Apuntes de clases

Clases de filosofía y ciencias bíblicas del Instituto de Humanidades Luis Campino, y la Parroquia de Guadalupe de Quinta Normal.


lunes, 4 de marzo de 2013

El Palacio de la Memoria.-a


Esteban Aguilar Orellana; Giovani Barbatos Epple;Ismael Barrenechea Samaniego; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí;Alfredo Francisco Eloy Barra ;Rodrigo Farias Picon; Franco Antonio González Fortunatti;Patricio Ernesto Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda;Jaime Jamet Rojas;Gustavo Morales Guajardo;Francisco Moreno Gallardo; Boris Ormeño Rojas;José Oyarzún Villa;Rodrigo Palacios Marambio;Demetrio Protopsaltis Palma;Cristian Quezada Moreno;Edison Reyes Aramburu; Rodrigo Rivera Hernández;Jorge Rojas Bustos; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala;Marcelo Yañez Garin;Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán; Franco Natalino; 


El Palacio de la Memoria de Hannibal
14 de Julio de 2014



El último episodio de la segunda temporada fue tan genial que tuvo hasta una mención a uno de los elementos más importantes dentro de la mitología de Hannibal (y de su compleja cabeza) que se menciona en la novela: El Palacio de la Memoria. 
¿Qué es? ¿Es un invento de Thomas Harris? No. El Palacio de la Memoria es una antigua técnica mnemotécnica (procedimiento de asociación mental para facilitar el recuerdo de algo) que consiste en crear un lugar virtual que sólo existe en nuestra imaginación, con habitaciones donde hay en ellas recuerdos del pasado. 
Se supone que cualquiera puede crearlo dentro de su mente para recordar algunas cosas en especificas. Si buscan en Google encontraran mas información. He leído que no hay necesidad de arrancar con un castillo jeje! empezá por un cuarto chico, simple con unas pocas habitaciones, después si queres lo agrandas. Igual yo no lo he intentado en profundidad, ni me informado demasiado. Este no es un tema para enseñarte a como hacerlo sino solo para mencionar lo importante que es para Hannibal. 
El palacio de la memoria de Hannibal es, como bien lo supondrán dado el intelecto del doctor, gigantesco. Y como bien dice en la serie, si alguna vez lo atrapan, Hannibal podrá vivir en el. Allí es donde busca tranquilidad... así fue como pudo superar sin problemas las torturas de Chilton, así es como se abstrae de la realidad cuando quiere ignorar a alguien, y tal vez así es como tiene una enorme tolerancia al dolor. No solo tiene buenos recuerdos vividos (y algunos malos en las mazmorras) sino que además grandes colecciones de arte (cuadros, estatuas, música, etc). Mientras podría estar inmovilizado en el hospital para criminales de Baltimore, dentro de su palacio era libre. 
Ya sea para recordar una antigua sesión con Benjamin Raspail, o para ver a la hermosa Clarice, el Palacio de la Memoria es una útil y elegante forma de hacerlo.

Nota Sobre los palacios de la memoria
 24-abr-2017

Pero, antes de entrar en materia, aclaremos conceptos: ¿qué es exactamente un «palacio de la memoria»?

Esta expresión, en su sentido mnemotécnico, surge durante la edad media. En aquellos tiempos, antes de que se inventara la imprenta, antes de que ni tan siquiera hubiera papel y bolígrafo, los estudiantes no disponían de otro soporte donde guardar las lecciones del profesor más que en su memoria. Las exigencias memorísticas eran muy altas, especialmente para los alumnos de jurisprudencia que debían conocer todas las leyes de memoria.
No debe extrañarnos, por tanto, que fuera práctica común el uso de una técnica de memorización como el método de los lugares (véase La pastilla verde, capítulo 3, pág. 33), citada por el famoso Cicerón y presente en un viejo manual de retórica, la Rhetorica ad Herennium, herencia de la antigua roma.
Pero hay un problema. Al poner en práctica el método de los lugares es habitual echar mano de sitios muy conocidos, como nuestra propia casa. Pero si se trata de memorizar un gran volumen de datos –como cientos de leyes– este espacio se queda corto, necesitamos espacios con muchos más lugares.

¿La solución?

En lugar de buscar espacios reales, imaginar un espacio construido a medida, un espacio ficticio —solo existe en nuestra mente— adaptado a nuestras necesidades. Ese espacio imaginario se llamará «palacio de la memoria».

De hecho, la Rhetorica ad Herennium ya apunta esta solución:

[…] la imaginación puede concebir a su gusto cualquier espacio y formar y construir en él un entorno. Por lo tanto, si no nos satisfacen los entornos que están a nuestra disposición, podremos mentalmente determinar para nosotros mismos un espacio y disponer en él entornos apropiados, fáciles de distinguir.
El mejor ejemplo seguramente lo proporciona un maestro de la universidad de Salamanca, Juan Alfonso de Benavente (siglo XV), cuando nos explica cómo diseñar un palacio –y utiliza explícitamente la palabra «palatio»– para memorizar cientos, incluso miles de leyes (Benavente es profesor de derecho canónico).

Palacio de la memoria sería, por tanto, una modalidad del método loci que, en vez de lugares reales, utiliza lugares ficticios, imaginarios.

Pero esta técnica de los palacios de la memoria se diluye durante el siglo XVI por diversos factores. Por entonces, todas las grandes ciudades cuentan ya con imprentas y los libros empiezan a ser algo común; en los centros de enseñanza cambia el modelo educativo enfocándolo hacia el entendimiento y la razón, dejando a un lado las exigencias memorísticas; y quienes escriben sobre mnemotecnia empiezan a desaconsejar este modelo pues, al basarse en lugares imaginarios, en caso de duda no puedes echar un vistazo al lugar real, siendo entonces más propensos al error.
Así pues, esta técnica desaparece de los manuales de mnemotecnia, y el hecho es que en ningún autor del siglo XIX o del siglo XX encontrarás la expresión «palacio de la memoria»: todo el que explica el método de los lugares o método loci lo hace preparando rutas siempre a través de entornos reales, que resulta más sencillo y fiable.
Y ahora, de pronto, en nuestros días vuelve a aparecer lo del «palacio de la memoria» pero, ¡cuidado!: como sinónimo de «método de los lugares» y sin distinguir entre entornos reales o imaginarios.

Pero… ¿qué demonios ocurre aquí?

Carezco de datos concretos que me permitan dar una respuesta cierta, pero tengo mis sospechas.

Sobre los palacios de la memoria

Supongamos que eres un escritor de novelas de misterio y tu personaje ha de tener memorizados los expedientes clínicos de cientos de pacientes: ¿cómo sería esto posible? Te documentas un poco y descubres una antigua técnica medieval que utilizaban los estudiantes para memorizar cientos de leyes… ¡perfecto! Conviertes a tu personaje en un experto en los palacios de la memoria.
Esto suena bien y otros autores copian la idea. Hablando de «método loci» no sorprenderás a nadie que sepa algo sobre técnicas de memorización, pero si en su lugar hablas de los desconocidos y misteriosos «palacios de la memoria», esto ya es otra cosa, sin duda suena mejor (el marketing lo primero).
Aprovechando la curiosidad que surge alrededor de los palacios de la memoria, alguien ve aquí la oportunidad de lucirse y, sin saber mucho del tema, lo interpreta y explica como el clásico método de los lugares con su ruta a través de las habitaciones de casa, casa que empieza a llamar «palacio». Ya no hay distinción entre lugares reales o imaginarios.
Luego llega alguien y, con razón, dice: «¡Oye, pero si esto es lo mismo que el método de los lugares!». Y así, método de los lugares y palacios de la memoria acaban siendo la misma cosa.
Bien, para quien desconoce la historia y toma su casa como referencia para el método de los lugares, es comprensible confundir ésto con los palacios de la memoria (siempre que no haga distinción entre espacios reales e imaginarios).
Pero tengamos en cuenta que, en el método de los lugares, la ruta puede transcurrir no solo por los lugares dentro de casa, también por las tiendas de una calle, por las paradas del autobús que tomo todos los días, por los elementos dentro de un lienzo (Cuadros), etc. Llamar a todo esto palacio de la memoria no tiene ningún sentido.
Por tanto, atentos. Cuando oigas hablar de los palacios de la memoria, cuidado, porque seguramente no tenga nada que ver con lo que realmente es un palacio de la memoria.


NOTA: Una de las primeras veces que aparece expresión «palacios de la memoria» es en Confesiones de San Agustín (finales siglo IV), cuando escribe:

Y entro en los campos y anchos palacios de la memoria, donde están los tesoros de innumerables imágenes de toda clase de cosas acarreadas por los sentidos.
(Confesiones, libro décimo, capítulo VIII; podemos consultar en la web <www.augustinus.it> el documento completo).

Algunos han querido ver aquí una referencia al método de los lugares, pero lo cierto es que esto resulta, cuanto menos, dudoso: el santo habla de palacios en el sentido de estancias amplias, grandiosas; lo mismo hubiera sido decir «anchos depósitos/almacenes de la memoria», aunque entonces faltaría ese punto de majestuosidad que parece requerir algo tan valioso como los recuerdos. En definitiva, la expresión, en este caso, no guarda relación con técnica de memorización alguna.

Comentario de la prensa

La neurociencia en la ficción: el palacio de la memoria de Hannibal Lecter
Por Susana Martínez-Conde el 26 de abril de 2013.
Ed. Nota: este blog apareció originalmente en Sleights of Mind .

Al igual que Giotto, el Dr. Lecter ha pintado las paredes de su mente. - Thomas Harris, Hannibal


El fragmento que sigue es de Hannibal, de escritor Thomas Harris, donde aprendemos todo sobre el pasado desagradable del Dr. Lecter. La novela no es para el gusto de todos (juego de palabras), y pensé que Red Dragon y The Silence of the Lambs eran superiores, pero disfruté de las lujosas descripciones de Harris de las mnemotécnicas de Hannibal:

El palacio de la memoria era un sistema mnemotécnico bien conocido por los eruditos antiguos y se conservaba mucha información a través de la Edad Oscura mientras los vándalos quemaban los libros. Como los estudiosos antes que él, el Dr. Lecter almacena una enorme cantidad de información relacionada con los objetos en sus mil habitaciones, pero a diferencia de los antiguos, el Dr. Lecter tiene un segundo propósito para su palacio; a veces vive ahi Ha pasado años entre sus exquisitas colecciones, mientras que su cuerpo yacía atado en una sala violenta con gritos que zumbaban en las barras de acero como la propia arpa del infierno.
El palacio de Hannibal Lecter es inmenso, incluso para los estándares medievales. Traducido al mundo tangible, rivalizaría con el Palacio Topkapi en Estambul por su tamaño y complejidad.

Lo alcanzamos mientras las rápidas zapatillas de su mente pasan del vestíbulo al Gran Salón de las Estaciones. El palacio está construido de acuerdo con las reglas descubiertas por Simónides de Ceos y elaboradas por Cicerón cuatrocientos años después; es espacioso, tiene techos altos, está decorado con objetos y cuadros que son vívidos, llamativos, a veces chocantes y absurdos, y a menudo hermosos. Las exhibiciones están bien espaciadas y bien iluminadas como las de un gran museo. Pero las paredes no son los colores neutros de las paredes del museo. Al igual que Giotto, el Dr. Lecter ha pintado las paredes de su mente.
Ha decidido recoger la dirección de la casa de Clarice Starling mientras está en el palacio, pero no tiene prisa, así que se detiene al pie de una gran escalera donde se encuentran los bronces de Riace. Estos grandes guerreros de bronce atribuidos a Fidias, sacados del fondo marino de nuestro tiempo, son la pieza central de un espacio con frescos que podría desentrañar a todos Homero y Sófocles.
El Dr. Lecter puede hacer que las caras de bronce hablen a Meleagro si lo desea, pero hoy solo quiere mirarlas.
Mil habitaciones, kilómetros de pasillos, cientos de datos adjuntos a cada objeto que amuebla cada habitación, un agradable respiro que espera al Dr. Lecter cada vez que decide retirarse allí.
Hecho con temor y maravilla, lo seguimos mientras avanza con paso rápido por el corredor de su propia creación, a través del aroma de las gardenias, la presencia de una gran escultura que nos presiona y la luz de las imágenes.
Su camino conduce a la derecha pasando por un busto de Plinio y sube las escaleras hasta el Salón de Direcciones, una sala llena de estatuas y pinturas en un orden fijo, espaciadas y bien iluminadas, como recomienda Cicero.
Ah ... El tercer nicho de la puerta de la derecha está dominado por una pintura de San Francisco que alimenta una polilla a un estornino. En el piso, antes del cuadro, se encuentra este cuadro, de tamaño natural en mármol pintado.
Un desfile en el Cementerio Nacional de Arlington encabezado por Jesús, treinta y tres, conduciendo una camioneta Ford modelo 27-T, una "lizzie de hojalata", con J. Edgar Hoover parado en la cama de la camioneta con un tutú y saludando a una multitud invisible. Marchando detrás de él está Clarice Starling cargando un rifle Enfield de .308 en los brazos del hombro.

Echa un vistazo a Sleights of Mind para conocer nuestros pensamientos sobre la intersección de la magia y la memoria. También recomendamos Moonwalking with Einstein, el relato de Joshua Foer de convertirse en un campeón de la memoria a través de un entrenamiento intensivo en técnicas mnemotécnicas, como el palacio de la memoria (también conocido como el método de los loci). O lea El palacio de la memoria de Matteo Ricci, de Jonathan Spence, sobre el sacerdote jesuita italiano que enseñó este método a los eruditos confucianos del siglo XVI en China.

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