos, mientras se apoyaba en ellos. Mantenía que la concepción ortodoxa de Cristo era creación de las ardientes esperanzas mesiánicas de los judeo-cristianos de la primitiva Iglesia que imaginaron que Jesús cumplía las profecías del A.T. y que, después de su muerte, invistieron su personalidad y todo el tenor de su vida con cualidades místicas en la que no había apenas un ápice de verdad., es decir la existencia de un rabí llamado Jesús, hombre de extraordinario poder espiritual y de convicción que reunió en torno a sí un grupo de discípulos. Ecos de estas ideas se hallan en la “vida de Jesús “de Renan. La relativamente refinada filosofía de la religión de Strauss, estaba más en el espíritu de la época que el moribundo y crudo naturalismo de Paulus, aunque solo sustituía una forma de racionalismo por otra.
La “Vida de Jesús” enseguida provocó refutaciones, pero en los avanzados círculos del pensamiento alemán el golpe final no fue se dio hasta que, en 1845, Ferdinand Christian Baur, el fundador de la “Tendencia” de Tübingen, escuela de exégesis y crítica, publicó el fruto maduro de sus especulaciones bajo el título "Paulus der Apostel Jesu Christi".
Baur, como Strauss, era discípulo de Hegel, pero había tomado de él una clave diferente respecto al significado del N.T., es decir, el principio de la evolución de toda verdad por medio de la conciliación de las contradicciones. Enseñó que el N.T. es el resultado del antagonismo entre las tendencias judías, o petrinas, y paulinas en la primitiva Iglesia. El concepto paulino de la cristiandad – de orden filosófico y universal –está representado por las Epístolas a los Romanos, Corintios y Gálatas que Baur admite como las únicas obras ciertamente auténticas de Pablo. El Apocalipsis fue compuesto en directa oposición al espíritu de los escritos paulinos.
Estas obras fueron escritas antes del año 70. Entre el 70 y el 140 apareció el evangelio de S. Mateo, de carácter petrino, el de S. Lucas, paulino, aunque retocado con espíritu conciliador; Los Hechos, adaptados como S. Lucas, y por fin el evangelio de S. Marcos, también de tipo irenista. El segundo período es de transición entre el antagonismo y la reconciliación completa, que es la característica del tercer período que llega hasta el 170 d.C. y en él se produjeron el Evangelio y las Epístolas que llevan el nombre de S. Juan y las Epístolas pastorales, que, por ende, no pueden ser de S. Pablo. Este esquema excluía la autenticidad de todos los Evangelios. La teoría de Bauer no ha subsistido, excepto en la forma mitigada que se refleja en las obras de Hilgenfeld y Pfleiderer. Sin embargo, dejando aparte sus posturas filosóficas, los principios de Bauer han dejado una profunda impresión en la crítica posterior del N.T. Primero practicó con un consistente y desarrollado plan el hábito de escudriñar los documentos sagrados mismos buscando pruebas de los tiempos en los que nacieron y abrió camino en las tendencias críticas hacia una división del Nuevo Testamento en elementos judaicos, paulinos y juaninos.
Las ideas de Tübingen produjeron una reacción contra sus destructivas conclusiones puramente racionalistas Este movimiento ha sido doble: por una parte los protestantes ortodoxos, aunque críticos en el método, que es la continuación natural de las anteriores exégesis evangélicas y tiene como representantes a Zahn, B. Weiss y Godet; la otra rama es en parte producto de la escuela de Schleiermacher y reconoce como su fundador a Albert Ritschl, cuyo alejamiento del grupo de Tubinga (1857) fue un serio golpe contra el sistema de Baur. La teología de Ritschl insiste en el valor religioso del N.T., especialmente en la impresión que hace en el alma individual su descripción Cristo y por otra parte da rienda suelta a la más atrevida y penetrante crítica sobre el origen y valor histórico de los libros del N.T., en una ciega confianza mística de manera que nada que la crítica haga podrá dañar su valor religioso.
La indiferencia de los seguidores de Ritsch respecto a las consecuencia s del la crítica se muestra también sobre los elementos milagrosos de la vida del Señor y en general del N.T. Esta tendencia es muy clara en otros críticos alemanes que aunque influidos por Ritschl pertenecen más bien a la escuela “científica” y evolucionista. Holtzmann, Bousset, Jülicher, Harnack, Schmiedel eliminan de los Evangelios o al menos dudan con sus métodos críticos de todos los elementos milagrosos y reducen la divinidad de cristo a una filiación moral preeminente de Dios y , por una extraña inconsecuencia, ensalzan el poder salvador e iluminador de su personalidad. Esta escuela, sin embargo, admite fechas que se aproximan más a las tradicionales que a las de Baur.
Harnack, además de afirmar que las cartas de S. Pablo son genuinas, excepto las pastorales, así como los evangelios de Marcos y Lucas, coloca los sinópticos entre el 65 d.C. y el 93 y fija el 110 como e límite más tardío para los Evangelios y Epístolas de S. Juan y el Apocalipsis. En Gran Bretaña la crítica ha sido, con pocas excepciones, moderada y en conjunto, conservadora. Los teólogos J. B. Lightfoot, B. F. Westcott, W. H. Sanday u otros han hecho un excelente servicio en defensa de libros discutidos.
Holanda ha producido un pequeño grupo de críticos radicales, Van Manen, Pierson, Loman, quien con Steck en Alemania han revivido la total negación de autenticidad de Bruno Bauer sobre las cartas de S. Pablo. En Francia y la Suiza francesa lo clave ha sido el conservadurismo de los investigadores protestantes Pressensé y Godet; Sabatier mantiene un evolucionismo racionalizante y sobre la obra del Abbé Loisy hablaremos más abajo. Sigue un sumario breve de la situación de algunos libros particulares en la crítica no-católica.
Los Evangelios Sinópticos
La idea dominante de la solución más general es la hipótesis de dos-documentos” que explica lo que es común en todos ellos suponiendo que Mateo y Lucas se inspiraron del primer evangelio que llevaba el nombre de Marcos o de un documento apostólico anterior en el que se basa marcos y refiere el material que es común a Mateo y Lucas a una fuente primitiva aramea compilada por un o más de los discípulos inmediatos de Cristo, posiblemente S. Mateo. El evangelio de S. Lucas se reconoce como auténtico. Y el marcos canónico, al menos virtualmente también.
Los Hechos de los Apóstoles
También la integridad y autoria de los Hechos de los Apóstoles ha sido abordada por la crítica: Hilgenfeld, Spitta, Clemen, que aunque no están de acuerdo en los detalles, consideran que la obra está compuesta de ciertas secciones de diferentes autores, incluido S. Lucas, que ha sido arreglada por sucesivos editores y que contiene materiales de distinto valor. No se utilizaron falsificaciones conscientemente pero aún así lograron entrar subrepticiamente narraciones legendarias.
Epístolas de S. Pablo
Romanos, Corintios y Gálatas son reconocidos por los investigadores serios como auténticas obras del Apóstol de los Gentiles. Hay distintas opiniones sobre Efesios, Colosenses, Filipenses, Tesalonicenses y Filemón. 1 Tesalonicenses se admite en general como genuina, pero la autoría paulina de la segunda es muy contestada. El peso de las opiniones críticas protestantes está contra la autenticidad de las epístolas pastorales, es decir, las dos a Timoteo y una a Tito. La Epístola a los Hebreos se atribuye a un judío alejandrino converso, contemporáneo, o casi, de S. Pablo y discípulo suyo por las doctrinas. También piensa lo mismo los exégetas católicos de la nueva escuela.
La Primera de Pedro en general se acepta como genuina pero la composición de la Segunda de Pedro se pospone al siglo segundo,; algunos católicos también se inclinan por esta fecha.
La cuestión de si las epístolas de Santiago y S. Judas son genuinas de ambos apóstoles tiene opiniones para todos los gustos fuera de la Iglesia. The question whether the Epistles of St. James and St. Jude are from the pens of the Apostles of those names is variously answered outside the Church.
Los escritos de D. Juan
La autenticidad y autoría del evangelio de S. Juan fue la gran batalla de la Crítica del N. T. Ya en 1792 un tal Evanson se manifestó en contra. La mayoría se inclina a la postura de Harnack, es decir, el Cuarto Evangelio fue compuesto por Juan el Presbítero o “el mayor”, al que se refiere un fragmento de Papías y que los seguidores de Harnack distinguen del Apóstol, del que fue discípulo, y que escribió a principios del siglo segundo. Loisy lo atribuye a un escritor desconocido del siglo Segundo que nada tenía que ver con S. Juan.
Pero la cuestión vital de este evangelio es el valor histórico. La escuela alemana de Crítica caracteriza este evangelio como teología y simbolismo, no como historia. Loisy está de acuerdo con ellos. La autoría apostólica y la historicidad del Cuarto Evangelio ha sido reivindicada por otros críticos como Sanday, Stanton y Drummond en Inglaterra, Zahn y B. Weiss en Alemania. Los exégetas católicos ortodoxos, aunque mantiene la tradición católica de la autoría de S. Juan y de su calidad histórica, admiten sin embargo que la teología de S. Juan indica reflexión y desarrollo sobre y más allá de los sinópticos.
La Primera Epístola de S. Juan es universalmente admitida como del mismo autor que el Evangelio.
La crítica del Apocalipsis aún no está del todo definida. Hay mucha diversidad de puntos de vista sobre el autor. La escuela anglicana se inclina a S. Juan. Vischer y Harnack dicen que el libro es un Apocalipsis judío retocado por u cristiano. Casi todos los críticos admiten que hay mucho Apocalipsis en él admitiendo que algunas de las visiones dibujan de forma velada situaciones históricas bajo el disfraz de sucesos futuros.
El Movimiento Crítico dentro de la Iglesia
Crítica del Antiguo Testamento.
Francia, el país de Richard Simon y Astruc, ha sido también donde ha comenzado la Crítica católica contemporánea. François Lenormant, distinguido orientalista católico en el prefacio a su "Origines de l'histoire d'après la Bible et les traditions des peuples Orientaux" (1880-84), declaraba que ya no se puede sostener la unidad de autor del Pentateuco y daba por probado que las fuentes fundamentales de los primeros cuatro libros eran un documento Yahvista y un Elohista, cada uno inspirado u unido por “redactor final”.
Existe entre ellos discrepancias menores. Los primeros capítulos de Génesis contiene elementos míticos y legendarios comunes a los pueblos semíticos que en manos de los escritores inspirados se convirtieron “vestimentas figuradas de verdades eternas”. Este mismo prefacio reclama entera libertad para el crítico en materia de fechas y autores. Pero la obra de Lenormant acabó en el Índice, el 19 de diciembre de 1887. La base de su análisis literario fue suministrada por las conclusiones de la alta crítica, por entonces no aceptada, al menos públicamente, por ningún especialista católico. E. Reuss, un profesor protestante liberal de la universidad de Estrasburgo había publicado en partís, en 1879 "L'Histoire Sainte et la Loi; Pentateuque et Josué". En 1883 apareció la influyente obra de Wellhausen "Prolegómenos a la Historia de Israel", re-editada en 1889 bajo el título, "Composición del Hexateuco y los Libros Históricos del A.T.”
Alfred Loisy, entonces profesor de Sagrada Escritura en el Institut Catholique de París, en la lección inaugural del curso 1892-3 hizo una clara petición de libertad en el ejercicio de la crítica en el estudio de la parte humana de la Biblia ("Enseignement Biblique", Nov.-Dec., 1892; reimpreso en "Les études bibliques", 1894). En u ensayo que apareció en 1893, Loisy discutía la “Cuestión Bíblica” afirmando el derecho de la ciencia católica de tratar críticamente los aspectos generales de la Sagrada escritura y también sus interpretaciones, rechazando la inerrancia absoluta inerrancia, mientras que mantenía la inspiración total. Las partes histórica ofrecen datos que tienen una verdad relativa, es decir, respecto a la época en que fueron escritos. El autor enumeraba conclusiones de la crítica que consideraba fijos, como la no-autoría mosaica del Pentateuco, el carácter ahistóricos de los primeros capítulos del Génesis y el desarrollo de la doctrina bíblica,
A principios de ese mismo año Monseñor. d'Hulst, rector del Institut Catholique de Paris, había llamado la atención al progreso de las ideas críticas en los círculos católicos científicos, en un artículo en el "Correspondant" de 25 de enero, 1893, titulado "La Question Biblique", en el que expresaba la opinión de que la admisión de inexactitudes en la Escritura es teológicamente sostenible.
La discusión de estos temas fue la ocasión de la encíclica "Providentissimus Deus", de León XIII, del 18 noviembre, 1893, en la que se declaraba que la inerrancia total de la Biblia era la consecuencia necesaria de su inspiración. Las concesiones gratuitas de los escritores católicos a la crítica racionalista y el exclusive uso de argumentos internos contra la autoridad histórica se condenaban como contrarios a los correctos principios de la crítica. Se recomendaba una crítica sana. Recomendaciones similares se daban en la Carta Apostólica "Vigilantiæ", al establecer la Comisión Bíblica, el 30 de octubre de 1902.
El P. M. J. Lagrange, superior de la Escuela Dominicana de Estudios Bíblicos de Jerusalén en un artículo leído ante el Congreso de Científicos Católicos de Friburgo en 1897 (Revue Biblique, enero, 1898), defendía un análisis literario y la evolución del Pentateuco sustancialmente idéntico con los de la hipótesis Graf-Wellhausen. Distinguía entre la tradición de Moisés como autor histórico o fundador del Pentateuco, que él mantenía, y la tradición de la autoría literario mosaica, que abandonó. Como Loisy, el sabio dominico mantenía que los métodos literarios del antiguo oriente son muy diferentes de los de nuestra civilización. Muchos especialistas bíblicos católicos se han unido a la que se ha llamado escuela ”progresiva” y en sustancia, aunque no estén de acuerdo en los detalles, mantienen: • la textura compuesta y la progresiva formación de algunos libros sagrados y abandonando por consiguiente su tradicional unidad de autor;
• permitir el desarrollo teológico y moral en el Antiguo Testamento;
• admitir una extensa y tácita inserción de tradiciones populares y fuentes escritas que contiene afirmaciones ahistóricas.
Sin embargo, estos exégetas mantienen firmemente la verdad objetiva de las líneas esenciales y largas de la historia de Antiguo Pacto tal cual se refleja en la Biblia. Afirman en general que la cuestión del procedimiento literario de los escritores bíblicos no es una cuestión de fe. Esta postura ha sido atacada frecuentemente por católicos que se adhieren a la escuela conservadora, que presentan argumentos sacados principalmente de que creen irreconciliables los nuevos puntos de vista con la tradición dogmática católica de la inspiración e inerrancia, como se testifica, dicen, en el Nuevo Testamento, los Padres, las enseñanzas de los Concilios de Trento y Vaticano I y particularmente la encíclica de León XIII (ver INSPIRACION). Los principales adversarios de las conclusiones avanzadas son los jesuitas Delattre (Autour de la question biblique, 1904), Brucker (contribuciones a "Etudes" entre 1894 y 1905), Fontaine, Fonck, Pesch, (De Inspiratione Sac. Scrip., 1906), Murillo, Billot; también el profesor Hoberg y el Abbé Mangenot (L'Authenticité du Pentateuque, 1907).
La Comisión Bíblica , cuyas decisiones tiene la fuerza de leyes de las Congregaciones Romanas, declaró el 13 de febrero de 1905 que la falibilidad de citas implícitas en la Biblia puede ser admitida, siempre que argumentos sólidos demuestren que son citas reales y que el escritor sagrado no las adopta como suyas. La Comisión concedió el 23 de junio de 1903 que algunos pasajes pueden ser históricos solo en apariencia, salvando siempre el juicio y sentido de la iglesia. El 27 de junio de 1906 la comisión declaró que los argumentos aportados por los críticos no refutan la autoria mosaica sustancial del Pentateuco. Esta decisión ha modificado necesariamente la actitud de los escritores católicos y profesores que apoyaban en mayor o menor grado las conclusiones de la hipótesis Graf-Wellhausen. El decreto de la Inquisición "Lamentabili" (3 julio, 1907) y la encíclica "Pascendi Dominici Gregis" (8 septiembre, 1907) reafirmaba contra los Modernistas los sanos principios católicos que hay que seguir en el estudio de la Sagrada Escritura.
Crítica del Nuevo Testamento
Los investigadores católicos que querían aceptar algunas de las teorías críticas han trazado una línea para distinguir la Critica del Antiguo Testamento y la del Nuevo testamento, no solo por la mayor delicadeza de éste ultimo sino porque reconocen que los documentos del Antiguo y del Nuevo Testamento se produjeron en condiciones muy diferentes.
En la alta crítica del N.T. los católicos han defendido la autenticidad, integridad y veracidad tradicionales de los libros en cuestión. Algunos exégetas admiten de alguna manera ligeras divergencias en las narraciones evangélicas y el uso de documentos más antiguos por al menos dos de los escritores sinópticos. Respecto al “Problema Sinóptico” se concede que al menos S. Lucas utilizó el evangelio de S. marcos; así Batiffol, Minocchi, Lagrange, Loisy, Bonaccorsi, Gigot.
Loisy, demasiado influido por la crítica alemana contemporánea rompió con las tradiciones ortodoxas de la exégesis del N.T. En una réplica al libro de Harnack “¿Qué es el Cristianismo?” defendió el dogma católico como evolución con sus raíces en la Primitiva Iglesia, pero hizo concesiones peligrosas respecto a la afirmación de la divinidad de Cristo, su vocación mesiánica, conocimiento, milagros y resurrección ("L'Evangile et l'Eglise", 1902; "Autour d'un petit livre", 1903). En "Le Quatrième Evangile" (1903) Loisy rechaza la autoría de S. Juan y la historicidad del Cuarto Evangelio, mientras que la Comisión Bíblica afirmaba ambas cosas (29 de mayo 1907). Su sistema separa virtualmente la fe católica de sus credenciales históricas como se hallan en el N.T. y estas obras han sido condenadas por la Congregación del Índice. Han extraído varias refutaciones de los apologistas cristianos, como del "Jésus Messie et Fils de Dieu" (1904) del Abbé Lepin. Después Loisy publicó una obra sobre los Evangelios Sinópticos (Les évangiles synoptiques, 1908) en la que sigue la más extravagante crítica racionalista. Loisy fue excomulgado el 7 de marzo de 1908.
Como se ha advertido la Iglesia recomienda encarecidamente el ejercicio de la crítica según los sólidos principios no desviados por las presuposiciones racionalistas, pero debe condenar la referencia indebida a escritores heterodoxos y las conclusiones que se desvían de la verdad revelada. Cuando surge la duda sobre si una hipótesis está permitida la autoridad eclesiástica ha de decidir hasta donde es coincidente con el depósito de la fe o conviene a la seguridad de la religión.
Fuentes
(Los autores católicos llevan un asterisco.) Desde un punto de vista conservador : VIGOUROUX*, Les livres saints et la critique rationaliste (Paris, 1886); LIAS, Elements of Biblical Criticism (Londres 1893); BLOMFIELD, The Old Testament and the New Criticism (Londres,1893); BEATTIE Radical Criticism (Chicago, 1895); ANDERSON, The Bible and Modern Criticism (Londres 1902); HÖPFL*, Die höhere Bibelkritik (2ª ed., Paderborn, 1905); art. Criticism en HASTING, Dict. of Christ and the Gospels. Desde un punto de vista radical: CHEYNE, Founders of O. T. Criticism (New York, 1893); ZENOS, Elements of the Higher Criticism (New York, 1895); NASH, Hist. of the Higher Criticism of the N. T. (New York, 1900); CARPENTER, The Bible in the Nineteenth Century (Londres 1903); DRIVER AND KIRKPATRICK, The Higher Criticism (Londres 1905); GIGOT*, Higher Criticism of the Bible, en New York Review, March, 1906-April, 1907. Irenistas: RANNAN*, Higher Criticism and the Bible, e Am. Cath. Quart. Rev., July. 1894; MCFAYDEN, O. T. Criticism and the Christian Church (New York, 1903); PETERS*, Die grundsätzliche Stellung der katholische Kirche zur Bibelforschung (Paderborn, 1905)