Apuntes de clases

Clases de filosofía y ciencias bíblicas del Instituto de Humanidades Luis Campino, y la Parroquia de Guadalupe de Quinta Normal.


domingo, 26 de noviembre de 2017

115).-La critica científica de la biblia.-a



 Curso de ciencias bíblicas en la parroquia de  Guadalupe de la comuna de Quinta Normal, años 2009

Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán; Franco Natalino; 

Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


Anllela camila Hormazabal moya


La crítica bíblica es una rama de la ciencia que ha posibilitado el entendimiento de la Biblia, como parte de la cultura del Cercano Oriente y de la universal. Era conocida en las épocas antiguas y medievales e incluso, se practicaba dentro de la misma Biblia y con respecto a la Biblia. Así fueron criticados versículos partiendo de otros versículos que son contradictorios o incongruentes o incom­prensibles entre sí por otras razones.

La mente racional de los antiguos hebreos, lectores y estudio­sos de la Biblia, no podía pasar por alto comprobaciones de con­tradicciones, incertidumbres, versículos truncos, gramática oscura, palabras o expresiones incomprensibles que suelen darse en toda literatura antigua. La literatura talmúdica fue la primera que quiso encarar estos temas y buscarles solución. A veces la encontraron, otras optaron por una solución alusiva y muchas veces reinterpretaron los textos desde el punto de vista teológico y humano. A veces se quedaron sólo en el planteamiento de los problemas.
Los gnósticos cristianos censuraban y juzgaban al Antiguo Testamento, mientras los enemigos paganos del cristianismo ha­cían lo mismo con el Nuevo. Había quienes ponían en duda el origen divino o el carácter sagrado o inspirado de estos Libros, pero no tanto con argumentos científicos, sino para debilitar los conceptos de las otras denominaciones y demostrar la prioridad de la religión propia. En el siglo IX, Khivi al Balkhi redactó un documento de 200 preguntas que se refieren a la Biblia, a fin de comprobar la supe­rioridad del Corán.

La crítica científica de la Biblia, libre de propaganda denominacional, comenzó con Abraham Ibn Ezra, científico prestigiado entre los judíos de España en el siglo XI. El llegó a la conclusión de que en los Cinco Libros de Moisés, hay algunas partes que fueron redactadas más tarde que la mayoría de las demás.
Al seguir este mismo camino, Baruj Spinoza (Siglo XVII) en su Tratado Teológico Político, llegó a la conclusión de que la Biblia es un documento literario de cierta época, cierto espíritu, ciertas per­sonas, con intereses naturales específicos. Por lo tanto, hay que interpretarla con los mismos métodos naturales y racionales (natu-raliter et rationaliter) que cualquier otro libro heredado de épocas anteriores. La Biblia, además, no quiere indicar cuáles son las normas de la fe, sino inculcar la obediencia.
El padre de la crítica científica de la Biblia fue Jean Astruk, médico cristiano de Francia, quien se dedicó a analizar el Pentateu­co, atribuido a Moisés, que contiene las normas básicas, incluso también para las religiones monoteístas posteriores. Aceptaba la autoría de Moisés, pero creía demostrar que Moisés había realizado su obra tomando diversas fuentes literarias preexistentes y compa­ginaba su libro, en parte, de éstas. De esta manera resuelve el problema de textos contradictorios dentro de las Escrituras, afir­mando que no son contradicciones entre sí, sino compaginaciones de distintas fuentes.

Quien condujo todos estos descubrimientos a la cumbre de la organización teórica y sistematización analítica, fue Julius Wellhausen en Alemania, a fines del siglo XIX. Al aceptar y evaluar la existencia de varias fuentes, Wellhausen definió el origen histórico del orden de la sucesión de esas fuentes y, también, el motivo ideológico de su aparición.
A consecuencia de la fuerte oposición de la Iglesia, el Nuevo Testamento se transformó sólo más tarde en objeto de análisis científico. El pionero en este campo fue Samuel Reimarus, profesor de Hamburgo, quien, por temor de publicar su libro, mandó el manuscrito a Lessing, ilustre escritor y crítico de la época. Reimarus creía demostrar que los Evangelios presentan la actuación de Jesús en forma premeditada. Según su opinión, los Apóstoles entendían e interpretaban mal las actividades y las palabras de Jesús.

Durante el siglo XIX surgieron muchos científicos, incluso teó­logos y religiosos, quienes reconocieron que los libros del Nuevo Testamento deben ser interpretados con los mismos métodos cien­tíficos que cualquier obra profana de la misma época. Al seguir este criterio, D.F. Strauss separó los elementos míticos de la historia de Jesús e intentó reconstruir su vida real. F.Ch. Baur, fundador de la línea teológica de Tuebingen, demostró que los libros del Nuevo Testamento se redactaron a base de diferentes fuentes y que éstas confirman la existencia de diferentes tendencias religiosas, a veces opuestas, dentro del cristianismo primitivo.

A fines del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, se llevaron a cabo, con ímpetu creciente, los descubrimientos arqueológicos en el Cercano Oriente, que ayudaron a dilucidar los textos bíblicos y enriquecieron algunos aspectos de la ciencia bíblica.
Se ha comprobado que varias culturas influyeron en la redac­ción de las Escrituras. Es notable la investigación de Hermann Gunkel, publicada como "Schoepfung und Chaos" (Creación y Caos) en 1895, así como el aporte científico del profesor israelí, M.D. Casutto en este campo.
En nuestro siglo los investigadores están alejándose de la pasión analítica de Wellhausen, que fragmentaba los textos para armar con ellos probables mosaicos reconstruidos, y en cambio aplican más la lectura de la Biblia desde dentro, evaluando su contenido con profundidad literaria, filosófica y filológica y con criterio constructivo.

El descubrimiento de los Manuscritos del Mar Muerto y de otros hallazgos en Israel son de suma importancia, pues facilitan una aproximación científica a la Palabra.
Algunos sostienen que los descubrimientos no ayudan tanto a las investigaciones del Nuevo Testamento como a las del Antiguo. Yo, personalmente, no estoy de acuerdo con esta opinión. Los Rollos del Mar Muerto, el hallazgo de datos gnóstico-cristianos en Nag Hamaddi y los nuevos descubrimientos de epigrafía romana, hicieron posible que algunos personajes del Nuevo Testamento (Gallio, Quirinio, Poncio Pilato y otras más) salieran del círculo de las "personas bíblicas" y se transformaran en "personas históricas". Todos estos hallazgos permiten comprobar, completar y modificar las narraciones históricas de los libros bíblicos. Dan posibilidad de conocer mejor los movimientos religiosos del mundo helenista y favorecen las investigaciones comparadas, también en los libros del Nuevo Testamento.

El redescubrimiento de las religiones de misterio en la historia religiosa del helenismo, las nuevas investigaciones de los dioses redentores (quienes mueren y resucitan), colocan la formación del cristianismo en un contexto contemporáneo más generalizado, más universal. Además, las nuevas investigaciones referentes al helenismo han dado mayor relieve a la investigación de los elemen­tos míticos de las narraciones del Nuevo Testamento, lo que ha traído consigo la formación de la "escuela mitológica" en la teología cristiana. Esta calificó como míticas las narraciones de los Evange­lios casi en su totalidad, mientras la "escuela histórica" llamó la atención a la importancia de los datos históricos que estaban escondidos entre los míticos. 
La escuela mitológica ha cometido exageraciones. Sin embargo, cumplió una importante tarea cientí­fica al señalar los rasgos míticos de la presentación de Jesús en los Evangelios, y con esto abrió el camino a la formación de una tendencia teológica, cuyo mayor exponente es R. Bultmann. 
Sus seguidores, sabiendo que es imposible definir el curso "histórico" de la vida de Jesús, ponen como objetivo principal de sus inves­tigaciones nuevo testaméntales, conocer y evaluar las ideas forma­das con respecto a Jesús y a sus enseñanzas en las comunidades cristianas primitivas (kerygma). Esta escuela se ha transformado en un nuevo modo de ver teológico, discutido por algunos, que ha influido mucho en la teología cristiana de nuestra época.

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