El templo fue restaurado por la Fundación Patrimonio Cultural Artístico de la Iglesia Católica con aportes del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y tuvo un costo de aproximadamente $247 millones, de los cuales el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes contribuyó con cerca de $115 millones.
En la Iglesia existe la tradición de cuando alguien muere, oficiar una misa por la salvación de su alma. Fieles anónimos llevan velas, ponen placas y rezan por sus seres queridos difuntos y por las almas del purgatorio. Mientras estaba abierta la capilla, la gente llevaba la foto de sus difuntos, colocaba placas y velas, lo que no se detuvo con el cierre, pues los fieles utilizaban la fachada del templo para el mismo fin.
La capilla fue restaurada en su fachada, muros, sistema eléctrico, iluminación, vitrales, accesibilidad y se pintó de dolor ocre, color histórico original del templo. Dino Bozzi, arquitecto a cargo comenta: “Esta capilla tiene una historia muy larga, pero muy asociada a la comunidad, no solo por lo religioso, sino porque es un bien para la ciudad de Santiago”.
Una de las asistentes a la misa, María Angélica Espinoza de 74 años, destacó: “Mi devoción a las ánimas del purgatorio viene desde hace 40 años. Creo que las ánimas siempre me acompañan y por eso hago mucha devoción y una vez al mes hago una donación”.
En la homilía, el cardenal Ricardo Ezzati, señaló que “La devoción y el recuerdo de afecto de las familias hacia sus seres queridos y por todo lo que significa restituir a la ciudadanía un espacio que junto con ser religioso y de oración, es también un espacio cultural para aquellos que aman la ciudad de Santiago”.
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