Scherezada Jacqueline Alvear Godoy |
Resumen: El objetivo de este trabajo es comprender el modelo de caballero y su representación en el Perceval de Chrétien de Troyes, tomando en cuenta el surgimiento de un código deontológico basado en la noción de honor en el siglo XII. Tomaremos en cuenta el contexto histórico del autor y el marco cultural en el que se desenvuelve, para relacionarlo con el ideal de caballero que se plasmó en la literatura y que consistía, más que en un mero reflejo unidireccional, en una interacción mutua entre el caballero del siglo XII y la literatura caballeresca.
1) Marco histórico y cultural: “Segundo Renacimiento” del siglo XII
Para entender la obra del autor hay que ver el contexto de su aparición, conocer los objetivos de su escritura y saber a qué público iba dirigida. Aparece en un contexto de renacimiento intelectual en el que se revalora la cultura latina y los clérigos que conocían el latín comienzan a hacer traducciones de los textos clásicos antiguos (así nace el roman antiguo o la materia antigua), para que luego los autores –como Chrétien- tengan más libertad en la elaboración de sus obras y la materia de Bretaña pase a Francia[2], por otro lado los objetivos de la escritura de los roman tenían intenciones pedagógicas, dirigidos a los “jóvenes” en las cortes, además de que sus temas principales fueron la aventura caballeresca y el amor cortés (siempre en constante interacción ambos elementos).
En los siglos XII y XIII, las novelas de la Mesa Redonda constituyen una literatura destinada casi exclusivamente a un público aristocrático. Es una literatura militante, fuertemente ideológica que […]: celebra a los jóvenes, exalta la caballería, lamenta el poder en constante aumento del soberano –Arturo, contrariamente a los tres reyes capetos y de la dinastía Plantagenet, es un rey feudal, que debe pedir consejos-, lamenta, sobre todo, el empobrecimiento político y económico de la mediana nobleza, desprecia a los villanos y aun más a las comunas, los comerciantes y la población urbana (PASTOUREAU, 2006: 324).
El renacimiento intelectual de los siglos XI y XII es uno de los tres renacimientos[3] que tuvieron lugar entre los siglos IX[4] y XV, también pertenece a una coyuntura de tendencia secular que se caracteriza por la expansión, es decir, la economía crece (actividades comerciales y roturación de tierras), hay una relativa estabilidad del clima, hay un aumento demográfico producto de la estabilidad, pero en especial son resaltables los progresos de la escribalidad y la cultura (FLÓREZ, 2000: 69-110), este periodo está entre los siglos XI y XIII, conocida como la Edad de la Expansión.
Los valores aristocráticos y el espíritu caballeresco se afianzan por el contexto de las cruzadas, pero también por la literatura de caballerías. El producto de este esplendor cultural son tres materias en verso: 1) el ciclo Carolingio (Carlomagno y su gesta), 2) la Antigüedad clásica (sitio de Troya, Medea, Tebas, Eneas, Alejandro) y 3) la bretona (Caballeros de la mesa redonda y Merlín) (CIRIA, 2008: 59-82).
Chrétien de Troyes desarrolla su propia teoría literaria: la distinción entre matière y sens (argumento y sentido o tema) que producen la coyuntura. Un aspecto importante a tomar en cuenta es que con la aparición de los roman de Chrétien de Troyes, éstos son tomados como modelos para el desarrollo de las novelas de caballerías. Además, es el modelo al que se opone El Quijote cuando parodia a los libros de caballería. La importancia de estudiar a este autor francés es que nos puede mostrar el modelo de caballero medieval y la nueva concepción del amor –como creación del siglo XII francés (DE ROUGEMONT, 1938)- respecto a lo primero, la caballería surge antes del renacimiento intelectual del siglo XII y por eso nos puede brindar un excelente modelo (que posteriormente establece una relación bidireccional para que los nuevos caballeros sigan el modelo de la novela), mientras que para el caso del amor, este hay que entenderlo como enlazado al primer elemento mencionado. Estas son pues las innovaciones de esta obra literaria y en específico de Chrétien.
Como señala Victoria Cirlot, el roman es un producto del norte de Francia que inicialmente era una traducción (por ejemplo de textos latinos como hagiografías y bestiarios a la lengua románica) y que luego pasó a ser una novela[5]. Esta actividad “condujo a la práctica del mecenazgo al atraer a los intelectuales a sus residencias [de los nobles] y ponerlos a su servicio” (CIRLOT, 1995: 11). El género coexistió con el cantar de gesta que era memorizado para ser transmitida vía oral, en este sentido el roman y el cantar de gesta fueron diferentes por la misma naturaleza de su difusión y porque el primero responde al surgimiento de la cultura cortesana, interesada en un primer momento en hacer accesible los textos en latín que eran monopolio del sector eclesiástico y que buscaban darle una naturaleza laica a la escribalidad (hay que tener en cuenta que la cultura cortesana es producto de la unión del clérigo por el manejo del latín y el caballero). Victoria Cirlot añade que en un principio el protagonismo lo tenía la materia antigua, es decir, las traducciones de los textos antiguos en latín que hablan de Troya, Eneas, Edipo, etc., debido a que fueron mandadas hacer por el rey Enrique II (esposo de Leonor de Aquitania y ella María de Champaña[6]) para justificar su poder como perteneciente a la dinastía normanda y conectarse así con la antigüedad greco-romana:
[…] todas estas obras […] parecen construir una historia en la que ya se perfilaría el ideal cíclico característico de la literatura medieval: el mundo troyano, seguido de la historia de Eneas, el antepasado de Bruto que se trasladó a la isla de Bretaña, hasta Arturo y sus descendientes con el fin de enlazarlos directamente con la dinastía normanda (CIRLOT, 1995: 16).
En este contexto nace un nuevo grupo denominado los “jóvenes”, no precisamente por su edad, sino que hace referencia a un estado de celibato. A este grupo pertenecían los caballeros errantes que no tenían ni tierras ni esposa, que fueron producto de la institucionalización del matrimonio, según la cual solo se podían cazar los primogénitos para que los reinos no tengan que dividir sus tierras, por lo tanto los “jóvenes” se dedicaban a la errancia y a la vida de torneos.
Respecto a la obra de Chrétien de Troyes, Fernando Carmona advierte tres etapas de este literato, en primer lugar están las obras donde pretende aclimatar la nueva concepción cortés con la pasión amorosa adúltera de dos mitos medievales: Tristán e Iseo y Lanzarote y Ginebra, en segundo lugar pretende armonizar el sentimiento amoroso con la ideología feudal y cortés, tal es el caso de Erec y Enide e Yvain. Finalmente se produce “la transformación del amor cortés en amor espiritual y cristiano […] con su última e inacabada obra [Perceval]” (CARMONA, 2006: 152). Chrétien escribe el Perceval entre 1181 y 1190 cuando está bajo la protección del conde Felipe de Flandes, y es característico de la obra que no presente el tema del amor cortés de forma tan marcada, pensamos –a diferencia de Fernando Carmona– que el amor cortés si se presenta, solo que no es un tema central. Antes de continuar, veamos, qué dice Georges Duby sobre el amor cortés. Señala que este se encuentra fuera del amor matrimonial, ya que es un amor refinado que “es un juego […] de las aventuras de la libertad […] constituye el precio de una competición, de un concurso permanente entre los jóvenes de la corte, […] el amor refinado, ese juego educativo, está reservado a los varones solteros” porque al estar casado obviaban las reglas del amor refinado y simplemente fornicaban (DUBY, 1992: 43-44). Además, el amor cortés era un ritual que contribuía al mantenimiento del orden, un juego amoroso que promovía la educación de la mesura (DUBY, 1992: 71). Vemos que en Perceval la temática del amor se presenta, porque “siguiendo la concepción de Chrétien de sus novelas anteriores, no hay caballería si no se armoniza en la aventura la proeza con el sentimiento amoroso” (CARMONA, 2006: 154) y justo cuando hace caballerías para obtener el amor de Blancaflor, el caballero se va en busca de su madre, lo que evidencia que “la armonización de amor y caballería no parece interesar ahora a Chrétien” (CARMONA, 2006: 154).
No hay que olvidar que la novela artúrica es un conjunto de textos literarios que tienen su desarrollo en contexto específicos, por esto mencionaré a los principales, siguiendo a García Gual:
Geoffrey de Mommouth un gran monarca de grandeza imperial, parecido a Enrique II de Plantagenet, Wace insistió en la opulencia de su corte refinada, Chrétien de Troyes otorgó el papel de protagonistas a sus más distinguidos vasallos y dejó a Arturo su aura de gran señor […]. Fue la imagen de la corte de Arturo un espejo ejemplar de cortesía, generosidad y justicia, entendidas como las normas del momento (GARCÍA, 2003: 9)
Podemos notar que poco a poco el rey Arturo va quedando al margen de la acción heroica, de las gloriosas aventuras que lleva a cabo los caballeros. Al parecer esto era porque los reyes que eran idealizados con estos valores no eran guerreros –a diferencia de la tradición céltica–, en su lugar la labor era encomendada a los caballeros, pero esto responde al contexto de la Francia del siglo XII.
2) El modelo de caballero y su representación en Perceval[7]
La caballería es una institución que formó parte de un ejército de élite, porque mantenían un caballo (esto suponía tener recursos para mantenerlo). Desde niños eran preparados por caballeros, luego llegaban a ser escuderos[8], hasta haber aprendido las técnicas necesarias para convertirse en caballeros. En la lucha se seguían ciertos códigos para pelear en igualdad de condiciones. Esta institución iba de la mano con otras de igual importancia como el homenaje, que era la ceremonia en la que se establecen relaciones sinalagmáticas entre el señor y el vasallo, también tenemos a la investidura que constituye la entrega del bien concedido, tiene que ser un elemento material que represente al feudo[9] (FLÓREZ, 2000: 92-93), finalmente está el espaldarazo que está más relacionado con la caballería. El origen de la caballería es sumamente oscuro, pero lo podemos encontrar en dos tradiciones “la tradición militar romana de los équites y la germana de los jinetes vinculados al séquito del caudillo” (MARTÍN ET AL, 1985: 4). El ideal de caballero medieval es la imagen del eterno viajero (errante) al servicio de los débiles y guardián de un código ético y unas estrictas normas de conducta.
Jean Flori afirma que, el elemento más influyente en la formación de la mentalidad caballeresca fue la literatura que le inculcó ideales –llámense valores– y una forma de comportamiento cortés, por otro lado también fue importante la ideología de la Iglesia (FLORI, 2001: 12) que fortaleció la visión de los tres órdenes –que se ceñía a un plan divino y justificaba divisiones sociales– como bien lo señala Georges Duby, pero también dice sobre los bellatores (caballeros) que “Su vocación es la guerra, y el primer uso que hacen de su riqueza es procurarse los medios más eficaces de combatir, mediante el entrenamiento físico al que consagra todo su tiempo, […] al perfeccionamiento del equipo, […] a la mejora de las condiciones del caballo, […] a procurarse mejores armas ofensivas y defensivas” (DUBY, 2009: 220).
Cabe resaltar que, como dice Flori, la literatura tenía aspiraciones más laicas, a diferencia de la intencionalidad de la Iglesia. Además, menciona que es en el siglo XII cuando la caballería se dota de un código deontológico, basado en el honor, que “humanizará”, en cierto modo, “las leyes de la guerra”. Para Jesús Rodríguez-Velasco, “[…] la creación de la caballería es el proceso mediante el cual la violencia desordenada se puede transformar en el soporte de todos los valores civiles de una sociedad pacificada o de la violencia institucionalmente regulada” (RODRÍGUEZ, 2009: 10), esta definición resalta el papel social que cumplía el caballero en una sociedad en expansión y –a la vez– violenta.
Fleckenstein cuando habla de los orígenes de la caballería, resalta que en primer lugar esta surge como un ejército de guerreros, es decir, de milicias y que ésta se convierte en caballería, “la milicia tuvo, en general, sus raíces en la gentilidad y estuvo vinculada a la gens, la <> o unidad étnica, mientras que la formación de la caballería coincidió con la integración en el contexto europeo […] como un fenómeno general de Europa que […] constituye una gran unidad” (FLECKENSTEIN, 2006: 4), de aquí se entiende que la importancia de la caballería es su forma supranacional o Europea. Además, se diferenciaron por su vinculación a formas y normas nuevas, pues allí está la importancia del código deontológico de la caballería. García Gual ya mencionaba que “El código de honor, el ámbito de la cortesía, los ideales éticos (con un fundamento cristiano) son universales” (GARCÍA, 2003: 69).
La narración del Perceval resulta ser paradójica, porque en la parte donde se supone debía completarse como caballero –y donde se suponía debía acabar la obra- falla, esto sucede en el castillo del grial donde en vez de preguntar por el significado de las reliquias que pasan frente a él, simplemente se queda callado por atenerse al código caballeresco y es que “Perceval desde el primer momento representa al héroe poderoso e invencible (la fortitudo) pero ha de completarse con el conocimiento y el saber (la sapientia)” (CARMONA, 2006: 158). En este sentido Perceval tiene una dimensión espiritual y trascendental que no tiene Gauvain, ya que el amor trasciende a una contemplación mística con la imagen de las gotas de sangre en la nieve y la aventura caballeresca trasciende en la búsqueda del grial, Fernando Carmona llama a esta transformación: del caballero cortés al guerrero de la caballería celeste. Desde este punto de vista podemos decir que el caballero Perceval tiene tres momentos: 1) el estado natural donde es ingenuo, usa el venablo y vive en el bosque, es decir, se encuentra en un estadio salvaje, 2) el estado cortés en el cual se traslada por varios castillos, y 3) el estado espiritual y cristiano, este último es aquel momento en que “[…] oyó el servicio y experimentó gran gozo. Después del servicio, adoró la cruz y lloró sus pecados” (DE TROYES, 1961: 169), pues recordemos que este acercamiento a Dios ocurrió cuando Perceval se dio cuenta que “pasó cinco años sin acordarse jamás de Dios” (DE TROYES, 1961: 163), entonces el ermitaño atribuyó su dolor y sus fallas al pecado. Además, los tres momentos se corresponden con tres espacios y tres consejeros, en el primer caso: el bosque de la Yerma Floresta, la corte artúrica y el castillo del Grial, y el templo cristiano, en el segundo caso tenemos a: la madre, el caballero y el ermitaño.
Al respecto mencionaremos algunas precisiones para establecer el modelo de caballero, el manual de caballería más conocido es el de Raimundo Lulio (o Ramón Llull)[10], dice que, en primer lugar hay que jugar limpio, esto implica nunca atacar a un enemigo desarmado, mostrar autodisciplina y administrar justicia y merced cuando sea necesario, en segundo lugar tenemos el valor, implica mostrar coraje en las palabras y en los hechos, vengar a los agraviados y defender a los débiles e inocentes y nunca abandonar a un amigo, aliado o causa noble, en tercer lugar está el honor, implica que siempre mantiene su palabras, sus principios y nunca traiciona una confidencia o un compañero, en cuarto lugar está la cortesía, es decir, practica las reglas del decoro y es muy respetuoso con su huésped, la autoridad y las mujeres, en quinto lugar tenemos la lealtad, es decir, ser fiel al soberano, al rey, al reino y al código, mostrar respecto por la autoridad y las leyes, y es fiel a la amada, en sexto lugar tenemos la generosidad, es decir, es generoso tanto como es posible y demuestra hospitalidad ante los extraños, finalmente -y no menos importante- está la piedad, es decir, tiene bien sostenida su fe, depende de Dios, los santos y María, y se opone al infiel (LLULL, 1996).
El Perceval de Chrétien de Troyes tiene dos partes claramente diferenciadas, en primer lugar están las aventuras del caballero Perceval y por otro lado está Gauvain que es el modelo de caballero que encarna los valores corteses, de entrada decimos que el ideal de caballero se encuentra mejor representado en Gauvain que en Perceval, porque el primero es parte de la nobleza al ser sobrino de Arturo, esto se sabe debido a que a lo largo de la obra se refieren a él como “mi señor”, pero hay que tener en cuenta que el libro no habla de la infancia de Gauvain y sabemos que Perceval pasó del estado natural al cortés o caballeresco en tan solo 15 días. Por otro lado, tenemos a la corte del rey Arturo, de todos ellos en El Cuento del Grial destaca Keu, por ser un caballero, orgulloso, fanfarrón, descortés y tosco, en resumidas cuentas es todo lo contrario al modelo de caballero. Fernando Carmona –citando a Alvar– señala una característica de Gauvain que no podemos dejar pasar y es que: “se caracteriza por su frivolidad, <>” (CARMONA, 2006: 152-153). Además, analiza el significado de los títulos, por un lado señala que Perceval el galés es un oxímoron porque galés significa ignorante, pues “Como bruto y necio es calificado por uno de los caballeros que encuentra al principio de la narración” (CARMONA, 2006: 157), por otro lado Perce-val es:
[…] el que atraviesa el valle, el que traspasa la oscuridad, la bruma, es un ascenso hacia la luz […] marca el paso del espacio acultural del bosque al de la corte artúrica, de la profundidad oscura del valle a la luz de la altura del castillo de Arturo o del Grial; de la oscuridad de la ignorancia a la luz del conocimiento” (CARMONA, 2006: 157)
Probablemente para muchos resulte desconcertante no saber cómo termina la obra, qué pasa con Perceval o con Gauvain, pero hay que notar que justo con esta obra se produce un cambio en la narrativa de Chrétien porque “Perceval no encuentra en el amor cortés su realización como caballero, lo requiere (episodio de Blancaflor), pero tiene que trascenderlo (episodio de las gotas de sangre en la nieve), ya que su verdadera búsqueda no queda en el erotismo ni en la idealización amorosa, está más allá, en la búsqueda del grial” (CARMONA, 2006: 157).
Carmona menciona una hipótesis sobre la significación histórica de Perceval, y es que el caballero de la armadura bermeja pudo estar representando a Felipe de Flandes (a quien Chrétien dedica su relato). Además, la estancia de Perceval en el castillo del Grial la asemeja a la de Felipe de Flandes en Jerusalén para ayudar a su tío el rey Balduino IV, quien estaba aquejado de lepra, por otro lado el reino de Jerusalén de su tío estaba en un estado decadente al igual que el castillo del Grial (CARMONA, 2006: 160). Felipe de Flande, finalmente, muere en 1191 en Acre, año en el que Chrétien deja incompleta su obra.
3) Conclusiones
El modelo de caballero en El Cuento del Grial es representado de dos maneras, primero la del joven ingenuo y en estado natural como fue Perceval que sale de la Yerma Floresta siguiendo a los caballeros de la corte del rey Artús o Arturo para responder a su vocación como caballero, en él destaca su paso por varias etapas hasta llega a una trascendente –que no se logra concretar porque la obra está incompleta– en la que el amor terreno se convierte en un tema secundario. Por otro lado, tenemos a Gauvain, que se desempeña como caballero parte de la familia real, pero que está más atraído por intereses terrenales. En concreto, ambos presentan los valores propios del modelo universal de la ética caballeresca que son: el juego limpio, el valor, el honor, la cortesía, la lealtad, y la generosidad, pero en ambos estos valores se manifiestan de forma distinta. En el caso de Perceval estos valores son aprendidos y es que parece que este libro está destinado a dar a conocer el proceso de aprendizaje de los valores de la caballería[11]. Mientras que en el caso de Gauvain el código deontológico de la caballería corresponde con él, pero en un sentido más terrenal.
4) Bibliografía
a. General
CIRLOT, Victoria, La novela artúrica. Orígenes de la ficción en la cultura europea, 2da edición, Barcelona, Biblioteca de Divulgación Temática, 1995.
DUBY, Georges, “El orden feudal”. En: Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea 500-1200¸ Madrid, Siglo XXI Editores, 2009, pp.213-232
FLECKENSTEIN, Josef. “Introducción”. En: La caballería y el mundo caballeresco, Madrid, Siglo XXI editores, 2006, pp. 1-10
FLÓREZ DÁVILA, Cristina, “La Europa feudal: sociedades en expansión (1000-1270)”, en Sociedad y cambio en occidente: siglos XI-XX, Lima, Fondo de Desarrollo Editorial Universidad de Lima, 2000, pp. 69-110
GARCÍA GUAL, Carlos, Historia del rey Arturo y de los nobles y errantes caballeros de la tabla redonda: análisis de un mito literario, Madrid, Alianza Editorial, 2003.
MARTÍN, José Luis et al, “Los caballeros medievales”, Cuadernos historia 16, Madrid, 1985
RODRÍGUEZ-VELASCO, Jesús. “Introducción. Poéticas del ordo”. En: Ciudadanía, soberanía monárquica y caballería. Poética del orden de caballería. Madrid, AKAL, 2009, pp. 9-19.
b. Específica
CARMONA FERNÁNDEZ, Fernando, “Perceval: literatura, mito e imágenes”. En: Pervivencias medievales: Chrétien de Troyes, Boccaccio y Cervantes, Murcia, Universidad de Murcia, 2006
CIRIA SANTOS, Carmen, “Chrétien de Troyes y la literatura caballeresca. Códigos estéticos y elementos estructurales del roman courtois”, en Carmen Segura, José Carballar y Antonio Castro (Coords.), Anuario de los cursos 2000-2008, Sevilla, Asociación Andaluza de Profesores de Español Elio Antonio de Nebrija, 2008, pp. 59-82
FLORI, Jean, “Caballería y literatura caballeresca”, en Caballeros y caballería en la Edad Media, Barcelona, Paidós, 2001, pp. 235-263
LLULL, Ramón, Libro de la orden de caballería, Madrid, Alianza Editorial, 1996
c. Complementaria
DE ROUGEMONT, Denis, Amor y Occidente, México D.F., Editorial Leyenda, . Consultado: 15 de abril a las 21:05 hrs.
DUBY, Georges, El amor en la Edad Media y otros ensayos, Madrid, Alianza Editorial, 1992
PASTOUREAU, Michel, “Jugar al rey Arturo. Antroponimia literaria e ideología caballeresca”. En: Una historia simbólica de la Edad Media occidental, Buenos Aires, Katz Editores, 2006, pp. 321-338
d. Fuente:
DE TROYES, Chrétien, Perceval o El cuento del Grial. Traducción del texto francés del siglo XII por Martín de Riquer, Madrid, Espasa-Calpe, 1961
[2] Aquí habían dos regiones claramente diferenciadas por el lenguaje, el sur que era la región Occitana cuya lengua era Oc y el norte donde utilizaban el Oil (francés actual). Además, habían dos formas de difusión de la cultura, la oral y la escrita, en esta última se distinguen el latín que era usado por el mundo religioso y por los laicos que estudiaban en la universidad, y los romances que van ganando cada vez más fuerza. Hasta aquí aún no podemos hablar de naciones, porque estas se comienzan a distinguir –Francia e Inglaterra– hasta después de la Guerra de los cien años.
[3] Aunque también se habla de un renacimiento Otoniano, pero tomaremos en cuenta tres (Siglo IX, XII y XV), siendo el último un tránsito entre la Edad Media y Moderna.
[4] Renacimiento Carolingio del siglo IX.
[5] Esto de novela es discutible, pero tiene características que nos permite decir que el roman es su ancestro más antiguo.
[6] La Condesa María de Champaña fue la protectora de Chrétien de Troyes –antes de que fuera a la corte de Felipe de Flandes– era hija de Luis VII de Francia y Leonor de Aquitania [se divorció primero del francés] casada con Enrique de Champaña. Ella solía residir en el palacio de Troyes, capital del condado de Champaña y sin duda el lugar de nacimiento de Chrétien.
[7] La edición que usaré es la de Matín de Ríquer que es la que edita Willian Roach como Le roman de Perceval ou le Conte du Graal de 1959. El traductor también utiliza la edición crítica de Alfons Hilka titulada Der Percevalroman (Li contes del Graal) de 1932 y la traducción en prosa francesa moderna de Lucien Foulet titulada Perceval le Gallois ou Le Conte du Graal. Chrétien afirma que la narración que hace es una especie de adaptación en verso de un libro que le dio el conde de Flandes.
[8] Su “deben aprender el oficio actuando de […] servidores de un caballero, cuya misión es mantener y defender la fe católica, contribuir a la gobernación de la tierra, … desempeñar oficios reales, mantener y defender a su señor, hacer cumplir la justicia, ejercitarse con las armas, mantener la tierra, defender a viudas, huérfanos y hombres desapoderados, tener castillo y caballos para guardar caminos y defender a los labradores, perseguir a los traidores y ladrones” (MARTÍN, 1985: 6)
[9] “El feudo puede ser de varios tipos; principal pero no el único, una tierra (feudo territorial), un bien religioso (feudo de altar), un cargo (feudo de honores), determinados cobros (feudos de rentas) y en ciertos casos, pero no fue común, una cantidad de dinero (feudo de bolsa)” (FLÓREZ, 2000: 93)
[10] Esta es una fuente del siglo XIII, pero guarda relación con la caballería del siglo XII en sus valores morales.
[11] Además Gornemant de Goort le enseña a usar las armas y armaduras de los caballeros, es ese sentido, aprende de la cultura material y de los valores, es un aprendizaje completo.
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Chrétien de Troyes
(?, h. 1135-?, h. 1183) Escritor francés. Escasean los datos biográficos sobre este creador de primer orden, a menudo considerado como el fundador de la novela moderna. A lo sumo, se sabe que desarrolló su actividad literaria entre 1164 y 1190, bajo el patrocinio de María de Champaña y de Felipe de Alsacia, conde de Flandes. Es probable que naciera en la ciudad de Troyes, pero ningún documento lo certifica.
Chrétien encontraría la fuente de su inspiración innovadora en los «cuentos de aventura» bretones, que todavía pervivían entre los bardos de Bretaña. Sus novelas, escritas en verso octosílabo, narran una serie de aventuras y hazañas caballerescas, aunque la estudiada trabazón de los elementos simbólicos, la oposición de personajes arquetípicos y el planteamiento de las situaciones las convierte en auténticas novelas de tesis.
En Erec y Enide (Erec et Enide, h. 1170), su primera novela, plantea el conflicto entre los valores caballerescos y el amor, nuevo ideal puesto en boga por los trovadores provenzales. El tema del siglo, el amor, reaparece en Cligés o la falsa muerta (Cligés, h. 1176), donde su fuerza es tal que encuentra aliados incluso para superar la propia muerte
Lanzarote o el caballero de la carreta (Lancelot ou le Chevalier à la charrette, h. 1170) presenta similitudes con la leyenda de Tristán, y fue concluido por Godefroi de Lagny. Se suele considerar que Chrétien escribió la obra por encargo de María de Champaña, cuya corte era un centro difusor de los valores del amor cortés, y que le habría impuesto el tema y el tono del relato. Lanzarote, transportado por el amor ciego y trágico que siente por Ginebra, trata de rescatarla de su secuestrador, Meleagante. Reivindicación del amor trágico frente a los valores del matrimonio y la caballería, es posible que Chrétien dejara la obra inconclusa por estar en desacuerdo con estas ideas, tan opuestas a las que había defendido en el Erec.
En Yvain o el caballero del león (Yvain ou de Chevalier au lion, 1177-1179) vuelve al tema inicial del amor y la aventura, conflicto que resuelve en esta ocasión con un compromiso entre Yvain y su amada, Laudina. Su última novela, Perceval o el cuento del Grial (Perceval ou le conte du Graal, h. 1182), gira alrededor del tópico caballeresco de la búsqueda del santo Grial; Chrétien, que, tal como escribió uno de sus continuadores, Gerbert de Montreuil, fallleció sin poder terminar la obra, ejerció una gran influencia en los escritores posteriores, e inspiró a Richard Wagner en el famoso Parsifal.
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