Apuntes de clases

Clases de filosofía y ciencias bíblicas del Instituto de Humanidades Luis Campino, y la Parroquia de Guadalupe de Quinta Normal.


miércoles, 28 de octubre de 2015

37).-Academia Platónica de Atenas.-a

 Clases de Filosofía, en el Instituto de Humanidades Luis Campino, del profesor de filosofía don Oscar Santos Peralta, generación 1992.
Oscar Santos Peralta


Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán; 

Conviene hacer alguna precisión acerca de los “jardines de Academos”, que dieron nombre a la famosa escuela creada por Platón. En primer lugar la Academia no es un edificio, como alguien puede pensar, sino una zona o barrio de Atenas, fuera de las murallas, a 1,5 kilómetros aproximadamente, que recibe el nombre de Academia, Ἀκαδημία, o Hekademeia (Ἑκαδήμεια), del nombre del héroe local Academos o Hekademos, como dice Diógenes Laercio, (Vida de los filósofos ilustres, 3,7 ss.).

La Academia  se encontraba en las afueras de Atenas, a 1,5 kms. al norte; se accedía por la puerta de Dypilom por un camino en el que había numerosas tumbas de hombres ilustres, como nos dice  Pausanias en su famosa guía del mundo griego "Descripción de Grecia", en 1, 29:
 
Fuera de la ciudad en los demos o barrios, y en los caminos, hay  templos dedicados a dioses y numerosos monumentos erigidos en honor de los héroes y grandes hombres de Atenas. Fuera ya de la ciudad y cerca de la las murallas se encuentra la primera Academia, que antes fue un terreno particular, y hoy es un gimnasio. Al entrar se ve un  espacio dedicado a Artemisa, con  xoanas (esculturas votivas de madera) de Ariste y Caliste adornadas que llevan esta inscripción: A la muy buena y hermosa diosa. Creo que estos son los atributos de Artemisa, según podemos juzgar por los poemas de Safo, aunque  varios autores que han tratado este tema dan otra explicación, pero yo no trataré  más de ello. Dioniso Eleuterio (Dioniso Liber) también tiene un templo no muy grande, a donde cada año llevan la estatua del dios  en unas fechas determinadas. Esto por lo que se refiere a los dioses.
 En cuanto a las tumbas, la primera es la de Trasíbulo hijo de Lico, que con toda justicia ocupa el primer lugar, porque de todos los atenienses nadie hizo tanto por  la república, prestó sin duda el mejor servicio y por ello es el más digno de memoria; el buen ciudadano Trasibulo vino con ocasión de la tiranía de los treinta tiranos , desde Tebas con sesenta hombres, a los que se fueron uniendo los atenienses, hasta llegar a un acuerdo y conseguir la paz para la ciudad de Atenas, terminando con las guerras internas: esta es la primera tumba, luego vienen la de Pericles, la de Cabrias y la de Formión.
El sitio fue un lugar de culto muy antiguo, quizás desde la Edad del Bronce, como lo atestigua su relación con los semidioses los Dioscuros, el bosque de olivos existente dedicado a Atenea, y a otros dioses.
Fue un espacio consagrado, como decía, a varios dioses:  a Atenea, que tenía allí un altar al lado de los de Hefesto y Prometeo, Hermes, Hércules, las Musas y Eros.
Pausanias I, 30,2

[2] En la Academia hay un altar de Prometeo desde el  que un día determinado al año todavía es costumbre ir corriendo hasta la ciudad con antorchas encendidas. El ganador  debe mantener su antorcha encendida; si al que va el primero se le apaga  la llama, pasa al segundo lugar, el segundo al tercero, y así sucesivamente.  ¿Qué ocurre  si se apagan todas las antorchas?;  nadie gana y el premio se guarda para otra ocasión. Luego se ve el altar de las Musas, el de Hermes, otro dentro dedicado a Atenea, y otro a Hércules. También te mostraran un olivo que se dice que es el segundo que apareció en el Ática.
El terreno perteneció en su momento a Hiparco, hijo de Pisístato, que lo rodeó de un muro y creo un gimnasio; fue embellecido y mejorado por Cimón que llevó el agua  desviando el cercano río Cefiso y plantó árboles y creó un estadio para carreras, como nos cuenta Plutarco, Cimon 13,8
Él fue el primero en embellecer la ciudad con los elegantes lugares   llamados 'liberales' (para  entretenimiento), que luego fueron tan  excesivamente,  mediante la plantación en  la plaza del mercado de plátanos, y convirtiendo la Academia de un lugar sin agua y árido en un bosque bien regado,  dotado de soleadas pistas para carreras y de  paseos sombreados.

Los espartanos, dueños de Atenas después de la guerra del Peloponeso, respetaron la Academia en recuerdo de la ayuda ofrecida por Academos a sus héroes Castor y Polux, según Plutarco, Teseo, 32,3
Entonces Academo, que no se sabe cómo sabía que estaba oculta en Afidnas, se lo reveló a ellos. Por esta razón lo tuvieron los Tindáridas durante toda su vida en alta y después en las muchas ocasiones que los Lacedemonios invadieron el Ática  y devastaron todo el país, siempre respetaron a la Academia por consideración a Academo;
Platón, buscando sin duda los paseos con sombra de la Academia, compro unos terrenos  para “filosofar”  allí con sus discípulos y sus amigos. Plutarco. De exsilio 10:

La Academia, cerca de Atenas, que fue comprado por tres mil dracmas, fue el lugar donde Platón, Jenócrates, y Polemón habitaron; allí tuvieron  sus escuelas, y allí vivieron durante toda la vida, excepto un día al año, en que Jenócrates marchaba a la ciudad con motivo de las  bacanales y de la representación de las nuevas tragedias, “gracia a la fiesta”, como dicen. Teócrito de Chios reprochó a Aristóteles, que se acostumbró a la  vida en la corte con Filipo y Alejandro, que eligiera vivir en la desembocadura del Borborus en lugar de en la Academia. Hay un río junto a  Pella, que los macedonios llaman con  ese nombre (Borborus).
Platón hizo levantar en el recinto de la Academia un pequeño templo a las Musas, llamado Mouseion,en el que Espeusipo colocó las estatuas de las Gracias. (Diogenes Laercio, IV  1,3,8/ y  III, 5 y 20).

Un persa de nombre Mitrídates encargó hacer  una estatua de Platón al escultor Silanion, la llevó  al tempo y la dedicó a las Musas. (Diogenes Laercio III, 20)
Después de la muerte de Platón, esta estatua quedó colocada en el centro de su escuela y el gran filósofo fue enterrado en las proximidades de la Academia, según nos cuenta Pausanias, I, XXX,3:
  No lejos de la Academia está la tumba de Platón…
También se nos da una curiosa noticia en una carta de Servio a Cicerón  de la prohibición de hacer los funerales dentro de la ciudad con motivo de la muerte de su colega Marco Marcelo que había recibido dos heridas, durante su estancia en Atenas y cómo lo incineraron en la Academia, lo que de paso prueba que no es un edificio sino un espacio, terreno o barrio de Atenas:

Cicerón, Epistulae ad Familiares, IV,12,3:
Nunca pude conseguir de los Atenienses que le diesen un lugar para sepultura dentro de la ciudad, porque decía que se lo impedía su religión y que nunca antes se lo habían concedido a nadie. Pero que lo más que podían concederme era permitirme que lo enterrara en el gimnasio en el que yo quisiera.  Yo elegí un lugar en el más noble gimnasio del orbe de la tierra y allí lo hice quemar. Luego me ocupé de que los mismos Atenienses  mandasen hacerle allí una sepultura de mármol. De esta manera en vida y en muerte hice por él lo que era mi obligación como compañero de consulado , y por su parentesco. Que sigas bien. En Atenas. Víspera de las Calendas de Junio. (31 de Mayo)
ab Atheniensibus, locum sepulturae intra urbem ut darent, impetrare non potui, quod religione se impediri dicerent, neque tamen id antea cuiquam concesserant. quod proximum fuit, uti in quo vellemus gymnasio eum sepeliremus, nobis permiserunt. nos in nobilissimo orbi terrarum gymnasio Academiae locum delegimus ibique eum combussimus posteaque curavimus, ut eidem Athenienses in eodem loco monumentum ei marmoreum faciendum locarent. ita, quae nostra officia fuerunt pro collegio et pro propinquitate, et vivo et mortuo omnia ei praestitimus. vale. D. pr. K. Iun. Athenis.


La Academia recibió un golpe mortal cuando en el año 86 a.C.  el general romano Sila conquistó y destruyó Atenas. El director de la Academia, Filón de Larissa, se marchó de Atenas al año siguiente y murió sin dejar sucesor, lo que supuso la muerte de la institución. Pero Sila no respetó ni la Academia ni el Liceo.  Nos lo cuenta Plutarco, Sila, 12,1-3
Sila recobró muy pronto las demás ciudades, enviando a ellas heraldos y atrayéndolas; pero a Atenas, obligada a estar de parte del rey por el tirano Aristión, tuvo que marchar con grandes fuerzas, y, rodeando el Pireo, le puso cerco, asestando contra ella toda especie de máquinas y empleando diferentes medios de combatir. Y si hubiera aguantado un poco de tiempo, se le habría venido a la mano tomar sin riesgo la ciudad de arriba, apurada ya del hambre hasta el último punto, por falta de los más precisos alimentos; pero, teniendo puesta la vista en Roma, y temiendo las novedades allí intentadas, apresuró la guerra, a costa de grandes peligros, de muchos combates y de inapreciables gastos, pues, sobre todos los demás preparativos, el aparato sólo de las máquinas constaba de diez mil pares de mulas, prontas todos los días para este servicio. Faltóle la madera, quebrantándose muchas de las piezas por su propio peso, y siendo frecuentemente incendiadas otras por los enemigos, y acudió por fin a los bosques sagrados, despojando la Academia, que todos los alrededores de Atenas era el más poblado de árboles, y el Liceo. (Traducción de Sanz Romanillos)
También Apiano en su Historia de Roma XII,5,30 (Guerra de Mitridates):

Sila taló el bosque de la Academia [para construir allí sus máquinas enormes. Derribó las largas murallas y  utilizó las piedras, madera y tierra para la construcción de terraplenes.
Cuando Antioco retornó a Atenas en el año 88 a.C. restauró la enseñanza, pero ya no en la Academia. Cicerón nos presenta a Antioco enseñando en un gimnasio que se llamaba el Ptolomeo.
El mismo Cicerón nos describe una emocionada visita a la Academia una tarde en que “está desierta a esas horas del día”.
Cicero, De Finibus, 5, 1

Después de haber escuchado, Bruto, a Antioco como acostumbraba en compañía de Marco Pisón, en el gimnasio que llaman “el Ptolomeo”, y junto con nosotros mi hermano Quinto y Tito Pomponio y Lucio Cicerón, primo hermano mío por parentesco, pero hermano en el afecto, decidimos entre nosotros dar un paseo después de mediodía en la Academia, sobre todo porque a esa hora este lugar está vacío de toda gente. Así pues fuimos todos a casa de Pisón puntualmente y desde allí hicimos los seis estadios desde el Dípilo (una de las puertas de la ciudad) hablando de varias cosas. Cuando llegamos a los terrenos de la Academia, tan famosos no sin motivo, la soledad era precisamente la que deseábamos.

LIBER QUINTUS
1. Cum audissem1 Antiochum, Brute, ut solebam,2 cum M. Pisone in eo gymnasio, quod Ptolomaeum vocatur, [p. 156] unaque nobiscum Q. frater et T. Pomponius Luciusque Cicero, frater noster cognatione patruelis, amore germanus, constituimus inter nos ut ambulationem postmeridianam conficeremus in Academia, maxime quod is locus ab omni turba id temporis vacuus esset. itaque ad tempus ad Pisonem omnes. inde sermone vario sex illa a Dipylo stadia confecimus. cum autem venissemus in Academiae non sine causa nobilitata spatia, solitudo erat ea, quam volueramus.
La propiedad de Platón con su escuela  estaría fuera del recinto amurallado de la Academia, en algún lugar entre el gimnasio actualmente visible y la  colina al noreste llamada  Hippios Kolonos. Desgraciadamente no queda nada de la Academia de Platón y ni siquiera hay acuerdo entre los arqueólogos sobre su concreto emplazamiento, a pesar de los esfuerzos realizados y a pesar de lo que digan las actuales guías turísticas de Atenas.
El nombre de Academia fue luego lado, en memoria de Platón y sus discípulos a otros lugares consagrados al estudio de las letras y de la filosofía. Así Ciceró llamaba a un campo que poseía cerca de Puteoli (Puzzole); :Plinio, XXXI,6 (3)
…es digno de recordarse que, según se va desde el lago Averno hacia Puteoli, la villa está situada en la orilla del mar, famosa por por su pórtico y su bosque , a la que Marco Cicerón llamaba la Academia, a semejanza de la de Atenas, allí compuso los libros de este mismo nombre, y en ella edificó algunos edificios para sí mismo como si no se hubieran hecho en todo el orbe de la tierra. 
dignum memoratu, villa est ab Averno lacu Puteolos tendentibus inposita litori, celebrata porticu ac nemore, quam vocabat M. Cicero Academian ab exemplo Athenarum, ibi compositis voluminibus eiusdem nominis, in qua et monumenta sibi instauraverat, ceu vero non et in toto terrarum orbe fecisset.
También Cicerón en  Cartas a Ático, Ad Atticum I,4,3,11


Mucho me agrada lo que me escribes de Hermathena: es el adorno más a propósito para mi “Academia”, porque Hermes (en el original en griego)  es el adorno obligado de todos los gimnasios, y Minerva es especialmente insigne  de este gimnasio mío. Querría por este motivo, como me escribes, que me adornes este lugar con cuantas más cosas mejor.Todavía no he visto las estatuas que ya me has enviado. Están en Formiano, adonde pensaba marchar ahora. Las llevaré todas ellas a Túsculo.  Embelleceré Cayeta si alguna vez comienzo a nadar en la abundancia. Conserva tus libros, y  no desesperes de que pueda hacer que sean míos. Si lo consigo esto, supero a Craso en riquezas y desprecio las tierras y praderas de todo el mundo.
1.4.3 quod ad me de Hermathena scribis, per mihi gratum est. est ornamentum Academiae proprium meae, quod et Hermes commune omnium et Minerva singulare est insigne eius gymnasi. qua re velim, ut scribis, ceteris quoque rebus quam plurimis eum locum ornes. quae mihi antea signa misisti, ea nondum vidi; in Formiano sunt, quo ego nunc proficisci cogitabam. illa omnia in Tusculanum deportabo. Caietam, si quando abundare coepero, ornabo. libros tuos conserva et noli desperare eos meos facere posse. quod si adsequor, supero Crassum divitiis atque omnium vicos et prata contemno.


Cuando Cicerón perdió la oportunidad de continuar su vida política con más de sesenta años ya y coincidiendo además con la muerte de su querida hija al dar a luz, se dedicó a la filosofía y a la reflexión. Escribió entonces su obra De finibus, de la que anteriormente he dado un pequeño fragmento y también las que llamó “Cuestiones Tusculanas”.  Cicerón tenía una villa o finca en Tusculum, en los Montes Albanos, a unos 25 kilómetros de Roma. Allí se retiraba de vez en cuando Cicerón con algunos amigos dedicando el tiempo a la reflexión y diversión intelectual. En una ocasión de estas, en la que se retiró con cinco amigos,  es en la que sitúa su obra “Cuestiones Tusculanae”, llamadas así precisamente por el lugar en que se generaron. Según nos dice, las mañanas las pasaban en declamaciones y ejercicios de retórica y por las tardes se retiraban a una galería que llamaba la Academia, en recuerdo de la de Atenas. La reflexión en esta ocasión versó sobre la muerte y su temor, el dolor, las adversidades de la vida, la moderación de las pasiones y el valor de la virtud para ser felices.
Ciceron, Tusculanae Quaestiones, 2,III (9)

Y así siempre me agradó la costumbre de los peripatéticos y de la Academia de disertar acerca de todas las cosas en sus sentidos contrarios,  no sólo porque de otro modo no pueda encontrarse lo que en cualquier cosa es verosímil, sino también porque es éste el mejor ejercicio para hablar. De este sistema se sirvió el primero Aristóteles y después todos los que lo siguieron. Por otra parte, según mi memoria, Filón, a quien con frecuencia he escuchado, determinó presentar los preceptos de los retóricos en un tiempo, y los de los filósofos en otro.
Empujados por nuestros amigos a seguir esta costumbre, consumimos en ello el tiempo de que disponíamos en Túsculo. Y así, habiéndonos dedicado antes del mediodía a la dicción, como habíamos hecho el día de antes, después del mediodía bajamos a la Academia; la disputa que tuvimos en ella, la exponemos no como narradores, sino casi con las mismas palabras como se hizo y se disputó.
Itaque mihi semper Peripateticorum Academiaeque consuetudo de omnibus rebus in contrarias partis disserendi non ob eam causam solum placuit, quod aliter non posset, quid in quaque re veri simile esset, inveniri, sed etiam quod esset ea maxuma dicendi exercitatio. qua princeps usus est Aristoteles, deinde eum qui secuti sunt. nostra autem memoria Philo, quem nos frequenter audivimus, instituit alio tempore rhetorum praecepta tradere, alio philosophorum: ad quam nos consuetudinem a familiaribus nostris adducti in Tusculano, quod datum est temporis nobis, in eo consumpsimus. itaque cum ante meridiem dictioni operam dedissemus, sicut pridie feceramus, post meridiem in Academiam descendimus. in qua disputationem habitam non quasi narrantes exponimus, sed eisdem fere verbis, ut actum disputatumque est.


Elemperador Adriano que había hecho reproducir en su suntuosa villa de Tibur algunos de los más bellos edificios de Grecia, hizo levantar también unos edificios y plantó unos jardines a imitación de la Academia de Atenas.Spartiano, Adriano, 26,5:
Edificó de forma maravillosa su villa de Tibur, de tal forma que en ella puso los nombres más célebres de las provincias y de los lugares, llamándoles por ejemplo Liceo, Academia, Pritaneo, Canopo, Poecile, Tempe y para que no faltara nada, hasta hizo un “infierno”.
Tiburtinam Villam mire exaedificavit, ita ut in ea et provinciarum et locorum celeberrima nomina inscriberet, velut Lyceum, Academian, Prytaneum, Canopum, Poicilen, Tempe vocaret. et, ut nihil praetermitteret, etiam inferos finxit.

Es más,  el término adquirió pronto el significado genérico de “establecimiento docente” y el de “prestigiosa sociedad científica, literaria o artística” . En relación con el primer significado, hablamos de “disciplinas académicas” para referirnos a las diversas materias que se estudian o  cursan en esos centros, en especial en la Universidad; “expediente académico” es el documento que recoge los estudios realizados y las competencias adquiridas por los estudiantes. En relación con el segundo significado,  las  artes y las ciencias son las simbólicamente amparadas por las Musas: literatura, pintura, escultura, dibujo, música, etc..
Sinónimos de “academia” , aunque con alguna pequeña matización, son “ateneo” e “instituto”,   La palabra “ateneo” deriva, evidentemente de Atenea, diosa griega de las artes,  de la inteligencia  o sabiduría, aunque también de la “guerra”.


El liceo.



El parque arqueológico de la escuela de Platón

El Liceo es (del gr.) el centro o institución de enseñanza creado por Aristóteleses. Recibe su nombre del templo de Apolo Licio (el Λύκειον, likeion), en cuyas cercanías estaba construido. A la escuela filosófica y al método de educación de Aristóteles también se le llama “peripatético” (del griego peri alrededor y patos pórtico o patio) porque acostumbraba a impartir sus lecciones paseando por el pórtico. Con el tiempo también Liceo adquirió el significado genérico de institución o centro de enseñanza de las ciencias o de las artes.


Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano

  
Montaner y Simón Editores, Barcelona 1887 tomo 1
página 194
Academia

Filosofía. El origen histórico de la palabra academia, en su aplicación a las múltiples derivaciones de la filosofía platónica, se debe al nombre dado por los atenienses a un paseo plantado de plátanos y olivos, en un principio gimnasio, que fue legado a la república por un contemporáneo de Teseo, llamado Academo. Al mencionado sitio (cuyas descripciones difieren poco en los escritores que de él tratan) concurría Platón para enseñar filosofía, y a él, pagando especie de tributo a la tradición, siguieron asistiendo con frecuencia los tenidos por discípulos más o menos fieles del gran sistematizador de la Dialéctica. De esta coincidencia procede el nombre genérico que un principio se diera a la doctrina de Platón de filosofía académica, así como de ellas deriva el nombre de académicos atribuido a los discípulos de Platón. Cohonestadas y admitidas en la historia de la filosofía estas denominaciones, se comprende dentro de ellas un largo periodo de cuatro siglos, que abraza desde Platón hasta Antioco. En él examinan los historiadores de la filosofía los más opuestos sistemas, aunque todos ellos manifiestan el tronco común de que dimanan, a saber, el idealismo platónico. Son muy escasas las noticias y muy numerosas las conjeturas que hay necesidad de hacer para historiar, y aun esto sólo externamente, las consecuencias que se desprenden de la enseñanza platónica, cuyo completo desarrollo y aun aplicación debe referirse a la filosofía alejandrina y al neoplatonismo, que filtra su sustancia doctrinal en la información del dogma cristiano. Aristóteles, Diógenes, Laertio y Cicerón ofrecen datos, siempre incompletos, acerca de las vicisitudes que sigue la doctrina platónica entre los llamados académicos. Con inferencias más o menos cercanas a la exactitud señalan los historiadores de la filosofía (V. Ritter), fundados en tales datos, hasta cinco academias.
La primera academia, llamada antigua, es la de Platón y sus discípulos inmediatos aunque no muy fieles, Espeusipo y Xenócrates; la segunda o media es la erigida por Arcesilao, fundador del probabilismo (V. Fouillée, Histoire de la Philosophie); la tercera o moderna es la establecida por Carneades, que recuerda los antiguos sofistas; la cuarta es la que tenía por jefe a Philón, y la quinta es la establecida por Antioco (V. Sextus Emp). Fragmentarias son las indicaciones que Cicerón (V. Diálogo del orador, lib. III) hace de los filósofos llamados académicos. De ellos dice: «Habiendo sido tantos los discípulos de Sócrates, y conservando todos alguna parte de su enseñanza esparcida en tantas y tan variadas discusiones, nacieron de aquí muchas sectas entre sí discordes, aunque todos sus adeptos se llamasen socráticos y se tuviesen por fieles discípulos de Sócrates. Y primero fueron discípulos de Platón, Aristóteles y Xenócrates... padre éste de la academia. Los académicos forman dos escuelas con un mismo nombre, porque Espeusipo, hijo de una hermana de Platón, Xenócrates, discípulo del mismo Platón y Polemón y Crautor, que lo fueron de Xenócrates, se diferencian poco de Aristóteles, que fue, juntamente con ellos, discípulo de Platón; sólo difieren mucho en la abundancia y variedad del estilo. Arcesilao, discípulo de Polemón, fue el primero que de varios diálogos platónicos y razonamientos de Sócrates dedujo la consecuencia de que no hay certidumbre alguna en el conocimiento adquirido por los sentidos o por el entendimiento, y cuentan que con suma gracia en el decir despreció todo criterio, lo mismo el de la razón que el de los sentidos, y fue el primero en renovar el método ya usado por Sócrates: no demostrar lo que él mismo pensaba, sino disputar contra la opinión de cualquier otro. De aquí nació la nueva academia, en la cual se distinguió por su divina prontitud de ingenio y abundancia de decir, Carneades». No hay para qué historiar ni hacer juicio crítico aquí del platonismo (V. Platón), pero aun limitando nuestro empeño a la historia extensa de los discípulos del divino idealista, no se puede prescindir de consignar una apreciación general, aplicable por igual a la doctrina de todos los filósofos académicos. Se bifurca la filosofía griega, después de Platón, en dos direcciones: la filosofía aristotélica y la escuela académica. Los filósofos académicos no pueden ni deben figurar en el número de los filósofos que han dado nuevos impulsos a la ciencia, mientras que Aristóteles, considerado por una crítica superficial como discípulo y aún émulo de Platón, vive vida inmortal en la historia del pensamiento. Los académicos suplen la virtualidad genial del pensamiento (de que carecen casi por completo) por una especie de afán excesivo de erudición, que parece justificar la tradicional significación de su apelativo, puesto que en efecto hoy mismo se estima que filosofía académica (o de las academias) equivale a pensamiento formado por la erudición, que no elaborado en virtud de una reflexión propia, intensa y personal.
En la academia antigua, Espeusipo se consagra más a la erudición y al pensamiento propio, señalando conexiones a veces artificiales entre las ciencias más distintas entre sí y proponiéndose, quizá con más audacia que aptitud, constituir una historia natural sistemática, merced a su hipótesis de las semejanzas y diferencias. Desvíos parciales, aunque significativos, de la enseñanza platónica se notan en Espeusipo, tenido erróneamente por el más fiel de los discípulos de Platón, en sus reminiscencias pitagóricas en algunas argucias, a que era inclinado, sobre la sensación y la unidad del ser. Más se acentúan aún las fórmulas pitagóricas en Xenócrates, que pretendía reducir las ideas filosóficas a razonamientos matemáticos. Los pensadores de la antigua academia, hambrientos sentados a la mesa del sabio, sin satisfacer su apetito con estos malogrados ensayos, revelan un sistema, el de la debilidad de la fuerza productora de su inteligencia y a la vez el comienzo de la erudición en filosofía (sin exceptuar a Polemón y Crautor).
En la segunda, o sea la academia media, cuyo jefe es Arcesilao, hallamos ya una mayor divergencia de la enseñanza platónica. Condensa toda su doctrina Arcesilao, repitiendo el aforismo de Sócrates: «solo sé que no sé nada» y añadiendo «y aun esto no lo sé de una manera cierta». La teoría de lo verosímil y de lo probable es ya completamente contradictoria del dogmatismo platónico. Arcesilao, con amor a la filosofía y con marcada preferencia a Platón, es el fundador del probabilismo con tendencias escépticas. No citan las más antiguas autoridades obra alguna de Arcesilao y apenas si existen datos más concretos acerca del núcleo de su doctrina que los que dejamos transcritos de Cicerón.
ruinas

Se personifica la tercera academia, la moderna, en Carneades, que reproduce y exagera el sentido escéptico de Arcesilao. y recuerda los antiguos sofistas hasta el punto que se refiere que durante su estancia en Roma, pronunció dos discursos, uno en pro y otro en contra de la justicia. En progresivo desacuerdo de la doctrina platónica y en combate continuo contra los estoicos, llegó Carneades a extremar el probabilismo de Arcesilao, sin que por otra parte pudiera él mismo librarse de la eterna contradicción que le prestaba contrastes inagotables para su buen decir.
Philón, al jefe de la cuarta academia, discípulo de Clitomaco, como éste lo fue a su vez de Carneades, pareció inclinarse a un sentido práctico de la especulación, aunque repetía el dicho de Carneades, esto es, que apenas si podemos salir de lo verosímil, porque no poseemos medios para distinguir la percepción verdadera de la falsa.


Finalmente Antíoco, fundador de la quinta academia, termina con la aspiración estéril de conciliar los peripatéticos y los estoicos con la antigua Academia. Después de la erudición que enerva la virtualidad de la reflexión propia, la filosofía académica concluye con una tendencia ecléctica, que es en la historia del pensamiento síntoma indudable de una decadencia sensible. El escepticismo erudito y la incertidumbre escéptica, tales parecen ser los resultados de esta larga trayectoria de la filosofía académica. Ella, sin embargo, prepara ulteriores evoluciones del pensamiento, merced a las cuales se ha de determinar un cierto movimiento concurrente para que coincidan el platonismo y el aristotelismo, de cuya recíproca fecundación brotará en siglos posteriores la robusta planta de la filosofía cristiana. Pero sin recurrir a tan lejanos tiempos, repitamos para concluir, que el platonismo no encarna en la filosofía académica, ni por, los frutos de ésta, que valen poco, debe ser aquél estimado; sino que la dialéctica del divino idealista es verbo que se hace carne y sal regeneradora en la filosofía alejandrina y en el neoplatonismo.

Diccionarios filosofía soviéticos:

 
ruinas de academia 
no figura
Diccionario filosófico marxista · 1946

no figura
Diccionario filosófico abreviado · 1959

Academia platónica
Escuela filosófica idealista de la antigua Grecia. Fue fundada por Platón (387 a.n.e.) en el parque próximo a Atenas, llamado “Academia” en honor del héroe mítico Academo. En la denominada Academia Antigua (Espeusipo y otros, siglos IV y III a. n. e.), se acentuó el influjo del pitagorismo. Las ideas de Platón se sistematizaron partiendo de la teoría mísfica de los números. La Academia contribuyó en gran medida al progreso de la matemática y de la astronomía. La Academia Media (Arcesilao y otros, siglo III a. n. e.) experimentó la influencia del escepticismo. La Academia Nueva (Carnéades y otros, siglos II y I a. n. e.) ahondó el escepticismo de la Academia Media, se manifestó contra la doctrina de los estoicos sobre el criterio de la verdad. En los períodos subsiguientes, la Academia une eclécticamente el platonismo, el estoicismo, el aristotelismo y otras escuelas. En los siglos IV y V pasa definitivamente al neoplatonismo (Plutarco de Atenas). En el año 529 fue cerrada por el emperador Justiniano. Durante el Renacimiento, se fundó en Florencia una escuela denominada Academia platónica (1459-1521), que luchaba desde las posiciones del platonismo contra el Aristóteles escolastizado, traducía y comentaba las obras de Platón (Marsilio Ficino).
Diccionario filosófico · 1965

no figura
Diccionario marxista de filosofía · 1971

Academia platónica
Escuela filosófica idealista en la Grecia Antigua, fundada por Platón (387 a.n.e.) cerca de Atenas y llamada según el nombre del héroe mítico Academo. La Academia platónica se opuso al materialismo antiguo. En distintas etapas de su historia se sometió a la influencia de otras escuelas idealistas. En la denominada Academia Antigua (Speusippus y otros, siglos 43 a.n.e.), que desempeñó un gran papel en el desarrollo de las matemáticas y la astronomía, aumentó la influencia de la escuela pitagórica. En dicha Academia, las opiniones de Platón se sistematizaban sobre la base de la teoría mística de los números. La Academia Media (Arcesilao y otros, siglo 3 a.n.e.) experimentó la influencia del escepticismo. La Academia Nueva (Carnéades y otros, siglos 2-1 a.n.e.), al profundizar en el escepticismo de la Academia Media, se pronunció contra la doctrina de los estoicos sobre la verdad. En los períodos posteriores, la Academia unifica de modo ecléctico el platonismo, el estoicismo, el aristotelismo y otras escuelas. En los siglos 4-5, la Academia pasa definitivamente a las posiciones del neoplatonismo (Plutarco de Atenas). Fue clausurada en 529 por el emperador Justiniano. En la época del Renacimiento, fue instituida en Florencia la denominada Academia platónica (1459-1521), que luchaba, desde las posiciones del platonismo, contra el Aristóteles escolastizado, traducía y comentaba las obras de Platón (M. Ficino).
Diccionario de filosofía · 1984:6-7


puerta del infierno

martes, 27 de octubre de 2015

36).-La filosofía o ciencia filosófica I a

 Clases de Filosofía, en el Instituto de Humanidades Luis Campino, del profesor de filosofía don Oscar Santos Peralta, generación 1992.
Oscar Santos Peralta


Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán;Paula Flores Vargas; 

 Iconología de la filosofía ( representación de filosofía)


Alfanio hace a la filosofía hija de la Experiencia y de la Memoria. Se representa como una mujer de aspecto grave en actitud retórica y con la frente majestuosa ceñida de una preciosa diadema. Está sentada en un sillón de mármol blanco en cuyos brazos hay esculpidas las imágenes de fecunda naturaleza. Esta figura simbólica tiene dos libros, en uno de los cuales se lee naturalis y en el otro moralis. Rafael autor de esta idea ha querido con ella indicarnos los cuatro elementos, objeto de las investigaciones filosóficas, valiéndose de los diversos colores que ha dado a los ropajes con que la viste:

el manto de color azul que cubre las espaldas, designa el aire;
la túnica encarnada, el fuego;
el ropaje de azul celeste que cubre sus rodillas, el agua;
el de color amarillo que le llega basta los pies, la tierra. Dos genios que coloca cerca la ligara principal sostienen esta inscripción Causarum cognitio: el conocimiento de las causas.
Boecio en el retrato que ha tratado de la filosofía le pone en una mano algunos libros y en la otra un cetro. En el extremo de su ropaje hay una letra griega y en el estómago otra que designan, la primera la teoría y la segunda la práctica, para dar a entender que la filosofía debe ser activa y especulativa. Luego, finge que esta imagen simbólica se le ha presentado bajo los rasgos de una mujer que con rostro radiante y ojos llenos de fuego anuncia algo de divino: que su talla parece igual a la de la especie humana y finalmente, que algunas veces levanta la cabeza hacia los cielos y se oculta a la vista de los débiles mortales.

Cochin la representa como una mujer hermosa, reflexiva, vestida sencillamente, con un cetro en una mano y un libro en la otra, la hace trepar un monte áspero y pedregoso, haciéndola apoyar en el freno de la razón.

Picart en un asunto alegórico pinta la armonía de la religión con la filosofía, su figura simbólica tiene diferentes atributos, los cuales caracterizan las cuatro partes. Está coronada de estrellas para designar la física y un cetro que lleva en su mano izquierda indica la moral; dos genios colocados cerca de ella el uno lleva una serpiente mordiéndose la cola símbolo de la eternidad y esto anuncia la metafísica; el otro, una piedra de toque para expresar la lógica, cuyo objeto es el de distinguir lo verdadero de lo falso.

Etimología
Según su etimología, la palabra “filosofía” (philosophia, de philein, amar, y sophia, sabiduría) significa “amor a la sabiduría”. Este sentido aparece de nuevo en sapientia, la palabra usada en la Edad Media para designar la filosofía.
En las primeras etapas de la civilización griega, como en todas las demás, la línea divisoria entre la filosofía y las otras ramas del conocimiento humano no estaba claramente definida, y se entendía que filosofía significaba “todo esfuerzo hacia el conocimiento”.
 Este sentido de la palabra sobrevive en Herodoto (L, XXX) y en Tucídides (II, XL). En el siglo IX de nuestra era, Alcuino, empleándola en el mismo sentido, dice que filosofía es naturarum inquisitio, rerum humanarum divinarumque cognitio quantum homini possibile est aestimare---la investigación de la naturaleza, y tal conocimiento de las cosas humanas como le es posible al hombre (P.L., CI, 952).
En su acepción correcta, filosofía no significa el conjunto de las ciencias humanas, sino "la ciencia general de cosas en el universo por sus determinaciones y razones finales", además, "el conocimiento íntimo de las causas y razones de las cosas", el conocimiento profundo del orden universal. 
Sin enumerar aquí todas las definiciones históricas de filosofía, se pueden dar algunas de las más significativas: Platón la llama "la adquisición de conocimiento", griego: ktêsis epistêmês (Eutidemo, 288 d). Aristóteles, más poderoso que su maestro en la compresión de las ideas, escribe: griego: ten onomazomeneu sophian peri ta prota aitia kai tas archas upolambanousi pantes.
"Todos los hombres consideran que la filosofía se interesa por las causas y principios primarios” (Metaph., I, I). Estas nociones se perpetuaron en las escuelas post-aristotélicas ( estoicismo, el epicureísmo, el neoplatonismo), con la diferencia de que los estoicos y los epicúreos acentuaban el aspecto moral de la filosofía (Philosophia studium summae virtutis, dice Séneca en "Epist." , LXXXIX, 7), y los neoplatónicos su relación mística (véase la sección V infra). Los Padres de la Iglesia y los primeros filósofos de la Edad Media no parecen haber tenido una idea muy clara de la filosofía, por razones que vamos a desarrollar más adelante (sección IX), pero su concepción surge una vez más en toda su pureza entre los filósofos árabes a finales del siglo XII y los maestros del escolasticismo en el XIII. 
Santo Tomás, adoptando la idea aristotélica, escribe: Sapientia est scientia quit considerat causas primas et universales causas; sapientia causas primas omnium causarum considerat---"La sabiduría [es decir, la filosofía] es la ciencia que considera las causas primeras y universales; la sabiduría considera las primeras causas de todas las causas "(En Metafísica, I, lect. II)
En general, se puede decir que los filósofos modernos han adoptado esta forma de mirarlo. Descartes considera la filosofía como sabiduría: Philosophiat voce sapientiat studium denotamus---"Por el término filosofía denotamos la búsqueda de la sabiduría" (Princ. philos., preface); y entiende por él "cognitio veritatis per primas suas causas"—"el conocimiento de la verdad por sus causas primeras” (ibid). Para Locke, la filosofía es el conocimiento verdadero de las cosas; para Berkeley, "el estudio de la sabiduría y la verdad" (Principio).
 Las varias concepciones de la filosofía dadas por Kant la reducen a una ciencia de los principios de conocimiento generales y de los objetos esenciales obtenibles por el conocimiento---—"Wissenschaft von den letzten Zwecken der menschlichen Vernunft". Para los numerosos filósofos alemanes que derivan su inspiración de su crítica---Fichte, Hegel, Schelling, Schleiermacher, Schopenhauer, y el resto---es la enseñanza general de la ciencia (Wissenschaftslehre). Muchos autores contemporáneos la consideran como la teoría sintética de las ciencias particulares:
"La filosofía", dice Herbert Spencer, "es conocimiento completamente unificado" (First Principles, § 37). Ostwald tiene la misma idea. Para Wundt, el objeto de la filosofía es "la adquisición de una concepción general tal del mundo y de la vida que pueda satisfacer las exigencias de la razón y las necesidades del corazón”---Gewinnung einer allgemeinen Welt- and Lebensanschauung, welche die Forderungen unserer Vernunft and die Bedurfnisse unseres Gemuths befriedigen soil" (Einleit. in d. Philos., 1901, p. 5). Windelband, Doring y otros enfatizan esta idea de filosofía como la ciencia esencial de los valores (Wertlehre)
La lista de concepciones y definiciones podrían prolongarse indefinidamente. Todos ellas afirman el carácter eminentemente sintético de la filosofía. En opinión de este autor, la definición más exacta y completa es la de Aristóteles. Cara a cara con la naturaleza y consigo mismo, el hombre reflexiona y se esfuerza por descubrir cómo es el mundo, y qué es él mismo. Una vez hecho el verdadero objeto de estudios en detalle, cada uno de los cuales constituye la ciencia (véase la sección VIII), se ve arrastrado a un estudio del conjunto, para investigar los principios o razones de la totalidad de las cosas, un estudio que provee las respuestas a los últimos porqués. 
El último de los porqués descansa sobre todo lo que es y sobre todo lo que pasa a ser: no se aplica, como en cualquier ciencia particular, un (por ejemplo, la química), a tal o cual proceso de llegar a ser, o a este o ese ser (por ejemplo, la combinación de dos cuerpos), sino a todo ser y a todo llegar a ser. Todo ente tiene dentro de sí sus principios constitutivos, los cuales explican su substancia (materia constitutiva y causas formales); todo devenir, o cambio, ya sea superficial o profundo, es provocado por una causa eficiente que no sea su sujeto, y por último las cosas y acontecimientos tienen su sentido a partir de una finalidad o causa final. 
La armonía de los principios, o causas, produce el orden universal. Y así, la filosofía es el conocimiento profundo del orden universal, en el sentido de que tiene como objeto los principios más simples y más generales, a través de los cuales se explican, en última instancia, todos los demás objetos de pensamiento.
Por estos principios, dice Aristóteles, sabemos otras cosas, pero otras cosas no son suficientes para hacernos conocer estos principios (en griego: dia gar tauta kai ek touton t`alla gnorizetai, all ou ou tauta dia ton upekeimenon —Metaph., I). La expresión orden universal debe ser entendida en el sentido más amplio. El hombre es una parte de ella: por lo tanto, las relaciones del hombre con el mundo de los sentidos y con su Autor pertenecen a la esfera de la filosofía.
 Ahora el hombre, por una parte, es el autor responsable de estas relaciones, porque es libre, pero está obligado por la misma naturaleza a alcanzar una meta, la cual es el fin moral. Por otra parte, él tiene el poder de reflexionar sobre el conocimiento que adquiere de todas las cosas, y esto le lleva a estudiar la estructura lógica de la ciencia. Así, el conocimiento filosófico lleva a la familiaridad filosófica con la moral y la lógica. Y por lo tanto, tenemos esta definición más amplia de la filosofía: "El conocimiento profundo del orden universal, de los deberes que dicho orden le impone al hombre, y del conocimiento que el hombre adquiere a partir de la realidad”--- "—"La connaissance approfondie de l'ordre universel, des devoirs qui en resultent pour I'homme et de la science que l'homme acquiert de la realite" (Mercier, "Logique", 1904, p. 23).
 El desarrollo de estas mismas ideas bajo otro aspecto se verá en la sección VIII de este artículo.

Divisiones de la filosofía

Dado que el orden universal entra en el ámbito de la filosofía (que estudia sólo sus principios primeros, y no sus razones en detalle), la filosofía está dirigida a la consideración de todo lo que es: el mundo, Dios (o su causa), y el hombre mismo (su naturaleza, origen, operaciones, fin moral y sus actividades científicas).
Estaría fuera de la cuestión enumerar aquí todos los métodos de dividir la filosofía que se han dado: nos limitamos a los que han desempeñado un papel en la historia y posee el más profundo significado.

A. En la filosofía griega


Dos divisiones históricas dominan la filosofía griega: la platónica y la aristotélica.

1. Platón divide la filosofía en dialéctica, física y ética. 

Esta división no se encuentra en los propios escritos de Platón, y sería imposible adaptar sus diálogos al marco triple, pero corresponde con el espíritu de la filosofía platónica. Según Zeller, Jenócrates (314 a.C.) su discípulo, y el representante principal de la Vieja Academia, fue el primero en adoptar esta división triádica, que estaba destinada a pasar a través de los tiempos (Grundriss d. Geschichte d. griechi"schen Philosophie, 144), y Aristóteles la sigue en la división de la filosofía de su maestro. La dialéctica es la ciencia de la realidad objetiva, es decir, de la Idea (griego, idea eidos), de modo que por dialéctica platónica debemos entender la metafísica. La física se ocupa de las manifestaciones de la Idea, o de lo Real, en el universo sensible, al que Platón no le atribuye ningún valor real independiente del de la Idea. La ética tiene por objeto los actos humanos. Platón trata con la lógica, pero no tiene un sistema de lógica; el cual fue un producto del genio de Aristóteles.

La clasificación de Platón fue adoptada por su escuela (la Academia), pero no tardó en ceder a la influencia de la división más completa de Aristóteles y en concederle un lugar a la lógica. A raíz de las inspiraciones de los viejos académicos, los estoicos dividieron la filosofía en física (el estudio de lo real), lógica (el estudio de la estructura de la ciencia), y moral (el estudio de los actos morales). Esta clasificación fue perpetuada por los neoplatónicos, quienes la transmitieron a los Padres de la Iglesia, y a través de ellos a la Edad Media.

2. Aristóteles, el ilustre discípulo de Platón, el más didáctico y al mismo tiempo el más sintético, con una mente producto del mundo griego, elaboró un esquema extraordinario de las divisiones de la filosofía

Las ciencias filosóficas se dividen en teóricas, prácticas y poéticas, según que su ámbito sea el puro conocimiento especulativo, la conducta (en griego: Praksis), o la producción externa (poiêsis). La filosofía teórica consta de:

(a) la física, o el estudio de las cosas corpóreas que están sujetas a cambios (achorista men all ouk akiveta);
(b), matemáticas, o el estudio de la extensión, es decir, de una propiedad corpórea no sujeta a cambios y considerada, por abstracción, aparte de la materia (akinêta men ou chôrista d'isôs, all' hôs en hulê);
(c) metafísica, llamada teología, o primera filosofía, es decir, el estudio del ser en sus determinaciones (chôrista kau akinêt) inmutables e incorpóreas (ya sea naturalmente o por abstracción).
La filosofía práctica comprende la ética, la economía y la política; la segunda de las tres a veces se mezcla con la última. La filosofía poética se refiere, en general, con las obras exteriores concebidas por la inteligencia humana. 
A éstos se puede añadir convenientemente la lógica, el vestíbulo de la filosofía, que Aristóteles estudió extensamente, y de la que puede ser llamado el creador.

En la agrupación de los estudios filosóficos, Aristóteles le concede correctamente el lugar de honor a la metafísica. Él la llama "filosofía primera". Su clasificación fue adoptada por la escuela peripatética y fue famosa en toda la antigüedad; fue eclipsada por la clasificación platónica durante el período alejandrino, pero reapareció en la Edad Media.


B. En la Edad Media

Aunque la división de la filosofía en sus ramas no es uniforme en el primer período de la Edad Media en Occidente, es decir, hasta el final del siglo XII, las clasificaciones de este periodo son en su mayoría similares a la división platónica en lógica, ética y física. La clasificación aristotélica de las ciencias teóricas, aunque dada a conocer por Boecio, no ejerció ninguna influencia debido a que en la Alta Edad Media, Occidente no conocía nada sobre Aristóteles, excepto sus obras sobre lógica y algunos fragmentos de su filosofía especulativa (véase la sección V infra). Cabe añadir aquí que la filosofía, reducida al principio a la dialéctica, o lógica, y colocada como tal en el Trivio, no tardó en erigirse por encima de las artes liberales.

Los filósofos árabes del siglo XII (Avicena, Averroes) aceptaron la clasificación aristotélica, y cuando sus obras---especialmente sus traducciones de los grandes tratados originales de Aristóteles---penetraron en Occidente, la división aristotélica definitivamente tomó su lugar allí. Su venida es anunciada por Gundisalino (véase la sección XII), uno de los traductores toledanos de Aristóteles, y autor de un tratado, "De divisione philosophiae", que fue imitado por Michael Scott y Robert Kilwardby. Santo Tomás no hizo más que adoptarlo y darle una forma científica precisa. Más adelante veremos que, conforme con la noción medieval de un sapientia, a cada parte de la filosofía corresponde el estudio preliminar de un grupo de ciencias especiales. El esquema general de la división de la filosofía en el siglo XIII, con los comentarios de Santo Tomás en él, es el siguiente:

Hay tantas partes de la filosofía como distintos dominios en el orden sometidos a la reflexión del filósofo. Ahora bien, hay un orden que la inteligencia no forma, sino que sólo considera; tal es el orden percibido en la naturaleza. Otro orden, el práctico, se forma ya sea por los actos de nuestra inteligencia, o por los actos de nuestra voluntad, o por la aplicación de esos actos a las cosas externas en las artes: de ahí la división de la filosofía práctica en lógica, filosofía moral y estética, o la filosofía de las artes (Ad philosophiam naturalem pertinet considerare ordinem rerum quem ratio humana considerat sed non facit; ita quod sub naturali philosophia comprehendamus et metaphysicam. Ordo autem quem ratio considerando facit in proprio actu, pertinet ad rationalem philosophiam, cujus est considerare ordinem partium orationis ad invicem et ordinem principiorum ad invicem et ad conclusiones. Ordo autem actionum voluntariarum pertinet ad considerationem moralis philosophiae. Ordo autem quem ratio considerando facit in rebus exterioribus per rationem humanam pertinet ad artes mechanicas."
 A la filosofía natural le corresponde la consideración del orden de cosas que la razón humana considera pero no crea---así como incluimos también la metafísica bajo la filosofía natural. Pero el orden que la razón crea por su propio movimiento le atañe a la filosofía racional, cuyo oficio es considerar la orden de las partes de un discurso con referencia a otro y el orden de los principios en relación con los otros y con las conclusiones. El orden de las acciones voluntarias le corresponde a la consideración de la filosofía moral, mientras que el orden que la razón crea en las cosas exteriores a través de la razón humana le atañe a las artes mecánicas.---En “X Ethic.ad NIC.”, I,lect. I.
La filosofía de la naturaleza, o la filosofía especulativa, se divide en metafísica, matemática y física, de acuerdo con las tres etapas atravesadas por la inteligencia en su esfuerzo por lograr una comprensión sintética del orden universal, mediante la abstracción del movimiento (física), la cantidad inteligible (matemáticas), el ser (la metafísica) (En lib. Boeth. de Trinitate, Q. v., a. 1). En esta clasificación, es preciso señalar que, al ser el hombre un elemento del mundo de los sentidos, se sitúa a la psicología como parte de la física.


C. En la filosofía moderna

Hablando generalmente, se puede decir que la clasificación escolástica duró, con algunas excepciones, hasta el siglo XVII. A partir de Descartes, nos encontramos que surgen una multitud de clasificaciones que difieren en los principios que los inspiran. Kant, por ejemplo, distingue la metafísica, la filosofía moral, la religión y la antropología. El esquema más ampliamente aceptado, el que rige todavía la división de las ramas de la filosofía en la enseñanza, se debe a Wolff (1679-1755), discípulo de Leibniz, que ha sido llamado el educador de Alemania en el siglo XVIII.

 Este esquema es el siguiente:

1. Lógica
2. Filosofía especulativa
a. ontología, o metafísica general
b. metafísica especial
teodicea (el estudio de Dios)
cosmología (el estudio del mundo).
psicología (el estudio del hombre.
3. Filosofía práctica
a. ética
b. política
c. economía

Wolff rompió los vínculos que unían las ciencias particulares a la filosofía, y las colocó por sí mismas; en su opinión la filosofía debe seguir siendo puramente racional. Es fácil ver que los miembros del régimen de Wolff se encuentran en la clasificación aristotélica, en la que la teodicea es un capítulo de la metafísica y la psicología es un capítulo de la física. Incluso puede decirse que la clasificación griega es mejor que la de Wolff en lo que respecta a la filosofía especulativa, donde los antiguos eran guiados por el objeto formal del estudio---es decir, por el grado de abstracción a la que todo el universo está sujeto, mientras que los modernos siempre miran el objeto material---es decir, las tres categorías de seres que es posible estudiar: Dios, el mundo de los sentidos y el hombre.


D. En la filosofía contemporánea


El impulso recibido por la filosofía durante la última mitad del siglo XIX dio lugar a nuevas ciencias filosóficas, en el sentido de que las distintas ramas se han desprendido de los tallos principales. 
En psicología este fenómeno ha sido notable: criteriología, o la epistemología (el estudio de la certeza del conocimiento) se ha convertido en un estudio especial. Otras ramas que se han formado en las nuevas ciencias de la psicología son: psicología fisiológica, o el estudio de los concomitantes fisiológicos de la actividad psíquica; la didáctica, o la ciencia de la enseñanza; la pedagogía, o ciencia de la educación; la psicología colectiva y la psicología de la los pueblos (Vólkerpsychologie), que estudia los fenómenos psíquicos observables en los grupos humanos como tales y en las diferentes razas. 
Una parte importante de la lógica (llamada también noética, o canónica) tiene la tendencia a separarse del cuerpo principal, a saber, la metodología, que estudia la formación lógica especial de varias ciencias. En la filosofía moral, en el sentido amplio, se han injertado la filosofía del derecho, la filosofía de la sociedad, o la filosofía social (que es muy parecida a la sociología), y las filosofías de la religión y de la historia.


Principales soluciones sistemáticas


A partir de lo dicho anteriormente, es evidente que la filosofía se ve acosada por un gran número de preguntas. No sería posible enumerar aquí todas esas preguntas, y mucho menos los detalles de las diversas soluciones que se les han dado. La solución de una cuestión filosófica se llama una doctrina o teoría filosófica. Un sistema filosófico (del griego: sunistêmi, reunir, juntar) es un grupo completo y organizado de soluciones. No es un conjunto incoherente o una amalgama enciclopédica de este tipo de soluciones, sino que está dominado por una unidad orgánica. 
Sólo los sistemas filosóficos que se construyen conforme a las exigencias de la unidad orgánica son realmente de gran alcance: tales son los sistemas de los Upanishads, de Aristóteles, del neoplatonismo, del escolasticismo, de Leibniz, Kant y Hume. De modo que una o varias teorías no constituyen un sistema; pero algunas teorías, es decir, respuestas a una pregunta filosófica, son lo suficientemente importantes para determinar la solución de otros problemas importantes de un sistema. El alcance de esta sección es indicar algunas de estas teorías.

A. Monismo o panteísmo, y pluralismo, individualismo o teísmo

¿Hay muchos entes distintos en su realidad, con un Ser Supremo, Dios, en la cúspide de la jerarquía; o hay sólo una realidad (monas, de ahí monismo), un Todo-Dios (pan-theos) del cual cada individuo es sólo un miembro o fragmento (panteísmo substancialista), o bien una fuerza o energía (panteísmo dinámico)? 
Tenemos aquí una importante pregunta de metafísica cuya solución reacciona sobre todos los demás dominios de la filosofía. Los sistemas de Aristóteles, de los escolásticos y de Leibniz son pluralistas y teístas; los indio, neoplatónico y hegeliano son monistas.
 El monismo es una explicación fascinante de lo real, pero sólo pospone las dificultades que se imagina que está resolviendo (por ejemplo, la dificultad de la interacción de las cosas), sin decir nada de la objeción, desde el punto de vista humano, de que se opone a nuestros más profundamente arraigados sentimientos. (vea individualismo).

B. Objetivismo y subjetivismo

¿Posee el ente, ya sea uno o muchos, vida propia, independiente de nuestra mente, de modo que ser conocido por nosotros es sólo accidental al ente, como en el sistema objetivo de la metafísica (por ejemplo, Aristóteles, los escolásticos, Spinoza)? ¿O no es el ente otra realidad que la presencia mental y subjetiva que adquiere en nuestra representación del mismo como en el sistema subjetivo (por ejemplo, Hume)?
 Es en este sentido que la "Revue de metaphysique et de la moral" (ver bibliografía) utiliza en su título el término metafísica. El subjetivismo no puede explicar la pasividad de nuestras representaciones mentales, que no sacamos de nosotros mismos, y que por tanto nos obligan a inferir la realidad de un no-ego.

C. Substancialismo y fenomenismo

¿Es toda la realidad un flujo de fenómenos (Heráclito, Berkeley, Hume, Taine), o aparece la manifestación sobre una base, o substancia, que se manifiesta a sí misma, y el fenómeno demanda un noúmeno (los escolásticos)? Sin una sustancia subyacente, que sólo conocemos por medio de este fenómeno, ciertas realidades, como caminar y hablar, no se pueden explicar, y hechos como la memoria se vuelven absurdos.

D. Mecanismo y dinamismo (puro y modificado)

Algunos consideran que los organismos naturales son agregaciones de partículas homogéneas de la materia (átomos) que reciben un movimiento que es extrínseco a ellos, de modo que estos organismos sólo se diferencian en el número y disposición de sus átomos (el atomismo, o mecanismo, de Demócrito, Descartes y Hobbes). Otros los reducen a fuerzas específicas, no extendidas, inmateriales, cuya extensión es sólo la manifestación superficial (Leibniz). 
Entre los dos está el dinamismo modificado (Aristóteles), que distingue en los cuerpos un principio específico inmanente (forma) y un elemento indeterminado (materia) que es la fuente de la limitación y la extensión. Esta teoría explica los caracteres específicos de las entidades en cuestión, así como la realidad de su extensión en el espacio.

E. Materialismo, agnosticismo y espiritualismo


Que todo lo real es material, que todo lo que podría ser inmaterial sería irreal, tal es la doctrina cardinal del materialismo (los estoicos, Hobbes, De la Mettrie). El materialismo contemporáneo es menos franco: se inspira en una ideología positivista (véase la sección VI), y afirma que, si existe algo supra-material, es incognoscible (agnosticismo, a partir de a y gnôsis, conocimiento; Spencer, Huxley). 
El espiritualismo enseña que existen, o que son posibles, entes incorpóreos o inmateriales ( Platón, Aristóteles, San Agustín, los escolásticos, Descartes, Leibniz). Algunos incluso han afirmado que sólo existen espíritus: Berkeley, Fichte y Hegel son espiritualistas exagerados. La verdad es que hay cuerpos y espíritus; entre los últimos estamos familiarizados (aunque mucho menos que con los cuerpos) con la naturaleza de nuestra alma, la cual es revelada por la naturaleza de nuestros actos inmateriales, y con la naturaleza de Dios, la inteligencia infinita, cuya existencia es demostrada por la misma existencia de las cosas finitas. 
Junto a estas soluciones relativas a los problemas de lo real, hay otro grupo de soluciones, no menos influyentes en la orientación de un sistema, y relativas a los problemas psíquicos o los del ego humano.

F. Sensualismo y racionalismo, o espiritualismo

Estos son los polos opuestos de la cuestión ideogenética, la cuestión del origen de nuestro conocimiento. Para el sensualismo la única fuente del conocimiento humano es la sensación: todo se reduce a sensaciones transformadas. Esta teoría, expuesta desde hacía mucho tiempo en la filosofía griega ( estoicismo, epicureísmo) fue desarrollada al máximo por los sensualistas ingleses (Locke, Berkeley, Hume) y los asociacionistas (Brown, Hatley, Priestley); su forma moderna es el positivismo (John Stuart Mill, Huxley, Spencer, Comte, Taine, Littré, etc.) Si esta teoría fuese verdadera, seguiría que sólo podemos conocer lo que cae bajo nuestros sentidos, y por lo tanto no podemos pronunciarnos sobre la existencia o no existencia, la realidad o irrealidad, de lo super-sensible. El positivismo es más lógico que el materialismo. 
En el Nuevo Mundo, el término agnosticismo ha sido empleado afortunadamente para indicar esta actitud de reserva hacia el super-sensible. El racionalismo (de ratio, razón), o espiritualismo, establece la existencia en nosotros de conceptos más altos que las sensaciones, es decir, de conceptos abstractos y generales ( Platón, Aristóteles, San Agustín, los escolásticos, Descartes, Leibniz, Kant, Cousin, etc.). El espiritualismo ideológico ha ganado la adhesión de los más grandes pensadores de la humanidad. Sobre la espiritualidad, o inmaterialidad, de nuestras mayores operaciones mentales se basa la prueba de la espiritualidad del principio del que proceden y, por ende, de la inmortalidad del alma.

G. Escepticismo, dogmatismo y criticismo.

Se han dado tantas respuestas a la pregunta de si el hombre puede alcanzar la verdad, y cuál es el fundamento de la certeza, que no vamos a tratar de enumerarlas todas. El escepticismo declara que la razón es incapaz de llegar a la verdad, y afirma que la certeza es un asunto puramente subjetivo (Sexto Empírico, Enesidemo). El dogmatismo afirma que el hombre puede alcanzar la verdad, y que, en medida a determinarse más adelante, nuestras cogniciones son ciertas. 
Para los tradicionalistas el motivo de la certeza es una revelación divina; para la Escuela Escocesa (Reid) es una inclinación de la naturaleza a afirmar los principios del sentido común; es una necesidad irracional, pero social, de admitir ciertos principios para el dogmatismo práctico (Balfour en su "Foundations of Belief” habla de "impulsos no racionales", mientras que Mallock sostiene que "se encuentra que la certeza es hija, no de la razón, sino de la costumbre" y Brunetière escribe sobre "la quiebra de la ciencia y la necesidad de la creencia"); es un sentimiento afectivo, una necesidad de querer que ciertas cosas puedan ser realidades (voluntarismo; dogmatismo moral de Kant), o el hecho de vivir ciertas verdades (pragmatismo contemporáneo y humanismo; William James, Schiller) .
 Pero para otros---y esta es la teoría que aceptamos---el motivo de la certeza es la evidencia misma de la relación que aparece entre el predicado y el sujeto de una proposición, una evidencia que la mente percibe, pero que no crea (dogmatismo moderado). Por último, para el criticismo, que es la solución kantiana al problema del conocimiento, la mente crea la evidencia por medio de las funciones estructurales que posee cada intelecto humano (las categorías del entendimiento). De conformidad con estas funciones, conectamos las impresiones de los sentidos y construimos el mundo. El conocimiento, por lo tanto, sólo es válido para el mundo según representado a la mente.
El criticismo de Kant termina en un idealismo excesivo, que es llamado también subjetivismo o fenomenalismo, y según el cual la mente saca todas sus representaciones fuera de sí misma, tanto las impresiones sensoriales y las categorías que las conectan: el mundo se convierte en un poema mental, el sujeto crea el objeto como representación (Fichte, Schelling, Hegel).

H. Nominalismo, realismo y conceptualismo

Nominalismo, realismo y conceptualismo son varias respuestas a la pregunta de la objetividad real de nuestras predicaciones, o de la relación de fidelidad existente entre nuestras representaciones generales y el mundo exterior (vea nominalismo, realismo, conceptualismo).

I. Determinismo e indeterminismo

Tiene todo fenómeno o hecho su causa adecuada en un fenómeno antecedente o hecho (determinismo cósmico)? Y, con respecto a los actos de la voluntad, ¿son igualmente determinados en todos sus elementos constitutivos (determinismo moral, estoicismo, Spinoza)? Si es así, entonces desaparece la libertad, y con ella la responsabilidad humana, mérito y demérito. O, por el contrario, ¿existe una categoría de voluntades que no son necesarias, y que dependen de la facultad discrecional de la voluntad de actuar o no actuar y en la actuación a seguir una dirección libremente elegida? ¿Existe la libertad? La mayoría de los espiritualistas de todas las escuelas han adoptado una filosofía libertaria, y afirman que solo la libertad da un sentido aceptable a la vida moral; por varios argumentos han confirmado el testimonio de la conciencia y los datos de común consentimiento. 
En la naturaleza física rigen la causa y el determinismo; en la vida moral rige la libertad. Otros, no muy numerosos, incluso han pretendido descubrir casos de indeterminismo en la naturaleza física (las llamadas teorías de contingencia, por ejemplo, Boutroux).

J. Utilitarismo y la moralidad de la obligación


¿Qué constituye el fundamento de la moralidad en nuestras acciones? Algunos dicen que s el placer o la utilidad, el placer personal o egoísta (egoísmo -- Hobbes, Bentham y "la aritmética del placer"); o de nuevo, en el placer y la utilidad de todos (altruismo -- John Stuart Mill). Otros afirman que la moralidad consiste en el cumplimiento del deber por amor al deber, la observancia de la ley porque es la ley, independientemente del beneficio personal (el formalismo de los estoicos y de Kant). 
Según otra doctrina, que en nuestra opinión es más correcta, la utilidad o ventaja personal no es incompatible con el deber, pero la fuente de la obligación de actuar es, en último análisis, como nos dicen las propias exigencias de nuestra naturaleza, la ordenanza de Dios (vea utilitarismo).


Métodos filosóficos


Método (griego, meth odos), un camino seguido para llegar a algún punto objetivo. Por método filosófico se entiende el camino que conduce a la filosofía, que, de nuevo, puede significar el proceso empleado en la construcción de una filosofía (método constructivo, método de la invención), o el camino de la enseñanza de la filosofía (método de enseñanza, método didáctico). Vamos a tratar aquí el primero de estos dos sentidos; el último será tratado en la sección XI. Tres métodos pueden ser y han sido aplicados a la construcción de la filosofía.

A. Método experimental (empírico o analítico)

El método empírico de todos los filósofos es observar, acumular y coordinar los hechos. Llevado a sus últimas consecuencias, el método empírico se niega a subir más allá de los hechos observados y observables hecho; se abstiene de investigar todo lo que es absoluto. Se encuentra entre los materialistas, antiguos y modernos, y es el más aplicado sin reservas en el positivismo contemporáneo. Comte opone el "modo de pensar positivo", basado únicamente en la observación, a los modos teológico y metafísico. Para Mill, Huxley, Bain, Spencer, no es una proposición filosófica sino que es producto, simple y llanamente, de la experiencia; lo que consideramos una idea general es un conjunto de sensaciones; un juicio es la unión de dos sensaciones; un silogismo, el paso de lo particular a lo particular (Mill, "A System of Logic, Rational and Inductive”, ed. Lubbock, 1892; Bain, “Logic”, Nueva York, 1874).
 Las proposiciones matemáticas, los axiomas fundamentales tales como a = a, el principio de contradicción, el principio de causalidad son solo “generalizaciones a partir de hechos de experiencia” (Mill, op. Cit., VII, # 5). Según este autor, lo que creemos que es superior a la experiencia en la enunciación de leyes científicas se deriva de nuestra incapacidad subjetiva de concebir su contradictoria; de acuerdo a Spencer, lo inconcebible de la negación es desarrollado por la herencia. Aplicado en una forma exagerada y exclusiva, el método experimental mutila los hechos, ya que es incapaz de ascender a las causas y las leyes que rigen los hechos. Suprime el carácter de necesidad objetiva que es inherente a los juicios científicos, y los reduce a fórmulas colectivas de los hechos observados en el pasado. 
Se nos prohíbe hacer valer, por ejemplo, que los hombres que van a nacer después de nosotros estarán sujetos a la muerte, ya que toda certeza se basa en la experiencia, y que por mera observación no podemos llegar a la naturaleza inmutable de las cosas. El método empírico, dejado a sus propios recursos, comprueba el movimiento ascendente de la mente hacia las causas u objeto de los fenómenos a los que se enfrenta.

B. Método deductivo o sintético a priori

En el polo opuesto al anterior, el método deductivo parte de principios muy generales, de causas más altas, hasta descender ( latín deducere, dirigir hacia abajo) a relaciones más y más complejas y a los hechos. El sueño del deduccionista es tomar como punto de partida una intuición del Absoluto, de la Suprema Realidad---para los teístas, Dios, para los monistas, el Ente Universal---y sacar de esta intuición el conocimiento sintético de todo lo que depende de ello en el universo, de conformidad con la escala metafísica de lo real.

Platón es el padre de la filosofía deductiva: él comienza por el mundo de las Ideas, y a partir de la Idea del Soberano Bien, él conocería la realidad del mundo de los sentidos sólo en las Ideas de las cuales es el reflejo. San Agustín, también, encuentra su satisfacción en el estudio del universo, y del menor de los entes que lo componen, sólo en una contemplación sintética de Dios, la causa ejemplar, creativa y final de todas las cosas. Así, también, en la Edad Media se le concedió gran importancia al método deductivo. "Propongo", escribe Boecio, "que la ciencia se construya por medio de conceptos y máximas, como se hace en matemáticas." San Anselmo de Canterbury extrae de la idea de Dios, no sólo la prueba de la existencia real de un ente infinito, sino también un grupo de teoremas sobre sus atributos y sus relaciones con el mundo.

Dos siglos antes de Anselmo, Escoto Eriúgena, el padre del anti escolasticismo, es el tipo más completo del deduccionista: su metafísica es una larga descripción de la odisea divina, inspirada por los neoplatónicos, la concepción monista del descenso del Uno en sus generaciones sucesivas. Y, en el mismo umbral del siglo XIII, Alain de l’Isle le habría aplicado a la filosofía una metodología matemática. En el siglo XIII, Raimundo Lulio creía que había encontrado el secreto de "el Gran Arte" (ars magna), una especie de silogismo-máquina, construida de tabulaciones generales de ideas, la combinación de lo que daría la solución a cualquier cosa. Descartes, Spinoza y Leibniz son deduccionistas: ellos podrían construir la filosofía a la manera de la geometría (more geometrico), enlazando los más especiales y complicados teoremas a algunos axiomas muy sencillos. La misma tendencia aparece entre los ontologistas y los panteístas post-kantianos en Alemania (Fichte, Schelling, Hegel), que basan su filosofía en la intuición del Ser Absoluto.

Los filósofos deductivos generalmente pretenden desdeñar las ciencias de observación. Su gran defecto es el comprometimiento del hecho, sometiéndolo a una explicación preconcebida o teoría asumida a priori, mientras que la observación del hecho debería preceder a la asignación de su causa o de su razón adecuada. Este defecto en el método deductivo aparece manifiestamente en una obra de juventud de Leibniz, "Specimen demonstrationum politicarum pro rege Polonorum eligendo", publicada anónimamente en 1669, donde demuestra por métodos geométricos (more geometrico), en sesenta proposiciones, que el Conde Palatino de Neuburg debía ser elegido para el trono de Polonia.

C. Método analítico-sintético


Esta combinación de análisis y síntesis, de observación y deducción, es el único método apropiado a la filosofía. De hecho, ya que se compromete a proporcionar una explicación general del orden universal (véase la sección I), la filosofía debe comenzar con efectos complejos, hechos conocidos por la observación, antes de tratar de incluirlos en una explicación general del universo. Esto se manifiesta en la psicología, donde se comienza con un examen cuidadoso de las actividades, en particular de los fenómenos de los sentidos, la inteligencia y el apetito; en cosmología, donde se observa una serie de cambios, superficiales y profundos, de los cuerpos; en la filosofía moral, que sale de la observación de los hechos morales; en la teodicea, donde interrogamos las creencias y sentimientos religiosos; incluso en la metafísica, el punto de partida de lo que es realmente el ente.

Pero una vez finalizados la observación y el análisis, comienza el trabajo de síntesis. Tenemos que pasar adelante a una psicología sintética que nos permita comprender el destino del principio vital del hombre; a una cosmología que explique la constitución de los cuerpos, sus cambios y la estabilidad de las leyes que los rigen; a una filosofía moral sintética que establezca el fin del hombre y el fundamento último del deber; a una teodicea y a una metafísica deductiva que examine los atributos de Dios y las concepciones fundamentales de todos los seres. En su conjunto y en cada una de sus divisiones, la filosofía aplica el método analítico-sintético. Su ideal sería dar una explicación del universo y del hombre por un conocimiento sintético de Dios, de quien depende toda realidad. Esta vista panorámica---la visión del águila de las cosas---ha seducido a todos los grandes genios. Santo Tomás se expresa admirablemente sobre este conocimiento sintético del universo y su causa primera.

El proceso analítico-sintético es el método, no sólo de la filosofía, sino de todas las ciencias, porque es la ley natural del pensamiento, cuya función correcta es el conocimiento unificado y ordenado. "Sapientis est ordinare." Aristóteles, Santo Tomás, Blas Pascal, Newton, Louis Pasteur, entendieron así el método de las ciencias. Hombres como Helmholtz y Wundt adoptaron puntos de vista sintéticos después de hacer el trabajo analítico. Incluso los positivistas son metafísicos, aunque ellos no lo saben o lo desean. ¿No llama Herbert Spencer sintética a su filosofía? ¿Y acaso no pasa, por razonamiento, más allá de ese dominio de lo “observable" dentro del que profesa a limitarse?
puerta del infierno

lunes, 26 de octubre de 2015

35).-La filosofía de Sócrates.-a

 Clases de Filosofía, en el Instituto de Humanidades Luis Campino, del profesor de filosofía don Oscar Santos Peralta, generación 1992.
Oscar Santos Peralta



Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán; Franco Natalino; 



(Atenas, 470 a.C. - id., 399 a.C) Filósofo griego. Pese a que no dejó ninguna obra escrita y son escasas las ideas que pueden atribuírsele con seguridad, Sócrates es una figura capital del pensamiento antiguo, hasta el punto de ser llamados presocráticos los filósofos anteriores a él. 
Rompiendo con las orientaciones predominantes anteriores, su reflexión se centró en el ser humano, particularmente en la ética, y sus ideas pasaron a los dos grandes pilares sobre los que se asienta la historia de la filosofía occidental: Platón, que fue discípulo directo suyo, y Aristóteles, que lo fue a su vez de Platón.

Biografía

Sócrates fue hijo de una comadrona, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco, emparentado con Arístides el Justo. Pocas cosas se conocen con certeza de la biografía de Sócrates, aparte de que participó como soldado de infantería en las batallas de Samos (440), Potidea (432), Delio (424) y Anfípolis (422). Fue amigo de Aritias y de Alcibíades, al que salvó la vida.
La mayor parte de cuanto se sabe sobre él procede de tres contemporáneos suyos: el historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el filósofo Platón. El primero retrató a Sócrates como un sabio absorbido por la idea de identificar el conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no faltaban algunos rasgos un tanto vulgares. Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras en una comedia, Las nubes (423), donde se le identifica con los demás sofistas y es caricaturizado como engañoso artista del discurso.
Estos dos testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por Platón en sus Diálogos, en los que aparece como figura principal, una imagen que no deja de ser en ocasiones excesivamente idealizada, aun cuando se considera que posiblemente sea la más justa.
Se tiene por cierto que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le dio dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa despectiva ante la actividad del marido y propensa a comportarse de una manera brutal y soez. En cuanto a su apariencia, siempre se describe a Sócrates como un hombre rechoncho, con un vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del mismo modo que se le atribuye también un aspecto desaliñado.

La mayéutica

Al parecer, y durante buena parte de su vida, Sócrates se habría dedicado a deambular por las plazas y los mercados de Atenas, donde tomaba a las gentes del común (mercaderes, campesinos o artesanos) como interlocutores para sostener largas conversaciones, con frecuencia parecidas a largos interrogatorios. Este comportamiento correspondía, sin embargo, a la esencia de su sistema de enseñanza, la mayéutica.
El propio Sócrates comparaba tal método con el oficio de comadrona que ejerció su madre: se trataba de llevar a un interlocutor a alumbrar la verdad, a descubrirla por sí mismo como alojada ya en su alma, por medio de un diálogo en el que el filósofo proponía una serie de preguntas y oponía sus reparos a las respuestas recibidas, de modo que al final fuera posible reconocer si las opiniones iniciales de su interlocutor eran una apariencia engañosa o un verdadero conocimiento.
En sus conversaciones filosóficas, al menos tal y como quedaron reflejadas en los Diálogos de Platón, Sócrates sigue, en efecto, una serie de pautas precisas que configuran el llamado diálogo socrático. A menudo comienza la conversación alabando la sabiduría de su interlocutor y presentándose a sí mismo como un ignorante: tal fingimiento es la llamada ironía socrática, que preside la primera mitad del diálogo. En ella, Sócrates proponía una cuestión (por ejemplo, ¿qué es la virtud?) y alababa la respuesta del interlocutor, pero luego oponía con sucesivas preguntas o contraejemplos sus reparos a las respuestas recibidas, sumiendo en la confusión a su interlocutor, que acababa reconociendo que no sabía nada sobre la cuestión.
Tal logro era un punto esencial: no puede enseñarse algo a quien ya cree saberlo. El primer paso para llegar a la sabiduría es saber que no se sabe nada, o, dicho de otro modo, tomar conciencia de nuestro desconocimiento. Una vez admitida la propia ignorancia, comenzaba la mayéutica propiamente dicha: por medio del diálogo, con nuevas preguntas y razonamientos, Sócrates iba conduciendo a sus interlocutores al descubrimiento (o alumbramiento) de una respuesta precisa a la cuestión planteada, de modo tan sutil que la verdad parecía surgir de su mismo interior, como un descubrimiento propio.

La filosofía de Sócrates

La cuestión moral del conocimiento del bien estuvo en el centro de las enseñanzas de Sócrates, con lo que imprimió un giro fundamental en la historia de la filosofía griega, al prescindir de las preocupaciones cosmológicas de sus predecesores. Como se ha visto, el primer paso para alcanzar el conocimiento consistía en la aceptación de la propia ignorancia, y en el terreno de sus reflexiones éticas, el conocimiento juega un papel fundamental. Sócrates piensa que el hombre no puede hacer el bien si no lo conoce, es decir, si no posee el concepto del mismo y los criterios que permiten discernirlo.
El ser humano aspira a la felicidad, y hacia ello encamina sus acciones. Sólo una conducta virtuosa, por otra parte, proporciona la felicidad. Y de entre todas las virtudes, la más importante es la sabiduría, que incluye a las restantes. El que posee la sabiduría posee todas las virtudes porque, según Sócrates, nadie obra mal a sabiendas: si, por ejemplo, alguien engaña al prójimo es porque, en su ignorancia, no se da cuenta de que el engaño es un mal. El sabio conoce que la honestidad es un bien, porque los beneficios que le reporta (confianza, reputación, estima, honorabilidad) son muy superiores a los que puede reportarle el engaño (riquezas, poder, un matrimonio conveniente).
El ignorante no se da cuenta de ello: si lo supiese, cultivaría la honestidad y no el engaño. En consecuencia, el hombre sabio es necesariamente virtuoso (pues conocer el bien y practicarlo es, para Sócrates, una misma cosa), y el hombre ignorante es necesariamente vicioso. De esta concepción es preciso destacar que la virtud no es algo innato que surge espontáneamente en ciertos hombres, mientras que otros carecen de ella. Todo lo contrario: puesto que la sabiduría contiene las demás virtudes, la virtud puede aprenderse; mediante el entendimiento podemos alcanzar la sabiduría, y con ella la virtud.
Sin embargo, en los Diálogos de Platón resulta difícil distinguir cuál es la parte de lo expuesto que corresponde al Sócrates histórico y cuál pertenece ya a la filosofía de su discípulo. Sócrates no dejó doctrina escrita, ni tampoco se ausentó de Atenas (salvo para servir como soldado), contra la costumbre de no pocos filósofos de la época, y en especial de los sofistas. Si, como parece, las ideas éticas antes expuestas son del propio Sócrates, su filosofía se sitúa en la antípodas del escepticismo y del relativismo moral de los sofistas, pese a lo cual, y a causa de su pericia dialéctica, fue considerado en su tiempo como uno de ellos, tal y como refleja la citada comedia de Aristofánes.
Con su conducta, Sócrates se granjeó enemigos que, en el contexto de inestabilidad en que se hallaba Atenas tras las guerras del Peloponeso, acabaron por considerar que su amistad era peligrosa para aristócratas como sus discípulos Alcibíades o Critias; oficialmente acusado de impiedad y de corromper a la juventud, fue condenado a beber cicuta después de que, en su defensa, hubiera demostrado la inconsistencia de los cargos que se le imputaban.
Según relata Platón en la Apología que dejó de su maestro, Sócrates pudo haber eludido la condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y morir, pues como ciudadano se sentía obligado a cumplir la ley de la ciudad, aunque en algún caso, como el suyo, fuera injusta; peor habría sido la ausencia de ley.

Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

Sócrates supuso un punto de inflexión en el pensamiento. Por eso hablamos de filósofos presocráticos, marcando la diferencia entre las ideas que se aportaron antes y después de él. Considerado uno de los mayores filósofos de todos los tiempos, fue el maestro de Platón y ha tenido una enorme importancia en la historia del pensamiento. Conocerlo no es fácil, ya que nunca dejó nada por escrito; todas sus ideas las transmitió de forma oral y han sido otros los que las han recogido, a veces de forma contradictoria.

La Muerte de Sócrates



Sócrates fue un ateniense que vivió en los dos últimos tercios del siglo V a.C. Hijo de un escultor y una comadrona, fue un hombre que sirvió a su patria (se dice que con gran valor) en diversos enfrentamientos bélicos que sacudieron al mundo helénico. Por un tiempo siguió el oficio de su padre hasta que optó por seguir la carrera pedagógica (aunque de forma singular), muy de moda en aquellos tiempos por los sofistas.
La situación política y social que vivía Atenas (y en general toda el mundo helénico) fue propicia para que proliferaran los maestros itinerantes, quienes cobraban altas sumas por instruir a la juventud en conocimientos generales y en retórica. Dado el clima político, era común que los jóvenes y sus padres buscasen la mejor educación para con ello aspirar a los mejores puestos; un poco de barniz cultural con otro tanto de arte discursivo era suficiente para que cualquiera pudiese aspirar al quehacer político.
Muchos sofistas se hicieron de gran fama en aquellos tiempos, claro que su ideal no era la filosofía (salvo contadas excepciones) sino meramente instruir a los hijos de los más ricos, por ello iban de ciudad en ciudad cotizando sus lecciones. Sócrates no siguió ese camino, muy al contrario lo criticó y desafió... Interesado por la filosofía comenzó a estudiar a los filósofos naturalistas, aquellos que buscaban respuestas en lo que les rodeaba. Fue entonces que Sócrates descubrió su verdadera vocación, y siguiéndola logró que la filosofía retornarse al hombre, eso por que en lugar de preguntarse por la existencia, por la esencia o por el ser, como sus antecesores, este filosofo se preguntó por el hombre, comenzó a hacer antropología filosófica.

Ya los filósofos sofistas habían iniciado el camino antropológico en la filosofía, pues la corriente de pensamiento iba en esa dirección, pero fue Sócrates quien transitó cabalmente ese camino e incluso se opuso radicalmente a la tendencia relativista de los sofistas. Por que mientras ellos hablaban de una justicia particular a cada situación o a cada lugar, Sócrates fue más allá y afirmó que si bien existen diversas justicias también existe una “justicia” que las define a todas. De esa característica por los conceptos universales nació su fama de encontrar definiciones a las cosas, fama que el propio Aristóteles le reconoce.

Una frase que define muy bien a la filosofía de Sócrates es esa de: “Conócete a ti mismo”, que aunque estuvo inscrita en el templo de Apolo (en Delfos) se le atribuye al filosofo, pues él aspiraba a que las personas (todos aquellos que encontrase a su paso) buscasen dentro de si, conociesen su interior, escudriñasen sus pensamientos en busca de la verdad. Fue a raíz de esa inscripción que Sócrates se dio cuenta de una máxime verdad que definiría el rumbo de su pensamiento; “sólo se que no se nada”, otra frase clave en la filosofía socrática. Conociéndose así mismo el filosofo se dio cuenta que no sabía gran cosa, que estaban errados los que creían saber y que era su misión (encomendada por el Dios) hacerles notar a los otros esa cuestión; tal como lo cuenta en un pasaje de su Apología:

« Querefonte —narra Sócrates, Apol., 21— habiendo ido una vez a Delfos, tuvo la osadía de preguntar al oráculo si había alguien más sabio que yo. Y la Pitia le contestó: «Nadie». Al oir esto yo pensé: ¿Qué quiere decir el Dios?, ¿qué es lo que esconde en sus palabras?, pues tengo la certeza de no ser sabio, ni mucho menos. Entonces, ¿qué quiere decir cuando afirma que soy el más sabio entre los hombres? Y largo tiempo estuve pensando qué era lo que quería decir. Después me puse a indagar. Interpelé a uno de los que pasan por sabios y me dije: ahora voy a desmentir el vaticinio y a mostrar al oráculo que éste es más sabio que yo, aunque él haya dicho que yo lo soy. Pero, al examinarlo, he aquí lo que me ocurrió... Al conversar con él descubría que parecía sí sabio a muchos y sobre todo a sí mismo, pero que no lo era, e intenté demostrarle: «Tú crees ser sabio y no lo eres...» Al irme pensé: en verdad soy más sabio que él pues nadie entre nosotros sabe nada bello y bueno, pero él cree saber y no sabe; yo no sé, pero tampoco creo saber. Y por esta pequeñez parece que soy más sabio: porque no creo saber lo que no sé. »

En ese pasaje se aprecia el hecho de que Sócrates a lo largo de su vida apeló a la virtud, pero no simplemente a la virtud moralista (como sostienen algunos de sus críticos) sino a una forma de vida que trasciende y dota a la existencia de significado; una vida más bella, buena y justa.
De la cita también podemos señalar ese ideal del filósofo por cuestionar a todos o más bien a aquel bien dispuesto, según determinase su "daimon", para mostrarle su falta de conocimiento; ello mediante la refutación y la ironía, para luego ya con el espíritu limpio de error comenzar la labor de parto en el sujeto, en un tipo de analogía que el propio Sócrates hacia sobre su misión, similar al trabajo que hace una partera (como su madre) denominado mayéutica, que pasaría a ser el arte de hacer nacer pensamientos.
En cada uno de los diálogos platónicos en los que interviene Sócrates es notorio como el filósofo pretende llegar a un conocimiento mayor del que tiene o parte su interlocutor, le hace preguntas a las cuales cada vez es más complicado responder y es entonces que aparece el espíritu genial de este pensador, que con sus cuestionamientos limpia al espíritu del error en que se encuentran sus interlocutores (como si fuese un médico del alma), algunos responden interesados otros indignados o llenos de dudas, y es que la fama de Sócrates de ser un sembrador de dudas era muy conocida en su ciudad. El mismo afirmaba que no estaba ahí para resolver cuestiones sino para fomentarlas y que fuese el propio dueño de esa idea o pensamiento quien la resolviese.

El carácter de lucha por la moral y de sembrador dudas hizo que así como fama Sócrates cosechase enemistades, fue de ahí de donde nacieron las intrigas que lo llevaron a la muerte. Fue acusado de tratar de introducir el culto a otros dioses y de corromper a la juventud, cargos de los cuales se defendió elocuentemente y logró apenas una amonestación monetaria, pero dado su carácter que tendía a exaltar los ánimos en una segunda votación los jueces por mayoría votaron por la pena de muerte, condena que el filósofo cumplió de la misma manera como exhortó a vivir a los hombres; con dignidad y respeto a un bien o poder mayor.

Santa Juana de Arco.-a

Santa Juana de Arcos (Domrémy, Francia, 1412 - Ruán, id., 1431) Santa y heroína francesa. Nacida en el seno de una familia campesina acomoda...