Apuntes de clases

Clases de filosofía y ciencias bíblicas del Instituto de Humanidades Luis Campino, y la Parroquia de Guadalupe de Quinta Normal.


domingo, 3 de febrero de 2013

The Kosher; Los judíos; grupos religiosos y étnicos; a


 Nueva York – NY Times: Las guerras kosher 'shechita'

New York – NY Times: The Kosher ‘shechita’ Wars


10  octubre 2008 



Nueva York: un día soleado a fines de agosto, Andy Kastner hizo el corto viaje en auto desde su apartamento en Riverdale, en el Bronx, hasta Yonkers First Live Poultry Market, una estrecha tienda de bloques de cemento que vende pollos, palomas, codornices y conejos vivos apilados en jaulas de metal de aspecto antiguo. En Yonkers First, los trabajadores suelen sacrificar y descuartizar a los animales para los clientes, pero Kastner estaba allí porque quería matar a sus propios pollos.


Kastner, que tiene 28 años y cabello rizado, grandes ojos marrones, postura erguida y un comportamiento tranquilo y pensativo, había regresado recientemente de su trabajo de verano dirigiendo un viaje de servicio comunitario para adolescentes judíos a una reserva navajo, y estaba a punto de para comenzar su tercer año en Yeshivat Chovevei Torah, una pequeña escuela rabínica ortodoxa. Aparcó su Subaru verde junto a un taller de carrocería frente al mercado de aves de corral y del asiento trasero cogió una bolsa de mano con su cuchillo de carnicero, su chaqueta de carnicero y un libro de cuero rojo en hebreo.


Kastner pasó el año anterior estudiando cómo sacrificar animales según la ley judía. Las leyes dietéticas kosher, que observan los judíos religiosos, prohíben comer ciertos animales, y los que están permitidos deben ser asesinados y descuartizados de maneras muy específicas. Hubo un tiempo en que aprender la práctica de la matanza, o shejita, era parte del entrenamiento estándar para los rabinos, pero en una era en la que la mayoría de los animales son asesinados y descuartizados en líneas de montaje, ha desaparecido del plan de estudios de la mayoría de las escuelas rabínicas.


La ieshivá de Kastner no enseñaba shejita, por lo que le pidió ayuda al director de la escuela para encontrar un maestro. Luego llamó en frío a los shochtim, o matanzas rituales, en el área de Nueva York en busca de información sobre dónde conseguir el cuchillo especial necesario para la matanza kosher. (“Resultó que se hicieron en el sótano de un tipo en Brooklyn”, me dijo Kastner). Ahora que Kastner ha completado su entrenamiento, de vez en cuando viene a Yonkers First para practicar. Shechita requiere un corte rápido y suave en la garganta, que debe cortar la tráquea y el esófago pero no golpear la médula espinal. La cantidad de fuerza necesaria para el corte depende de la raza del animal y la única forma de aprender es practicar. Kastner y su esposa sirven los pollos que corta correctamente para la cena de Shabat, y él le da algún error ocasional a su portero.


Hace diez años, aprender a degollar animales a mano simplemente no era una opción convincente para los jóvenes rabinos del tipo serio y bien afeitado como Kastner. Pero la politización de los temas alimentarios y la popularización de la comida epicúrea y artesanal ha hecho que el aprendizaje de las tradiciones alimentarias judías sea relevante para una nueva generación. Kastner creció en el movimiento Reformista, que hace 120 años desautorizó formalmente el kashrut, las leyes dietéticas kosher, como un impedimento anacrónico para la “elevación espiritual moderna”, aunque los líderes reformistas suavizaron más tarde su posición y decretaron que el kashrut era una cuestión de elección personal. Pero para Kastner, la matanza ritual judía en realidad parece un poco revolucionaria. Él dice que piensa que la desconexión contemporánea de nuestras fuentes de alimentos es la causa de numerosos males ambientales y sociales, como la epidemia nacional de obesidad. Quería ser un shochet para ayudar a las personas a elegir alimentos más saludables y volver a conectarse con la fuente de sus alimentos, y alentar la inversión en la agricultura local. Él dice que las reglas en torno a la comida kosher, como el requisito de que la carne sea sacrificada por una persona piadosa con una cierta intención y el requisito de decir una bendición sobre cada alimento reconociendo su origen (tierra, árbol, grano, otro) - fomentan la alimentación consciente y desalentar el consumo excesivo de recursos.


Kastner es parte de un naciente movimiento alimentario judío que se basa en el vasto cuerpo de tradiciones judías relacionadas con la agricultura y la ganadería; El judaísmo, a pesar de toda su abstracción académica, es una religión basada en la tierra. El movimiento enfatiza las intersecciones naturales entre el movimiento de alimentos sostenibles y kashrut: una preocupación compartida por la pureza y una conciencia del proceso por el que pasan los alimentos antes de llegar a la mesa. “El núcleo de kashrut es la idea de limitarse a sí mismo, que no todo lo que podemos consumir debe consumirse”, dijo Kastner. “No compraría un sándwich de jamón, y también me abstendría de comprar mangostán exótico importado de China, que desperdicia combustibles fósiles y se cultiva con pesticidas”. Me dijo que estudió shechita porque quiere “crear sistemas alimentarios fuera del modelo industrial. Ha estado tratando de establecer una cooperativa de carne kosher alimentada con pasto en su vecindario; dice que espera viajar a una granja local y cuidar a los animales él mismo.


 




Introducción 

Los sociólogos israelíes suelen distinguir entre los laicos (poco interesados por la religión, aunque no necesariamente antirreligiosos), los tradicionalistas (cuya práctica religiosa es parcial), los ortodoxos (de práctica religiosa estricta, aunque inmersos en el mundo moderno) y los ultraortodoxos o jaredíes (de práctica religiosa estricta, que rechazan ciertas formas de modernidad, fuerte voluntad de separatismo social: vestimenta específica, barrios específicos, instituciones religiosas específicas).



El judaísmo ultra ortodoxo


El judaísmo ultraortodoxo es una corriente interna del judaísmo ortodoxo. Los jaredíes (en hebreo: חרדים) (transliterado: jaredim), también son conocidos como judíos ultraortodoxos, o como aquellos que temen a Dios, son judíos ortodoxos cuya práctica religiosa es especialmente devota. Los jaredíes afirman, al igual que todo el judaísmo ortodoxo, que la Torá entregada en el Monte Sinaí por Dios, con sus respectivas leyes, constituye el "manual de instrucciones del mundo". En otras palabras, la Torá es el código que permite, en términos fundamentales, el comportamiento armónico de la Creación y los creados, la regulación de sus leyes y principios y los métodos que llevarán a cada individuo a unirse a Dios para disfrutar de deleite infinito, máximo objetivo de la creación del mundo.
Sin embargo, a pesar de que otros grupos judíos ortodoxos (ya sean jasídicos u ortodoxos modernos) aceptan esta afirmación, hay diferencias entre todos los grupos en cuanto al comportamiento en ámbitos no legales; es decir, en el ámbito de la cosmovisión individual y colectiva, que no está reglamentada por la Torá.
Los jaredíes suelen vivir al margen de las sociedades laicas que los rodean, incluyendo las judías, debido a que intentan poner en práctica los preceptos bíblicos en un ámbito no hostil. Hoy en día muestran una fuerte presencia en Israel, donde cuentan con sus propios barrios (e, incluso, sus ciudades), sus partidos políticos, sus comercios y sus escuelas. También existen grupos de jaredíes en muchas comunidades judías de la diáspora, particularmente en Estados Unidos, Argentina y la Europa Occidental. Los jaredíes tienen sus propios periódicos, el más importante de los cuales es Hamodia ("El Anunciador").
Desde finales del siglo XIX, el sector israelí de los jaredíes rechaza parcialmente la «modernidad» occidental, tanto en lo que se refiere a costumbres como en lo que toca a la ideología. Sin embargo, esta postura no es unánime en el mundo jaredí. Por caso, aquellos oriundos de EE.UU. poseen una visión más inclusiva de la modernidad que la que prevalece entre los israelíes.

Rollo de la Torá.

Los jaredíes no se definen a sí mismos como ultraortodoxos, sino como judíos ortodoxos jaredíes ("los que tiemblan", en el sentido de "los que tiemblan ante Dios", o “los que temen a Dios"). La raíz de la palabra jaredí es jarada, la palabra más rotunda en hebreo para designar el miedo, indicando que un jaredí se siente "aterrorizado" ante la idea de violar cualquiera de las 613 mitzvot.
Los ortodoxos "modernos" y los jaredíes no se diferencian en nada desde el punto de vista teológico, pero sí en su modo de vida y orientaciones políticas.


Principios 

Se aplican dos principios fundamentales en el mundo jaredí: Daat Torah:
"lo que dice la Torá", y Emunat Jajamim: "la fe en los sabios". "Con esto hay que entender un sistema [...] en el que todos los pensamientos, todas las acciones están gobernadas por los textos sagrados. No hay posibilidad alguna de combinarlos con ninguna otra fuente de inspiración, con otra filosofía. Y la Ley religiosa no existe para regular una parte específica de la vida, sino la vida en su integridad."

​ Estos dos principios absolutos tienen varias consecuencias:

Por una parte, la Torá debe ser la fuente de cualquier tipo de legislación, y el rechazo del Estado judío a aceptar este principio le quita toda legitimidad (ver el capítulo acerca de las relaciones con el sionismo). Por esa misma razón, no debe existir constitución en Israel. De hecho, el movimiento sionista aceptó este principio y sólo instituyó "leyes fundamentales". La distinción es simbólica, pero importante para los jaredíes
La democracia es un principio de funcionamiento que sitúa la opinión de la mayoría por encima de Dios. La democracia no molesta a los jaredíes cuando afecta a los que no son judíos (que tienen libertad de hacer lo que les plazca). Pero entre los judíos, es un cuestionamiento manifiesto de Daat Torah y de Emunat Jajamim.
Por último, todo judío piadoso debe tener un rabino, que guíe su vida, hasta en los menores detalles. Son "sabios", o "grandes de la Torá", o "luminarias" o "decisores" y tienen poder absoluto sobre su grey. A menudo son objeto de un verdadero culto a la personalidad, al "tener acceso al 'conocimiento supremo', saben lo que sucederá a largo plazo, en un nivel superior".
En la práctica, las comunidades jasidíes (una de las dos corrientes principales del judaísmo jaredí) tienen un referente supremo, su admor o rebbe. El referente de los rabinos jaredíes de la tendencia "lituana" es su jefe de yeshivá (generalmente aquella en la que han estudiado). Estos mismos jefes de yeshivot pueden por su parte rendir cuentas a un jefe de yeshivá con más prestigio. Admor o jefe de yeshivá, los "grandes" con frecuencia son ancianos y en general viven aislados, sin leer la prensa ni ver la televisión. Algunos de ellos no salen prácticamente nunca a la calle, y aún menos de los barrios específicos en los que residen. Su información acerca del mundo exterior pasa casi siempre por el filtro de un entorno reducido, que consigue de ese modo poder e influencia. Los mayores sabios viven en Israel y Estados Unidos. Teniendo en cuenta su influencia sobre los partidos religiosos israelíes (muchos jaredíes israelíes dependen de un "sabio" estadounidense, o viceversa), los políticos de Israel tratan siempre de tenerlos a su favor.
Por encima de los propios "grandes" no hay nadie, salvo, en cierta medida, el "consejo de los grandes" de los tres partidos religiosos (cuando se unen, lo que no siempre es el caso, ver el apartado sobre política). El gran rabinato israelí no tiene verdadera influencia sobre ellos. Esta instancia sin capacidad de decisión suprema puede conducir a enfrentamientos a veces virulentos, llegando incluso en ocasiones a la violencia física, entre los seguidores de una "luminaria" u otra, siempre convencidos de la absoluta superioridad del punto de vista de su "sabio".

Daat Torah y Emunat Jajamim existen también entre los ortodoxos "modernos", pero el poder del rabino referente se limita sobre todo al terreno religioso, no a los demás (para los jaredíes todo es religioso). En Israel, los ortodoxos "modernos" reconocen en general la autoridad del gran rabinato israelí.

La vida familiar

boda ultra-ortodoxa

Los jaredíes se casan jóvenes. Las bodas a menudo están pactadas por un casamentero (Shadkhanim) y el objetivo de todo matrimonio es tener el máximo número posible de hijos. Salvo casos médicos, las familias tienen de 5 a 10 hijos (7 hijos por familia como media en Israel en 2005). Se trata para los jaredíes de un mandato religioso importante: "creced y multiplicaos" (Génesis 1:28, 9:1,7).
En la mayor parte de los grupos jaredíes (aunque no en todos), se notó entre los años 1970-80 una tendencia al desarrollo del trabajo de las mujeres. En efecto, las familias numerosas tienen importantes necesidades financieras, sobre todo cuando el marido no trabaja, sino que se consagra al estudio de los textos sagrados (sobre todo en Israel). Este trabajo es un factor limitado aunque real para reforzar el peso de la mujer jaredí.​ Sin embargo, no se trata de igualdad. Hay que destacar que ciertos jaredíes (Edah Haredit) consideran que esa evolución es un grave pecado. Hay que tener en cuenta que el trabajo de las mujeres está limitado por dos factores: no es posible aceptar que la mujer jaredí trabaje en un medio mixto, lo que reduce mucho el número de puestos de trabajo accesibles; los frecuentes embarazos frenan mucho a los empleadores.
Los hijos deben ser educados cuando es posible en escuelas religiosas específicas: esto es bastante sencillo en Israel, y a veces más difícil en la diáspora, sobre todo en los grupos más pequeños. Este hecho favorece el agrupamiento en comunidades compactas, dotadas de sus propias escuelas. La homosexualidad o el concubinato están totalmente rechazadas.

El estudio
Yeshivá de Mea Shearim y Talmud Torá (Jerusalén, Israel).

El estudio de los textos religiosos en una yeshivá es el primer objetivo de cualquier varón jaredí. También existen cursos de estudios religiosos destinados a mujeres, aunque no con el mismo rigor. Siempre que sea posible, el hombre jaredí tratará de consagrar todo su tiempo al estudio, evitando la pérdida de tiempo (Bitul Torah​). Cuando no fuera posible, tratará de compaginar su actividad laboral con del weber.
Los estudios seglares, en cambio, están bastante poco valorados. Según ellos, son una pérdida de tiempo, puesto que restan tiempo al estudio religioso. No hay, o son muy pocos los médicos, abogados, ingenieros o simplemente fontaneros entre los jaredíes de Israel. Hay más en la diáspora.
En Israel, los jaredíes obtuvieron significativas subvenciones del Estado para sus actividades, lo que permite a muchos hombres adultos consagrar todo su tiempo al estudio. En la práctica, las estadísticas muestran sin embargo que la situación socio-económica de muchos de estos jaredíes los obliga a trabajar en el sector productivo. En la diáspora, estas subvenciones no existen o son muy escasas, y el tiempo que dediquen al estudio debe completarse con un trabajo remunerado que les permita sobrevivir.

Hay que destacar que a finales de 2005, Yissachar Dov Rokeach II, el actual rebbe de la dinastía jasídica de Belz, sorprendió al animar a sus partidarios israelíes a proseguir estudios profesionales y no sólo estudios religiosos, con el objeto de mejorar su estatus socio-económico. Anunció que las yeshivot de Belz reservarían "algunas horas por semana por las tardes" a estas formaciones.​ Esta evolución limitada es reveladora de los problemas económicos encontrados por los jaredíes israelíes centrados en el estudio y muy dependientes de las subvenciones del estado.

El separatismo
Consulta de carteles en el barrio jaredí de Mea Shearim (Jerusalén) en 2006. Los
murales son una vía tradicional de comunicación de las posturas de los rabinos en 
los barrios ultraortodoxos.


El ideal de los jaredíes es una vida judía vivida en torno a los rabinos. Por eso rechazan muchos aspectos del mundo moderno (existe un especial rechazo hacia la televisión), con barrios separados de los no judíos y de los judíos laicos. Físicamente, su indumentaria negra (los "hombres de negro" siguiendo la expresión israelí) hace que puedan ser distinguidos con facilidad. Sin embargo, no estamos ante una actitud de rechazo de la modernidad tan radical como la de los Amish: se acepta la electricidad, el automóvil, el ordenador y el avión.
La visión fundamental de los jaredíes es que el mundo que les rodea es una fuente permanente de perversión. La televisión o la publicidad son una fuente de imágenes sexuales. En ellas aparecen elogios a valores como la independencia del individuo, el relativismo ideológico, la igualdad de sexos o de religiones. Según su opinión, resulta ilusorio creer, como hacen los ortodoxos, que se puede vivir en ese mundo a la vez que se respetan estrictamente los 613 mitzvot. La amenaza es permanente y para no sucumbir a ella es necesario vivir en grupo, en barrios separados y bajo la estricta dirección de los rabinos.

La sexualidad ocupa un lugar central en el rechazo de los jaredíes al mundo moderno. El temor ante la tentación sexual es permanente. No sólo la mujer jaredí debe ser "modesta" (lo que implica, por ejemplo, ocultar sus cabellos), sino que cualquier mujer que entre en los barrios jaredíes debe hacer lo mismo. Esta voluntad de control social es una de las razones por las que eligen vivir en barrios separados. Desarrollaron en esos barrios una sociedad aparte, con sus tiendas, sus escuelas, sus instituciones, sus periódicos.


Características: síntesis

Con respecto a los demás judíos ortodoxos, los jaredíes tienen estas características:

El separatismo social (escuelas propias, comercios propios), geográfico (barrios separados, a veces físicamente cerrados durante el Shabat) y de vestimenta (indumentaria negra). Los ortodoxos "modernos" son infinitamente menos particularistas, y no tienen por ejemplo ni barrios reservados ni indumentaria particular (salvo el uso de la kipá y de indumentaria "modesta" para las mujeres);
Una fe muy vivida. En Israel, las subvenciones estatales de las yeshivot permiten a una gran proporción de jaredíes varones estudiar el Talmud toda su vida, sin trabajo remunerado. Los ortodoxos "modernos" en cambio realizan estudios seglares y desempeñan trabajos en los sectores económicos clásicos;
Una relación con el sionismo que va desde la oposición abierta de los Neturei Karta (muy minoritaria) a una visión positiva (minoritaria), pasando por una neutralidad interesada aunque crítica (mayoritaria). Los ortodoxos "modernos" en cambio son hoy casi todos favorables al sionismo (lo que no era siempre el caso a principios del siglo XX)
El rechazo de los valores de la "modernidad" social: mezcla entre hombres y mujeres, "culto" al Estado, sexualidad libre. En ese terreno, los ortodoxos "modernos" son más abiertos, a pesar de que la libertad sexual se rechace de plano;
La indiferencia ante la ciencia. Está mucho mejor valorada entre los ortodoxos "modernos"; En Israel, un estatus socio-económico netamente inferior al de los ortodoxos "modernos".


El judaísmo ortodoxo 

Judío ortodoxo provisto de kipá, talit gadol y tefilín,
preparándose para un servicio en una sinagoga.

El judaísmo ortodoxo es una de las grandes ramas de la religión judía en la actualidad, junto con el judaísmo conservador o masortí y el judaísmo reformista. Se distingue de ellas por su adhesión rigurosa a la halajá. Carece de una autoridad doctrinal central permitiendo cierta variación en la práctica.
De acuerdo a su actitud hacia la cultura contemporánea, el judaísmo ortodoxo se divide informalmente en judaísmo ortodoxo moderno, que busca adecuar hasta algún punto sus prácticas y estudios a la situación social contemporánea, aunque es firme con respecto a la halajá; el sionismo religioso, que liga el judaísmo ortodoxo con el sionismo; y el judaísmo haredí, que rechaza toda innovación que sus líderes consideren contraria al espíritu de la Torá.
Las divisiones doctrinales en este sentido no se fijaron hasta alrededor del siglo XVIII, cuando, bajo el influjo de la Ilustración, ciertos sectores de la comunidad judía rechazaron la segregación impuesta por las prácticas religiosas convencionales y buscaron integrarse —pese al entonces dominante antisemitismo— en las comunidades nacionales, replanteando en términos muchas veces racionalistas las tradiciones y creencias religiosas. El rechazo a este movimiento definió la ortodoxia.
​Judaísmo ortodoxo es un nombre creado en el siglo XIX para referirse al judaísmo tradicional en oposición a las nuevas corrientes que, bajo el discurso de la modernidad, ensayaron modos de separar al judaísmo de su histórica implicación práctica (conocida bajo el nombre de halajá).
El judaísmo ortodoxo basa sus creencias en los trece principios de fe de Moisés Maimónides.

Práctica

El judaísmo ortodoxo se guía principalmente por la halajá o ley judía especificada en el Talmud y codificada en el Shulján Aruj. Estos a su vez se basan en la Torá,​ la ley del Pentateuco. De todas las corrientes del judaísmo, el judaísmo ortodoxo es la que más sigue las leyes de la tradición oral, ya que esta fue entregada por Dios, en el monte Sinaí y de ella salen todas las leyes judías.
La mujer en el judaísmo ortodoxo cumple un rol muy importante, ya que según esta corriente, el hombre necesita a la mujer (y no al revés), la mujer se conecta constantemente con Dios mientras que el hombre tiene que rezar con 10 personas para llegar al mismo nivel.

Judaísmo conservador

judios




El judaísmo Masortí o conservador surge en Alemania a mediados del siglo XIX como una reacción al judaísmo reformista, posicionándose como una síntesis entre este último y el judaísmo ortodoxo. Junto a estos dos, el judaísmo conservador es una de las tres grandes corrientes religiosas del judaísmo. El judaísmo conservador se institucionalizó en los EE. UU. alrededor del 1900.
El conservadurismo postula la devoción a la tradición y ley judía (masoret y halajá), con un acercamiento abierto y positivo al mundo moderno, la democracia y el sionismo.
Los principios del Judaísmo Conservador incluyen:

La "dedicación a la Halajá [como una] guía para nuestras vidas".
Una enseñanza no fundamentalista de los principios de la fe judaica.
Una actitud positiva hacia la cultura moderna.
Una aceptación tanto de los métodos tradicionales-rabínicos como de los académicos y críticos en lo que al estudio de los textos religiosos del judaísmo se refiere.


El Judaísmo Conservador tiene sus orígenes en la escuela conocida como el positivismo histórico judaico, desarrollada en 1850 como una reacción a las posiciones más liberales adoptadas por el Judaísmo Reformista. El término conservador denotaba la intención de la corriente conservadora de conservar la tradición, en lugar de reformarla o abandonarla. El uso de dicho término está totalmente desprovisto de sus connotaciones políticas.

Para evitar las confusiones a las que el término invita, algunos de sus rabinos en los EE. UU. y Canadá​ proponen utilizar el término Masortí, denominación que ha sido adoptada por las divisiones israelí y mundial del movimiento.​ La palabra masortí en hebreo significa tradicional.

Principios

Durante buena parte de su historia, el Judaísmo Conservador evitó la publicación sistemática de explicaciones sobre los principios del Judaísmo, como parte de sus esfuerzos conscientes por mantener una amplia coalición.
En 1988 el liderazgo del Judaísmo Conservador en los EE. UU. publicó una declaración de principios, llamada Emet Ve-Emunah: Statement of Principles of Conservative Judaism (Emet Ve-Ehunah (Verdad y Fe): Declaración de Principios del Judaísmo Conservador). Este documento fue producto de un largo proceso de trabajo que involucró a distintos sectores del movimiento, en un intento de producir un documento que reflejase no la opinión de una sola persona, sino el consenso de la comunidad toda.
Emet Ve-Emunah afirma la creencia en Dios y en la inspiración divina de la Torá, afirmando a la vez la legitimidad de la multiplicidad de interpretaciones sobre estos temas. Las ideas del ateísmo, politeísmo y la trinidad son rechazadas de pleno, junto con el relativismo, la interpretación literal de las escrituras y el fundamentalismo.

Dios

El Judaísmo Conservador afirma la idea del monoteísmo, aunque sus miembros sostienen distintas creencias sobre la naturaleza de Dios, sin que se imponga una en particular. Entre las perspectivas que se sostienen se incluyen:

Racionalismo maimideano
Misticismo kabalísta
Panteísmo jasídico
Teísmo limitado (ver por ejemplo: Harold Kushner "Cuando las cosas malas le pasan a personas buenas"

Pensamiento orgánico, como el presentado por Alfred North Whitehead y Charles Hartshorne, también conocido como teología del proceso (ver por ejemplo la obra de los rabinos Max Kaddushin y William E. Kaufman.
Las ideas del naturalismo religioso, plasmadas en corriente del Judaísmo Reconstruccionista enunciada por Mordejai Kaplan tuvieron mucha influencia en el movimiento conservador, hasta que el reconstruccionismo se instituyó en un movimiento independiente. En una edición especial de la publicación Conservative Judaism (Winter 1999), de la Asamblea Rabínica, el editor declaró que el naturalismo de Kaplan pareciera haber desaparecido del horizonte conservador.

Revelación

El Judaísmo Conservador permite a sus adherentes adoptar distintas visiones sobre el concepto de revelación. La mayoría de los miembros del movimiento rechaza la idea tradicional de que Dios dictó el contenido literal de la Tora a Moisés en el Monte Sinai en un acto de revelación verbal, pero sostienen la creencia tradicional de que Dios inspiró a los profetas tardíos para escribir el resto del Tanaj. La creencia de que Dios inspiró a Moisés - al igual que a los profetas tardíos - también goza de amplia aceptación entre los miembros del movimiento.
El Judaísmo Conservador acepta los postulados de la crítica bíblica, incluyendo la hipótesis documentaria - es decir, la teoría de que la Torá fue redactada a partir de distintas fuentes previas. Las autoridades rabínicas del movimiento, así como su comentario oficial sobre la Torá ((Etz Hayim: A Torah Commentary) afirma que los judíos deben hacer uso del análisis literario e histórico modernos para entender como la Biblia se desarrolló.

Ley judía

El Judaísmo Conservador ve a la ley judía (la Halajá) como un marco normativo con el que se establece un vínculo de obligatoriedad. Examinando la historia judía y la literatura rabínica a través de los prismas de la crítica académica, el conservadurismo sostiene que la halajá evolucionó constantemente para adaptarse a las realidades de la vida judía, evolución que debe continuar en la vida moderna.
Esta visión, junto a la diversidad de opiniones que el Judaísmo Conservador adopta en relación a la revelación divina, es responsable de parte de la diversidad y desacuerdo en la halajá conservadora. Al considerar cambios a la misma, las autoridades rabínicas del movimiento se basan en consideraciones religiosas así como del análisis histórico. Tal como lo dijera Salomón Schechter: 
"la magnitud del valor literario de un código no le adjudica inefabilidad, ni lo exime del estudiante o el rabino que hacen uso del mismo desde su obligación de examinar cada párrafo por sus propios méritos, haciéndolo sujeto de las mismas reglas de interpretación que fueron aplicadas siempre a la Tradición".
La dinámica del movimiento en cuanto a la Halajá genera en algunos casos interpretaciones diametralmente opuestas, siendo todas las opciones válidas para el movimiento. Un claro y reciente ejemplo de los resultados de esta dinámica son evidentes en las recientes resoluciones del movimiento en relación a la homosexualidad (ver por ejemplo ).

Visiones sobre las otras corrientes del judaísmo

El Judaísmo Conservador contrasta con las otras corrientes principalmente en dos áreas:

Revelación de la Torá

En relación a la idea de la revelación de la Torá, el Judaísmo Conservador asume que la ortodoxia sostiene la idea de revelación verbal directa, aun cuando numerosos filósofos ortodoxos no están de acuerdo con esta caracterización.
Por otro lado, el Judaísmo Conservador rechaza la postura reformista según la cual la Torá no fue revelada sino divinamente inspirada. La posición conservadora mayoritaria difiere de las anteriores en afirmar la autenticidad de la revelación divina no verbal. Según esta visión, la Torá Oral está inspirada en la Torá Escrita, pero no tiene un origen necesariamente divino.

Interpretación de la Halajá

La tradición legal judía hace que las diferencias entre las corrientes modernas del judaísmo incluyan la relevancia, interpretación y aplicación de la ley y tradición judías. El Judaísmo Conservador sostiene que su abordaje sobre la halajá es la más auténtica expresión del Judaísmo, como fuera practicado tradicionalmente. El conservadurismo considera que los movimientos a su izquierda, como el reformismo o el reconstruccionismo, se equivocaron al rechazar la autoridad tradicional de la halajá. También considera que la ortodoxia, representante de la derecha teológica, se equivocó al demorar, o detener, el desarrollo histórico de la Ley Judía:

“El Judaísmo Conservador cree que el estudio académico de los textos judíos indica que el Judaísmo se encontró en evolución permanente, a fin de resolver las necesidades del Pueblo Judío en las más variadas circunstancias, y que una autoridad halájica central puede continuar la evolución halájica en la actualidad” (Soc. Culture. Jewish Usenet Newsgroup FAQ).


El movimiento conservador utiliza conscientemente las fuentes históricas a fin de determinar qué tipo de cambios fueron introducidos en la tradición judía, cuándo y cómo ocurrieron, y en qué contexto histórico.

La mujer en el judaísmo conservador

Aunque no todas las comunidades se manejan de la misma manera y tienen autonomía en sus políticas, en líneas generales en el judaísmo conservador la mujer, a diferencia del ortodoxo, puede subir al púlpito donde se encuentran los rollos de la Torá). Su presencia cuenta a la hora de formar el minián, que es la cantidad mínima de diez personas indispensables para comenzar un servicio religioso. La mujer no se sienta separada del varón en las sinagogas. Además está facultada para enseñar la Torá y el Talmud, puede usar el talit igual que un varón y por ende cumplir con el precepto de los Tefilín o filacterias y lo más importante de todo es que puede ser consagrada como rabina.

Si bien la mujer no está obligada a cumplir con las mitzvot (preceptos) en los cuales el hombre sí tiene obligación, como el uso de los tzitzit (hilos de cárdeno) y los tfilin (filacterias), una vez que los usa, asume la obligación de su uso cotidiano al igual que el hombre.

El judaísmo reformista


El judaísmo reformista (hebreo: יהדות רפורמית) es una de las grandes ramas de la religión judía (judaísmo rabínico) en la actualidad, junto con el judaísmo ortodoxo y el judaísmo conservador o masortí. De estas tres ramas asquenazíes, el reformismo es la de mayor antigüedad. 
El judaísmo reformista (también llamado «progresista» y «progresivo») defiende la autonomía individual en lo relativo a la interpretación de los preceptos religiosos (hebreo: מצוות / mitzvot).

Principios

No pretenden ser dogmáticos;  (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial y la última versión).

La existencia, la singularidad y la unidad de Dios.
La eternidad y la naturaleza espiritual de Dios.
La Torá fue inspirada y es progresivamente revelada por Dios.
La propagación del Monoteísmo Ético.
La ciencia (תורה ומדע) deberá ser parte de la guía para un reformismo sistemático, que enfoque a la humanidad como primer objetivo. Basado en el racionalismo de Maimónides o Rambam (del acrónimo hebreo, רמב"ם).
La afirmación de los tres pilares del Judaísmo: Dios, la Torá e Israel.
La adaptación y respuesta del Judaísmo a los desafíos de la actualidad, como siempre lo ha hecho para poder sobrevivir. El Judaísmo ha de ser purificado y la maleza recortada.
La llegada de la Era Mesiánica es responsabilidad de todos; judíos y no judíos.

Práctica

Entre los judíos reformistas existen los siguientes planteamientos:

Adhesión exclusiva a la Torá y al resto del Tanaj como escritura inspirada por Dios. También son consultadas las obras de la literatura rabínica llamada "torá oral", a saber Mishná y Guemará (Talmud), el Midrash y la literatura medieval como el Mishné Torá. De igual modo se tratan con alta valoración (y de uso constante e indispensable) la Responsa y el Sidur (libro judío de oraciones). 
Para los reformistas la "torá oral" (y por ende la Halajá), aunque es reconocida como parte de los "textos sagrados" junto al Tanaj,​ no es considerada como “revelación divina”, sino más bien como un conjunto de opiniones y reflexiones inspirados en la Torá "escrita" en muchos casos, con un alto grado pureza ética la cual contribuyó a sus pensadores y autores a buscar una íntima aproximación a Dios, pero no tiene un origen necesariamente divino. 
Por lo tanto el reformismo considera equivocados a los movimientos que le conceden autoridad definitiva a la halajá tradicional o que alegan que su abordaje sobre la halajá es la única o más auténtica expresión del Judaísmo. La Torá "escrita" (la única existente para el reformismo) es tratada como revelación progresiva o "documento vivo".
Rechazo de la segregación sexual y defensa de los derechos de la mujer y las minorías sexuales.10​ Hombres y mujeres rezan en las sinagogas reformistas de manera conjunta. El reformismo fue el primer movimiento en comenzar la ordenación (hebreo: סמיכה) de mujeres rabinos.
Ausencia de integrismo en su interpretación de los preceptos (mitzvot). Dichos preceptos fueron escritos por personas influidas por su sociedad, y no debe realizarse una interpretación literalista, sino adecuada al contexto.
Firme compromiso con la justicia social y la reparación del mundo. (Tikún Olam). 

Consideración del Mesías del judaísmo como símbolo de una sociedad idílica (Era Mesiánica) en la que se cumplen los principios de paz y fraternidad, y no como una persona individual que instaurará dicho orden.

 


Grupos Étnicos Judíos.

Asquenazí o asquenazi.

Asquenazí o asquenazi, también escrito como askenazí o ashkenazí, es el nombre dado a los judíos que se asentaron en Europa Central y Oriental. Se establecieron principalmente en Alemania, Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Polonia, Ucrania, Rumania, Moldavia, Rusia, Bielorrusia, Bulgaria, Lituania y Letonia. Los asquenazíes son los descendientes de las comunidades judías medievales establecidas a lo largo del Rin, desde Alsacia, al sur, hasta Renania, en el norte. Ashkenaz, término hebreo medieval comúnmente empleado para designar a Alemania, es también el nombre dado en dicha lengua a toda la región del centro y este europeo, mientras que asquenazí es un término que designa de un modo general a la población judía que desciende de los mencionados judíos que se asentaron en Europa central y oriental,
Desarrollaron costumbres y leyes particulares, que los diferencian de otros grupos del pueblo judío (sefardíes y mizrajíes, por ejemplo). Los asquenazíes desarrollaron su propia lengua, el yidis, que combina términos provenientes de diversos dialectos alemanes junto con algunos de origen eslavo y hebreo.
Judíos del centro de Europa

Terminología

El término ashkenazí tiene su origen en el personaje bíblico Ashkenaz, en hebreo אַשְׁכְּנָז y en asirio Aškūza, bisnieto de Noé; (Génesis X, 3).10​ Durante la Edad Media, el término geográfico Ashkenaz se asimiló a Alemania —quizás a causa de cierta similitud con Sajonia— que pasó a ser el centro vital del judaísmo centroeuropeo o ashkenazí.
Muchos de los asentados originalmente en esta región emigraron más tarde a otras zonas de Alemania, Hungría, Polonia, Rusia y, en general, a las naciones de Europa oriental entre los siglos X y XIX. Desde el medioevo hasta la primera mitad del siglo XX la lengua común entre los judíos askenazíes fue el yidis. Existió otra con mucha menor extensión, el hebreo de raíz eslava (judeo-checo) ya extinto. Este subgrupo judaico desarrolló una cultura y tradición litúrgica peculiar influenciada por el contacto con la idiosincrasia de la nación a la que pertenecían.
Aunque en el siglo XI representaban solamente el 3 % de la población judía mundial, los askenazíes llegaron a constituir, en su momento álgido del año 1931, el 92 % del total. Actualmente alcanzan aproximadamente el 80 %.​ La mayoría de las comunidades judías con una historia extensa en Europa son asquenazíes, excepto aquellas asentadas en el Mediterráneo. Una gran parte de los judíos que emigraron hacia otros continentes en los siglos XIX y XX eran de este origen, especialmente los grupos que partieron hacia los Estados Unidos, Argentina, Brasil y Chile.

Génesis y clasificación de los judíos asquenazíes

Normalmente hay discrepancias acerca de quién debe ser considerado judío. Esto hace especialmente difícil definir qué es un judío asquenazí, pues implica una definición religiosa, cultural o étnica. Dado que la mayoría de estas personas ya no vive en la Europa del Este, migraron a Europa del Oeste, el Norte de Europa y América, el aislamiento que en un momento ayudaba a distinguir la religión y cultura específicas ha desaparecido. Más que esto, la palabra «asquenazí» ha evolucionado y cobrado nuevo significado, especialmente en Israel. En este país frecuentemente adquiere significados que no se corresponden con los tradicionales.
Aún hoy muchas comunidades judías poseen dos sinagogas, una para realizar los rezos a la usanza asquenazí y otra para el rito sefardí. Aunque la distinción tiende a desvanecerse con el paso del tiempo, se considera que los judíos sefardíes desarrollan una actividad comunitaria más bien religiosa, mientras que las instituciones asquenazíes suelen desplegar un abanico más amplio (cultura, deportes, Tnuot Noar, teatro, política, economía, sionismo, etc.). Otra característica es que la incidencia del ateísmo y la militancia política son históricamente mayores en el mundo asquenazí. Por otro lado, el judaísmo asquenazí también incluye grupos conservadores ortodoxos en Israel.
Una secuela de la división asquenazí-sefardí que es interesante resaltar es la existencia de un partido religioso sefaradí, el Shas, que es una de las principales fuerzas políticas en Israel.

Los sefardíes


Los sefardíes o sefarditas, también conocidos como sefaradíes o sefaraditas (en hebreo, ספרדים, Sefaraddim, literalmente ‘los judíos de Sefarad’), son los judíos que vivieron en la Corona de Castilla y la Corona de Aragón hasta su expulsión en 1492 por los Reyes Católicos y también sus descendientes, quienes, más allá de residir en territorio ibérico o en otros puntos geográficos del planeta, permanecen ligados a la cultura hispánica
En 1492 muchos sefardíes se instalaron en países como Francia y el Imperio Otomano
En la actualidad la comunidad sefardí alcanza los dos millones de integrantes, la mayor parte residente en Israel, Francia, Estados Unidos, Argentina y Canadá. También hay comunidades en Turquía, Brasil, México,​ Chile, Colombia, Marruecos, Perú, Túnez, Países Bajos e Italia.
Durante el siglo XIX, el término «sefardí» se empleaba además para designar a todo judío que no era de origen asquenazí (judíos de origen alemán, centroeuropeo o ruso). En esta clasificación se incluía también a judíos de origen árabe, de Persia, Armenia, Georgia, Yemen e incluso India, quienes aparentemente no guardaban ningún vínculo con la cultura ibérica que distingue a los sefardíes. La razón por la cual se utilizaba ese término indistintamente se debía principalmente a similitudes en el rito religioso y a la pronunciación del hebreo que los sefardíes comparten con las poblaciones judías de los países mencionados (y que son claramente distintas a los ritos y pronunciaciones de los judíos asquenazíes). 
No obstante, a partir de la fundación del Estado de Israel, se consideró ya un tercer grupo dentro de la población judía, los mizrahim (del hebreo מזרח 'Oriente'), para garantizar que el término «sefardí» aluda de manera exclusiva al grupo humano antiguamente vinculado con la península ibérica
Los judíos desarrollaron prósperas comunidades en la mayor parte de las ciudades de la Corona de Castilla. Destacan las comunidades de las ciudades de Ávila, Burgos, Córdoba, Granada, Jaén, León, Málaga, Segovia, Sevilla, Soria, Toledo, Tudela, Vitoria y Calahorra. En la Corona de Aragón, las comunidades (o Calls) de Zaragoza, Gerona, Barcelona, Tarragona, Valencia y Palma se encuentran entre las más prominentes. Algunas poblaciones, como Lucena, Hervás, Ribadavia, Ocaña y Guadalajara, estaban habitadas principalmente por judíos. De hecho, Lucena estuvo habitada exclusivamente por judíos durante siglos en la Edad Media.
En el Reino de Portugal, de donde son originarias muchas ilustres familias sefardíes, se desarrollaron comunidades activas en las ciudades de Lisboa, Évora, Beja y en la región de Trás-os-Montes.

Los sefardíes en la actualidad


La comunidad sefardí, hoy en día, es mucho más numerosa en el Estado de Israel, donde hubo desde tiempos otomanos una comunidad en Safed, Galilea. En la actualidad, existen comunidades en las ciudades de Tel Aviv, Haifa y Jerusalén. Tienen su propia representación en la Knesset e incluso un rabino actúa como líder de la comunidad, Shlomo Amar. El partido religioso sefardí Shas es una de las principales fuerzas políticas en Israel y la fuerza «confesional» más numerosa
La destrucción de casi toda la comunidad sefardí en el Holocausto originó en gran medida una disminución sustancial en la población hablante de lengua judeoespañola. Esto llevó a muchos miembros de la comunidad sefardí, esparcida principalmente en América e Israel, a intentar preservar la lengua, institucionalizarla y promover actividades científicas y culturales en torno a ella. Israel funda, a iniciativa del presidente Isaac Navón, la Autoridad Nasionala del Ladino, órgano encargado del estudio del judeoespañol, su protección y conservación. Esta institución edita periódicamente la revista Aki Yerushalayim, totalmente impresa en judeoespañol y que contiene artículos de interés para la comunidad sefardí. El Instituto Benito Arias Montano de Madrid publica también una revista de corte similar, titulada Sefarad.

En Estados Unidos, destaca la Fundación para el Avance de los Estudios y la Cultura Sefardíes (Foundation for the Advancement of Sephardic Studies and Culture — FASAAC), en donde trabajaron activamente personajes como Albert Matarasso, Mair José Benadrete, Henry V. Besso y David Barocas, eruditos de la cultura sefardí. Esta institución posee un amplio archivo de fotografías y documentos para investigadores.
En América Latina existen templos y cementerios sefardíes en las principales comunidades. Paulatinamente se entrelazan y cooperan con las comunidades askenazíes para sobrevivir.

Los mizrajíes

Los judíos mizrajíes o mizrajim son descendientes de las comunidades judías del Medio Oriente y norte de África. Literalmente mizrají significa “oriental”, ya que Mizraj (en hebreo, מזרח‎) significa “Este”. Originalmente el uso del término mizrají y “Edot ha-Mizraj” fue una traducción de la palabra árabe mashrīqī (oriental), que se refería a la gente de Siria, Irak y otros países asiáticos, mientras que a los judíos del norte de África se les llamaba, en árabe, magāriba (magrebíes)
En el Israel actual esta palabra hace referencia a todos los judíos de países árabes asiáticos, aunque muchos mizrajíes rechazan el uso de este término y prefieren ser identificados por su país de origen, o el de sus antepasados inmediatos, y no por una palabra que los englobe a todos. También se utiliza la palabra “sefardí”, en un sentido amplio, aunque ello da lugar a confusión en ocasiones, ya que esta palabra se emplea habitualmente para los descendientes de los judíos expulsados de la península ibérica (Sefarad) en los siglos XV y XVI.
Luego de la guerra árabe-israelí de 1948 y la creación del Estado de Israel, muchos mizrajíes emigraron al nuevo Estado, en el que podían ser ciudadanos por la Ley del Retorno. Con estos acontecimientos se desataron políticas antijudías por gobiernos de países árabes opositores a la partición de Palestina, durante las décadas de 1950 y 1960. 
Una de las políticas antijudías destacadas fue la que llevó a cabo Egipto, de donde se expulsó a alrededor de 25.000 judíos después de la Crisis de Suez, en 1956. Por otro lado, además de a Israel, muchos judíos marroquíes y argelinos emigraron a Francia, y cientos de judíos sirios y egipcios a los Estados Unidos.

 

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